lunes, 31 de octubre de 2011

Con banderas negras hay porvenires opacos por Carlos Braverman


Comenzamos un nuevo período ordinario en la Knesset que actualmente no sobresale por la defensa de los valores democráticos, diría que se encuentra en un período poco brillante y deslucido de su historia al respecto. Un número alto de proyectos de ley que no fortalecen la democracia sino que la deterioran y el número de estos que pasaron la lectura primera, segunda y tercera es preocupante. Creo que habrá un aluvión de dichos proyectos en el nuevo período legislativo.
Está programada por ejemplo la deliberación inminente de la Ley Orgánica de Israel como el Estado-Nación del pueblo judío, encabezada por el diputado Avi Dichter de Kadima. Este proyecto de ley busca reforzar la supremacía de la mayoría judía a expensas de los derechos de las minorías.
Demócratas insobornables, tanto parlamentarios como activistas políticos y militantes de los derechos civiles nos oponemos a este proyecto de ley y otros que tratan de socavar los cimientos democráticos del Estado de Israel, incluso si tal oposición significa violar disciplinas partidarias, atraeremos a los parlamentarios necesarios y sumaremos los votos correspondientes para que estas leyes no pasen las lecturas reglamentarias como ya hicimos antes.
Si muchas lograron pasar como comenté, son más las que bloqueamos en las primeras lecturas. Somos patriotas y socialistas de izquierda, una sociedad democrática asegura la justicia distributiva y equitativa, las capacidades de realización de sus miembros y el pluralismo real del cuerpo social.
Queremos que nuestras leyes no sean escoltadas por banderas negras y antecedan un porvenir desdichado y opaco.
Carlos Braverman
Tel Aviv Israel
31 de octubre de 2011

martes, 25 de octubre de 2011

LA PARADOJA DE LOS INDIGNADOS.Entrevista a Thomas Coutrot


Por Eduardo Febbro
Coutrot señala que el movimiento de los indignados es a la vez poderoso y peligroso para las elites, porque reposa sobre la ideología oficial de las elites. Y afirma que lo novedoso es la crítica radical a la representación política.
Entrevista a Thomas Coutrot, economista francés, vicepresidente de Attac y miembro de la Red de Alerta sobre las Desigualdades: "El capitalismo parlamentario está en una fase terminal”, afirma el autor de Democracia contra capitalismo.

Hace diez años, Bin Laden y su socio carnal, el ex presidente norteamericano George W. Bush, globalizaron el terrorismo de masa y la represión a escala mundial. El Plan Cóndor aplicado al universo. Exactamente una década después, el movimiento de los indignados globalizó la protesta social y el hartazgo ante un modelo de depredación social, de abuso y de consumo cuyo control está reservado a una elite violenta e impune. Las protestas que sacaron a la calle a decenas de miles de personas en el mundo vienen a darle cuerpo a una corriente moral y política cuyos precursores llevan años proponiendo modelos alternativos al sistema de destrucción neoliberal. Si Sthéphane Hessel y su libro Indígnense logró aunar a un planeta indignado, hay autores cuyos ensayos ya contenían muchas de las consignas que ahora se escuchan en las calles del mundo. El economista francés Thomas Coutrot es uno de ellos. En 2005 publicó un libro que está en el corazón de la crítica formulada por los indignados: Democracia contra capitalismo. En 2010 salió otra obra que representa muy bien la esencia de lo que los indignados reclaman en París, Londres, Nueva York, San Pablo, Tel Aviv o Berlín: Terrenos para un mundo posible: volver a darle raíces a la democracia. Economista y estadístico, vicepresidente de la ONG Attac desde 2009, miembro de la Red de Alerta sobre las Desigualdades, Thomas Coutrot rescata un hecho central en la emergencia de esta revuelta globalizada: ante el agotamiento del modelo capitalista y neoliberal y el descrédito de los dirigentes políticos, los pueblos salen a la calle y encarnan así una suerte de retorno a la raíz de la democracia. Para Coutrot, la sublevación del mundo occidental no hubiese sido posible sin las revoluciones árabes que las precedieron.

–Para usted, el movimiento de los indignados significa un retorno a las fuentes de la democracia. Pero hasta ahora los responsables políticos del planeta hacen oídos sordos a los reclamos de este movimiento mundial.

–El retorno a las fuentes de la democracia significa la intervención del pueblo. Es entonces casi normal que los dirigentes políticos se hagan los sordos porque no están de acuerdo con ello. Consideran que son los representantes del pueblo y que, por consiguiente, les corresponde a ellos gestionar los asuntos del pueblo. De hecho, los dirigentes políticos no quieren ver que en el movimiento actual hay una crítica fundamental contra el sistema tal y como funciona hoy. Será necesario mucho tiempo y mucho trabajo para que la clase política acepte ver que su papel ha sido puesto en tela de juicio. Por eso, lo esencial de todo esto no está tanto en la crítica al sistema financiero. Esto no es nuevo. Lo novedoso está precisamente en la crítica radical de la representación política, ese grito mundial que dice "¡ustedes no nos representan!”. La gente está diciendo: no es porque votamos por ustedes que van a hacer lo que les da la gana entre dos elecciones en contra de nuestra opinión. Esa es la innovación fundamental. El reclamo de un retorno a las fuentes de la democracia, a la democracia real, es histórico.

–Muchos analistas critican a los indignados porque carecen de líderes visibles. Ese no es su análisis.

–No, desde luego. Hay que ver esto desde una perspectiva histórica. Estamos recién al comienzo de una crisis muy profunda, una crisis a la vez del sistema capitalista y, más fundamentalmente, del modo de civilización y del llamado capitalismo parlamentario. Este capitalismo parlamentario está en una fase terminal y el movimiento de los indignados, que tiene resonancia mundial, es uno de los primeros signos que la sociedad está emitiendo. Las sociedades humanas están trabajando, creando alternativas para un modelo democrático que está agotado. No se trata entonces de un movimiento coyuntural que se vaya a apagar así nomás, o que se calmará con la próxima reactivación económica. Hay que verlo en una perspectiva más amplia, es decir, cara a los próximos diez años.

–Esto equivale a decir que la reprobación actual va más allá del confort y de un hipotético crecimiento recuperado o de la recuperación de la actividad económica.

–Sí, desde luego. Vemos muy bien que lo que está en tela de juicio es mucho más fundamental que la dominación de la finanza y que la misma dominación de la clase política. Lo que está en tela de juicio es un modo de desarrollo basado en el enriquecimiento permanente y el crecimiento constante, independientemente de toda finalidad humana. Por eso creo que este movimiento, que explota en plena crisis del modelo democrático, está llamado a madurar en los próximos años.

–Lo que vemos hoy es, de hecho, la explosión de todo un conjunto de ideas e iniciativas que ya estaban postuladas desde hace tiempo, tanto en el tercer mundo como en los países emergentes, en las comunidades indígenas. Esos discursos penetraron las democracias occidentales.

–Sí, es cierto. En el seno del movimiento alter mundialista ya se veía la emergencia de estos componentes así como la crítica radical del modelo de desarrollo, no sólo capitalista sino también occidental. Este modelo se caracteriza por estar basado únicamente en el bienestar material, independientemente de los valores y de la solidaridad. Hoy, ese movimiento ha logrado desarrollar sus críticas en el mismo corazón de Europa.

–¿Acaso el sistema capitalista no llegó ya al final de su propia barbarie social?

–No creo que haya llegado al final, pienso que aún tenemos para un rato y que todavía veremos desarrollos terribles. La crisis económica y social no se acabó. Aún no llegamos al final de la barbarie social. Me temo que lo que viene será muy feo con, por ejemplo, el desencadenamiento de los nacionalismos y el desgarramiento entre las naciones. Ya vemos hoy el ascenso de las tensiones dentro de la misma Europa, entre Estados Unidos y Europa, entre la China y Estados Unidos. Las rivalidades se afilan. Las elites intentarán prolongar su dominación, buscarán legitimarla recurriendo como siempre a un enemigo exterior, al nacionalismo. Sin embargo, la emergencia de un movimiento mundial como el de los indignados es un signo de que lo peor no es una garantía. La acción de la sociedad civil puede ser un muro de contención. Estamos en una carrera mundial entre soluciones autoritarias, que implican la xenofobia y el repliegue sobre sí mismo, y, del otro lado, la afirmación de una sociedad civil internacional en torno a los valores de la democracia. Lo curioso es que estos valores son los valores oficiales de las elites. De allí el hecho de que el movimiento de los indignados sea a la vez poderoso y peligroso para las elites, porque reposa sobre la ideología oficial de las elites. Pero esas elites se han vuelto incapaces de preservar esos valores.

–Es una paradoja: se hace una suerte de Revolución en nombre de los valores de la elite dominante.

–Sí, esa es la gran paradoja de esta crisis y de este movimiento, que defiende los valores supremos de la sociedad. Las elites que se proclaman democráticas están renunciando a la democracia para preservar su dominación.

–Muchos indignados reconocen la influencia determinante que tuvieron las revoluciones árabes en la posterior revuelta occidental.

–Las revoluciones árabes fueron una chispa fundamental porque demostraron que, incluso las situaciones más bloqueadas, que incluso los regímenes menos democráticos en donde las elites lo tenían todo controlado, podían desembocar en una situación revolucionaria increíble e inesperada. Las revueltas árabes aportaron un aliento de esperanza, un impulso, una dinámica. El mundo se dio cuenta de que las elites dominaban porque nosotros permitíamos que dominen. Hacen lo que quieren porque nosotros las dejamos hacer y, además, a menudo votamos para que lo hagan. Las revoluciones árabes fueron un mensaje de esperanza y un llamado a la sublevación de los pueblos. Hoy, la gente ha renunciado a resignarse.

–Otra paradoja radica en el hecho de que Francia, el país de la Revolución por antonomasia, el país de donde es oriundo el autor del libro a través del cual se plasmó el movimiento –Indígnense, de Stéphane Hessel– sea en la actualidad el más pasivo, el menos movilizado.

–Se trata de una auténtica paradoja. Hay varias razones para explicar esto. Tal vez la primera sea el fracaso del movimiento social contra la reforma del sistema de jubilaciones impulsado por el presidente Nicolas Sarkozy. Fue un movimiento muy profundo y mayoritario en la sociedad, que no logró que el gobierno retrocediera con su reforma. Eso ha pesado mucho en la disponibilidad mental de los ciudadanos para emprender otra acción colectiva. También tenemos la campaña electoral en curso, que polariza mucho los debates y lleva a que mucha gente se diga: vamos a sacarnos de encima a Sarkozy y después ya veremos. El último elemento es el hecho de que Francia no conoce por el momento una ola de austeridad tan brutal como Grecia, España o Portugal. Las políticas de austeridad en Francia están muy por debajo de las aplicadas en otros países, incluso Gran Bretaña o los Estados Unidos. Estos factores explican por qué, por el momento, la población no se siente tan agredida como en otros países.

–Sorprendió el surgimiento de un movimiento social en la cuna del liberalismo: Estados Unidos.

–La crisis social es la consecuencia del ultraliberalismo más dogmático, pero fueron los ultraliberales quienes cristalizaron un movimiento de masa como el Tea Party. Ahora bien, el despertar del movimiento de los indignados en los Estados Unidos muestra que la sociedad civil democrática empieza a organizarse, a actuar, a plasmarse en un movimiento de masa y popular.

¿Sabían ustedes que la UE tiene su propia policía antimotines en condiciones de operar en cualquier país europeo, sin que responda a ninguno de ellos? No, ni siquiera yo lo sabía.

sábado, 22 de octubre de 2011

GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA, MERCANTILISMO MILITARISTA E IDEOLOGÍA DEL FUNDAMENTALISMO DEL MERCADO


José Gpe. Vargas Hernández, M.B.A.; Ph.D.
Instituto Tecnológico de Cd. Guzmán
Cd. Guzmán, Jalisco, 49000, México
Telefax: +62 341 41 33116
jgvh0811@yahoo.com


Resumen

Este trabajo tiene por objetivo analizar los procesos de la globalización en las vertientes económica y financiera, como un sistema de mercantilismo militarista y como una ideología que pregona el fundamentalismo del mercado. Se inicia con una breve referencia a la teoría de la globalización para centrar el análisis en las tres vertientes y finalmente.

Se concluye con una revisión de las perspectivas de los procesos de globalización que requieren ser impulsados mediante un proyecto multilateral para la recreación del Estado de bienestar por vía neokeynesiana, bajo una ideología de centro radical en el cual debe estar un ambicioso proyecto educativo en todos los niveles, especialmente para los países no desarrollados.

