viernes, 28 de diciembre de 2012

EL COMUNISMO ÉTICO DE OSCAR NIEMEYER

 Por Leonardo Boff

No tuve muchos encuentros con Oscar Niemeyer, pero los que tuve fueron largos y densos. ¿De qué iba a hablar un arquitecto con un teólogo sino sobre Dios, sobre religión, sobre la injusticia de los pobres y sobre el sentido de la vida?
En nuestras conversaciones sentía a alguien con una profunda saudade de Dios. Me envidiaba porque, considerado por él una persona inteligente, aun así creía en Dios, cosa que él no conseguía. Pero yo lo tranquilizaba diciéndole: lo importante no es creer o no creer en Dios, sino vivir con ética, amor, solidaridad y compasión por los que más sufren. Pues al atardecer de la vida, lo que cuenta son esas cosas. Y en este punto él estaba muy bien situado. Su mirada se perdía a lo lejos con un leve brillo.
Una vez se impresionó sobremanera cuando le dije esta frase de un teólogo medieval: «Si Dios existe como existen las cosas, entonces Dios no existe». Y él replicó: «¿qué significa eso?» Le respondí: «Dios no es un objeto que puede ser encontrado por ahí; si fuese así, sería una parte del mundo y no Dios». Pero entonces, preguntó él: «¿y qué es ese Dios?» Y yo casi susurrando le dije: «Es una especie de Energía poderosa y amorosa que crea las condiciones para que las cosas puedan existir; es más o menos como el ojo: ve todo pero no puede verse a sí mismo; o como el pensamiento: la fuerza por la cual el pensamiento piensa, no puede ser pensada». Él se quedó pensativo, pero continuó: «¿la teología cristiana dice eso?» Y respondí: «lo dice, pero tiene vergüenza de decirlo, porque entonces debería callar más que hablar: y se pasa la vida hablando, especialmente los papas». Pero le consolé con una frase atribuida a Jorge Luis Borges, el gran argentino: «La teología es una ciencia curiosa: en ella todo es verdadero, porque todo es inventado». Le hizo mucha gracia. Y más gracia encontró en una bonita trouvaille de un barrendero de Río, el famoso Gari Sorriso: «Dios es el viento y la luna; es la dinámica del crecer; es aplaudir a quien sube y ayudar a quien baja». Sospecho que Oscar no tendría dificultad en aceptar a ese Dios tan humano y tan próximo a nosotros.
Sonrió suavemente y yo aproveché para decir: «¿No es lo mismo con su arquitectura? En ella todo es bonito y sencillo, no porque sea racionalismo sino porque todo es inventado y fruto de la imaginación». En esto estuvo de acuerdo, añadiendo que para la arquitectura se inspiraba más leyendo poesía, novela y ficción que entregándose a elucubraciones intelectuales. Y le dije: «en la religión es más o menos lo mismo: la grandeza de la religión es la fantasía, la capacidad utópica de proyectar reinos de justicia y cielos de felicidad. Y grandes pensadores modernos de la religión como Bloch, Goldman, Durkheim, Rubem Alves y otros no dicen otra cosa: nuestro error fue colocar la religión en la razón cuando su nicho natural se encuentra en el imaginario y en el principio de la esperanza. Ahí ella muestra su verdad y nos puede inspirar un sentido de vida».
Para mí la grandeza de Oscar Niemeyer no está solamente en su genialidad, reconocida y alabada en el mundo entero, sino en su concepción de la vida y en la profundidad de su comunismo. Para él «la vida es un soplo», leve y pasajero, pero un soplo vivido con total entereza. Ante todo, la vida para él no era puro disfrute, sino creatividad y trabajo. Trabajó hasta el final, como Picasso, produciendo más de 600 obras. Y, como era un ser completo, cultivaba las artes, la literatura y las ciencias. Últimamente se había puesto a estudiar cosmología y física cuántica. Se llenaba de admiración y de asombro ante la grandeza del universo.
Pero más que nada cultivó la amistad, la solidaridad y el aprecio a todos. «Lo importante no es la arquitectura» repetía muchas veces, «lo importante es la vida». Pero no cualquier vida; la vida vivida en busca de la transformación necesaria que supere las injusticias contra los pobres, que mejore este mundo perverso, vida que se traduzca en solidaridad y amistad. En el Jornal do Brasil del 21/04/2007 confesaba: «Lo fundamental es reconocer que la vida es injusta y solo dándonos las manos, como hermanos y hermanas, podemos vivirla mejor».
Su comunismo está muy próximo al de los primeros cristianos, referido en los Hechos de los Apóstoles en los capítulos 2 y 4. Ahí se dice que "los cristianos todo lo ponían en común y no había pobres entre ellos". Por lo tanto, no era un comunismo ideológico sino ético y humanitario: compartir, vivir con sobriedad, como siempre vivió, despojarse del dinero y ayudar a quien lo necesitase. Todo debería ser común. A un periodista que le preguntó si aceptaría la píldora de la eterna juventud, le respondió coherentemente: «la aceptaría si fuese para todo el mundo; no quiero la inmortalidad sólo para mí».
Un hecho, que se me quedó grabado, ocurrió a principios de los años 80 del siglo pasado. Estando Oscar en Petrópolis, me invitó a almorzar con él. Yo había llegado ese mismo día de Cuba donde junto con Frei Betto dialogábamos desde hacía años, a petición de Fidel Castro, con distintos escalones del gobierno (siempre vigilados por el SNI) para ver si los sacábamos de la concepción dogmática y rígida del marxismo soviético. Eran tiempos tranquilos en Cuba que, con el apoyo de la Unión Soviética , podía llevar adelante sus espléndidos proyectos de salud, de educación y de cultura. Le conté que, por todos los lados por donde había ido en Cuba, nunca encontré favelas sino una pobreza digna y laboriosa. Le conté mil cosas de Cuba que, según Frei Betto, en esa época era «una Bahía que había resultado». Sus ojos brillaban. Casi no comía. Se llenaba de entusiasmo al ver que, en algún lugar del mundo, su sueño de comunismo podría, al menos en parte, ganar cuerpo y ser bueno para las mayorías.
Cuál no sería mi sorpresa cuando, dos días después, apareció en la Folha de São Paulo, un artículo suyo con un bello dibujo de tres montañas con una cruz encima. A cierta altura decía: «Bajando la sierra de Petrópolis a Río, yo que soy ateo, rezaba al Dios de Frei Boff para que esa situación del pueblo cubano pudiese un día ser realidad en Brasil». Esa era la generosidad cálida, suave y radicalmente humana de Oscar Niemeyer.
Guardo un recuerdo perenne de él. Adquirí de Darcy Ribeiro, de quien Oscar era amigo-hermano, un pequeño apartamento en el barrio Alto de Boa-Vista, en el Valle Encantado. Desde allí se avista toda la Barra de Tijuca hasta el final del Recreio de los Bandeirantes. Oscar reformó aquel apartamento para su amigo, de tal forma que, desde cualquier lugar, Darcy (que era pequeño de estatura) pudiese ver siempre el mar. Hizo un estrado de unos 50 centímetros de altura y, como no podía ser de otro modo, con una bella curva de esquina, como ola de mar sobre el cuerpo de la mujer amada. Allí me recojo cuando quiero escribir y meditar un poco, pues un teólogo debe también cuidar de salvar su alma.En dos ocasiones se ofreció a diseñar la maqueta de una iglesita para el lugar donde vivo, Araras en Petrópolis. Lo rechacé pues consideraba injusto revalorizar mi propiedad con la obra de un genio como Niemeyer. A fin y al cabo, Dios no está ni en el cielo ni en la tierra sino allí donde las puertas están abiertas.
La vida no está destinada a desaparecer con la muerte sino a transfigurarse alquímicamente a través de la muerte. Oscar Niemeyer solamente ha pasado al otro lado de la vida, al lado invisible. Pero lo invisible forma parte de lo visible. Por eso no está ausente, sino presente, aunque invisible. Pero siempre con la misma dulzura, suavidad, amistad, solidaridad y amorosidad que permanentemente lo caracterizó. Y ahí donde esté estará fantaseando, proyectando y creando mundos bellos, curvos y llenos de levedad.

