sábado, 20 de julio de 2013

Carta de Europa: La UE y el conflicto de Oriente Próximo


Nick Witney - Política Exterior 154
Senior fellow del ECFR en la oficina de Londres (www.ecfr.eu)
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La UE tiene que recuperar su compromiso con el conflicto palestino-israelí. Una política europea más firme e independiente fortalecerá la mano de Washington y abrirá nuevas posibilidades de paz.

Los primeros meses de 2013 han alargado la sombra sobre las perspectivas de una solución del conflicto palestino-israelí basada en los dos Estados. Las elecciones en Israel tuvieron como resultado un nuevo gobierno incluso más inclinado hacia el anexionismo respecto a Cisjordania, mientras que la visita de Barack Obama a la región respondió a las mínimas expectativas que suscitaba. Hasta los actores principales del mundo árabe están ocupados con otras cosas. Es difícil identificar quién quiere ayudar a evitar la desaparición final de la solución de los dos Estados si no lo hacen los europeos.

En un estudio reciente del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, en sus siglas en inglés) se han analizado los puntos de vista de los 27 países de la Unión Europea en relación a la solución de los dos Estados. La mayoría reconoce la importancia estratégica y económica de la paz en Oriente Próximo y muchos hasta sienten un fuerte vínculo político e incluso sentimental con este objetivo. Pero pocos se preocupan de actuar de manera decidida. La mayoría prefiere usar la (cuidadosamente preparada) posición de la UE respecto al proceso de paz como una coartada colectiva y útil para desviar las críticas a sus protagonistas mientras que, en paralelo, desarrollan relaciones bilaterales en línea con sus intereses nacionales.

Mientras tanto, y careciendo de unas instrucciones claras que digan lo contrario, la Comisión Europea sigue estrechando las relaciones con Israel, a pesar de que se haya suspendido el “acuerdo especial” declarado en 2009. Si bien las élites políticas son partidarias de mantener las cosas con Israel como hasta ahora, la opinión pública de la UE muestra cada vez menos apoyo a las políticas israelíes y se ha vuelto más comprensiva hacia los apuros que sufren los palestinos. Las sucesivas votaciones en las Naciones Unidas, entre 2011 y 2012, muestran que hoy los gobiernos europeos avanzan en la misma dirección. Israel corre el peligro de “perder” a Europa.

Los recientes informes de los responsables de las misiones en Jerusalén y Ramala han sacado a la luz hasta qué punto se ha debilitado la presencia palestina en Jerusalén Este y en una gran parte de Cisjordania. Esta es la política del Estado de Israel y difícilmente podrá verse influida desde el exterior. ¿Los europeos deberían consentirla sin objetar? No.

Todo afianzamiento futuro de la ocupación, sumado al desvanecimiento de la esperanza de la solución de los dos Estados, hará que ya no se puedan ignorar los paralelismos con el apartheid en Suráfrica. Lo siguiente serán las sanciones y el aislamiento internacional, y parece más probable que se produzca una posible catástrofe sangrienta que una secuela de la “nación del arcoíris” surafricana. Por ello, los europeos deben hacer lo que esté en sus manos y centrarse en Israel, ya que el poder de las partes es asimétrico. Ellos no van a crear la paz solos, pero se puede intentar mantener la opción de los dos Estados e incluso preparar el terreno para la nueva iniciativa estadounidense, que no debería descartarse durante el segundo mandato de Obama.

¿Qué puede hacer la UE? 
Los esfuerzos europeos para contener a Israel y que no afiance su ocupación han tenido poco impacto. Sus planes para apoyar a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con más de 1.000 millones de dólares anuales de ayuda, tampoco han sido los más efectivos. La “construcción del Estado” ha resultado ser un callejón sin salida que ha contribuido a crear una cultura de dependencia en Cisjordania, encubriendo a su vez el vaciamiento de la economía real. Ha llegado el momento de tratar a ambas partes de manera más firme.

En cuanto al trabajo con Israel, no es fácil encontrar canales de influencia. Los gobiernos europeos simplemente no ambicionan políticas ni señales que puedan parecer sanciones o castigos. Incluso encontrar incentivos positivos es una tarea difícil. Los israelíes ya tienen lo más importante de Europa, que es el acceso comercial al mercado más grande del mundo, tienen la posibilidad de viajar sin visados y una posición única y privilegiada en los programas de investigación e innovación de la UE. Sin embargo, sí se pueden dar pasos, aunque limitados, para asegurar que no se otorguen beneficios que podrían influir en las conductas al margen de la posición oficial y, sobre todo, mostrar a los israelíes de qué manera están “perdiendo Europa”.

El nuevo gobierno puede parecer implacable, pero las recientes elecciones han revelado que existen sectores dentro de la sociedad israelí con más sensibilidad hacia el coste que la ocupación y la expansión de los asentamientos suponen para las relaciones de Israel con Europa y el resto del mundo. La campaña que ya está en marcha para asegurar que los europeos no extiendan los beneficios (como el acceso preferente al mercado europeo) a los asentamientos porque se deben limitar solo al Estado de Israel, es necesaria para garantizar que las acciones europeas tengan un mínimo de coherencia con sus políticas y, por supuesto, con la legalidad internacional. Esto es importante porque representará una señal clara de la inconformidad de Europa. Incluso se podría ser más ambicioso si estos esfuerzos se extienden para cubrir también el asesoramiento de las empresas y los inversores, la supresión de las ventajas fiscales al apoyo financiero de los asentamientos, la imposición del régimen de visados para los colonos, además de evitar el contacto con la primera universidad en los asentamientos.

Dichas maniobras podrían entenderse como acciones que los europeos tienen que emprender sin remedio. Así, se puede alertar a la opinión pública israelí sobre su creciente aislamiento. La UE puede desarrollar una política más independiente en la región que incluya un fuerte impulso hacia la reconciliación con Palestina, el cese de esfuerzos para disuadir a los palestinos de involucrar a la Corte Penal Internacional y una posición más matizada respecto a Irán. Los europeos deben, principalmente, asegurar que no se emprenderá ningún paso nuevo en la ampliación de la relación bilateral entre la UE e Israel sin tener en cuenta a cambio de qué se otorgará y si hay garantías para aliviar el control y la restricción de la ocupación.

En cuanto al trabajo con los palestinos, hasta ahora la ayuda europea ha servido para prolongar la ocupación, atenuar el impacto del conflicto en los palestinos y pagar el coste de los israelíes. Los europeos deberían reducir progresivamente su ayuda presupuestaria a la ANP y trabajar con los palestinos en el desarrollo de una economía real. Esto no funcionará sin cambiar los términos establecidos de la ocupación: que haya más tierra disponible para el desarrollo palestino, reformular el Protocolo de París que regula las relaciones económicas entre Israel y los territorios palestinos ocupados en perjuicio de estos, asegurar una distribución y acceso más justo a los recursos del agua y, lo más urgente, aliviar el cierre de la franja de Gaza.

Los europeos tienen que colaborar con la ANP. Así, los Estados miembros podrían “patrocinar” diferentes segmentos que permitan formular los asuntos necesarios para reanimar la economía palestina. Esto debería traducirse luego en gestos recíprocos del gobierno israelí que los europeos pueden requerir la próxima vez que se proponga un paso nuevo para acercar Israel a Europa.

Los mayores donantes de ayuda de la UE (los “tres grandes”, Francia, Alemania y Reino Unido, junto con los países nórdicos, incluida Noruega, y los principales países del Benelux) representarían una agrupación natural a la hora de desarrollar una nueva estrategia para los palestinos y, por extensión y de acuerdo con el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), definirían qué cambios hay que pedir en el asunto de la ocupación y cómo animar a Israel a que los emprenda.

También la UE debe trabajar más y mejor con los árabes para conseguir que estos países y Turquía se impliquen (o vuelvan a implicarse). Según se vaya reduciendo la ayuda europea, tendrán que asumir la parte financiera para apoyar a la ANP a presionar hacia una reconciliación en Palestina y recordar a los israelíes que les espera un lugar reconocido en la región si desisten de la ocupación.

Renovar el compromiso
Es el momento de que Europa logre unir la retórica con la acción. Como vienen afirmando en sus declaraciones diplomáticas, la expansión “sin remordimiento” de los asentamientos, el aislamiento de Gaza y el debilitamiento sistemático de la presencia palestina en Jerusalén Este y Cisjordania han erosionado las bases para la solución de los dos Estados, hasta el punto casi del colapso. Ahora lo más urgente es encontrar los medios que permitan persuadir a los israelíes para que desistan de seguir avanzando con la ocupación y comiencen a retirarse.