Palabras clave: Ideología del fundamentalismo del mercado, mercantilismo militarista, procesos de globalización económica,

Teoría de la globalización

La teoría de la globalización enfatiza las transacciones económicas y sus vínculos políticos y financieros realizados con la complicidad del desarrollo de la tecnología de la información y la comunicación, desde una perspectiva de los elementos culturales.

El mercado considerado como un instrumento más eficiente de asignación de recursos, es la piedra angular de las teorías de los procesos de globalización.

La inclinación del posdesarrollo sobre "el lugar", la ecología política y la geografía posmoderna al estudiar la globalización, permite reconocer los modos de conocimiento y modelos de naturaleza basados en lo local (Escobar, 2000.:172). La complejidad de las relaciones entre lo local y lo global es enfatizada por contribuciones a la teoría de la globalización, como por ejemplo, Robertson (1995) ha acuñado el término “glocalización” que se asocia a la globalización de los fenómenos pero al mismo tiempo a la localización de relaciones económicas y políticas derivadas de los gobiernos nacionales a los gobiernos locales.

Los procesos de "Globalización" han perdido el rumbo teórico. Los supuestos beneficios de un mercado global justo y eficiente se basan en nociones fundamentales de la teoría del "equilibrio competitivo general", pero tal como ha señalado el profesor británico Paul Ormerod, el equilibrio competitivo exigiría la observancia de unos requisitos que nadie cumple, de tal manera que si tales conceptos todavía persisten se debe a los intereses de la profesión económica y a los lazos existentes entre la ideología política dominante y las conclusiones empíricas de la teoría del equilibrio general.

La globalización de las relaciones económicas y sociales son el resultado natural de la revolución tecnológica y su tendencia es a unir al mundo por encima de los vínculos institucionales. Bajo un análisis multicausal, Giddens (1999) reconoce como factores de la globalización, el sistema económico capitalista, el sistema interestatal, el complejo militar y los procesos de industrialización.

La implantación del modelo de la globalización desde la década de los setenta se da como un proceso fluido para los países miembros de una Comisión Trilateral con Estados Unidos, Europa y Japón, como una organización estratégica en la cual se diseña un modelo global que favorece a los capitales corporativos, en sustitución del modelo de economía internacional de la posguerra.

El colapso de la economía socialista y la implosión estratégica de las economías de mercado que abandona el modelo de desarrollo centrado en el Estado nación y basado en la industrialización por sustitución de importaciones, dieron lugar a una transformación cualitativa de los procesos de desarrollo económico impulsados por una competencia abierta entre localizaciones ubicadas en distintas partes del mundo, dando lugar a una globalización de los procesos económicos.

El orden estructural bipolar que prevaleció desde la Segunda Guerra Mundial y hasta la caída del Muro de Berlín es sustituido por el fenómeno de la globalización, cuyo centro principal de decisiones políticas y económicas tiende a ubicarse en Washington, las cuales se imponen mediante el denominado “Consenso de Washington”.

De acuerdo con Cohen (1995), la “globalización es un término que da cuenta de una doble realidad: de un lado la internacionalización de bienes, servicios y factores de producción; de otro, el surgimiento de empresas industriales capaces de concebir su desarrollo en escala mundial y formular para ello estrategias globales de producción, comercilialización y gestión.”

El concepto de globalización está estrechamente vinculado a la idea de un mundo sin fronteras ni barreras de ningún tipo, en donde las fronteras económicas, políticas, sociales y culturales rebasan a las fronteras nacionales. Ohmae (1995) sostienen que los administradores del sector privado y los formuladores de políticas están descubriendo que no tiene sentido en un mundo sin fronteras hablar de que los países tienen entidades económicas discretas. Sus variaciones internas son tan grandes y sus conexiones externas son extensivas como para hacer generalizaciones que puedan servir de guías.

La globalización es un conjunto de creencias que promueven un sentido de conectividad, interdependencia e integración en la comunidad mundial. Para Vilas (1997) “la globalización es un proceso de desarrollo desigual en sus diferentes niveles o dimensiones. En su etapa actual se encuentra mucho más desarrollada en materia financiera que en materia de producción o de comercio”.

La globalización como un proceso da forma a estrategias dentro de una visión que permite determinar otras alternativas en los modos de producción, estructuras de clases y arreglos políticos. El fenómeno conocido como la globalización se refiere a la proliferación del comercio global, los flujos de inversiones y las conexiones de comunicación en un mundo de rápida transformación tecnológica (Stein, 1999).

El término globalización es empleado actualmente para hacer referencia a cualquier cosa que puede ser desde la expansión del comercio internacional y empresas que cambian sus puestos de trabajo a cualquier parte del mundo, al igual que a los organismos multilaterales que fijan las reglas para el establecimiento de una economía global. En su sentido simple la globalización puede ser definida como el incremento de la interdependencia global

El concepto de globalización es ambiguo y sólo trata de expresar las evidencias empíricas. El concepto de globalización comenzó a emplearse con fines académicos a mediados de los años ochenta. En todo caso este concepto de globalización debe revisarse desde sus fundamentos, los contenidos y como procesos que caracterizan al desarrollo del capitalismo mundial y sociedades contemporáneas (Aguirre Rojas, 2000)

Para Held (2000) la globalización connota la ampliación e identificación de las relaciones sociales, económicas y políticas a través de regiones y continentes, además de que operan en múltiples escalas temporales. El mercado es una construcción social que operacionaliza relaciones sociales. La globalización trata de la interdependencia y de la imbricación cada vez más estrecha de las economías de numerosos países.

La globalización resulta intensificar las interacciones y la interdependencia internacional Sobre todo el sector financiero, ya que la libertad de circulación de capitales, de flujos financieros, es total y hace que este sector domine muy ampliamente a la esfera económica (Ramonet, 2000)

Los europeos prefieren hablar de “mundialización” en vez de “globalización” para describir el mismo fenómeno. De la Madrid (1996) destaca las tendencias actuales de la globalización en la económica, la mundialización de los fenómenos políticos y la mundialización de la sociedad. Estas tendencias son fenómenos macro por lo que se les denomina también mega tendencias que describen las principales características que determinan la globalización.

Los procesos de mundialización son inherentes a la creación y transformación de una cultura internacional cuyas características se muestran en una estandarización y homegeneización alentada por hábitos de consumo similares que desafían nuestras experiencias cotidianas y las complican. La tecnología producida por el aparato científico militar impulsa la homogenización cultural de hábitos, costumbres, valores, etc.

Las decisiones en la mundialización provocan conflictos locales que afectan a millones de personas lejanas y que dan lugar a la emergencia de nuevos movimientos sociales con una orientación hacia la pluralidad y la etnicidad.. La construcción colectiva de políticas culturales todavía es una tarea pendiente en la mundialización que se renueva en los procesos de democratización de la sociedad y que necesita concretarse en un proyecto político cultural.

La globalización como proceso, según Wettstein (2000), sostiene la “interacción - y eventualmente interdependencia- que se produce entre las distintas unidades constitutivas del nuevo sistema mundial (bloques de poder, empresas transnacionales, organismos financieros multilaterales, aparatos del Estado, sociedades nacionales, consumidores en sentido amplio), las cuales dan lugar a nuevas formas de configuración de clase.

El modelo neoliberal de globalización prioriza una política económica mundial de libre mercado que deja a las empresas en libertad de acción bajo una competencia por el dominio de los mercados globales en detrimento del marco regulatorio de los Estados nacionales minimizados en acción política e imposibilitados para la intervención, de tal forma que garanticen la multilateralidad de libre flujo del comercio, las finanzas y protejan los derechos patrimoniales. Bajo el modelo hegemónico neoliberal, los empresarios asaltan al Estado y concentran el poder económico y político. La creación de medios ambientes empresariales data de poco más de un siglo.

Los proponentes del modelo capitalista de desarrollo presentan con certeza al fundamentalismo del mercado como la solución a todos los problemas de pobreza. Por lo tanto el desarrollo de los países queda supeditado, condicionado y enganchado a un modelo capitalista. El modelo neoliberal de globalización solo concibe la coordinación de mercados anónimos para la asignación global de los mercados.

Bajo este modelo neoliberal de globalización económica, la dinámica económica privilegia el sector privado en la competencia por el dominio de los mercados. La globalización es una revolución avanzada del capitalismo financiero centrado más en la especulación financiera que en la producción apoyado por el uso de nuevas tecnologías de información y comunicación a través de los cuales circulan bienes intangibles.

Los fenómenos de la globalización están siendo estudiados desde diversos enfoques, tales como una época histórica, ideología, proceso, teoría, paradigma, etc., cada uno con diferentes significados.

Procesos de globalización

Las transformaciones a que da lugar los procesos de globalización se caracterizan en problemas de fronteras, los cuales cuestionan los intereses soberanos del los Estado-nación y los intereses regionales, internacionales y globales. Las transformaciones económicas y políticas también implican transformaciones de los valores sociales, culturales y sobretodo de valores morales.

Los únicos factores que influencian la desigualdad de los procesos de globalización son la dotación de recursos de los países y su tecnología. Por lo tanto, la distribución de los beneficios derivados de un modelo económico basado en procesos de globalización llevados al extremo de generar exclusión de pueblos que no pueden insertarse en el mundo globalizado, requiere de nuevas formas y arreglos institucionales que realicen las transformaciones que hagan viable la ampliación de oportunidades.

Los procesos de globalización se encuentran en una estrecha relación con los procesos de desarrollo regionales, nacionales y locales. El desarrollo regional se encuentra estrechamente imbricado con los procesos acelerados de la globalización bajo un nuevo paradigma orientado por la revolución científico-tecnológica que profundiza los procesos de descentralización gubernamental, impulsa la creación de empresas y el cuidado del medio ambiente.

Estos modelos locales desafían "lo inevitable" de la penetración capitalista con los procesos de globalización y que por lo tanto, se puede decir que todo lo que surge de la globalización encaje en el guión capitalista.

Las tendencias de los procesos de globalización no son realidades inmutables como pregona el modelo neoliberal hegemónico. No existe la pretendida universalidad del modelo único de gestión macroeconómica ni tampoco el mismo proceso de integración a la globalización que como garantía de éxito puedan recetarse para todos los países. Estar en contra del modelo neoliberal actual como único camino de los procesos de globalización no significa estar en contra de la misma globalización.

La determinación de los actores, ya sea internos (elites político-económicas subordinadas al capital transnacional, por ejemplo) como externos (los países hegemónicos, grandes corporaciones transnacionales o multinacionales) que promueven los procesos de globalización y de los que se benefician, nos sirve para posibilitar su reversibilidad, a pesar de que Fukuyama (1999) sostenga lo contrario cuando dice que la globalización llegó para quedarse por tres razones: Porque no hay un modelo de desarrollo alternativo, porque la izquierda está debilitada y por el apuntalamiento que recibe de la revolución tecnológica, argumentos que no son del todo convincentes y fácilmente rebatibles.

Los procesos de globalización se manifiestan en las dimensiones de lo económico y financiero, la división internacional del trabajo, la economía mundial capitalista, el sistema de Estados-nación y el orden militar e ideológico mundial.

a. Procesos de globalización económica y financiera

Es importante relacionar los procesos de globalización económica con la sociedad de la información, aunque se trata de dos fenómenos diferentes. Algunos analistas defensores de los procesos de globalización económica sostenían que la nueva economía sustentada en la revolución científico-tecnológica, “ya no estaba sometida a crisis cíclicas “ (Petras, 2001a). Apreciaciones que la realidad ha demostrado ser falsas, porque la coincidencia de las crisis estructurales y cíclicas han derivado en recesiones económicas.

Los defensores de los procesos de globalización económica sostienen que la productividad se incrementa cuando los países producen aquellos bienes y servicios en los que tienen ventaja comparativa. Los actores que promueven los procesos de globalización económica son optimistas con respecto a los resultados y a las oportunidades que esperan se traduzcan en crecimiento económico, desarrollo social, pluralismo político y democracia. Los detractores de estos procesos argumentan que están ampliando la polarización social y las brechas de la desigualdad económica e incrementando los niveles de pobreza, marginación y exclusión social, que ha dado lugar en Europa al concepto de aquellos que no tienen “nombre ni domicilio fijo”.

Los procesos de globalización económica y comercial son impulsados por los acuerdos entre los Estados y por el crecimiento de las empresas multinacionales. La profunda transformación de los procesos de globalización económica beneficia a las grandes corporaciones transnacionales en perjuicio de los trabajadores. En sí, los procesos de globalización económica desafían el orden económico, político y social y arrebatan el control de los mercados a los Estados-nación, en el supuesto de que los mercados se autorregulan.