'EL PRECIO HUMANO' EN LA ECUACIÓN CAPITALISTA






    Por Adrian Salbuchi

El 24 de noviembre pasado se produjo un horrible incendio en un taller de trabajo esclavo de 9 pisos en Daca, en Bangladesh, perteneciente a Tazreen Fashions Ltd., que mató a 117 e hirió a 200 de sus 1.600 trabajadores que fabricaban indumentaria para marcas globales de gran prestigio como Wal-Mart, C&A, Disney, Sears y otras. Esta tragedia mostró una vez más cómo las empresas multinacionales se benefician del sistema de explotación y expoliación laboral cuasi-esclavista que impera en parte del Tercer Mundo, motivadas por un total desprecio por la vida, dignidad y justicia humanas.
Pero Tazreen es apenas el primer eslabón en la cadena global proveedora de indumentaria 'hecha en Bangladesh' para negocios en Europa y Estados Unidos. Claramente, esta fábrica no era un lugar de trabajo seguro y su preparación para emergencias debido a incendios era lamentable. Este incendio se inició en una pila de géneros y elementos altamente inflamables almacenados ilegalmente en la planta baja al lado de unos generadores eléctricos.

Extinguido el incendio, la avaricia capitalista siguió su marcha como si nada. Lo que ocurre es que Bangladesh ha crecido hasta transformarse en el segundo mayor exportador de indumentaria del mundo, detrás de China que ha dejado de ser el lugar más barato para fabricar. Muchas de las víctimas del incendio de la fábrica de Tazreen eran jóvenes mujeres de zonas rurales, algunas de las cuales ganaban apenas 45 dólares estadounidenses mensuales en lo que se ha transformado en un negocio de exportación de 19.000 millones de dólares para ese empobrecido país. Efectivamente, hoy Bangladesh tiene el dudoso mérito de encabezar el 'ranking' de países con los peores sueldos para obreros de la industria de la indumentaria mundial.

Un artículo publicado el 7 de diciembre pasado en el diario neoyorquino 'The New York Times' comenta que los trabajadores muertos en este evento reflejan “la brutal desconexión que existe entre las marcas globales de indumentaria, el sistema de monitoreo utilizado para proteger a los obreros y las fábricas que concretamente satisfacen los pedidos de ropa. Tras este incendio, multinacionales como Wal-Mart, Sears y otros minoristas hicieron la misma sorprendente confesión: dijeron que desconocían que Tazreen Fashions era el fabricante de sus prendas de vestir”.  

“¡No sabíamos!”, dijeron…  Magro consuelo para los centenares de muertos y heridos…

La verdad es que la larga cadena que va desde los talleres de trabajo esclavo en Daca hasta los elegantes negocios de ventas de C&A, Sears y otros en ciudades de EE.UU. y Europa, tiene muchos, muchos eslabones; a veces, más que una cadena de proveedores se parece a un nudo gordiano imposible de desentrañar.

Los muchos intermediarios, contratistas, subcontratistas, tercerizados y subtercerizados sirven una amplia gama de funciones. Algunas son financieras, por ejemplo, utilizar a países con esquemas de trabajo esclavista a precios infrahumanos para maximizar sus ganancias; otras son de índole legal: sirven para asegurar que existan muros de contención y aisladores de seguridad entre los altos funcionarios y la responsabilidad civil corporativa de C&A, Wal-Mart, Sears y otros en un extremo de esa cadena y alguna joven mujer de 19 años cuya vida acaba de apagarse en un voraz incendio en Bangladesh, en el otro extremo.