Antes de que sea demasiado tarde, Europa tiene que volver a calibrar su compromiso en el conflicto palestino-israelí. Tiene que lograr que Israel se dé cuenta de lo cerca que está el peligro del aislamiento internacional. Y tiene que reducir paulatinamente su apoyo financiero al statu quo, trabajando con las dos partes para conseguir cambios en las condiciones de la ocupación, lo que permitiría a los palestinos desarrollar una economía real. Una política más firme y más independiente desde Europa fortalecerá la mano de Washington con Israel y mejorará las posibilidades de una iniciativa de paz estadounidense, antes de que se acabe el mandato de Obama y de que la ocupación entre en su quincuagésimo año.

Si se planteara un paralelismo entre las políticas en Cisjordania y Gaza con las del apartheid de Suráfrica, veríamos que las consecuencias de ambos fenómenos son difíciles de resistir y evitar. Para no llegar a una situación límite, Israel necesita cambiar de estrategia y los europeos hacer un llamamiento al coraje, al realismo y al cambio de acción por parte de Israel. Si lo entienden, será un avance para el largo sufrimiento palestino y servirá a sus propios intereses en el mundo árabe. Tal como discurren los dilemas en política exterior, este no parece ser un objetivo tan complicado.

jueves, 18 de julio de 2013

¿Estamos a un minuto del Apartheid? Por Carlos Braverman


Durante muchos años sostuve que comparar el Apartheid Sudafricano con Israel es insidioso. No hace mucho comencé a decir que estamos a un centímetro de este sistema y creo que cada vez ofrecemos más argumentos a la insidia. Pero aún no llegamos a ese infierno.
La caída brusca de nuestra democracia y el impacto en una sociedad deteriorada preocupa al respecto. 
El deslucido estado de los derechos civiles en los Territorios Ocupados y las medidas muchas veces racistas respecto a la minoría árabe en Israel, son temerarias. Una tendencia de prejuicio se extiende con los cánticos xenófobos en los encuentros de futbol, en las opiniones de ciertos rabinos ultra-ortodoxos hacia esta población y sus recomendaciones al respecto. También en los planes gubernamentales que hacen dudar del fin de la ocupación, por el contrario, le auguran larga vida.
Las declaraciones del ministro Bennet (nacional religioso) que expresa a los colonos, no tranquiliza, su objetivo es la anexión de hecho de la Zona C según los Tratados de Oslo, de Cisjordania.
Este posicionamiento terminaría con la hipótesis de dos estados y dudo que si existe uno todos sean iguales en él. Para los sionistas sería el fin de su sueño, un estado de los judíos, para los que no somos sionistas el fin de la democracia y ahora sí la entrada al Apartheid.
Para la Convención Internacional de 1973 sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid (ICSPCA), que precedió al Estatuto de Roma, el apartheid se define como: "actos inhumanos cometidos con el fin de instituir y mantener la dominación de un grupo racial de personas sobre cualquier otro grupo racial y de oprimirlo sistemáticamente".
El artículo 7 del Estatuto de Roma de 2002, define el crimen de apartheid como actos "cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial sobre uno o más grupos raciales con la intención de mantener ese régimen"
Lo fundamental es el objetivo y las acciones que deben ser institucionalizadas, éstas pueden ser legisladas o ad hoc, y sí, deben formar parte de un régimen motivado con engranajes para tal fin.
La Declaración de Independencia de Israel pidió el establecimiento de un estado con la igualdad de derechos sociales y políticos, independientemente de religión, raza o sexo. Los derechos de los ciudadanos están garantizados por un conjunto de leyes básicas (Israel no tiene Constitución). A pesar de este conjunto de leyes no incluye explícitamente el término "derecho a la igualdad", el Tribunal Supremo de Israel ha interpretado constantemente la "Ley fundamental: dignidad y libertad humanas" y la "Ley fundamental sobre la libertad de Ocupación (1994)", para garantizar la igualdad de derechos para todos los ciudadanos de Israel. De acuerdo a esta práctica en Israel y los Territorios Ocupados, la ley israelí prohíbe la discriminación por motivos de raza, y el gobierno hizo cumplir efectivamente estas prohibiciones vía dictámenes del Tribunal Superior de Justicia.
Todavía Israel tiene mecanismos de defensa, pero es inocultable una tendencia insalubre sobre la que me explayé al principio. Estamos a un centímetro del Apartheid y el tiempo que tardemos en recorrerlo es decisivo. Lo es tanto para sus partidarios, como para los que lo rechazamos por principios políticos y morales. 
Todavía no dimos una respuesta válida desde la izquierda, si no lo hacemos, debemos reconocer que somos incapaces. Yo no lo creo, somos tan capaces como los racistas la pura expresión de la soberbia de los inferiores. 
No tenemos mucho tiempo, pero aún disponemos de él, entonces a no desperdiciarlo.
*Carlos Braverman es Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles en Israel, militante por la coexistencia judeo-árabe en Israel y la paz con el pueblo palestino. Es miembro del Partido Socialista de Israel (Meretz), e integrante de Paz Ahora (Shalom Ajshav). Es Presidente del Instituto Campos Abiertos de Israel (Investigación y desarrollo en Ciencia Política). Su trabajo está centrado en la investigación, la academia, la docencia y la actividad política; así como en el periodismo y el trabajo por los derechos civiles.

lunes, 8 de julio de 2013

SÍ SE PUEDE CAMBIAR ESTE MUNDO




Por Xavier Caño

La revuelta iniciada en la plaza de Taksim es un gran movimiento ciudadano para frenar el autoritarismo neoliberal del gobierno de Erdogan.

¿Por qué una manifestación para salvar un parque de Estambul desata una rebelión ciudadana en toda Turquía? En varias ciudades turcas, ha habido manifestaciones de decenas de miles contra el Gobierno de Erdogan, ferozmente reprimidas. Amnistía Internacional denuncia que podría haber dos mil heridos y al menos dos jóvenes muertos por la brutal represión policial. El motivo inicial era salvar un parque de Estambul contra la especulación del gobierno, pero pronto los manifestantes exigieron la dimisión del primer ministro Erdogan. La revuelta iniciada en la plaza de Taksim es un gran movimiento ciudadano para frenar el autoritarismo neoliberal del gobierno de Erdogan.

En casi todos los países de Europa hay y ha habido multitudinarias protestas ciudadanas contra el vaciado de la democracia y los recortes de derechos. Las movilizaciones no cesan y la rebelión ciudadana brota en otros lugares. Pero acaso sea ya tiempo de avanzar. Además de denunciar, protestar y reivindicar, hay que elaborar programas comunes mínimos. Para un cambio profundo. Es tiempo de coordinación de plataformas, asociaciones y movimientos sociales en un movimiento ciudadano unificado y transformador. Y no solo en una nación. En toda Europa. Para hacer política. No la política tramposa y con cartas marcadas del sistema. Política de valores republicanos. Y difusión de esos valores contra el individualismo, el materialismo zafio y la hegemonía del beneficio como motor principal de la economía.

¿Por qué una manifestación para salvar un parque de Estambul desata una rebelión ciudadana en toda Turquía?

Es hora de propuestas y programas concretos; de ocupación de zonas de poder; de iniciativas económicas y sociales imaginativas regidas por principios de solidaridad, cooperación y respeto a la Tierra. No para volver a la situación anterior a la crisis. Esa socialdemocracia vergonzante ya no sirve. Con este capitalismo de democracia desinflada, la crisis es el pretexto de la minoría rica dominante para perpetrar el mayor ataque del último siglo contra las clases populares y recuperar el estatuto que esa minoría tenía antes de la segunda mitad del siglo XX. Por eso hay que cambiar esta sociedad a fondo, porque pretenden reducir la ciudadanía a casi nada y, si no cambiamos las cosas de verdad, lo lograrán. Los apaños no valen.

Regresar al bienestar de antes de las hipotecas basura es volver al modelo basado en el crecimiento indiscriminado y la posesión ascendente de bienes materiales. Que supone la explotación de parte de población mundial para que otra más reducida disfrute de un presunto bienestar de tener cosas materiales y cada vez más. Además de que tal modelo agota los recursos naturales y condiciona gravemente la vida de las generaciones venideras.