El nuevo marco de los procesos de globalización financiera, las instituciones financieras internacionales se han convertido en instrumentos que contribuyen a imponer, a menudo con la complicidad táctica de los Estados imperiales y la resignación de los Estados nacionales, políticas de privatizaciones y de liberalización de los mercados detrás de planes de ajuste estructural.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reconocido que la globalización financiera y la apertura a las corrientes de capital no siempre tienen efectos positivos en las economías de los países en desarrollo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reconocido que la globalización financiera y la apertura a las corrientes de capital no siempre tienen efectos positivos en las economías de los países en desarrollo.

Las transformaciones económicas locales y regionales, por ejemplo están involucradas con las transformaciones en la misma estructura económica regional, en los cambios de las políticas económicas nacionales y los procesos de globalización económica. Las regiones adquieren un papel creciente y determinante en la geografía de los procesos de globalización económica, ya sea por el aprovechamiento de las ventajas competitivas regionales y su cercanía con los mercados globalizados.

Los procesos de globalización económica son inextricables e interdependientes de las instituciones y los procesos sociales y políticos, como en el caso de las relaciones de los Estados y el Estado-nación. Los países que ganaron su independencia de las potencias europeas, entraron en los procesos de globalización económica. Así, la globalización económica sustituye al viejo sistema colonialista de las potencias europeas para la acumulación capitalista. Las dinámicas de los procesos de globalización económica han sido favorables y productivas para algunos agentes, pero disfuncionales, destructivas y desestabilizadoras para otros.

No obstante, los diferenciales en los procesos de globalización económica e identidad cultural de los pueblos profundizan las fracturas sociales. Las diferencias en los avances de los procesos de identidad de los pueblos y los procesos de globalización económica están abriendo más las fracturas sociales.

Pero los procesos de globalización económica empujados por la competencia abierta de los mercados globales bajo el modelo neoliberal de desarrollo, desafían las formas de gobernabilidad institucional de los estados nación, presionan para la liberalización y desregulación de los sistemas económicos y financieros, promueven la privatización de amplios sectores de empresas públicas e instituciones de investigación y educación superior, adaptaciones de políticas ambientalistas y sociales, etc

El eje central de este análisis es la determinación de los cambios en la función de la gobernabilidad de la sociedad, tradicionalmente encomendada a los Estados-nación, como resultado de la revolución tecnológica de la información y de los acelerados procesos de globalización económica. Por lo tanto, en los contextos de las formas y estructuras de gobernabilidad global de los mercados que interacciona con la gobernabilidad local, se integran en procesos de globalización económica los emplazamientos y clusters locales y regionales.

Por lo tanto, los procesos de globalización económica inducen deliberadamente y perversamente impedimentos para la expansión de las libertades, oportunidades y capacidades individuales en los países menos desarrollados. Conforme a la teoría de las estructuras sociales de acumulación, la provisión de beneficios de bienestar social está en procesos de transformación y adaptación a los cambios de las instituciones del sistema capitalista desregulado debido a las fuerzas que impulsan los procesos de globalización económica, social y política.

La dualización social es un fenómeno complejo que resultan de la implantación de los procesos de globalización económica y que se manifiesta en desigualdades extremosas y profundas entre los cada vez más ricos, quienes reciben todos los beneficios y los excluidos o marginados, quienes nunca tendrán alguna posibilidad de acceso a disfrutar de los beneficios.

Los procesos de globalización económica afectan la democratización de las estructuras del Estado. El debate sobre la relación entre la globalización económica y el Estado nación presenta dos frentes. Un primer frente se enfoca a considerar la gobernabilidad del Estado nación como rebasada por la globalización económica y un segundo frente que sigue considerando que el Estado nación no solo retiene sus funciones reguladoras, sino que continúa siendo el principal promotor del desarrollo y el soporte de las relaciones internacionales de los pueblos. Esto hace pensar que para contrarrestar los efectos de los procesos de globalización económica actual, es necesario también globalizar la solidaridad.

Bajo este nuevo arreglo geoeconómico global, la gobernabilidad centrada en el estado nacional que no resiste los embates de los procesos de globalización económica pierde control en sus fronteras territoriales sobre los flujos económicos, financieros y tecnológicos en sus fronteras territoriales, para dar lugar a procesos de dependencia-interdependencia.

De hecho, el problema con la democracia global no es un problema de falta de gobernabilidad, como resultado del debilitamiento del papel del Estado por los procesos de globalización económica, sino por la desigualdad que está creando entre los diferentes países y entre la población al interior de cada Estado, es pues una democracia de carácter económico.

La globalización de los procesos económicos incide también en la globalización de procesos científicos y tecnológicos, genera nuevos medios y formas de información y comunicación, caracterizadas por ser excluyente de aquello que no tiene valor.

Las capacidades del Estado-nación para eliminar las brechas existentes en las disociaciones y disfuncionalidades entre los alcances de los procesos de globalización económica y los procesos de identidad cultural son muy limitados. Las limitaciones sociales y políticas puestas a los procesos de globalización económica previenen de su alcance final.

A pesar de la fuerte tendencia de urbanización, en América Latina continúa habiendo zonas rurales importantes a las que afectan los procesos de globalización económica y cuya producción es una de las más rentables para el capital extranjero, más sin embargo los campesinos no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas en un mercado desigual, la marginación, pobreza, analfabetismo, enfermedades, etc., alcanzan índices escandalosos.

La reglamentación de los procesos de globalización económica por organismos supranacionales surge a partir de la capacidad de cooperación entre los diferentes regímenes políticos y la solidaridad civil de los pueblos. Es por lo tanto, uno de los principales retos que enfrenta el orden político internacional.

El reto permanece en la urgente necesidad de desarrollar nuevas tecnologías sociales capaces de incorporar a los sectores informales de la economía a los beneficios de los procesos de globalización económica en franca contradicción al modelo de desarrollo hegemónico actual.

b. El mercantilismo militarista

El sistema capitalista impone a través de los procesos de globalización e integración económica el dominio de un nuevo orden mundial, denominado como “imperio” caracterizado por una nueva forma de soberanía basada en el poder económico de un mercado global, el monopolio militar y la comunicación global. Además, es el poder militar el que se ha concentrado más abiertamente.

La retórica del poder militar hegemónico en el mundo, justifica las intervenciones militares en los demás países del mundo por “razones humanitarias”, para imponer la democracia como sistema de gobernabilidad global o en nombre de los derechos de los pueblos. Para mantener su hegemonía, los Estados Unidos llevan a cabo una estrategia sistemática de demostración del poder militar, mientras que se muestra defensor de la democracia, la paz universal, el progreso material y los derechos de los pueblos.

Pero la aplicación de estas tesis es contradictoria e incompatible con “el empleo sistemático del poder político, militar y económico del país en una praxis de colonialismo, proteccionismo y explotación de los pueblos bárbaros” (Dietererich, 2002). No obstante, bajo la consigna de globalización, el capitalismo imperialista estadounidense asegura el dominio mundial y, además, puede justificar intervenciones militares para derrocar aquellos regímenes que no obedecen a las consignas.

La expansión política, económica y militar ha dado lugar a un nuevo orden mundial dominado por un Estado imperial cuya centralidad se evidencia en áreas fundamentales de “actividad político-económica, cultural y económica que refuerzan la posición de los poderes imperialistas, particularmente los de USA”, según Petras (2001b). Esta expansión militar y política siempre precede a la expansión de las corporaciones transnacionales, mediante alianzas militares de los estados imperialistas y los aparatos militares de otros.

Esta hegemonía global del capitalismo neoliberal o neocapitalismo, se expresa en el poderío militar de los Estados Unidos y en la expansión de las grandes corporaciones transnacionales que atacan todas las posibles coacciones sociopolíticas. Las alianzas militares de los estados imperialistas y los aparatos militares de otros Estados promueven la penetración y expansión de las transnacionales en los mercados internacionales.

Previa a la expansión de las corporaciones transnacionales en los mercados internacionales se requiere la expansión militar y política de los Estados imperiales. En cada nueva fase de expansión de las grandes corporaciones transnacionales se ha requerido del apoyo de los Estados imperiales, los cuales efectúan primero la expansión militar y política. Las corporaciones transnacionales se expanden globalmente aprovechando las situaciones políticas.

La ambición sin límites de estos intereses transnacionales es tener una mayor participación en la riqueza que se está generando globalmente, para lo cual cuentan con la protección y el apoyo de la hegemonía política que mantiene el grupo de países más poderosos económica y militarmente, dando lugar a un militarismo mercantilista. La hegemonía militar que sostiene el poder imperial tiene una relación directa con el crecimiento del dominio económico que ejercen las transnacionales. A su vez, el militarismo mercantilista aumenta su gasto para mantener su poder hegemónico.

La tecnología producida por el aparato científico militar impulsa la homogenización cultural de hábitos, costumbres, valores, etc. Niveles complejos de desarrollo tecnológico y surgimiento de nuevas formas más dinámicas de organización conllevan una creciente concentración del poder y control supranacional económico, ideológico y militar que sustentan la creación de un nuevo orden mundial centrado en la globalización del sistema capitalista, pero que además se acompaña de procesos de expansión de la economía informal que deja en los márgenes el incremento de los niveles de marginación, exclusión social, pobreza y el surgimiento de organizaciones no gubernamentales que resisten el modelo de desarrollo.

La política de libre comercio promovido por los neoliberales y por los fundamentalistas de la derecha, ha sido aceptada porque lleva implícito el principio democrático y para lograrlo justifica el uso de la fuerza militar de la “única potencia” que como “nación indispensable” se siente obligada a “conducir al mundo”, como en alguna ocasión en febrero de 1998, proclamara la Secretaria de Estado Albright. Estados Unidos usa en forma irrestricta el poder militar para imponer su hegemonía en el mundo.

Además de la reacción violenta de los militares y los grupos paramilitares de la derecha. Pero las ventajas especificas de la economía no es la base de la hegemonía estadounidense, sino su poder militar para imponer su hegemonía con base en el neoliberalismo como sistema económico. En el frente militar apoya los procesos de globalización con un aparato de seguridad efectivo.

El poder se relaciona con la capacidad de imponer a otros lo que se considera como una verdad. Las fuentes del poder del sistema capitalista hegemónico son los considerados como poderes duros, el económico y el militar que mediante la sanción económica o el uso de la fuerza obligan a cambiar de la posición de otros, y el poder blando o cultural que mediante formas indirectas y sutiles de ejercicio del poder, inducen la aceptación del modelo de desarrollo neoliberal

La única disyuntiva para los Estados latinoamericanos es la integración al imperialismo estadounidense o europeo sin que se concrete una resistencia como un gran bloque de naciones. Muchos de los créditos, muchas de las veces depositados en las cuentas de los mismos bancos, eran destinados a los países pobres a financiar gastos militares, a aumentar el capital propio de políticos corruptos y en menor medida a proyectos de dudosos beneficios para las poblaciones.

La estrategia del Consenso de Washington como el único modelo para el desarrollo bajo una economía de control nacional basado en imponer la democracia y el libre mercado y comercio en cada rincón del globo, aunada a la estrategia de guerra preventiva para la consolidación de supremacía militar, mantiene a Estados Unidos como la economía del imperio.

El Estado transnacional crecientemente desarrolla mecanismos militares para la ejecución de la política económica, pero ha sido incapaz de regular los flujos de capitales especulativos que generan incertidumbre e inestabilidad al propio sistema capitalista. Con el deterioro del liderazgo económico de los Estados Unidos, a pesar de que conserva la hegemonía militar, están surgiendo otras potencias que rivalizan y organizan bloques comerciales con otros países para participar con ventajas en los mercados mundiales, y los vuelven altamente competitivos.

La derecha ha aprovechado las circunstancias para promover activamente las funciones del Estado orientados por una política económica que benefician a la expansión de las grandes corporaciones transnacionales, la cual es precedida por una expansión militar y política de los Estados imperialistas.

c. El Fundamentalismo del mercado, la ideología de los procesos de globalización económica

El término ideología se refiere al sistema de pensamiento y creencias que explican como los individuos y grupos operan en un sistema social y que principios ejemplifican. Toda ideología permite la generalización en los ambientes complejos en los que operan y de los que no tienen un conocimiento completo, sino incierto, en esta era del conocimiento. El frente ideológico es “silencioso e invisible” cuyo objetivo es “convencer a la humanidad de que la globalización traerá la felicidad universal” montado por universidades, centro de investigación y la manipulación de los medios de comunicación.

El frente ideológico de los procesos de globalización tratan de “convencer a cada persona del planeta de que la globalización es lo mejor que le puede ocurrir al planeta. Esa es la idea. Y quien trabaja sobre ese frente son los medios de comunicación... En este caso, el poder mediático es un poder que no tolera las críticas contra la globalización, que censura a aquellos intelectuales, aquellos universitarios, aquellos economistas, que desarrollan tesis hostiles a la globalización." (Ramonet, 2000).