Y si finalmente a alguien hay que hacer “responsable” por alguna tragedia de este tipo, más que seguro que será a algún intermediario menor, a cinco o diez eslabones de distancia de las sensibilidades de C&A o Wal-Mar o Sears.

En su artículo, el 'New York Times' también nos recuerda que “las grandes marcas exigen que las fábricas sean inspeccionadas por auditores acreditados para que esas marcas puedan controlar el nivel de calidad del producto. Tazreen Fashions era una de las muchas fábricas de indumentaria que existen en las zonas marginales de este sistema. A los jefes de las fábricas se los ha culpado por incurrir en diversas violaciones durante las inspecciones realizadas en nombre de Wal-Mart. Sin embargo Tazreen Fashions siguió recibiendo órdenes de producción que se filtraban a través de los recovecos de este sistema, entregando productos a bajísimos costos y con la gran rapidez que los compradores y consumidores occidentales exigen. El minorista europeo C&A confirmó haber hecho un pedido de 220.000 suéteres de esta misma fábrica. Sin embargo, gran parte de las órdenes de esta fábrica provenían de redes opacas de subcontratos con proveedores o casas adquirentes locales”.

El mismo diario lo cita a Richard M. Locke, sub-rector de la Facultad Sloan de Administración en M.I.T., quien observó: “Como consumidores, nos gusta poder comprar año tras año crecientes cantidades de bienes, a un precio cada vez más barato. Alguien debe soportar el costo de ello y nosotros simplemente no queremos enterarnos de quiénes son. Quienes pagan ese costo estaban en ese incendio”.   No son palabras exactamente reconfortantes para las familias de las trabajadoras muertas. Sin embargo, las mismas revelan de manera muy cándida el hecho de que cuando se habla de la consabida “democracia de mercado libre” occidental, en realidad se trata de explotación y no de democracia y de avaricia y no de derechos humanos.



El Precio Humano

Precisamente, cuando se producen catástrofes como esta, las máscaras del Capitalismo Avaro se caen, y entonces vemos asomarse sus espantosas cabezas de Medusa que, amenazantes, miran gélidas y sin pestañear al mundo entero, como ya ocurrió en 1984 cuando la planta química de Union Carbide envenenó a miles de personas en Bhopal, en la India.

Naturalmente, los multimedios occidentales ayudan a las superestructuras corporativas con sus hipócritas rasgadas de vestiduras, “¡Qué tragedia…!”; “¡Qué inhumano lo ocurrido…!”; “¿Por qué nadie hizo nada para evitarlo?”.  Durante un par de días, al menos, derramando un par de lágrimas de cocodrilo.  Pero ellos bien saben –y nosotros bien sabemos– que la verdad pasa por otros carriles.

Pues dado que eventos espantosos como estos siempre ocurren en lugares lejanos como Bangladesh y la India, y como estas condiciones de trabajo esclavo son normales en “mercados subdesarrollados” en México, África, India y el Sudeste Asiático, a Occidente en realidad le importa un bledo.

Por supuesto que esos trabajadores-víctimas tienen poca o ninguna protección legal y de seguridad social; tampoco tienen fondos de pensiones, ni seguro de accidentes del trabajo, ni beneficios de salud, ni hay seguros de responsabilidad civil patronal que los protejan, pero como se trata de oscuras multitudes con nombres imposibles de pronunciar que viven en esos espantosos y lejanos países, es muy fácil ignorarlas.

Están totalmente solos.  En términos prácticos, son propiedad de un monstruo grande que pisa fuerte llamado 'Mercado Laboral' que es el que manda; todo en nombre de la 'oferta y la demanda'.

Ese mismo Mercado premia a la alta gerencia de C&A y a los 'traders' de Goldman Sachs y a los accionistas de Wal-Mart con decenas y cientos de millones de dólares en dividendos, bonos y salarios en la parte más alta de esa cadena, al tiempo que se sale con las suyas tirándole a cientos de millones de trabajadores superpobres 45 -quizás 50- dólares mensuales como 'salario'.

Elocuentemente, el artículo del 'Times' lleva como subtítulo '“El Precio Humano' que, más de lo que sus redactores imaginan, puede ayudarnos a poner esta tragedia humana en su correcta perspectiva.

Efectivamente: los medios occidentales debieran empezar a informar del 'Precio Humano' en números concretos; igual que hacen con las bolsas de Nueva York, Londres y Frankfurt o con el precio del barril de petróleo o con el valor del oro y la plata.  Conceptualmente el guarismo que más se acercaría para medir 'el Precio Humano' es el del Mercado de Cambios que cotiza las monedas nacionales de todos los países.

De manera que aquí va una idea: de la misma forma como, día a día, CNN, Bloomberg, Fox, BBC y todos los multimedios occidentales nos taladran el cerebro informándonos cuántos euros, yenes, pesos mexicanos o rupias se necesitan para comprar un dólar estadounidense y viceversa, ¿no ayudarían a promover una visión más honesta de la 'democracia capitalista' si empezaran a cotizar las 'tasas de cambio' del 'Mercado Humano'?

O sea, ¿cuánto valen realmente los ciudadanos de los diferentes países y regiones del mundo desde el punto de vista del Capitalismo Avaro; desde la óptica de su 'Weltanschauung', su cosmovisión, por así decirlo?

A modo de ejemplo, todos sabemos muy bien que 'un Ciudadano Estadounidense' tiene uno de los valores más altos entre los ciudadanos del mundo; que Estados Unidos está siempre presto a invadir a países enteros para “proteger a sus ciudadanos estadounidenses”.

Los ciudadanos británicos, europeos e israelíes también son 'HAV' (o sea, 'Humanos de Alto Valor').