El objetivo es otro modelo económico, político y social. Justo, equitativo, respetuoso con la naturaleza, no basado en el crecimiento constante e ilimitado y sí en el respeto a los derechos humanos en todas partes y en el respeto a la Tierra.

Y no digan que no es posible, que es utópico. Utopía es lo que hoy no es, pero puede ser. Y será. No hay otra. En mayo de 1886, la clase obrera de Chicago arrancó la jornada laboral de 8 horas tras ser reprimidos, encarcelados y ejecutados. ¿Utópico? Lo lograron.

Es tiempo de coordinación de plataformas, asociaciones y movimientos sociales en un movimiento ciudadano unificado y transformador.

A finales del siglo XIX, algunas mujeres norteamericanas reclamaron el derecho de todas a votar. Desde 1917, se concentraron cada día frente a la Casa Blanca exigiendo el voto. Insultadas, vejadas, reprimidas... y más de 200 activistas, detenidas. Pero en 1919 el Congreso aprobó la ley por la que las mujeres votaban. Vencieron.

En 1930, Gandhi y unas docenas de personas iniciaron una marcha de cuatrocientos kilómetros hasta el mar contra el monopolio británico en el comercio de sal en la India. Al finalizar, eran miles. Y empezó la desobediencia civil que años después llevó a la independencia.

En diciembre de 2010, en Túnez comenzaron las manifestaciones ciudadanas que exigían democracia y derrocaron el gobierno dictatorial de Ben Ali. En Egipto, multitudinarias concentraciones en la plaza de Tahrir derrocaron al dictador Mubarak... 15 M , Occupe Wall Street, ahora Taksim...

Quienes dicen que no se puede hacer nada desconocen la historia. ¿No se acabó con las monarquías absolutas y se formaron repúblicas? ¿No se eliminaron las condiciones infrahumanas de los trabajadores del siglo XIX? ¿El fin del apartheid en Sudáfrica acaso fue imaginación de Mandela? ¿No estaban solos e ignorados aquellos primeros ecologistas de mediados del XX? ¿No avanza América Latina en la eliminación de la pobreza?...

Perseguidos, tachados de locos, de subversivos, encarcelados... Persistieron y han conseguido lo que soñaron o abrieron el camino. Aunque fuera utópico.

Sí se pueden cambiar las cosas. No me digan que no es posible frenar a la dictadura financiera y construir otro mundo decente y justo. Porque sí se puede. Δ

Xavier Caño, periodista y escritor. xacata.wordpress.com

domingo, 7 de julio de 2013

Ni Morsi ni Ejército. Democracia.


Por Victor Alonso Rocafort
Web Colectivo Novecento

Una democracia no son elecciones… y si te he visto no me acuerdo. Aquí y en Egipto. Para el engaño no hay pueblo que esté preparado. Para la democracia —es decir, para tomar entre todos libremente las decisiones sobre lo que nos afecta— todos los pueblos lo están. Otra cuestión es que esto alguna vez suceda.
La democracia, si trata de erigirse sobre la representación, debe hacer que esta se base en la confianza, en la rendición cotidiana de cuentas, en el trenzado de vínculos con la ciudadanía. Aceptar la pluralidad en este sentido es básico, tanto para quienes tienen el poder como para quienes lo buscan. Pero más allá del ámbito representativo, la política debe sustentarse en una amplia participación de una ciudadanía que pueda escoger sus problemas relevantes debatiendo respetuosamente, que marque la agenda, dialogue sobre las alternativas y finalmente decida entre sus opciones.
Es decir, que llamamos democracia a cualquier cosa, aquí y en Egipto.
Pero aceptemos que tenemos un Estado de derecho, donde se respetan libertades mínimas y hay elecciones competitivas entre partidos. Cuando un gobierno elegido en este marco —en el que los elementos oligárquicos suelen dominar sobre los democráticos— incumple sus promesas y gobierna solo para una minoría (religiosa o propietaria) lesionando los derechos fundamentales del resto, la rebelión popular es legítima. La gente en las calles reclama, con razón, la salida del gobierno elegido, pues ha incumplido todo aquello que se había comprometido a realizar y además ha atacado libertades básicas erosionando los cimientos compartidos de lo público. Es entonces cuando suelen resaltar más que nunca las fallas democráticas del régimen.
Lo que se reclama desde una protesta de este tipo suele ser más democracia. La presión de la gente en las calles y plazas de un país conforma un amplio poder popular, capaz de anular, o al menos tambalear, la confianza en el uso de la fuerza represora por parte del gobierno. Incluso, puede llegar a obligar a los gobernantes menos temerarios a marcharse. Turquía, Brasil, Egipto, ofrecen tres respuestas diferentes a similares desafíos durante las últimas semanas.
Si el ejército se presenta como atajo para la rebelión popular y da un golpe de Estado militar, como ha sucedido en Egipto, con suspensión de leyes y represión de periodistas, con encarcelamiento sin juicio previo de antiguos gobernantes, la senda que aparece es la de menos democracia, si no la de la guerra civil. Recordemos que al hablar del ejército nos referimos a una institución per se jerárquica, basada en las armas y no en la palabra. En el caso egipcio hablamos de quienes sostuvieron a Hosni Mubarak durante décadas, los mismos militares que reprimieron duramente a los revolucionarios de hace un par de años, aquellos que reciben millones de dólares norteamericano en armamento. Los mismos que ayer emitían un comunicado amenazando a “terroristas, extremistas e ignorantes”. Aquí y en Egipto, esta es la clásica mentalidad autoritaria que coloca su verdad como la verdad evidente, que sitúa al opositor discrepante como a un peligroso fuera de la ley.
La lógica aristotélica estableció tres grandes principios para el pensamiento occidental. El de identidad, el de no contradicción y finalmente el del tercio excluso. Ninguno de los tres actúa al cien por cien en política. Partiendo del de identidad (A es A), los ciudadanos no son siempre un sólido A nacional, sexual, religioso, de género o ideológico; a veces, y más si atendemos a nuestra realidad inconsciente, nos situamos en la ambigüedad de los grises —más aún si tenemos en cuenta el factor tiempo—. Esto es lo que hizo a Walt Whitman exclamar en su canto democrático aquello del “Me contradigo/ sí, me contradigo/ soy uno y contengo multitudes”. La aceptación de la pluralidad como aquello que, queramos o no, rige en la comunidad política, es lo que sustenta el principio —este sí democrático— de escuchar todas las voces de nuestra ciudad (interna y externa). Otra cuestión es hacerlas caso. Contradecirse entre amigos es lo normal (el pensamiento también es diálogo con uno mismo, basado en la amistad con uno mismo). Por eso en nuestras instituciones y partidos, conformadas por jefes y sometidos que desprecian la amistad política, comprobamos la constante persecución de la disidencia. Eso sí, necesario sería indicar que algo muy distinto de la contradicción es la traición.
Pues bien, el tercio excluso nos dice que entre dos contradicciones no hay posibilidad de alternativa: A o no A. Escojamos. De nuevo la política —y diría que la propia vida— nos muestra a cada rato que este último principio aristotélico tampoco rige. Parece que si no queremos a Morsi debemos comernos con patatas al Ejército egipcio. Pero no es así. Juan puede no ser ni guapo ni feo, sino maravilloso. Las trampas lógicas a las que estamos acostumbrados nos sitúan ante dilemas que sin embargo sí tienen salida. Hay terceros, cuartos y quintos… que deben incluirse frente a dos opciones que parecen enfrentarse en el abismo.
El ejército en este caso, es verdad, proporciona el brillo de la omnipotencia: con su fuerza parece que todo lo puede, además de manera veloz, contundente. Pero pensemos que precisamente esa omnipotencia es la mayor fuente de peligro político que tenemos desde siempre. Como un dios implacable, como una explosión nuclear, arrasa con todo. Por el contrario el tempo de la democracia además de pacífico suele ser lento, pues depende del pensamiento y del diálogo. También es lento el tiempo de las rebeliones que se quieren democráticas, aquellas que ponen el respeto a las libertades de todos —incluyendo las de aquellos contra quienes uno se rebela—  como condición irrenunciable de su acción política. Aquellas que construyen a cada paso democracia, sin guillotinas, checas ni comisariados.
Que sea difícil no quiere decir que sea imposible. O que debamos entregarnos en brazos de lo fácil, en este caso posiblemente de un nuevo opresor que nos tutele. De nuevo, renunciar a la omnipotencia no debe sumirnos en su opuesto, la impotencia.
La incierta y frágil aventura de tratar de expulsar del poder a los gobernantes que se han rebelado, ellos sí, contra la democracia, no debería así hacerse abrazando la violencia organizada de un grupo armado como el ejército ni reprimiendo “enemigos”. La alternativa tampoco es paralizarnos, o prepararnos únicamente para las siguientes elecciones. Es necesario confrontar a los votantes del PP —perdón, de Morsi— con las consecuencias de su voto. Pero no solo. Pues volvamos al principio: una democracia no son únicamente elecciones… Y menos aún lo es saltar de fraude en fraude con total impunidad. Frente a ello la opción siempre será más democracia, y tenemos derecho a reclamarlo en las calles.
Aquí y en Egipto.