Desde una perspectiva histórica el capitalismo muestra algunas contradicciones que limitan su desarrollo y que ponen en riesgo la 'mitología política de la contención' para entrar en una incontrolable crisis del imperio colectivo y que para evitarlo requiere de modelos alternativos para un nuevo orden mundial que en mucho dependerá de las fuerzas emergentes en oposición al nuevo colonialismo global que se acomoda en una ideología política cínicamente represiva y excluyente.

La filosofía de la ilustración sirvió de base para la creación de las culturas e ideologías europeas modernas que influyo en la formación de los primeros centros del desarrollo capitalista, ya fueran católicos (Francia) o protestantes (Inglaterra y Holanda), sino también en Alemania y Rusia y cuyo impacto alcanza hasta nuestra época.

El surgimiento del capitalismo a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX se debe al uso de nuevas tecnologías como la máquina de vapor y de nuevos medios de transporte como el ferrocarril, los cuales aceleran la producción y los intercambios de la economía y generan el enriquecimiento de quienes se benefician de estos avances técnicos. Los no beneficiarios forman una clase social nueva que requieren de una ideología socialista para oponerse al capitalismo la cual tiene su máximo desarrollo en los siglos XIX y XX. La lógica capitalista es la ideología dominante en occidente desde la Revolución Industrial y se impulsó fuertemente en el siglo XIX, basada en la acumulación del capital mediante la obtención del máximo beneficio.

Las economías orientadas por ideología tienden a transformar la realidad concreta. La ideología neoliberal tiene sus raíces ideológicas en los siglos XVIII y XIX en los pensadores liberales tales como Adam Smith y John Locke. Es en este sentido que la ideología universalista del neoliberalismo, la misma del mercado, la cual propaga y exporta los valores y las prácticas de los países occidentales y más específicamente de los anglosajones, construye un bloque histórico para sostener la hegemonía americana.

La ideología estadounidense fue marcada por las sectas protestantes que poblaron las colonias afianzando su legitimidad en referencias bíblicas y extendiendo su misión como un “destino manifiesto” de un “pueblo elegido” para regir los destinos globales, implícito en la conquista del Oeste y exterminio de indígenas. La ideología estadounidense se ha visto fortalecida con las olas de inmigrantes que cambian su sufrimiento por un individualismo marcado por una ideología liberal dominante que retrasa el surgimiento de una expresión política de conciencia de clase y la ciudadanía activa aunque fortalece las identidades étnicas para una mayor manipulación política. Así, las luchas por las ideologías comunitarias se limitan al racismo institucionalizado.

Desde este punto de vista alternativo, la modernización fue el venero ideológico del capitalismo occidental cuyas incursiones en el resto del mundo lo mantuvo en un permanente retraso. No obstante, la modernidad es la ideología del sistema capitalista que se declara a sí misma como la defensora de los derechos individuales por sobre los derechos de la sociedad.

La ideología del liberalismo fue el fundamento para la creación de las instituciones de Bretton Woods. Estos cambios estructurales y los intereses mutuos de estas alianzas son puestas en ideología neoliberal, la cual tiene sus raíces ideológicas en los siglos XVIII y XIX en los pensadores liberales tales como Adam Smith y John Locke. Durante los años 1945-1975, los Estados-nación implementaron una política económica y social orientada por el modelo del Estado de Bienestar y en función de las alianzas políticas y sociales determinadas por una ideología nacionalista que contravenía los lineamientos de las principales instituciones financieras internacionales.

El capitalismo como ideología adoptada por el liberalismo político, posibilita una interpretación económica y política del individuo y la sociedad mediante la fundamentación de una ideología empresarial. Esta ideología empresarial está basada en motivaciones que alientan la persistencia en el trabajo, la vida austera, la lucha por el avance material, la rendición de cuentas del individuo hacia sí mismo, hábitos de autorregulación y dirección personal, etc., propias de la ética protestante del trabajo descritas por Weber.

La ideología neoliberal que fundamenta la economía capitalista impulsa los procesos de globalización. La promoción de esta ideología es de hecho un producto de la estrategia global contemporánea de las transnacionales así como de las políticas de las administraciones de Reagan, Bush y Clinton en los Estados Unidos y de Thatcher y Major en Inglaterra. La doctrina económica neoliberal y monetaria se convirtió en el nuevo pensamiento único en que se apoya la economía global y que se consolida con el apoyo de una política económica del Estado, y por lo tanto, como una orientación estratégica, se define la política de Estado.

La ideología de la globalización no es neutral, porque es la respuesta económico-política a los intereses de los poderes hegemónicos desde la caída del muro de Berlín. El cual, para muchos analistas, junto con la caída de la Unión Soviética, marcan el inicio de un nuevo ciclo histórico cuya característica principal es la globalización. La desaparición de la Unión Soviética significó el triunfo del Estado imperialista y el inicio del desmantelamiento del Estado de Bienestar.

La ausencia de una ideología alternativa al capitalismo globalizador desde el colapso del comunismo en 1989, estrecha los vínculos entre la ideología del libre mercado y la democracia liberal, entre la política económica neoliberal y la democracia liberal en un proceso de ownership o corresponsabilidad y legitima el sistema político resultante. El modelo de democracia promovido por los procesos de globalización es de la democracia liberal transnacional, el cual soporta las nuevas bases de la gobernabilidad del sistema capitalista centradas en los derechos de propiedad más que en los derechos personales.

Surge así un Estado neo-colonial que es activo, regulador e intervencionista al igual que el Estado de Bienestar o el Estado populista, pero sus actividades, reglas e intervenciones se orientan a servir los intereses del capital extranjero y de la clase capitalista transnacional (Petras, 2001b).

La ideología de la globalización pugna por la liberalización de las economías en un mundo en el que dominan las empresas transnacionales. Las grandes corporaciones transnacionales y multinacionales controlan los comportamientos locales mediante la aceptación o rechazo de las acciones de los actores y definen la ideología dominante en principios de libre mercado y competitividad, los cuales introducen aparentemente como resultado del interés colectivo de la ciudadanía. El capitalismo corporativo se reproduce socialmente mediante el uso de técnicas que no son ideológicamente neutrales, se asigna el control a administradores eficientes y se racionaliza el crédito mediante una tendencia clasista.

En este contexto, surgen las propuestas de políticas neoliberales que retoma los principios y tesis clásicas del liberalismo económico promoventes de una libertad económica como ideología hegemónica del mercado que transforman la economía mundial en diferentes grados conforme a la región y al país. La economía de mercado requiere de instituciones que facilitan los intercambios.

La globalización representa la fase más avanzada del desarrollo capitalista del cual se benefician las elites económicas mediante los procesos de integración global sustentados en el neoliberalismo como una doctrina de ideología económica y política. Fukuyama (1999) proclamó el final de la historia para significar el triunfo ideológico del liberalismo económico por sobre el pensamiento socialista. Este liberalismo económico se apuntala en el mercado como un mecanismo efectivo de regulación que fomenta una cultura global de consumo y en la democracia liberal como la única forma de organización política capaz de equilibrar las aspiraciones individuales y colectivas de libertad con el poder del Estado.

La globalización como ideología aparece en la esfera pública cuando ya no tiene utilidad para su análisis. Esta ideología hegemónica constriñe las elecciones disponibles clarificando de la mente de los seres humanos la posibilidad de cualquier otro camino que no sea el que está tendiendo enfrente de todos. Las ideologías tienen siempre un propósito económico, un medio racional de los individuos para fomentar el capital humano Esta ideología del mercado como motor de los procesos de mundialización, condenan toda resistencia o disidencia bajo acusaciones de que no se ajustan a un “realismo”.

Como proceso, la globalización pretende cancelar todo proyecto ideológico que no sea el proyecto centrado en la economía, el mercado, las finanzas y la competitividad, como un pensamiento único. Pero en realidad, este pensamiento único no existe, más bien el mundo tiende a fragmentarse más que a unificarse. Por otro lado, aparentemente desde la dimensión ideológica, la integración económica es una tendencia contraria a los procesos de globalización e interdependencia, los cuales son usados para reinterpretar y debilitar los principios de autodeterminación y soberanía política de los pueblos, mientras que en el otro extremo se enfatiza una propuesta al ultra regionalismo.

La elite económico-política y sus agentes realizan campañas para legitimar la ideología neoliberal del capitalismo transnacional que promueve el libre mercado. La tradición ideológica de las elites viejas como estrategia de los grupos de nivel socioeconómico alto, se orienta a limitar la modernización económica al mismo tiempo que fortalece los valores tradicionales de socialización centrada en la familia y en la escuela (Germani, 1966).

La sociedad de la información ejercita mayores espacios de control político y social e incrementa el vacío entre las diferencias económicas y sociales de los pueblos mientras que impone la homogeneización cultural e ideológica. La mercadotecnia y la publicidad masiva apoyadas por los medios de comunicación e información electrónicos constituyen un poderoso instrumento del aparato ideológico que estandariza el consumo de satisfactores (productos y servicios) que penetra y abre nuevos mercados sin conocer fronteras geográficas para las poderosas corporaciones transnacionales.

De acuerdo a Hernández Arregui (1973) “La propaganda del imperialismo apunta particularmente a las clases sociales que temen el cambio. La clase media es uno de sus objetivos centrales. La clase media o pequeño-burguesía, a diferencia de la burguesía y el proletariado muy homogéneas en su composición de clase y en sus valorizaciones sociales, ofrece desigualdades de composición, asimetrías de nivel y diversidades ideológicas en sus diversos estratos componentes -pequeñas industrias, comerciantes, profesionales, maestros, empleados- y esta diversidad de composición se expresa en una forma extrema de individualismo y en cierta resistencia a la solidaridad social organizada […] Esta clase muy sugestionable y formada en el sistema de costumbres y valorizaciones de la burguesía, es fácilmente orientada por los grupos interesados en modificar una situación política dada. La técnica utilizada es siempre la exaltación de la moral, la necesidad de restaurar los cimientos del orden amenazados, la familia, la religión, la propiedad”.

Así, se consolidan sus estructuras de dominio e imponen una concepción de las relaciones sociales y la vida misma centradas en el consumo. La internacionalización de los mercados tiene una tendencia globalizadora que estandariza y homogeneiza patrones de consumo, comportamientos, comunicaciones y sistemas de producción y organización.

Las instituciones financieras internacionales y las grandes corporaciones transnacionales no solamente ejercen un implacable control social y económico sino también una profunda transformación del sustrato cultural e ideológico hasta lograr una anulación de la identidad de los pueblos y comunidades mediante la manipulación de los medios de comunicación en función de sus intereses económicos. A pesar de que el cuestionamiento de si las identidades colectivas son una ficción ideológica (Vargas Llosa, 2000), no parece ser muy consistente.

La globalización neoliberal es la hegemonía de la ideología del mercado representada por una “metáfora incontroversial por una sociedad en libertad para hacer con la propiedad lo que le plazca sin interferencia del Estado” (Birchfield, 1999). Un Estado ideológicamente comprometido, dispuesto a ocultar su rol histórico como entidad independiente y a rechazar la idea de soberanía popular para así poder implantar políticas por vías autoritarias, por real decreto”, sentencia Petras (2001b).

Para establecer le ideología del libre mercado nacional e internacionalmente, se requiere de una intervención estatal fuerte para desregular las economías nacionales, desmantelar las instituciones de regulación económica tradicionales y liberalizar el comercio exterior y el capital.

El concepto de mercado se significa en los planos espacial, ideológico, la acción social y el institucional. La globalización neoliberal hace de la ideología del libre mercado el centro de las relaciones sociales, cambiando su realidad y transformando las formas de relaciones personales centradas en una competencia que controla los comportamientos entre los mismos individuos, como si fuera un mecanismo motivacional fuertemente impulsado por el mismo sistema imperial, y más concretamente por los Estados imperiales.

El mercado es una construcción social que operacionaliza relaciones sociales. Estas mismas fuerzas también motivan a los capitalistas individuales y a las empresas capitalistas a concentrar y centralizar su control en varios medios donde la riqueza se acumula.

Esta única ideología es la ideología fundamentalista de libre mercado global, según la cual los mecanismos distributivos de los mercados competitivos producen mejores resultados que otras instituciones. Esta retórica basada en la doctrina del libre mercado ha sido promovida por los ideólogos de la derecha y asimilada y repetida por los de la izquierda. La ideología de la democracia del libre mercado constituye el cuerpo teórico y la práctica de la política de desarrollo internacional, pensada como problema de gobernabilidad para establecer las reglas de juego a los agentes económicos.

La base de esta nueva ciudadanía mundial es un ser humano que es reducido a la simple expresión de su capacidad para generar beneficios económicos en un mercado planetario transculturizado e interculturalmente uniformado que consagra como único modo de pensar una ideología única y hegemónica, en un diálogo sordo. Toda ideología permita la generalización de una realidad de la que no se tiene el conocimiento completo porque opera en ambientes inciertos y complejos.