Seamos honestos. Las constituciones nacionales de la mayoría de los países occidentales contienen declaraciones poéticas acerca de que “todos los hombres son libres, iguales y fraternales” y que tienen “determinados derechos humanos inalienables”, etc. etc., todo lo cual suena muy lindo, pero cuando la realidad golpea, las cosas se ven muy, muy diferentes.

Así que, hagamos un rápido ejercicio, comenzando por la 'tasa de cambio' de un 'Ciudadano Estadounidense', para luego proyectar el valor de los ciudadanos de cada uno de los ciento noventa y tantos países del mundo.  Por ejemplo:

·        1 Ciudadano Estadounidense = 2 Británicos o 4 Canadienses (suena más o menos correcto...);

·        1 Ciudadano Estadounidense = 10 Alemanes (y bueno… ¡perdieron la Guerra!);

·        1 Ciudadano Estadounidense = 100 Egipcios; o 1.000 Mexicanos; o 10.000 Iraquíes, o ¡¡Dios sabe cuántos libios, sirios o iraníes (cientos de miles, seguramente...)!!

Semejante tabla de “tasas de cambio” subiría y bajaría a diario, según el buen o mal humor imperante en la Casa Blanca, el Congreso y AIPAC en ese día en particular.

También tendríamos: un Ciudadano Israelí o, mejor aún, “un Bi-Ciudadano con Doble-Nacionalidad Estadounidense-Israelí”, ¡seguramente valdría 10 ciudadanos estadounidenses o más!

En la escala del 'Precio Humano' los israelíes son el número uno. Ellos son, por así decirlo, el oro y el platino del mundo. 

Pues los israelíes tienen, de lejos, el valor más alto de todos los ciudadanos del planeta. Esto quizás se deba al imperio de la “ley de la oferta y la demanda”, ya que hay apenas 7.000.000 de israelíes en un mundo con 7.000.000.000 de seres humanos; ¡apenas el 0,01% de la población mundial!

En realidad, en términos numéricos los israelíes son tan pero tan escasos que uno esperaría muy, muy rara vez siquiera oír hablar de Israel o de los israelíes, y sin embargo…

Disculpen, mis Homeros Norteamericanos: ustedes decididamente NO son número uno.  1 Israelí = 10 Estadounidenses, como mínimo...

La verdad es que bajo la 'democracia de las corporaciones' impuesta por Estados Unidos, el Reino Unido e Israel, “todos los hombres son iguales” mas –como nos recuerda George Orwell en su libro 'Rebelión en la Granja'– “algunos hombres son mucho más iguales que otros”.

Así que prueben a preguntarles a C&A, Wal-Mart, Sears o Disney: "¿Cuánto vale una joven mujer rural de Bangladesh que trabaja 12 horas por día, 7 días a la semana para cumplir con las cuotas de entrega de sus pedidos de indumentaria?".  La respuesta obvia será: "45 dólares por mes, tómelo o déjelo". "¡Pero, si eso es apenas el 1% de lo que ella 'valdría' si trabajara en Nueva York, Chicago o Londres!".

Se me acaba de ocurrir un último pensamiento.  ¿Podrá alguno de nuestros lectores de RT decirnos cuál sería la 'tasa de cambio' entre un 'Ciudadano Israelí' y un 'Ente Humano del No-Estado-Observador-No-Miembro Palestino'? Hmm… mi calculadora acaba de quedarse muerta…



Adrian Salbuchi para RT

Adrian Salbuchi es analista político, autor, conferencista y comentador de radio y televisión en Argentina. www.proyectosegundarepublica.com.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Gaza: Palestinian Rockets Unlawfully Targeted Israeli Civilians - Human Rights Watch


Palestinian armed groups made clear in their statements that harming civilians was their aim. There is simply no legal justification for launching rockets at populated areas.
Sarah Leah Whitson, Middle East Director
(Jerusalem) – Palestinian armed groups in Gaza violated the laws of war during the November 2012 fighting by launching hundreds of rockets toward population centers in Israel.


About 1,500 rockets were fired at Israel between November 14 and 21, the Israel Defense Forces reported. At least 800 struck Israel, including 60 that hit populated areas.

The rocket attacks, including the first from Gaza to strike the Tel Aviv and Jerusalem areas, killed three Israeli civilians, wounded at least 38, several seriously, and destroyed civilian property. Rockets that fell short of their intended targets in Israel apparently killed at least two Palestinians in Gaza and wounded others, Human Rights Watch said.

“Palestinian armed groups made clear in their statements that harming civilians was their aim,” said
 Sarah Leah Whitson, Middle East director at Human Rights Watch. “There is simply no legal justification for launching rockets at populated areas.”

Under international humanitarian law, or the laws of war, civilians and civilian structures may not be subject to deliberate attacks or attacks that do not discriminate between civilians and military targets. Anyone who commits serious laws-of-war violations intentionally or recklessly is responsible for war crimes.

During and after the November fighting, Human Rights Watch interviewed witnesses, victims, and relatives of people killed and injured by rocket attacks in Israel, as well as Israeli officials from two communities struck by rockets, and a spokesperson for the Israeli emergency medical services.

Human Rights Watch research in Gaza found that armed groups repeatedly fired rockets from densely populated areas, near homes, businesses, and a hotel, unnecessarily placing civilians in the vicinity at grave risk from Israeli counter-fire.

The Palestinian armed groups that are known to have launched rockets at Israel – Hamas' Izz el-Din al-Qassam Brigades, Islamic Jihad's Saraya al-Quds Brigades, and the Popular Resistance Committee's Nasser Salahaddin Brigades – at times said that their attacks targeted civilians or they sought to justify the attacks by calling them reprisals for Israeli attacks that killed civilians in Gaza.