¿El antisemitismo impone la ley? Michael Lowy


MICHAEl LOWY
De la Web Viento Sur
Nazis que denuncian ante la justicia a un marxista judío al que le acusan de haberles "calumniado". ¿Alemania 1933? No, no estamos hablando de la Alemania del 33, sino de la "democrática" (entre muchas comillas) Grecia del 2013. El acusado en cuestión se llama Savas Mikhail, un intelectual brillante y dirigente de una de las organizaciones de la izquierda marxista revolucionaria griega.
Savas Mikhail es un intelectual atípico y "fuera de toda norma": greco-judío, no sionista e internacionalista, es autor de una obra considerable e inclasificable (en cierta manera literaria, filosófica y de lucha de clases), que se distingue por su originalidad y el dinamismo de su posición. La primera cosa que impresiona al lector de sus escritos es su inmensa cultura: el autor conoce muy bien la Biblia, el Talmud, la Cábala, el teatro griego clásico, la literatura europea, la filosofía francesa contemporánea, la poesía griega contemporánea, la poesía griega moderna, Hegel y Marx –sin hablar de Trotsky, su principal norte político–… La lista es interminable.
Una de las características más singulares de su pensamiento es el intento de reinterpretar el marxismo y la teoría revolucionaria a la luz del mesianismo y de la mística judía, y viceversa. Se trata de un punto de vista paradójico e innovador que –como el de Ernst Bloch o el de Walter Benjamin, dos de sus autores preferidos– forma parte de un ateísmo religioso o, si se quiere, de un mesianismo profano.
Estas cuestiones las aborda, por primera vez y de manera central, en una notable compilación de ensayos publicados en 1999, Figures du Messianique. El último trabajo de Savas Makhail, Golem. A propos du sujet et d’autres fantômes (2010), es otro ejemplo de este punto de vista ateo religioso, judeo-marxista. Se trata de una compilación de ensayos referentes no sólo al Golem sino también a Kafka, Hölderlin, Lacan, Philippe Lacoue-Labarthe, Hegel, Marx y algunos poetas griegos modernos como Andreas Embirikos. La coherencia del libro proviene de la forma, totalmente singular, como el autor asocia, articula y fusiona la mística judía, la literatura –la griega y la universal– y el marxismo revolucionario.
Savas Mikhail jamás ha ocultado sus convicciones antifascistas y, a lo largo de estos últimos años, no ha cesado de denunciar las nefastas actividades de la organización neo-nazi Amanecer Dorado, que más bien debería llamarse Crepúsculo Sangriento. Por eso, en 2009, esta organización que reivindica insistentemente la herencia del III Reich, presentó ante la justicia griega un legajo de acusaciones contra un montón de personalidad de diferentes corrientes de la izquierda y de la extrema izquierda griega. La policía, siguiendo las órdenes del fiscal general –nombrado por el gobierno hegemonizado por la derecha neo-liberal– citó el año pasado a todas estas personalidades para interrogarlas. Todas ellas, de común acuerdo, decidieron no presentarse y remitir a la policía una declaración legal rechazando las acusaciones. Tras examinar los documentos, el fiscal general decidió llevar ante los tribunales a dos de ellas: Savas Mikhail y el antiguo decano de la Escuela Politécnica, Constantin Moutzouri. Este último acusado de haber autorizado aIndymedia –un medio social alternativo- a utilizar las instalaciones de la Escuela para sus emisiones. Savas fue acusado por "difamación" hacia los neo-nazis –de haberles tratado de criminales–, de "incitación a la violencia" –por llamar a combatir el fascismo– y por "atentado a la paz social", al haber llamado, en un panfleto, a manifestarse contra Amanecer Dorado. En esa época, los neonazis griegos llevaban a cabo una frenética campaña antisemita contra Savas Mikhail, denunciándole en sus medios de comunicación como "un agente de la conspiración judía mundial contra la Nación griega, cuyo objetivo era provocar una guerra civil e imponer un régimen judío-bolchevique". Siniestra impresión de algo ya visto…
Este enjuiciamiento ha generado numerosas reacciones en Grecia y en Europa, pero no ha impedido que el juicio vaya a tener lugar. La fecha prevista es el 3 de setiembre de 2013. Es mucho lo que está en juego: más allá de las personas inculpadas, se trata de saber si en el futuro, en Grecia, podrá o no podrá existir la libertad de expresión para las ideas anti-fascistas.
Este caso ilustra no solo el extraordinario descaro de los señores de Amanecer Dorado, sino también la complicidad, cada vez más evidente, del actual gobierno griego, presidido por Antonis Samaras, con los fascistas griegos. Varios de los ministros de ese gobierno (cada vez más autoritario y regresivo) fueron miembros de la extrema derecha: el secretario de Estado para la inmigración, Kostoulas, es el autor de un libro negacionista para mayor gloria del Tercer Reich; y su portavoz en el Parlamento, el diputado Makis Voridis, es un amigo de Jean-Marie Le pen [hasta hace poco presidente del Frente Nacional en Francia] y un antiguo dirigente del movimiento de la juventud nacionalista promovido por la dictadura del Coronel Papadopoulos (1967-1974). Por otra parte, la reciente decisión de Antonis Samaras de cerrar pura y simplemente la ERT, radio televisión pública griega, cortándole el suministro eléctrico –decisión que provocó una crisis gubernamental y el abandono del gobierno de Izquierda Democrática– ha sido calurosamente aplaudida por Amanecer Dorado.
El próximo 3 de setiembre se sabrá si los antisemitas dictan la ley en Grecia o si aún subsisten un mínimo de garantías democráticas.



martes, 2 de julio de 2013

Sociología del cuerpo


Robinson Salazar
Universidad Autónoma de Sinaloa/México
salazar.robinson@gmail.com
 

INTRODUCCIÓN 

El cierre de ciclo del Siglo XX encapsuló la certidumbre, todos los esfuerzos, avances científicos, los logros de las luchas políticas y las instituciones que el Estado fue creando para ofrecer un ambiente de seguridad y bienestar en lo posible fue abortado con el advenimiento del Siglo XXI, cuyo binomio Globalización de mercados y modelo neoliberal desarticuló todo el armazón que sostenía la certeza, sembró en la subjetividad colectiva la sensación de una levedad en grandes segmentos sociales. Las acciones improntas despacharon por la borda la construcción de sentido, los hechos significativos de la vida que fueron elementos coadyuvantes para armar el entramado de la sociedad, tales como la amistad, el amor, las solidaridades, el lazo social, la convivencia comunitaria, la familia, el cuadro axiológico en su conjunto, fueron desvaneciéndose ante la fuerza demoledora de la ideología del consumo, la individualidad, la competencia y la libertad basada en el dinero. 

No hubo campo de las emociones del cuerpo que no fueran atendidas por la ideología del poder plutocrático, que desde los centros de operaciones habilitaron los resortes y estrategias para incidir de maneras rotunda en el pensamiento, propagaron sobre la amplia capilaridad social un modelo de producir pensamiento seductor y sin complejidad, donde lo instantáneo evita construir procesos, indagar el pasado, revisar articulaciones y lógicas de encadenamiento. La síntesis es lo más importante dado que es el producto que no tiene explicación y atrae la atención de todos por los atributos que ofrece, sin embargo su vida está periodizada porque dentro de poco, en otro instante, será remplazado por otra síntesis o producto de mayor velocidad, utilidad y propiedades novedosas. La duración deja de ser un valor y se constituye en un defecto. 