El surgimiento de un nacionalismo cosmopolita formador de identidad postnacional es la consecuencia directa de identidades nacionales que están en apertura a entornos que exigen más tolerancia y pluralidad ideológica, y que se basa en los principios universalistas del Estado de Derecho y de la democracia. Las democracias occidentales le permiten a los individuos el esparcimiento, los servicios y el entretenimiento para buscar la verdad subyacente detrás del velo de la distorsión y la mala representación, la ideología y los intereses de clase a través de los eventos de la historia contemporánea que nos presentan. Las fuertes campañas ideológicas asumen que frente a las fuerzas del mercado, el Estado es cada vez más irrelevante.

Esta dimensión ideológica neoliberal de la globalización amenaza con marginar y autodestruir a quien no se someta a sus lineamentos y estrategias. La ideología neoliberal se ha usado para justificar la estrategia de las políticas de reestructuración y ajuste económico seguidas en la mayor parte de los países latinoamericanos desde los ochenta.

Después de años de dictadura militar en algunos países latinoamericanos, las instituciones creadas para el establecimiento de mecanismos del sistema democrático y de la distribución inicial de la riqueza que afecta las inversiones de capital humano y de capital físico, tiene un papel importante en la determinación de los niveles de pobreza y de mercado competitivo han estado en conflicto con las orientaciones ideológicas prevalecientes.

Las políticas proteccionistas de los denominados mercados emergentes impedían el avance del proyecto del libre mercado, por lo que el neoliberalismo condena y arremete contra la ideología del desarrollo a través de la aplicación de regulaciones de las instituciones financieras internacionales para convertir a las economías emergentes en consumidoras de productos y servicios de los países más avanzados, para quienes estas regulaciones no aplican.

La ideología neoliberal se ha usado para justificar la estrategia de las políticas de reestructuración y ajuste económico seguidas en la mayor parte de los países latinoamericanos desde los ochenta.

El decálogo del Consenso de Washington es un eufemismo para suavizar semánticamente el modelo neoliberal global que fue ideado por John Williamson, asesor económico del Banco Mundial e impuesto en 1991 por la Casa Blanca bajo el padrinazgo de la Reserva Federal, la Secretaría del Tesoro, el FMI y el Banco Mundial, para paliar la década perdida de Latinoamérica y ocupar el vacío ideológico que dejó el derrumbe de la URSS, como el evangelio del "fundamentalismo de mercado" que constituye la principal exportación ideológica de Estados Unidos: la teoría de cómo el mundo debe ser manejado, bajo su supervisión.

La agenda ideológica del Consenso de Washington proponía políticas económicas pragmáticas que suponían eran válidas para todo tiempo y para todos los países, pero la aplicación práctica ha sido decepcionante.

La mayor parte del mundo ha sido atrapada entre las garras de una ideología hegemónica del libre mercado pregonada por la globalización, con graves consecuencias para la democracia, la continuidad colonial de la explotación y deterioro de los recursos físicos. Además, los Estados neoliberales ejecutan las políticas económicas, monetarias, fiscales, etc., proporcionan la estabilidad y control político social mediante el establecimiento de un sistema represivo cuando el aparato ideológico falla. Las regiones pueden continuar siguiendo el mismo curso de los eventos de integración creciente en la economía global capitalista bajo la continua influencia de la ideología neoliberal y de los regímenes civiles moderados de derecha.

La complejidad de la realidad social de Latino América contemporánea es quizás pensada como una complejidad híbrida de ideologías, prácticas y condiciones de la premodernidad, modernidad y postmodernidad. Se ha generalizado un creciente cuestionamiento a los valores de la modernidad, sus supuestos de progreso lineal y la tendencia a identificarse con valores eurocéntricos (Tucker 1992).

Con la crisis ideológica del neoliberalismo que tiene implicaciones con la crisis económica y social que debilita los sistemas políticos, se cuestionan los principios del libre mercado, se promueven las acciones de la sociedad civil y se reivindican las funciones complementarias del Estado. La crisis institucional se profundiza por la falta de una ideología de identidad, en parte porque la identidad nacional disociada del Estado se convierte en ideología con corresponsabilidad en el modelo de desarrollo. La crisis de identidad nacional es resultado de la crisis del Estado nación, es decir, de la separación entre ambos, lo que da lugar a que la ideología nacional sea reemplazada por la ideología del mercado.

Una fe ideológica en el poder de los mercados para resolver las disputas sobre la asignación de recursos, conduce a negar la legitimidad del gobierno para involucrarse en la redistribución de la riqueza al pobre, lo que se convierte en irresponsabilidad gubernamental. Soros (2002) argumenta que al afirmar que el interés público se beneficia al permitir que las personas persigan sus intereses personales, los fundamentalistas del mercado han borrado la distinción.

El fundamentalismo del mercado es una ideología falsa y peligrosa. Es falsa por lo menos en dos aspectos: en primer lugar, interpreta en forma por demás errónea el funcionamiento del mercado, pues da por sentado que los mercados tienden al equilibrio y que éste garantiza la distribución adecuada de recursos. Los que se adhieren a esta ideología de conveniencia no tienen escrúpulos para torcer las reglas en beneficio propio. El resultado no es la competencia perfecta sino un capitalismo tramposo, en el que los ricos y poderosos se sienten justificados en disfrutar de su posición de privilegio.

Una economía global se apoya en la idea de una economía sin naciones-Estado bajo el influjo de una ideología de libre mercado, exagera la autonomía del capital con respecto a Estado. Las instituciones políticas se vuelven sumisas a las leyes del mercado y más que decisiones electorales, son los caprichos de los mercados financieros quienes rigen los destinos de un Estado cuya principal función es la protección de los intereses de un sistema económico al servicio del capital, así la ideología estadounidense sirve a los intereses del capital.

Con la adopción de las políticas económicas neoliberales, la economía adquiere más importancia y acota la política, de tal forma que la ideología de los partidos políticos es muy similar, con leves diferencias en la incorporación de las experiencias y expectativas locales en torno a un núcleo fuerte. Este riesgo es agravado además por los partidos políticos que pierden el rumbo ideológico y programático, lo que les impide ejecutar sus funciones de representación y organización de la política democrática que los faculta para la acción política.

La ambigüedad en la definición ideológica y política de los partidos y organizaciones políticas limitan los alcances de la democracia formal, porque excluyen a importantes estratos sociales que no coinciden con causas especificas. La sociedad ejerce su poder de dominación y de resistencia mediante prácticas de los códigos de información los cuales son impuestos no solamente por el Estado sino también en la ideología, las practicas culturales y las acciones cotidianas.

El concepto de la sociedad civil se asocia a una versión ideológica y política conservadora que pretende reducir el papel del Estado y al sector público reforzando la acción privada y que privilegia la vida asociativa. Las comunidades epistémicas se forman con miembros que comparten las mismas posiciones ideológicas, uniforma los contenidos mediante la exclusión de las confrontaciones que limitan la calidad de las decisiones y motiva la formación de las advocacy coalitions o coaliciones de promoción.

Los apologéticos e ideólogos, freetraders, favorecen los intereses dominantes porque esperan recibir también beneficios. Los que están en contra se afirman en ideologías nacionalistas y desarrollistas y finalmente el bloque de los críticos, formado por intelectuales y analistas que recomiendan las oportunidades pero que también alertan de las amenazas que representan dichos procesos. Muchos de los miembros progresistas de la intelligensia han asumido en los años recientes una posición política relativamente moderada, dando por resultado un distanciamiento de las clases populares y se acomodan a la ideología ortodoxa neoliberal prevaleciente.

Las contradicciones ideológicas de la “tercera vía” solo muestran la hipocresía de un agotado conservadurismo que busca su renovación y que toma ventaja de una izquierda desorientada por la muerte prematura de los sistemas socialistas y comunistas. De acuerdo a Giddens (1999), “la globalización, junto con la desintegración del comunismo, ha alterado los contornos de la izquierda y la derecha.”

La propuesta de la “tercera vía” es una propuesta deficitaria que no hace aportaciones significativas para alcanzar una sociedad más igualitaria, para reducir la brecha del desarrollo entre los pueblos ricos y los pobres, y menos para eliminar los obstáculos existentes. La implementación de la propuesta política de la “tercera vía” se encuentra limitada por la influencia que tienen las corporaciones transnacionales en los procesos de globalización.

El idealismo radical de la política de izquierda hasta antes de los ochenta estaba cargado de una ideología de transformación social centrada en cambios de las estructuras que perpetúan la desigualdades, favorecer lo público/colectivo sobre lo privado/individual. Otras organizaciones de izquierda han caído en desarreglo ideológico considerable. Esto está obligando a amplios sectores de la izquierda a replegarse hacia el centro, dando lugar a la Nueva Izquierda, con una tácita aceptación de las nuevas condiciones ideológicas, políticas y económicas impuestas por los intereses capitalistas transnacionales de los países desarrollados.

De acuerdo con el análisis de Razcón (2002), el abandono de la lucha por el poder de quienes mantuvieron la actividad en las comunidades y sus problemas no sólo causó grave daño político e ideológico, sino que estableció de facto una forma de convivencia con los poderes de la globalización: "ustedes son el poder malo del gobierno; nosotros, el poder bueno de lo pequeño". Rechazando "lo político", concebido como sinónimo de perversión, el pensamiento civil en resistencia se refugió en la estrechez de las generalidades, hasta llegar al agotamiento teórico.

Una subjetividad en contra del sistema capitalista emerge y se instala ideológicamente en los movimientos populares aunque liberada de un programa político radical que denota la ausencia de un modelo coherente desde la izquierda misma, pero siempre bajo un mismo denominador, la búsqueda de mejores condiciones de vida. Los grupos que resisten al proyecto neoliberal se encuentran fragmentados y dispersos tanto en ideología, en política como en organización en redes horizontales, de tal forma que su desunión para formular sus denuncias no representan un reto significativo al poder hegemónico.

Los movimientos sociales y políticos nacionalistas son capaces de confrontar a las organizaciones financieras internacionales y las grandes corporaciones transnacionales, al igual que los gobiernos nacionales, mediante acciones de movilización ideológica y política de las masas y comprometidos con la lucha de clases en los Estado-nación. La emergencia de nuevos movimientos sociales de resistencia a los procesos de globalización que vienen aparejados con la implantación del modelo de desarrollo socioeconómico neoliberal requiere de nuevos planteamientos conceptuales y metodológicos para el análisis de los procesos democráticos y políticos en su fase postnacional.

La fragmentación y dispersión ideológica, política y organizativa de los movimientos sociales de resistencia ha provocado una implosión del pragmatismo al interior de los partidos políticos cuyos efectos supeditan la democracia electoral a los intereses y prerrogativas de los grupos de la elite político burocrática que tratan de mantener el poder estatal. La multiplicidad de los movimientos sociales es su fortaleza y lo que más teme el proyecto de la ideología única hegemónica del capitalismo.

La teoría de la democracia interceptada con el enfoque de la economía política internacional comparativa para analizar el fenómeno de la globalización, tal como lo conceptúan las agencias internacionales, como el Banco Mundial, tiene muchas limitaciones. La principal es que ofrece un marco de referencia opuesto, de acuerdo al análisis de Birchfield, (1999) quien examina la globalización económica neoliberal desde la perspectiva de la teoría de la democracia y, además, critica la ideología del mercado para deslegitimar el pensamiento político como un punto de partida para la acción democrática.

La democratización de los medios de producción de la economía, contrario a la ideología neoliberal hegemónica, que iguale el ejercicio del poder político de los diferentes grupos sociales a través de mecanismos institucionales de representación, fortalecería las instituciones de la democracia liberal.

El cambio institucional radical que entra en conflicto con las instituciones existentes se promueve cuando los campos organizacionales son permeables a ideas y modelos de otros campos, cuando estos campos están acoplados con laxitud y caracterizados por disenso ideológico y cuando el cambio es congruente con los valores e intereses de los actores más poderosos. El surgimiento espontáneo de las instituciones en las sociedades se explica por los modelos mentales compartidos e ideologías que determinan las percepciones de los actores en situaciones de interacción en las cuales la cultura y creencias conductuales tienen un papel relevante.

Por eso, la batalla en contra de los procesos de globalización neoliberal tienen que darse primeramente en el nivel ideológico. La globalización es también considerada como una ideología que tiene por objeto liberar a las economías en un mundo dominado por las organizaciones transnacionales, las cuales incursionan las áreas de competencia que antes eran exclusivas del Estado-nación.

Sin embargo, en los países donde la ideología del mercado no es tan intensa, los principios y fines de la justicia social equilibran las acciones de los gobiernos.