On November 18, for example, the al-Qassam Brigades
 announced that it had launched a Fajr 5 at Tel Aviv “as a response for the ongoing aggression against Palestinian people.” The Nasser Salahaddin Brigades stated on November 10 that it had launched four rockets at Israeli communities close to Gaza as a “revenge invoice” for Israeli shelling that had killed four Palestinian civilians.

The laws of war prohibit reprisal attacks against civilians, regardless of unlawful attacks by the other side, Human Rights Watch said. Statements by armed groups that they deliberately targeted an Israeli city or Israeli civilians are demonstrating their intent to commit war crimes.

Hamas, the ruling authority in Gaza, is obligated to uphold the laws of war and should appropriately punish those responsible for serious violations, Human Rights Watch said.

During the November fighting, Palestinian armed groups launched rockets that reached further into Israel than ever before, with eight rockets reportedly striking or being intercepted in the Tel Aviv area and three near Jerusalem. Hamas' al-Qassam Brigades stated on November 22 that armed groups during the fighting had launched 12 long-range rockets, one toward the city of Herzliya in the Tel Aviv district and three toward Jerusalem.

Israel's Internal Security Agency (ISA)
 said that about half of the rockets fired into Israel were short range, reaching up to 20 kilometers; slightly less than half were medium range, reaching 20 to 60 kilometers, and less than 1 percent were long range reaching over 60 kilometers.

The Israel Defense Forces
 said that its “Iron Dome” anti-rocket defense system intercepted more than 400 rockets during the November fighting. Of the rockets that hit Israel, the vast majority landed in open areas, causing no injuries or damage.

In addition to the locally made Qassam rockets and Soviet-designed Grad rockets long used by Palestinian armed groups, the Qassam Brigades announced that it had launched a locally made larger rocket, called the M75, as well as Iranian-produced Fajr 5 rockets. Officials from Hamas and Islamic Jihad said that Iran had supplied Palestinian armed groups with military support.

The
 Guardian newspaper quoted an Iranian military official's statement to Iranian media that Iran had not supplied rockets but had provided technical information to Palestinian armed groups that enabled them to build their own Fajr 5 rockets. The Fajr 5 has a reported range of 75 kilometers, capable of reaching the Tel Aviv metropolitan area from Gaza, with 90 kilograms of explosives in its warhead.

Supplying weaponry to a party to a conflict knowing that it is likely to be used to commit war crimes constitutes the aiding and abetting of war crimes, as demonstrated in the April conviction of former Liberian president Charles Taylor by the Special Court for Sierra Leone.

Civilian Victims
The three Israeli civilian deaths came from one rocket that struck an apartment building in Kiryat Malachi near Ashdod around 8 a.m. on November 15, killing Aharon Smadja, 48, Mira Scharf, 25, and Yitzhak Amsalem, 24. Two men and an 8-month-old baby were wounded.

A
 statement by Hamas's al-Qassam Brigades claimed responsibility for launching five Grad rockets at Kiryat Malachi that day at 7:50 a.m.

The Israeli emergency medical service,
 Magen David Adom, said that during the November fighting, medics treated thirty-eight civilians wounded by rockets, three of them severely and four of them moderately. The wounded included a 50-year-old man in Ashkelon, whose foot was traumatically amputated by a rocket blast; a man in Ofakim who was severely wounded when a rocket hit the car in which he was riding; and a 43-year-old man in the Zeelim area who suffered severe injuries to his upper body from rocket shrapnel.

Kfir Rosen, a 26-year-old state employee, described a November 20 rocket blast that injured him in the shoulder and leg:
The things in the house flew around, doors were blown out, the whole building shook. A splinter from the rocket flew past and scraped my throat. After the explosion we couldn't see a thing; it was all full of smoke and dust. A [concrete] block from upstairs hit my shoulder, and another hit the back of my hip.
Rockets also destroyed civilian property including homes and schools. On November 20, a rocket tore the roof off a school in Ashkelon.

Some rockets launched by Palestinian armed groups fell short and struck inside Gaza. On November 16, a rocket that appears to have been launched from within Gaza hit a crowded street in the Gazan town of Jabalya, killing a man, 23, and a boy, 4, and wounding five people.

Launching from Residential Neighborhoods
Human Rights Watch interviewed four witnesses to rocket launches from densely populated areas inside Gaza, and heard second-hand reports about many more. Unlike during previous fighting, armed groups seem to have fired many rockets from underground tunnels, opening a hatch to launch the munition.

One rocket was launched on November 20 at around 1:30 p.m. just off Wehda Street in Gaza City, about 100 meters from the Shawa and Housari Building, where various Palestinian and international media have offices. “I saw it [the rocket] go up and heard it, and then smoke was in the office,” a witness said.

One man said he saw a rocket launched from the yard of a house near the Deira Hotel in central Gaza City, though he could not recall the date.

International and Palestinian journalists traveling around Gaza during the fighting told Human Rights Watch that they did not see any Palestinian militants moving in the open, suggesting that Hamas has developed a network of tunnels for personnel and perhaps rockets.

Under the laws of war, parties to an armed conflict are required to take all feasible precautions to protect civilians under their control from the effects of attacks and not to place military targets in or near densely populated areas. Human Rights Watch has not been able to identify any instances in November in which a Palestinian armed group warned civilians to evacuate an area before a rocket launch.

The rockets launched by Palestinian groups cannot be aimed precisely enough to target military objectives in or near civilian areas, Human Rights Watch said. Under the laws of war, such weapons are therefore indiscriminate when used against targets in population centers. The absence of Israeli military forces in the areas where rockets hit, as well as statements by leaders of Palestinian armed groups that population centers were being targeted, indicate that the armed groups deliberately attacked Israeli civilians and civilian objects.

Human Rights Watch has
 repeatedly condemned indiscriminate rocket attacks on Israeli population centers, as well as Hamas' failure to hold anyone accountable for those attacks. Human Rights Watch reiterated those condemnations.

