martes, 31 de agosto de 2010

30 de agosto- Día Internacional del Detenido Desaparecido, los secuestrados de Altona por Carlos Braverman


De conformidad con los principios proclamados en la Carta de las Naciones Unidas, se establece que el reconocimiento de los derechos de igualdad, inalienables para todos los miembros de la familia humana, es la base de la libertad, la justicia y la paz en el mundo. Estos derechos emanan de la dignidad inherente de la persona humana, e incumbe a los estados en virtud de la Carta mencionada, en particular del Artículo 55, que proclama la promoción del respeto universal y la observancia de los derechos humanos y las libertades fundamentales, arbitrar los mecanismos para su vigencia e inviolabilidad. Teniendo en cuenta el artículo 5 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y el artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, donde ambos establecen que nadie será sometido a tortura ni a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, la “Desaparición forzada de personas” es un delito flagrante a la esencia humana y al orden jurídico que emana del estado de derecho. Es el término judicial que designa a la violación de múltiples derechos humanos y constituye también un crimen de lesa humanidad, caracterizado por la privación de la libertad de una persona por parte de agentes del estado o grupos paraestatales que actúan con su apoyo, incluyendo el no reconocimiento de dicha privación con el fin de sustraerla de la protección jurídica. El asesinato luego del cautiverio con torturas en un centro de detención clandestino, suele ser el final del procedimiento, que por otra parte favorece la impunidad de los responsables, e intimidan al colectivo social de pertenencia de la misma. Los estados asumen obligaciones en virtud del derecho internacional de respetar y proteger los derechos humanos. Esto significa que los mismos deben abstenerse de interferir en el disfrute de los mismos y de limitarlos, e impedir los abusos en su detrimento contra individuos y colectivos. También deben adoptar medidas positivas para facilitar dicho disfrute de los derechos humanos básicos, si actúan en sentido contrario a estas obligaciones se convierten en “estados terroristas y delictivos”. A raíz de la multiplicación de los casos de “desaparecidos” por todo el mundo y en especial durante los períodos de regímenes dictatoriales en diversos países de América Latina (Operación Cóndor), se crearon organizaciones no gubernamentales especializadas en su denuncia que propiciaron el desarrollo de una jurisprudencia para su tipificación y persecución. Con el fin de recordar a todas las naciones y gobiernos del mundo la existencia de la realidad de los “desaparecidos”, la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos (FEDEFAM), declaró el 30 de agosto como el Día Internacional del Detenido Desaparecido y la UN a través de su Comisión de Derechos Humanos avala por resolución este día como tal. Jean-Paul Sartre no dejó nunca de denunciar la cosificación del Otro a través de la violencia basado en un proyecto común, sostenido en una supuesta necesidad social o comunitaria. Franz von Gerlach es el protagonista de su obra “Los secuestrados de Altona”, este esconde en su casa a un Rabino y el padre lo denuncia a la Gestapo que dado el poderío económico de la familia decide olvidar el incidente, con la condición de que el joven se incorpore a sus filas. Así Franz se convierte en el “carnicero de Smolensk”, un torturador. Al regresar a su casa de Altona, un conocido barrio de Hamburgo, se encierra (auto secuestra) durante quince años en la misma con la sola compañía de su hermana, para enfrentarse a un tribunal imaginario, asumiendo frente a él la responsabilidad de sus crímenes y los de sus superiores, como del estado totalitario al que respondía. En un determinado momento de su vida esta confesión de culpa deja el espacio imaginario y se enfrenta a circunstancias reales, respondiendo coherentemente a sus conclusiones de propia inculpación y reconociendo su conducta criminal. Yo no conocí aún a ningún “secuestrado de Altona”, ni escuché jamás un “mea culpa” sincero en la materia, salvo algún artificio jurídico-político nada auténtico y por demás elíptico, en ninguna latitud del mundo, por lo menos en los finales del último siglo y lo que va del actual. En el caso latinoamericano, uno de los más relevantes en el tema, más bien escuché convictas proclamaciones de fe y reafirmaciones nauseabundas sobre sus actos, invocando “irrenunciables llamados de la patria”, por parte de los inculpados o condenados por cruzadas de crímenes y delitos aberrantes sustentados en el terrorismo de estado. Nos queda seguir trabajando por altos principios humanitarios, consolidando sociedades mejores en nuestros respectivos países, con perspectivas más óptimas de equidad y respeto a la condición humana.
El mejor homenaje a las víctimas y sus familiares es consolidar con nuestro aporte los derechos humanos en término ssociales, económicos y políticos para las amplias mayorías del mundo.
“Justicia, justicia, perseguirás…”(Deut. 16.20)
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judeo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).Derechos reservados Instituto Campos Abiertos Israel ISBN 965 387 008 9 זכויות יוצרים.

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