Perspectivas de la globalización

El desarrollo en la globalización ha sido en general capitalocéntrica porque sitúa al capitalismo “en el centro de las narrativas de desarrollo, tendiendo en consecuencia, a devaluar o marginar cualquier posibilidad de desarrollo no capitalista".

Los promotores de los procesos de globalización económica argumentan que es inevitable y la democratización indispensable. Un fatalismo económico es alentado por el discurso mediático-político sobre las necesidades ineluctables de la globalización, el imperio de los mercados financieros con conducción por gobiernos socialdemócratas que, al prolongar la política de los gobiernos conservadores, hacen que ésta aparezca como la única posible. Estos sistemas económicos disfuncionales conducen a mecanismos perversos de crecimiento y desarrollo económico.

Los críticos de la globalización neoliberal revelan y denuncian los mecanismos de censura invisible que ejerce el modelo hegemónico que oculta los proyectos expansionistas y que impide el análisis de las estrategias colectivas que impulsa a la fuerza social.

A pesar de la emergencia de una pluralidad de pensamiento crítico de los procesos de globalización que hablan de modelos alternativos, no se ha concretado organización social diferente a la basada en el mercado que promueve el capitalismo. La irreversibilidad de la globalización no necesariamente implica que paulatinamente se imponga un modelo neoliberal de economía, sociedad, política y cultura como el unció posible sin que se consideren otros modelos globales alternativos.

El modelo de globalización neoliberal que intenta construir una aldea global con ciudadanos del mundo, se contradice cuando pregona la apertura de las fronteras y en la realidad se refuerzan fortaleciendo el papel esencial que desempeñan los Estados nacionales.

La gran diversidad de instituciones nacionales, las múltiples barreras de los mercados internacionales y las inestabilidades de los mercados financieros internacionales, son entre otros, grandes obstáculos de la economía que dificultan la implantación del modelo de globalización económica neoliberal.

Los colapsos financieros están en el centro de los episodios de alta globalización que requieren de modelos asimétricos para explicar la crisis sistémica. Las instituciones fallan porque no representan los arreglos institucionales y las negociaciones establecidas a largo plazo entre los diferentes actores económicos y porque no se ajustan a las condiciones de desarrollo local integral adaptándose el modelo global propuesto por los organismos multilaterales.

La globalización no ha sobrevivido de la crisis moral que marca el final del milenio. Una profunda crisis moral e intelectual asola a la humanidad como resultados de la implantación del modelo de globalización, que se manifiesta por una apatía e indiferencia para diseñar un modelo de desarrollo más justo y equitativo. En el aspecto social, la globalización económica ha dado motivo a discusiones sobre sus efectos negativos en la igualdad y la justicia social, planteando verdaderos dilemas a los filósofos moralistas para reconciliar las realidades del orden emergente con las demandas morales de la sociedad.

En América Latina este modelo que acompaña a la globalización se ha impuesto mediante diferentes métodos de intervensionismos, incluyendo el armado, que ha reprimido cualquier tipo de movimiento social que intente presentar otra alternativa de desarrollo más equitativo y justo.

Los datos sobre el crecimiento económico de Latinoamérica arrojan conclusiones de que se encontraba mejor antes de la imposición del modelo de desarrollo económico neoliberal y de aplicación forzosa de la globalización: de la década de 1960 a la de 1970, el ingreso per cápita creció 73 por ciento, mientras que en las dos últimas décadas de comercio neoliberal en la región solamente ha habido un 6 por ciento de crecimiento per cápita. De hecho, el pírrico logro de la calidad de vida en el actual modelo de desarrollo orientado por la globalización económica, se supedita al crecimiento económico.

Para el movimiento altermundista el modelo de desarrollo económico neoliberal es inviable porque ha agotado sus alcances, los proceso de globalización se encuentra en crisis de legitimidad y credibilidad porque ha profundizado la depresión económica mundial y urge a cambiar el rumbo económico.

El reto permanece en la urgente necesidad de desarrollar nuevas tecnologías sociales capaces de incorporar a los sectores informales de la economía a los beneficios de los procesos de globalización económica en franca contradicción al modelo de desarrollo hegemónico actual. Las nuevas tecnologías deben administrarse de tal forma que beneficien a los pobres. Aumentar la velocidad y reducir costos de las comunicaciones y el conocimiento tienen un papel importante que jugar para permitirles a los excluidos y pobres tener acceso a los beneficios de la globalización.

“El desafío de la globalización no es detener la expansión de los mercados globales sino encontrar las reglas y las instituciones de una governance mejor -local, regional, nacional y global- para preservar las ventajas de los mercados y la competencia global pero también para proveer los recursos comunitarios y medioambientales suficientes para asegurar que la globalización trabaja para la gente y no solo reglas, instituciones y prácticas establecidas que sientan los límites y los incentivos para el comportamiento de los individuos, las organizaciones y las empresas” (Martínez, 1999).

La globalización requiere ser impulsada mediante un proyecto multilateral para la recreación del Estado de bienestar por vía neokeynesiana posicionado desde una ideología d centro radical en el cual debe estar un ambicioso proyecto educativo en todos los niveles, especialmente para los países no desarrollados.

Referencias

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Conceptos de Pobreza. Reflexión crítica sobre las ideas de Amartya K. Sen


Conceptos de Pobreza. Reflexión crítica sobre las ideas de Amartya K. Sen

“La economía política anterior partía de la riqueza supuestamente engendrada para las naciones por el movimiento de la propiedad privada, para llegar a sus consideraciones apologéticas sobre este régimen de propiedad. Proudhon parte del lado inverso, que la economía política encubre sofísticamente, de la pobreza engendrada por el movimiento de la propiedad privada, para llegar a sus consideraciones, que niegan este tipo de propiedad”. Karl Marx. La Sagrada Familia.
Cuando leí por primera vez el trabajo de Amartya Sen sobre los conceptos y las medidas de la pobreza, me quedé sorprendido de saber que hubiera dudas acerca de la definición de la pobreza. De hecho el propio Sen declara que coincide con la siguiente afirmación de Martín Rein: “casi todos los procedimientos utilizados en la definición de la pobreza como nivel de subsistencia se pueden cuestionar razonablemente”. Aquí la razón parece tener carácter impersonal y ser ajena a los intereses de clase. Seguro que si Rein y Sen vivieran con unos ingresos inferiores al salario mínimo, carecerían de cualquier duda acerca de la definición de la pobreza. Sabrían establecer con mucha holgura el nivel de subsistencia digno para un ser humano.
En la definición de la pobreza hay que tener en cuenta los intereses de clase y no engañar a la gente con un falso objetivismo abstractamente humano. Cuando se discute sobre el salario mínimo, los trabajadores quieren que sea lo más alto posible y los capitalistas que sea lo más bajo posible. No es un problema de abstracta objetividad el determinar el salario mínimo, sino un problema de intereses. Igual ocurre con la determinación del concepto de pobreza.
Después, cuando estudié más detalladamente el trabajo de Sen, observé dos claros errores: uno, en ningún momento expuso la génesis de la pobreza, y dos, elaboró el concepto de pobreza sin incluir una crítica a la riqueza. En un mundo como el de hoy, donde mueren cada día 20.000 personas de hambre, resulta inadmisible que un economista de la talla de Amartya Sen sea tan poco revolucionario en su concepción sobre la pobreza. No entiendo cómo se puede ser tan metafísico: hablar de la pobreza sin vincularla con su contrario: la riqueza. Como tampoco entiendo que se pueda ser tan superficial: hablar de la pobreza sin vincularla con su fondo oculto: la propiedad privada sobre los medios de producción.

No nos dejemos engañar ni confundir

Juan Morales Ordóñez, en su trabajo titulado Dimensión Ética en el Discurso Económico. Reflexiones sobre el pensamiento de Amartya Sen, se expresa en los siguientes términos: “Amartya Sen comprende la problemática mundial en los términos mencionados y se remite al pensamiento de Adam Smith, considerado el padre de la teoría económica contemporánea, para fundamentar sus propias reflexiones. Smith, en su obra maestra Investigaciones sobre la naturaleza y causa de la Riqueza de las Naciones, plantea que en economía de deben respetar principios y valores. Afirma que dondequiera que haya una gran riqueza habrá una gran desigualdad. “Todo para nosotros y nada para los demás parece haber sido la ruin máxima de cuantos han gobernado a la Humanidad”, es otra de las afirmaciones del gran pensador escocés. Hoy la situación parece ser la misma que en la época en la cual escribió Smith, el siglo XVIII. Es que esta manera de actuar forma parte de la naturaleza de los seres humanos. Así como también forma parte de la condición humana la búsqueda de la justicia, la igualdad y la felicidad para todos”.
Si hoy, en los inicios del siglo XXI, se da la misma situación que en el siglo XVIII, todo para unos pocos y nada para los muchos, queda probado que en la economía capitalista no se respetan los principios y los valores de la igualdad y de la humanidad. Así que proclamar con Amartya Sen que la economía capitalista se debería conducir por principios éticos, es una proclama idealista que en nada ayuda a la liberación de los pobres. Si ya en el siglo XVIII el principal representante teórico de la burguesía, Adam Smith, veía con malos ojos que unos pocos tuvieran mucha riqueza y los muchos poca, no puede pretender Amartya Sen hacerse pasar por progresista y representante de los pobres defendiendo la misma consigna. Primero, porque es una idea vieja, y segundo, porque es la idea de un burgués.
Cuando Smith dice “todo para nosotros y nada para los demás”, “nosotros” son los capitalistas y “los demás” son los trabajadores. Y cuando dice “donde hay una gran riqueza”, hay que precisar que la gran riqueza sólo se da en manos de los capitalistas. Y esta contradicción, que unos pocos tengan riqueza en exceso y la mayoría tengan poca, ha estado presente en todos los modos de producción de riqueza que han precedido al capitalista: los esclavistas y los señores feudales han tenido riqueza en exceso, mientras que los esclavos y los siervos han vivido en la escasez. Así que no entiendo por qué Morales Ordóñez afirma que esta desigualdad forma parte de la naturaleza humana, cuando más preciso sería decir que hasta ahora la sociedad se ha dividido en clases, donde una de ellas explota a la otra. De manera que la solución a las diferencias de clases, esto es a las desigualdades, estriba, no en introducir principios éticos, sino en no permitir que una clase se apropie del trabajo de la otra. Y para ello, para evitar que nos hombres exploten a los otros, la propiedad sobre los medios de producción debe ser mayoritariamente pública.
Esconder que la causa de la desigualdad entre las personas es la propiedad privada sobre los medios para producir la riqueza, por medio de frases como “los que han gobernado hasta ahora a la Humanidad se han guiado por el principio ético de todo para nosotros y nada para los demás”, es puro idealismo. Se quiere dar a entender que se puede seguir manteniendo el modo de producción capitalista, donde rige el principio de la explotación del hombre por el hombre, y, sin embargo, tener unos gobernantes que eviten que los pocos tengan mucha riqueza y los muchos poca. Pero es un engaño, un engaño que dura más de doscientos años. Y Amartya Sen, con esa apariencia de neutralidad y de bonachón que tiene, es el continuador de ese engaño.

Deseo y dinero

En el discurso de apertura del lanzamiento del nuevo informe La infraestructura al servicio de los pobres elaborado por el PNUD y el gobierno de Japón, Amartya Sen se lució con estas palabras: “Una perspectiva de la pobreza exclusivamente centrada en los ingresos pasa inevitablemente por alto muchos aspectos importantes de la causalidad de la pobreza. La pobreza puede considerarse la privación de la verdadera libertad de la persona para vivir de la forma en que con toda razón desea vivir”. Es inadmisible que Amartya Sen se permita estos idealismos con lo dura y terrible que es la realidad para miles de millones de personas. Nos habla de que cada persona con toda razón desea vivir de una determinada forma. Y llama pobre a quien se le prive de esa libertad. De manera que hasta una persona millonaria que no pueda vivir como desea o no pueda vivir enteramente como desea, sería pobre. Puesto que puede haber una persona que tenga mucho dinero pero no el suficiente para ser propietario de una isla, que es su deseo. Y como no vive como desea, es pobre.
El poder social fundamental en el mundo de hoy es el dinero. Esto es una verdad que Amartya Sen en calidad de economista debería saber muy bien. Todo el mundo lo sabe; y si él lo ignora o hace como si no lo supiera, sus razones de clase tendrá. La única manera en que los seres humanos puedan vivir como desean, es teniendo el dinero necesario para vivir como desean. Pero si los pobres no tienen dinero o tienen muy poco, no podrán vivir como desean. Mientras que los ricos al tener mucho dinero, más incluso del que necesitan, podrán vivir como desean o se podrán aproximar a vivir como desean. Así que hablar del modo en que se desea vivir sin hablar del medio que hace realidad los deseos, esto es, la cantidad de dinero que se posee, es un engaño.