The November 14 to 21 hostilities between Israel and Hamas and armed groups in Gaza involved unlawful attacks on civilians by both sides. Four Israeli civilians and at least 103 Palestinian civilians died during the fighting. The fourth Israeli civilian, an Israeli Bedouin named Alayaan Salem al-Nabari, 33, was killed on November 20 in a mortar attack in the Eshkol Regional Council area that reportedly wounded several soldiers. According to the
 Israeli Ministry of Foreign Affairs, he was accompanying his cousin who works for a company that builds tents for the military.

“A limited military arsenal that relies on largely indiscriminate rockets does not justify a failure to respect the laws of war, which apply to all sides in a conflict whatever their capabilities,” Whitson said. “As the ruling authority in Gaza, Hamas has an obligation to stop unlawful attacks and punish those responsible.”

 
Rocket Attack Cases

Kiryat Malachi
On November 15, at around 8 a.m., a “Grad” type rocket struck the top two floors of a four-story apartment building in Kiryat Malachi, a town of 20,000 people 25 kilometers north of Gaza. The rocket killed Aharon Smadja, 48, Mira Scharf, 25, and Yitzhak Amsalem, 24. The blast wounded Scharf's husband, Shmuel, and the couple's 8-month-old boy. The rocket also wounded Boris Chorona, 52, a deliveryman who had been standing outside the building.

Smadja, a rabbi, lived on the third floor of the building with his wife and their four children, his cousin Rachel Gueta told Human Rights Watch. Gueta, who spoke with residents of the building, said that a warning siren sounded – Israel's “Color Red” system, which alerts residents of incoming rockets – and that Smadja, his wife, and children went downstairs to a designated protected area inside the building. Smadja then heard Amsalem's mother calling her son to come to the protected area, and Smadja went upstairs to get the younger man. The men were reportedly killed while standing next to a window in Amsalem's apartment.

“The rocket hit the fourth floor and penetrated through to the third,” destroying the Smadjas' apartment, Gueta told Human Rights Watch. “The police let [Smadja's wife] go back to the apartment once to get some clothes. Her kids said, ‘You came back with clothes, but not with dad.'”

Gueta said that Smadja's corpse was badly disfigured from the blast. “The funeral was horrible. The nylon that was supposed to cover the body was not closed properly. And two sirens sounded during the funeral. We had to run to [a protected area in] the synagogue.”

Chorona, a furniture deliveryman from Tiberius, was standing outside the apartment building when the rocket hit. Chorona's daughter-in-law, Roxanna, told Human Rights Watch that he was “waiting by the [delivery] truck” when shrapnel from the rocket almost completely severed his hand. Doctors “saved his hand but it doesn't function,” she said. “A splinter from the rocket hit the nerve. He can't work. He needs his wife's help to shower and eat.” The rocket also badly damaged the truck.

A Kiryat Malachi spokesman, Yossi Peretz, told Human Rights Watch that the rocket was the only one that has hit the town.

Rishon LeZion
On November 20 at about 6 p.m., a rocket that Israeli media identified as an Iranian-produced Fajr 5 struck the top two floors of a seven-story apartment building in Rishon LeZion, a city of 220,000 about 60 kilometers northeast of Gaza.

Kobi Mordechai, 31, a gas station attendant, lived with his wife and three young children in an apartment on the sixth floor. The family and a friend were home when the siren sounded, he said:
We ran into the shelter [in the hallway outside the apartment], all six of us. Then we heard a huge explosion. I went out of the shelter but couldn't see a thing. The electricity was gone, and everything was full of smoke and what looked like fire, so we went back in. Only when someone came to get us and we left the building did I understand it had been my apartment. The rocket was in my house ­– it hit my house directly. The whole place is in ruins; almost nothing is left. We managed to get just a few things out. The kids saw our house on television; they saw their shelter, their toys. They asked their grandmother, “Grandma, will you also not have a house soon?”
Kfir Rosen, a 26-year-old employee of the Rishon LeZion municipality, lived with his parents and brother on the second floor of the building. His parents were not home at the time. Rosen told Human Rights Watch that he heard the “Color Red” early-warning siren and warned his brother to go to their shelter, but his brother said that he wanted to see the rocket intercepted by Israel's “Iron Dome” anti-rocket missile system. He told Human Rights Watch: “I asked myself, ‘What's the chance that the rocket will actually fall on me of all places?' and we stayed on the balcony. The siren stopped, and about 20 seconds later we heard an enormous boom.” He said that pieces of his building struck him in the shoulder and hip.

Rosen said that the rocket “made a big hole in the balcony on the third floor above mine, and then fell down to the neighbors' lawn. Even the apartments in the adjacent building were damaged by the blast.” He said police “only gave us minutes to retrieve a few things” from the building, because “they say the upper floors might fall down, the structure isn't safe.” Rosen and his family are living in a hotel while the building is repaired.

The armed group that fired the rocket apparently packed it with anti-personnel shrapnel. “Lots of tiny balls that were inside the rocket flew out all over the place” when it hit, Rosen said. Small holes that he said were caused by the shrapnel had pockmarked the wall of the building and another building across the street.

Ashdod
On November 17 at around 8 a.m., a rocket struck a private home in Ashdod while five people were there, badly damaging the house and wounding the mother. A daughter, 22, who was not in the house at the time, said her father, mother, 14-year-old sister, brother-in-law, and 2-year-old niece were at home when the rocket struck. The woman said she saw the house a few hours after the explosion:
We don't have a shelter at home, so they were all hiding in my room, which is on the bottom floor and has fewer external walls. We had two floors, and the top floor is what saved my family. An iron beam stopped the rocket; it exploded on the top floor. A brick flew and hit my mother in the head. When I arrived at the house, it was just awful. I didn't know that this is what a rocket does to a house; the news doesn't really show you. My little sister's room doesn't have a ceiling anymore. My niece started to wet her bed. After that, when there were [rocket] sirens, she'd go into the shelter shaking and crying.
Rockets struck Ashdod repeatedly during the fighting, including rockets that hit a residential area on November 16 and a store on November 20.