Es un modelo de pensamiento que desecha, remplaza, destruye y consume con voracidad lo nuevo, no le da importancia a lo sustituido, porque el pasado no tiene significancia y el futuro es el presente prolongado de acuerdo con el horario que tenga internalizado el actor en su vida cotidiana, porque el largo plazo fue desconectado de su laboratorio de ideas y por vez primera, los modelos adelantan el calendario y lo acomodan de tal forma que hacen pensar que puedes vivir el futuro antes de que llegue. 

Torcieron la historia a su antojo, el tiempo perdió la batalla, todo es inmediato y la búsqueda del éxito abrió la competencia de manera desordenada, sin mediar preparación ni objetivos; lo importante es ganar dañando a todos y trascender sin conocer hasta dónde. 

El nuevo individuo con estas debilidades y sin soporte social, fue blanco de certeros mensajes mediáticos, vulnerable en su condición humana, punto de atracción para aplicar violencia física y simbólica y destino del miedo y terror. 

Ahora bien, en una sociedad desvertebrada y quebrantada en sus hilos asociativos, el sujeto no suma, queda expuesto a los vendavales de los enemigos y su única herramienta de lucha es su cuerpo, mediante el cual exhibe sus prendas de vestir, joyas, colores y bellezas que el mundo del consumo le brinda, pero a su vez es el muro de contención de golpes, violencia física y psicológica, destino de los mensajes del miedo y el terror, blanco de estrategias intimidatorias y núcleo receptor de todas las vejaciones que pretendan infringir sobre él. La individualidad deja en indefensión absoluta al hombre, lo aísla de todo soporte y los otros lo ven, al momento que es ultrajado, como un cuerpo que recibe castigo o merecedor de su situación infausta porque trasgredió alguna norma vigente del Estado o quebró la débil línea de la convivencia social. 

Entonces vivir en el aislamiento nos deja en situación de riesgo permanente, eres vulnerable ante los represores pero tus congéneres dudan de tu reputación al momento que eres agredido, dado que el otro es ajeno o es visto como un potencial agresor o transgresor del orden. 

DE LA VIOLENCIA FÍSICA A LA VIOLENCIA SIMBÓLICA 

La violencia física o simbólica a través de la historia siempre fue y sigue percibiéndose como un acto bochornoso, abominable y censurable desde toda perspectiva humana. Todo acto de violencia indica que se trata de un ejercicio de coerción doloroso que experimenta un cuerpo ante la acción del ejecutor; el actuar intencionalmente sobre el otro lleva y no cuenta con la anuencia de la víctima, así que es un acto contra la voluntad del agredido. 

Pero va más allá del acto de coerción, sino que tiene una finalidad, una meta que puede ser la venganza, el odio, el desprecio, la obtención de un beneficio económico y político o la ostentación del poder. Toda violencia busca debilitar, reducir y doblegar al otro hasta conseguir un propósito, ya sea moral, de honor o económico-político, pero el interés siempre está en la expectativa del acto violento. 

Existe la violencia física que es observable empíricamente a través de los golpes, lesiones en el cuerpo, muerte propinada, tortura, secuestro, entre otras; también hay espacio para la violencia simbólica que pasa por los mecanismos de vigilancia y control como le denominada Foucault en su memorable libro Vigilar y Castigar, donde el castigo y sadismo administrado en el Siglo XVIII, fue remplazado por el celo, la persecución, el miedo y el control del cuerpo, del individuo, lo que abrió el sendero de glorificar la violencia con ausencia de dolores visibles pero lesiones perdurables en el subconsciente de los hombres. 

La violencia simbólica es más efectiva, aunque no es directa ni es detectada por registros de golpes o lesiones, pero con el tiempo asume el papel de violencia estructural porque poco a poco va filtrándose por la capilaridad institucional, por los vasos comunicantes del Estado y trasciende por los ramales que entroncan con los distintos segmentos de la sociedad. Es tan eficaz que los individuos la asumen como algo natural, la legitiman con su aceptación, no la cuestionan y, aunque impide que desarrollemos todas nuestras habilidades y derechos humanos, es incuestionable por nuestras conciencias. 

Hoy los dos tipos de violencias conviven, no se excluyen, antes por el contrario, son complementarias y ambas van dirigida al mismo objetivo. La violencia física está encargada de la agresión para provocar dolor y la violencia simbólica “desestructura la vertebración del pensamiento, construye escenarios de riesgos insertados en la subjetividad de los colectivos humanos. El objetivo es alterar los estados de ánimo en las personas que conduzcan a desordenarle las coordenadas que dan estabilidad a la vida cotidiana, puesto que la angustia, el temor y la sensación de estar en peligro los lleva a estados depresivos y de angustia colectiva”. 

En el campo de la sociología del cuerpo, los espacios de análisis han transitado por la actitud corporal, los ademanes, la vestimenta, actos comportamentales, expresiones del gesto, timbre de voz y otras esferas que son propias de los hombres que conforman los ámbitos socio genético y psicogenético. Sin embargo, los avances en la sociología incorporan otros terrenos que competen al lenguaje y el discurso, hasta quedar estructurado el cuerpo como un territorio donde el dolor, la maldad, el odio, el malestar, la tensión, el signo y la política encuentran un espacio de expresión en quién lo habita y quién lo enajena. 

Desde esa perspectiva, sería plausible observar en los cuerpos cómo se expresa el malestar social y la crisis de relaciones sociales, a partir de considerar que el problema de la expropiación del poder del cuerpo o del dominio del cuerpo, se produce porque históricamente se constituye un ámbito de relaciones sociales que visibiliza eso y el otro ámbito de relaciones sociales que lo obstaculiza. 

El cuerpo contiene subjetividad, ideas, racionalidad, intencionalidad, sentido y pertenencia a un territorio; nombre, apellido, ideología y es un banco de conocimiento. Ese cuerpo al construir vínculos afectivos, identitarios o axiológicos crece, expande sus fronteras y es blanco de políticas públicas, como de reconocimiento, simpatía, identidades colectivas hasta llegar a ser una tipología de cuerpos acorde a las relaciones sociales prevalecientes que al crecer y consolidarse, dan base para una corporeidad culturalmente hegemónica. 

Lo interesante del cuerpo es que es el núcleo residente de emociones, sensaciones donde el pudor, la vergüenza, el dolor y las alegrías son construcciones sociales que derivan de procesos socio-económicos, políticos y mentales… De ahí que todo cuerpo ocupa un lugar-tiempo, moldeado por las relaciones sociales que lo disciplinan, lo agreden, lo ajustan pero también internaliza ideas, lo desarma y arman instintos, pasiones, valores que son inculcados a través de pautas de comportamiento, de un cuadro axiológico o sentidos que aparecen como normales o aun sanciones, pero socialmente aceptadas o compartidas. 2 

TORTURA 

Ahora bien, si concebimos la tortura como el aniquilamiento del sujeto por parte de fuerzas represivas u opositoras a través de golpes, instrumentos sofisticados para producir dolor físico, vejación, destrucción anímica hasta llegar a punto de inflexión en la resistencia de la víctima, es el cuerpo y su contenido descrito, el blanco de toda acción violenta. 

Los ataques físicos tienden a producir vivencias de aniquilamiento y destrucción del esquema corporal, lo que implica una pérdida de reconocimiento de la identidad personal. El objetivo es que la persona agredida se sienta desindentificada consigo mismo, donde el vehículo que lo desconfigura es el dolor y por tanto las consecuencias mismas en el cuerpo de él o de otros torturados, tiene un mensaje que es: “así quedarás marcado por tu comportamiento” o “así quedarás si no haces lo que te pedimos”. 

La parte medular de un ejercicio de tortura es la vejación, donde el primer paso es romper la vertebración valórica, esto es, desnudar a la víctima para vulnerar la intimidad, sus secretos, su espacio privado resguardado ante los ojos escrutadores del otro; al ser rasgado el velo queda expuesto al vacío, la incertidumbre y al pudor devaluado. Aunado a todo esto está la deprivación sensorial y motriz que funge como maquina demoledora del esquema de resistencia, no sólo porque limita a la víctima a movilizarse o hacer sus necesidades básicas fisiológicas y que aun peor, está atenida a los permisos del custodio y vigilancia de su desnudez. 

Es una situación que tiene el movimiento pendular entre la muerte y el mañana; no sabe si vivirá el día siguiente, aunque en su mente tenga borrada la temporalidad y espacialidad por el encierro, los golpes y pérdida del don de la ubicuidad. Lo pendular es una ventana de soledad, aun si está en un recinto acompañado. El desconocer al otro o a la intencionalidad o situación de quien vive esta experiencia común, la confianza queda rota porque no se percibe como un colectivo o producto social, sino como un individuo aislado, sin elementos de defensa y expuesto a la fuerza del secuestrador y a los límites de tu resistencia. 