Hacer extenso los conceptos para borrar las diferencias de clase

En su trabajo Las distintas caras de la pobreza, publicado en El País el 30 de agosto del 2000, Amartya Sen se expresa en los siguientes términos: “Aquellos a quienes les gusta el camino recto tienden a resistirse a ampliar la definición de pobreza. ¿Por qué no mirar simplemente los ingresos y plantear preguntas como “cuántas personas viven con menos, digamos, de uno o dos dólares diarios”? Este análisis restringido toma entonces la forma sencilla de predecir tendencias y contar a los pobres. Pero las vidas humanas se pueden empobrecer de muchas maneras. Los ciudadanos sin libertad política –ya sean ricos o pobres- están privados de un componente básico del buen vivir. Lo mismo se puede decir de las privaciones sociales como el analfabetismo, la falta de sanidad, la atención desigual a los intereses de las mujeres y las niñas, etcétera”.
¡Que forma de confundir y engañar! Si yo elaboro el concepto de mesa y después el concepto de silla, podremos distinguir la mesa de la silla. Pero si yo elaboro el concepto de mueble, por medio de dicho concepto no se puede diferenciar la silla de la mesa, puesto que el concepto de mueble supone hacer abstracción de los rasgos que diferencian las sillas de las mesas. Del mismo modo procede Amartya Sen: primero, determina la privación como el contenido principal del concepto de pobreza, y segundo, declara que un rico en un régimen autoritario al estar privado de libertad política es también un pobre.
Amartya Sen habla como si la política no tuviera nada que ver con la economía, como si no hubiera un estrecho parentesco entre los intereses económicos de la clase dominante y la superestructura política. Nos quiere hacer creer que un rico de un sistema capitalista bajo un régimen fascista es pobre porque carece de libertad política. Cuando justamente gracias a ese régimen fascista el capitalista tiene la manos más libres para explotar a los trabajadores mucho más aún que en un régimen democrático. Por otra parte, nos quiere hacer creer que en la democracia capitalista el poder del Estado es ajeno al mayor de los poderes sociales: el dinero. Para ejercer la libertad política, muy especialmente en EEUU, hay que tener dinero. Así que es un engaño poner el nivel de ingreso como algo distinto del poder político. El poder político de una persona es directamente proporcional a su poder económico. Así que en política los pobres siguen siendo pobres y los ricos siguen siendo ricos.
Amartya Sen habla del nivel de ingreso como algo distinto de la atención sanitaria, de la educación y de la cultura. Cuando lo cierto es que las personas que tienen mucho dinero pueden pagar el colegio de sus hijos, comprar los servicios sanitarios que necesiten, y viajar, conocer a otros pueblos y visitar museos. Mientras que las personas que tienen un bajo nivel de ingreso, se ven en muchas dificultadas para darles una oportunidad de estudio a sus hijos y atenderlos sanitariamente como necesitan. Y viajar, conocer otros pueblos y visitar museos en el extranjero, a todo esto tienen que renunciar. Así que es un engaño plantear que la pobreza en el ámbito de los ingresos es distinto a la pobreza en el ámbito educativo, sanitario y cultural. Así que no otra cosa pretende Amartya Sen al hacer tan extenso el concepto de pobreza: borrar las abismales diferencias que hay entre los capitalistas y los trabajadores.

La privación como esencia principal en el concepto de pobreza

Un concepto podemos entenderlo como una caja vacía donde por fuera ponemos un nombre y dentro diversos contenidos. Según parece la gran aportación de Amartya Sen al concepto de pobreza está en haberle proporcionado “un nuevo y trascendental contenido”, el de privación. Se trata de no darle prioridad al contenido de nivel de ingreso, sino al de privación. Y dentro de las privaciones la mente aguda de Sen destaca estar privado de libertad política, de educación y de asistencia sanitaria. Qué curioso que al enumerar las privaciones como contenido esencial del concepto de pobreza, Amartya Sen no enumere el esencial: estar privado de los medios para producir riqueza. Qué curioso que hable de la pobreza sin mencionar para nada la propiedad. Yo creo que Amartya Sen es un burgués de tomo y lomo que habla de los pobres para defender el estatus de los ricos, que habla de los pobres sin cuestionar de raíz el estilo de vida de los ricos.

¿La pobreza es una cosa extraña?
A partir de aquí todas las citas de Amartya Sen están contenidas en su trabajo Sobre Conceptos y medidas de Pobreza, accesible en la red a través de EMVI. Escuchemos a Amartya Sen: “En su lecho de muerte, en Calcuta, J.B.S. Haldane escribió un poema llamado El cáncer es una cosa extraña. La pobreza no es menos extraña. Considérese la siguiente visión sobre ella:”. Dicha visión es la de M. Rein, quien plantea que el problema de la pobreza no está tanto en los propios pobres como en la sociedad que lo sufre.
Afirmar que la pobreza es una cosa extraña en virtud de una concepción reaccionaria de la misma, como la de M. Rein, sólo puede significar que Amartya Sen cede ante los reaccionarios. De todos modos el economista indio debió precisar más su concepción de que la pobreza es una cosa extraña. Una de las labores básicas de los filósofos es someter a crítica los conceptos circulantes y no tomarlos tal y como los emplea la sociedad.
Yo creo que la pobreza no tiene nada de extraña, todo lo contrario: es habitual, regular, casi cotidiana. Tampoco son extrañas las causas que la producen: carecer de trabajo, la sobreexplotación, el enriquecimiento de unos pocos, la propiedad privada sobre los medios de producción, las desgracias naturales, etcétera. Así que ni bajo el punto de vista de su historia ni de sus causas la pobreza es una cosa extraña. Mantener lo contrario es ceder ante el pensamiento reaccionario.

Los pobres y el dolor causado a la sociedad
Amartya Sen da la palabra a M. Rein: “A las personas no se les debe permitir llegar a ser tan pobres como para ofender o causar dolor a la sociedad. No es tanto la miseria o los sufrimientos de los pobres sino la incomodidad y el costo para la comunidad lo que resulta crucial para esta concepción de la pobreza. La pobreza es un problema en la medida en que los bajos ingresos crean problemas para quienes no son pobres”. La única critica que le formula Amartya Sen a M. Rein es la siguiente: “Es difícil reducir más a los seres humanos a la categoría de medios”. No deja de ser una crítica débil, cauta, nada arriesgada. M. Rein es un reaccionario y un vocero del sector más inhumano de la clase explotadora. El solo hecho de darle cabida en su discurso, nos da una idea de la verdadera catadura moral de Sen. Bueno sería preguntarse por qué Amartya Sen en vez de prestar atención al reaccionario de Rein no le presta atención al revolucionario de Proudhon. La respuesta es sencilla: Sen está más cómodo cerca de los reaccionarios que de los revolucionarios. Así se ve con claridad a qué clase social sirve con su pensamiento. Después se verán con más detalles los límites de la concepción reaccionaria de Rein.

La visión de clase

Hablar en términos de clases es muy distinto que hablar en términos de ciudadanos o de seres humanos. La representación que nos hacemos del mundo es distinta. En la concepción de Amartya Sen los pobres están en un lado y los no pobres en otro lado, y la relación que existe entre ellos es puramente externa. Y lo que busca Amartya Sen es que los ricos se apiaden de los pobres y permita que el Estado los socorra. Y para ello les hace creer que hasta los ricos que carecen de libertades políticas o los ricos con pocos estudios también son pobres. Mientras que con la visión de clase las cosas cambian notablemente. La sociedad se divide en dos clases bien diferenciadas: los que son propietarios de los medios de producción y los que no lo son. Y dentro de los que no son los propietarios están los que trabajan y los que están en el paro. Y dentro de los que están en el paro están los pobres. Así que los pobres forman parte de la clase trabajadora. De manera que cuando se mide el grado de explotación de la clase trabajadora, debe incluirse a los pobres.

Requisitos de un concepto de pobreza
Escuchemos a Amartya Sen: “El primer requisito para conceptuar la pobreza es tener un criterio que permita definir quién debe estar en el centro de nuestro interés. Especificar algunas “normas de consumo” o una “línea de pobreza” puede abrir parte de la tarea: los pobres son aquellos cuyos niveles de consumo caen por debajo de estas normas, o cuyos ingresos están por debajo de esa línea. Pero esto lleva a otra pregunta: ¿El concepto de pobreza debe relacionarse con los intereses de: 1) sólo los pobres: 2) sólo los que no son pobres, o 3) tanto unos como otros?”
No ve usted, atento lector, cómo Amartya Sen al formular esta segunda pregunta cae en el juego del pensamiento reaccionario de M. Rein, hasta el punto, cómo tendrá oportunidad de ver después, de darle en parte la razón. ¿No es evidente que es el colmo del pensamiento escolástico y formal transformar en un problema la pregunta sobre quién debe recaer el concepto de pobre? ¿No es un exceso de formalismo y superficialidad atreverse a preguntar si el concepto de pobre debería abarcar a los no pobres o tanto a los pobres como a los ricos? Yo creo que sí. Amartya Sen es odiosamente formalista en algo tan grave y tan duro.
Amartya Sen descarta sin más la opción 2), la que afirma que el concepto de pobreza debe alcanzar a los no pobres. No obstante, simpatiza un poco con la opción 3), aquella que dice que el concepto de pobreza debe alcanzar tanto a los pobres como a los ricos, hasta el punto de que llega a afirmar: “Sin duda, la penuria de los pobres afecta al bienestar de los ricos. La verdadera pregunta es si estas consecuencias se deberían incorporar como tales en el concepto de pobreza, o figurar como posibles efectos de la pobreza”. Aquí Amartya Sen muestra a todas luces que bajo su piel de cordero hay un lobo capitalista. Lo cierto es que la desmesurada riqueza es causa de la extrema pobreza, de manera que en este sentido en el concepto de pobreza si debemos incluir a los ricos. Los ricos son ricos gracias a que los pobres son pobres, gracias a que los primeros se apropian del trabajo de los segundos. Pero Amartya Sen ha invertido la relación de causa y efecto que hay en los hechos: presenta a los pobres causando efectos en el bienestar de los ricos, mermando el bienestar de los ricos. Y esto lo convierte en un lobo capitalista.

La tasa de incidencia

A pesar de que descarta la primera opción y coquetea con la tercera, Amartya Sen termina afirmando que “el foco del concepto de pobreza tiene que ser el bienestar de los pobres como tales, sin importar los factores que lo afectan”. Después de esta “gran conclusión” Amartya Sen dice lo siguiente: “La pobreza se expresa como la relación entre el número de pobres y la población total de la comunidad. Esta tasa de incidencia (H) tiene por lo menos dos serias limitaciones. En primer lugar, no da cuenta de la magnitud de la brecha de los ingresos de los pobres con respecto a la línea de pobreza. En segundo lugar, es insensible a la distribución del ingreso entre los pobres”. No niego la importancia económica que tiene estas dos limitaciones, pero no deja de ser sospechoso que no hable de la brecha que hay de los ricos respecto de la línea de pobreza y de la diferencia de ingresos entre los no pobres. Así la visión sería enteramente global.

El enfoque biológico

Escuchemos a Amartya Sen: “En su famoso estudio de principios de siglo sobre la pobreza en York, Seebonm Rowntree definió las familias en situación de pobreza primaria como aquellas cuyos ingresos totales resultan insuficientes para cubrir las necesidades básicas relacionadas con el mantenimiento de la simple eficiencia física”. A esta concepción Amartya Sen le plantea tres objeciones: una, en virtud de las diferencias climáticas y hábitos de trabajo los requerimientos nutricionales básicos son difíciles de establecer con precisión, dos, la conversión de los requerimientos nutricionales mínimos en requerimientos mínimos de alimentos tan bien es difícil de precisar, puesto que dependen de los hábitos de consumo de las personas, y tres, resulta difícil definir los requerimientos mínimos para los rubros no alimentarios. Así que Amartya Sen concluye: “En vista de estos problemas, bien se puede coincidir con Martín Rein, cuando afirma que casi todos los procedimientos utilizados en la definición de la pobreza como nivel de subsistencia se pueden cuestionar razonablemente”.
Yo creo que estos problemas no se dan cuando se estudian los requerimientos nutricionales de los animales que hay en un zoológico. No creo que se deba buscar una estricta precisión matemática y que los pobres merecerían un trato más humano que la que se les confiere a los animales. Amartya Sen suele hablar mucho de la libertad en relación con la pobreza; pues bien, que se le de la libertad a los pobres para que ellos digan cuáles y cuántos son los medios de subsistencia que necesitan para vivir con dignidad. Seguro que si a una persona con mucho dinero le preguntáramos con cuánto dinero debería vivir su hijo para llevar una vida digna, esa cuantía sería muchísima más grande que si se lo preguntáramos a un pobre. Así que no hay nada de difícil en la precisión de los requerimientos nutricionales básicos como tampoco lo hay en los alimentos en que habría que convertir esos requerimientos. No es un problema de precisión, es un problema de intereses.