Sderot
Residents of Sderot, a residential community near the Gaza perimeter that was first struck by rockets from Gaza in 2002, described near-hits from rockets that exploded during the eight-day conflict.

“We couldn't leave our houses for a week; we were constantly in the shelters,” Shirly Seidler, 25, a journalist with
 Yedioth South who lives in Sderot, told Human Rights Watch. Residents have 10 to 15 seconds after the rocket siren sounds to enter a protected space, she said.

One rocket hit the house across the street from her home in Sderot:
We ran to the shelter when we heard the siren, then heard two really strong blasts that made the house shake. It had hit the house across the street from ours. There were gas balloons where the rockets had fallen, and we thought we'd have to evacuate. We were running around barefoot in our pajamas, and there were a few moments of real panic, with ambulances, police, police sapper units, and bulldozers digging out the rocket.
Many Sderot residents moved away due to fear of rocket strikes. “I know a lot of people with children who got up and left” during the fighting, Seidler said.

Rotem Ochana, 25, an employee at Sapir College, said that a rocket hit the basketball court across the street from his house. He also witnessed several interceptions of rockets by Israel's “Iron Dome” anti-rocket system on November 16, while driving near the Ad Halom junction outside Ashdod. He said:
The sirens began, so I pulled over, and there was a bus and two other private cars that also stopped on the side of the road with me. There were four sirens in a row, and we saw all the interceptions over our head. I saw two kids running from place to place and a hysterical mother trying to grab them. Once the sirens ended, I got back in the car to get to a shelter, and a fragment from the interception fell and broke my windshield on the driver's side. After that, I didn't leave the house again until everything calmed down. It made me realize how bad it must be on the other side [for Gaza residents] where they have no sirens or shelters.
Ashkelon
In response to questions from Human Rights Watch, the Ashkelon municipality spokesperson said that 36 rockets struck the city during the November fighting, and that Israel's “Iron Dome” system intercepted an additional 60 rockets that would otherwise have hit.

Rockets seriously damaged the Mekif Bet and Ronson schools in the central Kiryat Hachinuch area. Shrapnel from the rocket traumatically amputated a man's foot near Zipora House, a building across the street from the Rambam religious school. Shrapnel also penetrated and severely damaged the car he had been driving, the spokesperson said.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Mbuyi Kabunda: “Lo que ha fracasado en África no es la cooperación sino la occidentalización”



Entrevista a Mbuyi Kabunda, director de la revista África América Latina Cuadernos de SODEPAZ
SILVIA ARJONA MARTÍN. http://www.guinguinbali.com

Alegre, cercano y directo. Mbuyi Kabunda transmite una mezcla de sabiduría amable cuando imparte sus conocimientos sobre África, su continente, a personas que desconocen las realidades del mismo. Su altura, cerca de dos metros, y su intensa mirada detrás de unas grandes gafas con patillas doradas no imponen apenas cuando se aproxima a preguntar a su atento público, a modo de profesor en el colegio, datos y fechas que bailan a buen ritmo en su discurso.

Hablar de la realidad africana es complicado si tenemos en cuenta que la forman 54 países, todos ellos muy diversos entre sí y divididos en dos zonas geográficas totalmente distintas e incomunicadas por el desierto del Sáhara: el África del Norte o Árabe y el África Subsahariana o Negra. Es por ello que Kabunda se indigna, a través de sonrisas, cuando le proponen desgranar y acercar su continente en apenas unas horas en las charlas y coloquios que ofrece por el mundo.

Natural de República Democrática del Congo (RDC), es politólogo e internacionalista y especializado en los problemas de integración regional, desarrollo y conflictos de África. En sus numerosas charlas, ponencias y clases en las muchas Universidades en las que trabaja y colabora, apuesta por un discurso afro-realista persiguiendo una visión más o menos objetiva de las realidades africanas, frente a ideas afro-pesimistas ligadas a culpabilizar a los y las africanas de toda su pobreza, hambruna, enfermedades y conflictos armados. Esta pensamiento negativo se debe al “gran desconocimiento” acerca del continente negro "extendido por todas partes", explica, por lo que anima a que nos adentremos en él para ir eliminando las ideas del discurso primermundista, ligadas a siglos pasados.

LA COOPERACIÓN EN ÁFRICA
 

El profesor congoleño es pesimista cuando se le pregunta por la cooperación al desarrollo en África. Asegura que se han conseguido muy pocos resultados significantes en relación a los fondos y las energías recibidas y argumenta que, a pesar de ser el continente que más ayuda ha obtenido es el que más subdesarrollado está, por lo que “algo falla”, se lamenta. Lo relaciona tanto a los propios donantes, que se han dedicado más a realizar operaciones comerciales, económicas y geoestratégicas, como a los beneficiarios que, además de no tener capacidades institucionales para un correcto ejercicio de la ayuda, “han invertido las donaciones a otras cosas distintas al desarrollo como la corrupción”. En este sentido, Kabunda asegura que desde 1960 hasta la actualidad se han desviado unos 300.000 millones de dólares de cooperación al desarrollo en África para la corrupción, lo que representa cinco o seis veces su monto.

Aún así, considera que el problema africano no ha venido ligado a la cooperación sino a la occidentalización, y una de las primeras ideas que encaja aquí es la consolidación de los Estados como estructura institucional instaurados en África después, sobre todo, de la Guerra Fría. Estos se consideraron como único modelo de desarrollo por parte de los países soviéticos y europeos “trayendo el mal al continente”, por lo que propone una desestructuración y una reestructuración a través de la africanización del Estado donde se mezclen las tradiciones, aniquiladas durante la colonización, y la modernidad.