Todo esto orilla a destruir también la autoestima del secuestrado a través de la humillación, vejación sexual, gritos, golpes, ofensas y culpabilidad que le inculcan cada vez que sufre un dolor o tortura. La autoestima es la idea de quién soy y mis valores que dan soporte a la idea de mí mismo. Es la valoración que un sujeto posee de sí, desde una perspectiva psicoanalítica es un producto de la relación entre el Yo y el ideal del Yo. Esto está conformado de acuerdo con determinados valores a los que aspira cumplir el sujeto. El resultado es traumático porque cae en el abismo de las depresiones, angustia y hasta intento de suicidio por la desvalorización o denigración sufrida. 

Otro aspecto que no podemos desdeñar es el silencio guardado una vez liberados, que muchas veces es percibido como la prolongación del secuestro, dado que no superan la experiencia registrada frente al horror infringido en su cuerpo, pudor deshilado, la rabia contenida y rumiada en su resistencia impotente, el desconcierto de tu pasado con el presente, el futuro como ser vejado y resentido socialmente y la imposibilidad de ordenar todas las vivencias, cargas de sentido y compartirla con alguien que guardará el secreto o le ayude a dotarla de sentido. Es todo imposible por estar roto el lazo de confianza, que es un mecanismo de reducción de la complejidad y de la incertidumbre en la medida que abre caminos de diálogos, acompañamientos y acciones conjuntas en el futuro. Es una apuesta hecha en el presente hacia el futuro y fundamentada en el pasado; debido a que el cúmulo de experiencias vividas y los beneficios obtenidos en lo personal y en el ámbito colectivo, son tierra fértil para sostener la creencia de que confiar en otra persona en el presente puede ser útil en el futuro. 

Indudablemente, la confianza equivale a una suerte de cuenta corriente, de la cual es posible gastar hasta un cierto monto, pero es necesario depositar para evitar caer en la falta de fondos. Existe, por consiguiente, un cierto umbral que, si es traspasado, conduce a la pérdida de confianza.3 No toda traición a la confianza conlleva a la desunión, todo reside en la gravedad del incumplimiento y capacidad de resarcir el daño con acciones futuras de reconstrucción de confianzas deterioradas o lastimadas. 

El silencio esconde sufrimiento y dolor, oculta verdades y es una fortaleza íntima en el torturado que blinda sin palabras y oculta en el pasado el rostro de la amargura. Especialistas en el tema de la tortura han señalado 4 posibles mecanismos que dan cuenta del porqué del silencio:
1/ En la tortura, por el intenso y prolongado dolor, se produce un shock neurogénico que conlleva a estados de inconsciencia en diversos grados, desde la obnubilación (enturbiamiento y estrechamiento de la conciencia) hasta el estupor (estado de inercia, vacío o suspensión de la actividad psíquica). Esta situación afecta la memoria de fijación durante el episodio traumático y la memoria evocativa subsecuente. Se produce así una amnesia lacunar, con vacío de la memoria que puede persistir largo tiempo, incluso de por vida. Posteriormente conlleva a situaciones esporádicas o continuas de angustia.

2/ El ataque al cuerpo (trauma corporal) afecta el núcleo básico de la identidad que es el Yo-Corporal. La persona se encuentra en un estado de indefensión extrema que remite a las experiencias corporales primitivas de desamparo y desnudez. Es una regresión con secuela de escotomas en el registro de lo vivido.

3/ Produce una disociación esquizoide defensiva. La disociación es un mecanismo de defensa características de los niveles mentales más primitivos y son instrumentados frente a vivencias de aniquilación en actos de tortura. La representación del propio cuerpo es escindida y proyectada al exterior, “el cuerpo no me pertenecía”, la persona no es la misma que era antes y no es siempre consciente de esta diferencia.

4/ Los sentimientos de pudor, vergüenza, humillación, que dificultan la comunicación de lo ocurrido durante la tortura, están vinculados a ciertas vivencias “intimas” en las que queda comprometida la relación del Yo y el Ideal del Yo, produce una fisura entre la imagen y la realidad de mi cuerpo y desata los bloqueos del silencio. 4
Por lo anterior, el silencio es un vestido protector que aparece por la quebradura de la cofia que cubría el pudor y la vergüenza y jurídicamente es difícil contabilizar el monto o dimensión del daño ocasionado al torturado porque muchos de los sufrimientos y lesiones son de carácter psíquicos y quedan refugiados en el rincón del silencio miedo o sepultado en la soledad del torturado. 

En síntesis, la tortura, como actividad mafiosa, producto de la debilidad estatal si hablamos de secuestros, pero terror si la practica el Estado, busca lucrar, obtener información y silencio, doblega a las comunidades, es eficaz como estrategia de intimidación y asegura la viabilidad de un gran negocio (industria del secuestro) si está ligada a las trampas de la corrupción. De todas maneras la tortura veja, lastima, destruye vectores de la vida y obnubila a la victima para llevar a cabo una convivencia sana, pulveriza su autoestima y deja como resultado un despojo humano sin horizonte en el futuro. 

ACOSO LABORAL Y TORTURA PSICOLÓGICA 

La destrucción del Estado por parte de los grandes poderes que dan soporte al modelo neoliberal, no sólo pretendía desregular las economías nacionales, sino que su ambición estaba por encima de lo meramente comercial, pretendía dominar el mundo saqueando las riquezas del ente político a fin de evitar un proceso político reversible. Esto es, si una fuerza política adversaria arribaba al poder, no contaba con los recursos para sobrevivir, porque el Estado no tenia activos públicos, tampoco suficiente dinero para dotar de certidumbre a la sociedad. Un Estado en bancarrota, supeditado a los organismos y finanzas internacionales no representaba ningún riesgo si lo gobernaba la izquierda, derecha o cualquier fórmula política, dado que el capital está fuera de las esferas pública y cuenta con una constelación de organismos multinacionales que aíslan o boicotean todo intento emancipador desde el estado. 

La formula elaborada y puesta en práctica desnutrió al Estado para que no garantizara derechos, desciudadanizara a la población, borrarara de su imaginario los referentes institucionales que avalaban los postulados de justicia necesarios para la convivencia social y el desarrollo humano. Arrojaba al individuo a una situación de inequidad, sin privilegios y expuesto a la inseguridad y abuso de la autoridad despótica. 

Así fue asomándose el acoso laboral bajo la estrategia de la crisis económica que sobresaltó los pronósticos por indisciplina fiscal, déficit presupuestario excesivo, endeudamiento desproporcionado, insolvencia por falta de liquidez de los bancos o desequilibrio en la balanza de pago y el comercio, escenario caótico que conlleva a recortar derechos sociales, disminuir el salario, y también desaparecer prestaciones sociales en aras de mantener la fuente laboral. 

Esta es una estrategia que a corto plazo genera riquezas a los empleadores, pero a mediano plazo las políticas de austeridad no son eficaces, son económicamente ineficientes. Permítame explicarme. ¿Qué pasa con las políticas de ajuste, de austeridad? Se reducen los salarios, se disminuyen las pensiones, se destruyen los servicios públicos. Todo ello desemboca en una contracción de la economía. La gente consume menos porque tiene menos poder adquisitivo. Entonces las empresas reducen su producción porque baja la demanda. Si se reduce la producción despiden a empleados, lo que aumenta la tasa de desempleo. Por consiguiente, el Estado tendrá que gastar más dinero en ayudas a los desocupados y tendrá menos ingresos puesto que los parados dejarán de pagar impuestos.5 

Es ante todo, entonces, un modelo de represión que busca con el miedo hacer que la gente no proteste, no asita a las manifestaciones porque se va a encontrar con problemas, y crea miedo entre los propios activistas porque se están jugando la piel porque “vamos a ir por vosotros”. Se intenta separar la opinión pública mayoritaria de los sectores más activistas, pero esto a veces les puede funcionar y otras veces no y puede tener un efecto inverso al deseado. Hasta ahora la represión ha sido tan desproporcionada que en algunos lugares ha detenido la indignación, en otros han fracasado en su intento. 6 

Es una comunicación hostil, coactiva, sin reserva ética orientada de manera sistemática por jefes de área de recursos humanos y empresarios hacia el grupo o segmento de trabajadores, acosándolos psicológicamente hasta disminuirles su potencial deliberativo; arrinconan sus espacios de cavilación, fragmentan las ligas de diálogo, revientan las fibras de resistencia colectiva para encerrarlo en un mutismo donde, intercambiar opiniones o argumentos con otro trabajador, lo coloca en la bandeja de la vulnerabilidad y el despido. Es un estado de indefensión absoluta, quebrando de entereza analítica y arrinconada bajo el paraguas del acoso que poco a poco mina su capacidad de respuesta, pero ante todo un estado anímico y de salud. 

