domingo, 15 de agosto de 2010

Israel: Comisión Turkel, la ocupación y el desafío a nuestro coraje y voluntad de cambio por Carlos Braverman


La Comisión Turkel es una alusión a la situación generalizada que vive Israel, en cuanto al estado de su sociedad y el funcionamiento de sus instituciones.
La negligencia y arrogancia que caracterizan a este gobierno y que llevaron a sus fracasos militares y diplomáticos en el manejo de la flotilla, se reflejan también en los acontecimientos posteriores. Ellos revelan una falla fundamental en la forma en la cual el gobierno opera y en la conducta de sus principales ministros: Netanyahu, Barak y el Ministro de Relaciones Exteriores Avigdor Lieberman (sorprendentemente este último no ha sido llamado a declarar ante el Comité sobre los aspectos diplomáticos de la redada).
El Comité Turkel estaba destinado a repeler la presión externa para establecer un comité de la ONU. Israel se opuso a la primera comisión de la ONU y luego dio marcha atrás aceptando, argumentando que no tenía nada que ocultar. Pero está de acuerdo sólo si los soldados de las FDI no declaran en ella, dando a entender así, que supuestamente tiene cosas que ocultar. Ahora, el secretario general de la ONU ha rechazado este acuerdo, e Israel debe decidir positivamente sobre el tema o salir de la comisión.
Un gobierno que se comporta de esta manera no es confiable y hace suponer que el timón de Israel no está en buenas manos.
Es bueno lo que la Comisión está haciendo, pero pone de manifiesto un cierto control del gobierno sobre su planificación y ejecución. El comité pasó de tres a cinco miembros incluso antes de la adición de una mujer (si el gobierno acepta la moción del Tribunal Supremo que insta a ello). Los dos observadores extranjeros se niegan a comportarse como marionetas y contrariamente a la decisión del gobierno tendrán acceso a material clasificado.
Otro fenómeno preocupante: el ejército no presentó el informe Eiland- interno de las FDI- al gobierno, inmediatamente después de que se terminó. El gobierno luchó un día para obtener el informe sobre el ejército que le encargó a él mismo para supervisar el tema. Un Estado democrático en el que los militares se niegan a subordinarse al gobierno es una democracia con discapacidad.
Se puede concluir que hay algo en no muy buen estado en el ejército israelí y que el ejército ha hecho un trabajo impresionante para ocultar el hedor a la opinión pública. Pero también esto es extensible a la sociedad.
Cuarenta y tres años de ocupación no pasan en vano y afectan a todos los estamentos societarios e institucionales. Boaventura de Sousa Santos ha teorizado el concepto de fascismo social como riesgo derivado de las democracias actuales en épocas de la globalización neoliberal.
Es más bien un régimen social y civilizacional. En lugar de sacrificar la democracia a las exigencias del capitalismo, trivializa la democracia hasta el punto que ya resulta innecesario, ni siquiera conveniente, sacrificar la democracia a fin de promocionar el capitalismo y su cultura. Se trata de un tipo de fascismo pluralista producido por la sociedad en lugar del Estado. El Estado es aquí un testigo complaciente, cuando no un culpable activo. Estamos entrando en un período en el que los Estados democráticos coexisten con las sociedades fascistas. Esto no ocurre sólo en Israel, pero me centro en los problemas que en ella acarrea la ocupación y cómo enferma a la sociedad, utilizando este concepto del afamado sociólogo.
El fascismo social es un régimen caracterizado por relaciones sociales y experiencias de vida bajo relaciones de poder e intercambios extremadamente desiguales, que se dirigen a formas de exclusión particularmente severas y potencialmente irreversibles.
Se genera así un nuevo espacio-tiempo hegemónico que atraviesa todas las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales y que es, por tanto, común a la acción estatal y no estatal. También se puede apreciar la usurpación de las prerrogativas del Estado por parte de actores sociales muy poderosos que, frecuentemente con la complicidad del propio Estado, o bien neutralizan o bien, suplantan el control social producido por el estado.
Veamos nuestros datos en Israel. Los asentamientos israelíes en la Ribera Occidental abarcan 12 millones de metros cuadrados de caminos hogares y fábricas que costaron más de $ 17 Billones para construirlos, según un estudio del Centro para la Macro Economía Política.
Hoy los colonos rozan los 450 mil en todo el país, el costo de mantenimiento anual de los asentamientos es de 550 millones de dólares al año, 300 soldados cuidan solamente los de Hebrón y desde el congelamiento hay 100 outposts nuevos. De hecho el año pasado se invirtió más en infraestructura para los asentamientos que en territorio israelí.