En cuanto a la ayuda externa y para evitar seguir fracasando, el profesor habla de realizar una ayuda reducida pero de calidad concentrándola en la lucha contra la pobreza y en trabajar con los africanos y no para los africanos, “como se ha hecho hasta ahora”. Cree que tanto la cooperación oficial centralizada como la descentralizada, a través de las ONGDs, se encuentra en un callejón sin salida ya que éstas, se lamenta, “han sido meros instrumentos de la política exterior y comercial de  los países del Norte”. Su crítica va dirigida también a la visión occidental que ofrece y a que tanto su estructura, objetivos y fines son etnocentristas, sin dejar espacio a otras
formas de trabajar posibles en el mundo. El mismo Índice de Desarrollo Humano (IDH) estudia criterios del Norte, así como los órganos que forman parte del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) que persiguen un desarrollo económico, principalmente, ligado siempre a los intereses particulares de los países
más ricos.
 

A pesar de resistirse a ver la cooperación internacional como algo positivo para los pueblos del Sur, por la mirada occidental que presenta y demuestra, reitera, sí cree que se hayan hecho importantes avances en el continente africano aunque “queda mucho por hacer”. Señala la idea de una cooperación entre países africanos y una cooperación Sur-Sur, hecha y ejecutada según las características y necesidades de cada territorio sin intermediarios ligados a intereses particulares y concretos. “Tenemos que tener esperanzas en otras relaciones posibles porque ningún país en el mundo se ha desarrollado con la cooperación”, explica. Kabunda estima que ésta es "paliativa" cuando debería servir para fortalecer las capacidades internas institucionales de los países y no utilizarla como un objetivo en sí mismo que genera dependencia y rompe con el dinamismo interno de África.
 

Pero además de una cooperación entre los estados del Sur es tiempo de pensar en otro tipo de relaciones Norte-Sur (y Sur-Norte) a partes iguales que persigan verdaderamente una justicia social y que con ellas se reparta democracia. En un momento donde la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) del Estado Español se ha reducido en más de un 70% entre 2011 y 2012 (lo que ha supuesto el recorte más importante realizado en la historia de la cooperación de este país), es fundamental pensar en las consecuencias de estos ejercicios para millones de mujeres y hombres desprotegidos ante la falta de políticas sociales coherentes y analizar qué modelos y acciones hay que crear para conseguir resultados positivos en todo el mundo.

En España los primeros recortes a la ayuda externa tuvieron lugar en el año 2010, incumpliendo así con los objetivos planteados en el III Plan Director 2009-2012, y provocando un desajuste para alcanzar el 0,7% del PIB para el desarrollo. Pero para algunos y algunas son estos periodos de crisis los que más esperanzan aguardan para optar por oportunidades de transformación y cambios de paradigma en el orden mundial, reflexiones en las que instituciones, universidades, centros de estudios y ONGD españolas ya están trabajando.

ELEMENTOS AFRICANOS COMO ÍNDICES DE DESARROLLO

Mbuyi Kabunda también es optimista en cuanto al futuro de África, aunque apuesta por la necesidad de cambio estructurales internos y externos en todo el sistema vinculado a la ayuda externa. El 80% de su población tiene menos de 20 años y el 33% de los recursos naturales del mundo están en el continente olvidado, dos aspectos primordiales para reconsiderar el próspero camino que le espera por delante. Pero para conseguir buenos resultados de todo esto explica que es necesario educación y formación para esa joven ciudadanía y políticas de autoconsumo para la explotación de los recursos naturales a través de usos locales y comunitarios, al puro estilo de las tradiciones africanas y obviando la propiedad privada. “Es así como se permitiría a África un nuevo desarrollo”, afirma con serenidad.

Por otro lado, considera como alternativa viable acabar con el Estado centralizado "de tipo napoleónico" e implantar un afro federalismo, ya que asegura que “el Estado desarrollista ha sido un fracaso”. Apuesta también por el autodesarrollo de cada uno de los pueblos africanos, teniendo en cuenta sus valores y lenguas, que son propias y
únicas, así como dar más prioridad a la agricultura por considerarse aún hoy una de las más importantes fuentes económicas de la comunidad africana. Eso sí, otorgando primacía a los cultivos que se consumen en el territorio africano y evitando aquellos que sólo se producen para la exportación hacia otros países del mundo, explica como
de memoria cuando se le pregunta por las soluciones a los problemas en África como si los tuviera más que asimilados.

Defensor absoluto de la multitud de peculiaridades históricas, culturales, lingüísticas y de valores que conviven en África, Kabunda no olvida las esperanzas y cambios futuros que se avistan en el mundo con respecto al continente negro. Considera de vital importancia tener cada vez más presentes los aspectos sociales, ecológicos y humanos
para contabilizar los avances de los países, en contraposición al sagrado capital. Por ello, cree con firmeza que ha llegado la hora de introducir elementos africanos para computar el desarrollo, tales como el derecho a la fiesta, a vivir alegremente o la primacía de lo social frente a lo económico. “Si estos aspectos se tuviesen en cuenta África dejaría de ocupar los últimos rankings mundiales en cuanto a desarrollo y pasaría a tomar los primeros puestos”.

Y así, convencido y convenciendo de que pronto llegarán transformaciones en el orden del mundo, avisa con una sonrisa de esperanza que en ese momento “habrá sorpresas” en su África natal.

* Mbuyi Kabunda es doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid, profesor del Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo y profesor de Relaciones Internacionales y Estudios Africanos del Máster de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Es Director de la revista África América Latina Cuadernos de SODEPAZ y Director del Observatorio de Estudios sobre la Realidad Social Africana de la UAM. También es autor de un centenar de publicaciones en revistas especializadas y de divulgación sobre África.