Millones de trabajadores de diversos rincones del mundo están en situación de riesgo de salud, producto de la estrategia del miedo, acoso y represión psicológica que responde a la coerción adocenada que impera en los centros de trabajo. Y sólo la han confrontado las movilizaciones, que de otra manera, es la estrategia de persecución que desmonta derechos, aniquila los gremios sindicales, derrota la movilización política y encierra en la jaula del mutismo a los que aceptan la amenaza del desempleo. 

LA TORTURA PSICOLÓGICA DE LOS MEDIOS 

2001 fue el inicio del Siglo XXI y también la nueva era de los medios en el campo de la guerra, con las disputas por mantener incólume el modelo neoliberal. Las incursiones que habían logrado en el terreno cultural, en los años 80 del Siglo XX, fueron reforzadas al principio de la nueva centuria con el fin de convertir a los medios de comunicación en la artillería de primera línea, cuyo fin es la de desarticular las memorias colectivas, quitar el freno a la ambición consumista, sembrar el escenario de mercancías descartables, liberar de toda atadura la “libertad del mercado” y ante todo, obnubilar las mentes de los pobladores de las ciudades y comunidades a donde los medios llegaran. 

Algunos escritores le han denominado el Plan Cóndor mediático, dado que su incursión en la política fue y sigue apareciendo frontal, sin solapamiento ni hipocresía, aunque disfrazado con un vestido confeccionado con epidemia lenguaraz de independencia, imparcialidad y supuesto apego a la democracia. Esta es la era de la mentira y el ocultamiento de verdades que prevalecen en la realidad social. 

Indudablemente, la asunción de los medios en la cadena de torturas fue posible porque los grandes centros de poder tomaron conciencia que el Estado como ente político y de cohesión social, entraba en una fase de implosión por la expansión del capitalismo en su fase denominada globalización, cuyas frontera porosas fueron desaforadas por diversos agentes: entre ellos las empresas multinacionales, crimen organizado, guerras y las transacciones comerciales que dejaron sin fuerza al Estado para vigilar su territorio. Pero aún hay más, con el avasallamiento de los contagios de la globalización, incontrolable por los mismos creadores y que idearon la construcción ideológica-política de Seguridad Democrática, cuyo vector es situar la amenaza como cuña incómoda que desestabiliza el sistema emocional y de equilibrio en cualquier persona. 

La amenaza es una representación, una señal o signo, una disposición, gesto o manifestación que aparece en el subconsciente colectivo o individual, percibido como el anuncio de una situación de riesgo, malestar, de inseguridad o deterioro no deseado y además, que vulnera en quien lo percibe, la coraza de certeza y lo pone en peligro absoluto y cercano a la muerte. 

Es una atmosfera de miedo perpetuo, de movilidad recortada, de ausencia de propiedad sobre el espacio, temeroso del tiempo, ciego ante las oportunidades e inflexible para articular posibilidades de escapatoria o nuevos escenarios. Es una jaula de acero invisible que atrapa no sólo el cuerpo de las personas, sino el pensamiento y la libertad de imaginar. 

Las amenazas son multivariadas, súbitas, atemporales y mortales; van desde el terrorismo, revolución, limpieza social, crimen, contaminación, enfermedades desconocidas y emergentes, crisis económica y alimentaria, de bienes de consumo como el agua, energía, transporte, pandillas, vendetta, narcotráfico, militarismo, envenenamiento nuclear, bombas entre otras, que son sobredimensionadas o magnificadas por los medios para controlar estallidos sociales o reclamos ciudadanos. 

El sistema emocional está secuestrado por la TV, periódicos, la Internet y la radio, cuyos mensajeros actúan bajo la férula de los empresarios y magnates que controlan el mundo y les interesa gobernar y dirigir el universo de los negocios bajo e paraguas del caos. El caos es una forma de administrar la política de dominación en la medida que mantienes influencia en los factores vitales que mueven el mundo (economía, tecnología, armamento, recursos naturales estratégicos y medios de comunicación) y los hace invisible ante los enemigos, manipulando el comportamiento de cada uno de los elementos mencionados y asignándole de manera irreal, trayectorias erráticas que descontrolan la percepción de los adversarios y cargan de inseguridad al enemigo. 

Entonces vivimos en un universo inestable, errático, con trayectorias inverosímiles que nos lleva a un estado de angustia, temor y tortura, toda vez que carecemos de la certeza necesaria para emprender una acción determinada. Sin la confianza pertinente, el perceptor de señales e información no cuenta con la disposición y voluntad para interactuar, ni tampoco puede compartir u opinar sobre los temores introyectados en la subjetividad, revelando así un estado de bloqueo en sus facultades asociativas y de dialogo con otros. 

Alguna de las veces despersonaliza afectando la paranoia y esquizofrenia como rasgos de su personalidad; los actos compulsivos son frecuentes y la dársena de la soledad le pide que ancle ahí los años de vida que le quedan. Ahora bien, los medios de manera permanente nos dejan caer una lluvia de amenazas, cuyo proceso de mentalización pasa por varias etapas. En la primera, se produce un derrumbe de la organización mental cercana al pánico y terror. En la segunda, se busca dar un nombre o encontrar signos mediante los cuales semantizar la manera de intentar resolverla, evitarla e implementar sistemas defensivos para controlarla, anularla. Luego en la etapa siguiente, se produce una oscilación entre denegación y concientización, y en el mejor de los casos, se restablece una organización vital cuyo eje ilusorio es impedir la efectivización de la amenaza. Los mecanismos de adaptación imponen la vida a cualquier precio. Es probable que éste sea el momento en el cual el agredido se entrega al agresor en un intento de salvar su vida. Es también el momento de la creación de baluartes o mitos que conllevan a la fatalidad.7 

Las amenazas suelen aparecer en coyunturas favorables para el gran capital y casi siempre están cerca de procesos electorales riesgosos para los mercados, bajo el techo de asonadas de movimientos sociales, decisiones de gobiernos con perfil popular, insolvencia financiera de los bancos, instauración de una situación de guerra, interés por militarizar regiones y privatizar recursos públicos. Justo en esos contextos están las fuentes borboteantes de los miedos, temores y amenazadas que torturan las subjetividades colectivas. 

El carácter coyuntural, la incertidumbre que predomina en lo que va del Siglo XXI, el agotamiento del modelo neoliberal y la política guerrerista que el coloso del norte instrumenta, son los factores que torturan, en la medida que agotan la capacidad de resistencia de la humanidad; no hay lugar seguro, las confrontaciones bélicas aumentan, los actos homicidas súbitos, la crisis financiera que utilizan para desemplear y negar derechos. La tendencia incremental del crimen organizado nos pone en una nube que puede desprenderse en una lluvia que ahogue las pocas esperanzas ancladas en las comunidades y colectivos humanos. 

La certeza ausente y la confianza deteriorada, nos deja sin una apuesta hecha en el presente para afianzar el futuro, porque la ruptura del eje conectivo del tiempo nos desalojó el pasado de la memoria. No hay referentes seguros de las anteriores certezas que nos ayuden a otear la sociedad futura; tampoco un ideal para luchar o un horizonte político y una ideología cimentada en hechos históricos. Hoy quedamos huérfanos y toca luchar en medio de la oquedad de la política, del vaciamiento de las instituciones y de la debilidad del estado. Justo ahí, el mercado y su constelación de consorte como son los banqueros, los medios, los partidos políticos, el sistema judicial y las organizaciones internacionales, se juntan en forma de guirnalda y encapsulan las esperanzas y siembran la incertidumbre y el caos. 