El Instituto Jerusalén de Investigación Aplicada (ARIJ) informa que USAID- fondo del exterior que aporta para estas obras- financió un 23% de la red de carreteras de circunvalación construidas por las autoridades de ocupación en 2004. La mayor parte de esas obras están ubicadas en las áreas B y C, que incluyen más de un 80% del área de Cisjordania y caen bajo el control de la ocupación israelí, que supervisa todas las obras de vialidad. Modi'in Illit, cuyo nombre original fue Kiryat Sefer, no debe su creación (1996) -como la mayoría de las colonias- a una alianza entre autoridades gubernamentales, organizaciones sionistas y movimientos de colonos extremistas, sino la iniciativa procedió de empresarios privados, tras los acuerdos de Oslo de 1993 y en un momento en que se intensificaba la privatización de la economía israelí. Los habitantes palestinos de Bil'in hacen frente a una poderosa alianza entre intereses políticos y económicos. En las tierras que les confiscaron, se anuncia la construcción de dos barrios. Uno de ellos, "Green Park", se encomendó a Dania Cebus, filial de la Africa Israel Corporation, propiedad de uno de los hombres de negocios más influyentes de Israel, Lev Leviev: este colosal proyecto de 230 millones de dólares previó la construcción de 5.800 apartamentos. No obstante, las ganancias de explotación percibidas por África - Israel registraron un alza del 129% en el curso de los primeros trimestres de 2005. Participaron junto a Leviev otras grandes empresas de la construcción, cuyas inversiones también dependían del trazado del muro, que debía separar a los pobladores de Bil'in de sus tierras y garantizar la "seguridad" de los nuevos barrios. Al igual que en muchas otras colonias instaladas entre la Línea Verde y el "cerco de seguridad", este último completa el proceso de anexión y valoriza las inversiones inmobiliarias.
En otro orden de factores el racismo anti-árabe aumenta. Cuando el 72% de los árabes israelíes están dispuestos a aceptarse como tales y según el Profesor Samoha de la Universidad de Haifa coincide en que la radicalización anti israelí de esta población disminuyó, se encontró que el 87 por ciento de todos los ciudadanos israelíes considera las relaciones entre judíos y árabes en el país como "pobres" o "muy pobres” , el 78 por ciento de israelíes judíos no son partidarios que los árabes participen del gobierno de Israel , el 75 por ciento de los Judíos de Israel encuestados dijeron que no estarían de acuerdo en vivir en el mismo edificio que los árabes. Hay dos tendencias consistentes entre todos estos estudios: tanto los ciudadanos árabes y Judíos de Israel tienen algunos prejuicios hacia el otro, en segundo lugar la tendencias negativas se han incrementado notablemente en los últimos años como el conflicto palestino-israelí se ha intensificado. Por otra parte los ultra-ortodoxos son acreedores a un aporte estatal que ronda el 1,300 Billones de euros anuales, discriminación positiva erogada por todos los ciudadanos, coincidan con sus valores o no.
Estas son enfermedades de la sociedad que exigen desafíos de superación, separación de colectivos, odios mutuos y reproducción del capital oculto tras una empresa redencionista.
Sin una izquierda razonable es imposible el desafío de atreverse a reinventarse a sí mismo, proyectando la imagen de quien se desea llegar a ser y creer firmemente en ese cambio.
Una izquierda razonable no significa que sea sinónimo de aceptable para la continuidad del sistema, sino que sepa hacer la lectura de la trama social para ofrecer caminos diferentes a los ciudadanos y más aún que sepa gestionar esas alternativas. Si no lo puede hacer como gobierno, por lo menos como oposición respetable numéricamente y cualificadamente. Ante este panorama es impensable una opción progresista viable, sin una izquierda que presente un programa social y económico claro .
Buscamos un Israel para todos los israelíes, por eso nos hemos propuesto la renuncia al dogma y nos basamos en la exposición de razones, en examinar toda certeza a la luz de la más profunda de las incertidumbres y cuestionamientos que entendemos es lo que asegura la libertad auténtica de conciencia y acción. Estamos para recuperar la capacidad del ciudadano como tal, la restitución de los valores de igualdad, equidad y racionabilidad, para no sumirnos a los poderes fácticos, al absolutismo del mercado y al discurso securatista.
Tenemos un desafío y este desafío es entender que el ser humano decide su destino, su existir, decide lo que quiere llegar a ser, es el único dueño y responsable de su vida.
Desafío es decir sí a la vida, es entender que el coraje no es para morir sino para decidirse a vivir y desafiar las propias limitaciones. En ese camino vamos.
Original: Carlos Braverman
Edición en español: Carlos Braverman y Graciela Nutkiewicz

*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judeo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).
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