La desestructuración de la confianza fue el blanco de los medios, que descalabrada al momento que irrumpieron en el cuerpo social para vejar y deteriorar las comunidades y gremios; con la destrucción de las comunidades se atacó de manera contundente la confianza, devenida de las relaciones sociales cargadas de reciprocidades para intercambiar saberes, intereses y bienes. Si el marco de interacción social está influenciado por el individualismo, el lucro, el consumo y el hedonismo, la confianza se desvanece: las comunidades paralizan la red de intercambios y la fragmentación aflora, hasta arrojar una comunidad imaginaria pero que en la realidad es sólo un lote de fragmentos humanos que viven pero no comparten. 

Y así viven miles de comunidades en la tortura de la inseguridad y la vocería de los medios; se distingue claramente los miedos por el temor al crimen y a los malhechores. Predomina la desconfianza en los demás y en sus intenciones, así como también la actitud que niega o considera imposible tener fe en la constancia y en la fiabilidad del compañerismo humano. Castel atribuye esta situación al individualismo contemporáneo; sugiere que la sociedad de hoy, al suprimir las comunidades y corporaciones estrechamente unidas, que antes, las mismas leyes delimitaban y velaban por su cumplimiento, las sustituye ahora por el deber de ocupase cada uno de sí mismo y de sus propios asuntos: se ha edificado sobre el terreno pantanoso de la incertidumbre. En una sociedad de este tipo es inevitable que la inseguridad y el temor a peligros acaben siendo males endémicos. 8 

Por lo anterior, las vorágines que existe en la actualidad nos invita a vivir inseguros, angustiados, presos de las noticias que alojan la incertidumbre en el subconsciente y rodeados de desconocidos, sin un lazo social habilitado, fragmentado en el ancho cuerpo del planeta y en permanente riesgo real o imaginario, pero seguro de que nuestras vidas están en una situación de peligro. 

LA VIDA INCONMENSURABLE Y LA TORTURA DE LA MUERTE 

Finalmente, los miedos en los medios, han desnaturalizado la información; las fuentes de opinión que se constituían en el fragor del debate público fue desalojada por la pre-fabricada en gabinetes de empresarios y directores de noticias, ligados a consorcios, grandes negocios y monopolios de la economía de portafolio, hasta convertir la televisión en un medio con características de “jaula digital” donde la realidad importa poco. Los intereses de las mayorías se invisiblizan, las demandas populares son criminalizadas y el espacio público privatizado para enjaular a la ciudadanía en los reductos del espacio privado y tenga como único interlocutor a la caja de resonancia con sus mentiras y argumentos falaces que desvertebran el pensamiento crítico. 

La “jaula digital” está diseñada de manera tal que busca ahuyentar toda crítica de la mente de la audiencia; desmentaliza al auditorio, impone la imagen como único recurso que remplaza el argumento y tiene mayor validez por el manipuleo que se haga de ella. Conjeturar, sentar premisas, reflexionar y elaborar dilemas no es oficio de un comunicador, es cosa del pasado; ahora interesa hablar menos, seducir con la imagen e incentivar el consumo como herramienta de movilidad social: si no consumes, no eres parte de la dinámica de la sociedad. 

Otro factor que esgrimen es la desideologización del discurso, en caso de que haya reclamos, réplicas o exigencias de la audiencia. La ideología es un tema del Siglo XX, y no tiene lugar ni impacto, según el criterio de los comunicadores: lo que importa es comprar, vender, consumir y sentir placer de hacer esas actividades que el modelo neoliberal nos quiere ofrecer como la culminación del desarrollo humano y la calidad de vida deseada. 

Develar la ideología que hay tras de los medios, del mensaje, la noticia, el sesgo informativo, los melodramas, los culebrones telenovelescos, los programas de entretenimiento es un asunto de imaginación distorsionada, porque los medios no están sujetos a que les cuestionen esa parte de la intencionalidad oculta. Ellos prefieren desdeñar la ideología y presentarla como una actitud de conflicto en los seres humanos que aun viven en predisposición de crear zonas de incertidumbre o zozobra en las relaciones humanas. Es menester desmontar toda postura ideologizada, porque todo escenario que se intente analizar sin contar con un reservorio ideológico, con seguridad nos lleva a un conocimiento plano, corto, simplista de una situación determinada y por consiguiente, fácil de llegar a aceptar la opinión de los medios como la verdad y la ventana que nutre con veracidad lo que acontece en el entorno inmediato. 

Vista así, la incertidumbre es la espada que obnubila y venda los ojos; también puede vestir de frivolidad el mundo y de disfrazarlo de oportunidad o sembrar incertidumbre. Los medios son los ojos de muchos ciudadanos que prefirieron descansar sin pensar y entregaron a los instrumentos mediáticos la confección de verdades y mentiras, de los mundos inciertos y peligros súbitos que nos enmudecen y atribulan hasta convertirnos en entes temerosos y encerados en el espacio privado o intimo. 

Entonces tienen la oportunidad extensa de construir ideológicamente más sobre riesgos permanentes; sus programas televisivos siembran con persistencia que no hay lugares seguros, que nada nos protege y vivimos la vulnerabilidad absoluta: de ahí que la seguridad está en encerrarnos, comprar seguros de todo tipo y privilegiar los lugares cerrados y privados. 

La inseguridad, vulnerabilidad e inexistencia de lugar seguro, prefigura un mundo donde la vida es incommensurable y no podemos medir con ningún parámetro las enfermedades emergentes, el terrorismo, las crisis económicas, el desempleo, el crimen organizado y los desastres naturales. Éstos son parte de la amplia constelación que está articulada en el mapa de riesgo, donde las dos salidas que tenemos son: Inseguridad y contingencias. 

Crimen, narcotráfico y terrorismo cubren el ala de la inseguridad y las contingencias son dibujadas por virus, enfermedades emergentes, accidentes, desastres naturales, crisis de sistemas de seguridad social, de salud, riesgos de la vejez, nuevas epidemias, crisis alimenticia y la muerte súbita. Al final de cuentas, no hay argumentos que valide lo enunciado: lo instantáneo e inesperado se impone y el temor por arriba de la subjetividad a través de los medios de comunicación, se instala como miedo percibido, cuyas características son: la fuente del temor, la inseguridad o contingencia que está invisibilizada; la noticia que propagan es conspiratoria, manipulante y fragmentadora y quien la recibe, de inmediato busca un lugar seguro, estar a salvo primero él antes que los demás. Lo que conlleva, con el devenir de los años, será una alteración del genoma de las relaciones sociales, donde el otro pierde su significancia y el individualismo prevalence; la muerte es una sombra que nos acompaña, la vida es súbita y las contingencias están a la orden del día y en cualquier momento, la muerte nos arranca la vida. 

NOTAS 

1) Salazar, Robinson, 2006, Visibilizando al enemigo: EE.UU Vs América Latina. En revista Utopía y praxis latinoamericana. Universidad del Zulia, Venezuela, pag. 87-102, Año II, No 33, abril-junio 

2) Marín, Juan Carlos, Forte Gustavo, Pérez Verónica, Antón Gustavo y otros, 2010, El cuerpo territorio de poder, Ediciones P.i.c.a.s.o, Argentina. 

3) Ídem 

4) Rodríguez Mansilla Darío, 1996, Introducción a libro Confianza, de Luhmann Niklas, Universidad Iberoamericana y Anthropos, España. 

5) Kordon Diana, Edelman Lucila, Lagos Darío y Kersner Daniel. 2005, La tortura, más allá de la extrema soledad en Efectos psicológicos y psicosociales de la represión política y la impunidad. Ediciones Madre de Plaza de mayo, Argentina. 

6) Lamrani, Salim 2012, “Las políticas de austeridad son económicamente ineficientes” leído 4 de mayo 2012 en http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/17139-salim-lamrani-%E2%80%9Clas-pol%C3%ADticas-de-austeridad-son-econ%C3%B3micamente-ineficientes%E2%80%9D.html 

7) Antentas J.M. y Vivas E. 2012) “La crisis es un punto de inflexión, nunca se vuelve al antes de la crisis”, entrevista a Josep Maria Antentas y Esther Vivas a raíz de la publicación de "planeta indignado. ocupando el futuro" leida 4 de mayo de 2012 en 

8) Puget Janine 2006, La violencia social y psicoanálisis. De lo ajeno estructurante a lo ajeno ajenizante, en Puget janine y Kaës René, Violencia de Estado y psicoanálisis, Lumen, Argentina.

9) Bauman, Zymunt, 2006, Confianza y temor en la ciudad. Vivir con extranjeros. Edit. Arcadia, España.