El enfoque de la desigualdad

Después de que Millar y Roby afirmaran que “enunciar los problemas de la pobreza en términos de estratificación supone concebir la primera como un problema de desigualdad”, Amartya Sen hace la siguiente valoración: “Es claro que hay mucho que decir a favor de este enfoque. No obstante, cabe argüir que la desigualdad es fundamentalmente un problema distinto de la pobreza. Analizar la pobreza como un problema de desigualdad o viceversa no le haría justicia a ninguno de los dos conceptos. Obviamente, la desigualdad y la pobreza están relacionadas. Pero ninguno de los conceptos subsume al otro”. Es obvio que Amartya Sen no cesa de pensar de forma escolástica, con los rudimentos de la lógica formal, quedando muy lejos del materialismo histórico y dialéctico.
Escuchemos a Aristóteles en tres ocasiones en su obra La Política. Primero en el capítulo VI, titulado Idea general de la República, donde dice: “Tres elementos se disputan en el Estado la igualdad: la libertad, la riqueza y el mérito”. Escuchémoslo por segunda vez en el capítulo IV titulado Examen de la constitución propuesta por Fáleas de Calcedonia: “Para muchos el punto capital parece ser la organización de la propiedad, origen único, a su parecer, de las revoluciones. Fáleas de Calcedonia es el que, guiado por este pensamiento, ha sido el primero que ha sentado el principio de que la igualdad de fortuna entre los ciudadanos era indispensable”. Y tercero, en este mismo capítulo, dice esto otro: “Ya he dicho que Platón, en el tratado de las leyes, permitía la acumulación de la riqueza hasta cierto límite, que no podía pasar en ningún caso del quíntuplo de un minimun determinado”.
Resulta asombroso que Fáleas de Calcedonia y Platón, dos esclavistas, tengan un pensamiento más revolucionario que el de Amartya Sen. Esto nos da una idea de hasta que punto se han vuelto conservadores e incluso reaccionarios los representantes teóricos de la burguesía actual. También nos da una idea de lo formal y poco profundo que es el pensamiento filosófico moderno, en especial el empirismo y el positivismo, al que está fuertemente abrazado Amartya Sen.
Las grandes diferencias económicas entre los hombres generan luchas sociales. Que estas luchas sociales se transformen en revoluciones dependen de más aspectos que sólo las diferencias económicas. De todos modos, es sabio el pensamiento de Fáleas de Calcedonia cuando afirma que la igualdad de fortuna evitaría las revoluciones o luchas sociales. También es sabio el pensamiento de Platón cuando plantea que para evitar las grandes diferencias económicas entre los hombres hay que establecer un tope máximo de riqueza. E igualmente es sabio el pensamiento de Aristóteles cuando afirma que la riqueza es uno de los tres aspectos que se disputan la igualdad en el Estado. Afirmar, como hacer Amartya Sen, que la desigualdad es un problema fundamentalmente distinto de la pobreza es un puro formalismo, hacerle el juego a la burguesía y situarse más atrás que los grandes filósofos de la época de la Grecia clásica.
La revolución burguesa y con ella el Estado de derecho estableció la igualdad política entre los hombres. Todos los hombres son iguales ante la ley independientemente de su fortuna, sexo y creencia religiosa. Es una igualdad que se basa en la abstracción de las diferencias de riqueza. Esa es su grandeza y esa es su limitación. Es grande si comparamos la revolución burguesa con la sociedad feudal, pero su limitación se muestra en su comparación con el socialismo, una sociedad donde no sólo se pretende que los hombres sean políticamente iguales, sino también económicamente iguales. No hablo ni planteo la igualdad absoluta, pero si una igualdad relativa. Es lógico y razonable que una persona en función de su trabajo gane cinco veces más que el trabajador que vive del salario base, ahí nos mantenemos dentro de los parámetros de la igualdad relativa, lo que no es lógico es que gane cincuenta, cien y mil veces más.

Privación relativa

Escuchemos a Amartya Sen: “El concepto de privación relativa se ha utilizado con buen fruto para analizar la pobreza, sobre todo en la literatura sociológica. Ser pobre tiene mucho que ver con tener privaciones y es natural que, para un animal social, el concepto de privación sea relativo. Si embargo, en el término privación relativa están contenidas, al parecer, nociones distintivas y diversas.
Una distinción tiene que ver con el contraste entre sentimientos de privación y condiciones de privación. Peter Townsend ha sostenido que la última sería una mejor acepción. Hay mucho que decir a favor de un conjunto de condiciones concretas que permitieran usar el término privación relativa en un sentido objetivo para describir situaciones en las cuales las personas poseen cierto atributo deseable, menos que otras, sea ingreso, buenas condiciones de empleo o poder.
Por otra parte, la elección de las condiciones de privación no puede ser independiente de los sentimientos de privación. Los bienes materiales no se pueden evaluar, en este contexto, sin una referencia a la visión que la gente tiene de ellos; incluso si los sentimientos no se incorporan de manera explícita deben desempeñar un papel implícito en la selección de los atributos.
Estos diferentes aspectos relacionados con la idea general de privación relativa influyen de modo considerable en el análisis social de la pobreza. Sin embargo, vale la pena señalar que tal enfoque no puede ser, en realidad, la única base del concepto de pobreza. Una hambruna, por ejemplo, se considerará de inmediato como un caso de pobreza aguda, sin importar cuál sea el patrón relativo dentro de la sociedad. Por lo tanto, el enfoque de privación relativa s complementario, y no sustitutivo, del análisis de la pobreza en términos de desposesión absoluta”.
Enumeremos las genialidades aportadas por Sen en la elaboración del concepto de privación. Una, el concepto de privación ha dado muchos frutos en sociología, dos, para un animal social el concepto de privación tiene que ser relativo, tres, en el concepto de privación hay dos aspectos que distinguir: condiciones de privación y sentimientos de privación. Cuatro, el término de privación relativa puede ser usado para describir que las personas poseen ciertos atributos, como ingreso, empleo o poder. Quinto, la elección de las condiciones de privación no puede ser independiente de los sentimientos de privación. Y sexto, el enfoque de la privación relativa es complementario del enfoque de la desposesión absoluta.
Es obvio que este pensamiento es extremadamente formal, exageradamente vago, no ahonda para nada en el análisis de la pobreza; y las distinciones que establece para el concepto de privación son muy banales. ¿Qué sabemos de nuevo acerca de la pobreza con esta aportación de Amartya Sen? Nada. Es más, es una forma de distraer a los intelectuales, engatusarlos con palabras generales, rehuyendo lo concreto. La economía, incluso cargándola de ética, trata de la riqueza. Y si trata de la riqueza, trata de los medios para producir la riqueza. Y si trata de los medios para producir la riqueza, debe tratar de la propiedad sobre dichos medios. ¿Por qué afirmo que el pensamiento de Amartya Sen es extremadamente formal? Porque hablando de privación no habla de la principal privación que habría que hablar en economía: la privación de medios para producir riqueza. Escamotear esta cuestión fundamental y decisiva, esquivarla continua y regularmente, es una manifestación de que Amartya Sen sirve a los intereses de los capitalistas.

El concepto de pobreza como fruto de una convención
Escuchemos a Amartya Sen: “Como ha dicho Eric Hobsbawm, la pobreza se define siempre de acuerdo con las convenciones de la sociedad donde ella se presente. Hace más de doscientos años Adam Smith expuso el punto con gran claridad: “Por mercancías necesarias entiendo no sólo las indispensables para el sustento de la vida, sino todas aquellas cuya carencia es, según las costumbres de un país, algo indecoroso entre las personas de buena reputación, aún entre las de clase inferior”. En el mismo espíritu, Karl Marx sostenía que si bien es cierto que hay un elemento histórico y moral en el concepto de la subsistencia, aún así, en un país determinado y en un periodo determinado, está dado el monto promedio de los medios de subsistencia necesarios. Es posible que Smith y Marx hayan sobrestimado el grado de uniformidad de opiniones en una comunidad en torno al contenido de la subsistencia o la pobreza. Acaso la descripción de necesidades diste mucho de ser ambigua. Pero la ambigüedad de una descripción no la convierte en un acto descriptivo sino sólo en uno de descripción ambigua”.
Vuelve aquí a repetirse el exacerbado formalismo de Amartya Sen. Cree que el nivel de subsistencia alcanzado por los trabajadores, el salario mínimo, es fruto de una convención o de un acto descriptivo llevado a cabo por un despierto intelectual, cuando en realidad es fruto de luchas históricas. E incluso tiene la desfachatez de catalogar de ambiguo el nivel mínimo de subsistencia, esto es, el salario mínimo. Amartya Sen es descaradamente burgués por todos los costados.

El planteamiento de Marx en torno al nivel de subsistencia o valor de la fuerza de trabajo

Escuchemos a Marx en El Capital, en la sección Compra y venta de la fuerza de trabajo: “Si el propietario de la fuerza de trabajo ha trabajado hoy, tiene que poder repetir mañana el mismo proceso en las mismas condiciones de fuerza y salud. Así, pues, la suma de medios de subsistencia tiene que ser suficiente para mantener al individuo trabajador como individuo trabajador en su estado normal de vida. Las necesidades naturales, como la alimentación, el vestido, la calefacción, la vivienda, etcétera, varían según el clima y otras condiciones naturales de cada país. Por otro lado, el volumen de las llamadas necesidades naturales, así como el modo de satisfacerlas, son un producto histórico y, por lo tanto, depende en su mayor parte del nivel cultural de un país, y entre otras cosas, también y esencialmente, de las condiciones, los hábitos y las exigencias con que se haya formado la clase de los obreros libres. En contraste con las otras mercancías, la determinación del valor de la fuerza de trabajo contiene, pues, un elemento histórico y moral. Sin embargo, en un país y en un periodo determinado viene dado el promedio de los medios de subsistencia necesarios”.
Enumeremos las ideas principales de Marx. Una: el volumen de las necesidades naturales y su modo de satisfacerla son un producto histórico y no el resultado de una convención. Dos: el volumen de las necesidades naturales depende del nivel cultural de cada país y de los hábitos, condiciones y exigencias con que se haya formado la clase de los obreros libres. Tres: la determinación del valor de la fuerza de trabajo, a diferencia del resto de las mercancías, contiene un elemento histórico y moral. Y cuatro: en un país y en un periodo determinado viene dado el promedio de los medios de subsistencia necesarios. Y esta cuarta determinación no tiene nada de ambigua: lo expresa el salario base. Y el salario base es un fruto histórico, un fruto de la lucha de la clase obrera, un fruto de sus exigencias. También es un fruto de la resistencia y de la lucha de la clase capitalista. Todo menos una convención o un acto de descripción intelectual.

Los pobres y la libertad

Alejandro Schtulmann, autor de un comentario sobre el libro de Amartya Sen titulado Desarrollo y libertad, dice lo siguiente: “Sen da comienzo a su libro exponiendo que a pesar de los incrementos sin precedente en riqueza global, el mundo contemporáneo niega las libertades más básicas a un gran número –si no es que la mayoría- de sus habitantes. En algunos casos, señala el autor, la falta de estas libertades puede ser directamente relacionada con la pobreza económica, que priva a la gente de la libertad para satisfacer el hambre, lograr un nivel adecuado de nutrición, obtener las medicinas y los medios necesarios para tratar enfermedades, o la oportunidad de disfrutar agua o instalaciones sanitarias”.
Amartya Sen pone aquí en práctica algunos trucos conceptuales que bien merecen ser puestos al descubierto. Cuando Sen se pregunta ¿quién es el que niega a la mayoría de los habitantes del mundo sus libertades básicas? Responde de un modo extremadamente genérico y escurridizo: el mundo contemporáneo. Es tan cobarde o tan burgués que es incapaz de nombrar de forma concreta a los responsables de la falta de libertades básicas en el mundo. No hay que ser muy sabio para saber que son los grandes capitalistas, los grandes financieros, las grandes oligarquías.
Hablemos de otro truco. A nadie se le ocurriría plantear que la necesidad de alimentarse se puede representar como la libertad para satisfacer el hambre. Todos sabemos que el reino de la libertad empieza cuando se tienen cubierta las necesidades básicas. Así que es un truco de mal gusto presentar la necesidad de alimentación como un acto de libertad. Hay más: la verdadera libertad, la superación del reino de la necesidad, se logra, a juicio de Marx, con la reducción de la jornada laboral. Ahí está la clave de la verdadera libertad humana y no en esos trucos conceptuales que transforman las necesidades en libertades.

Hambre, prensa y democracia

Amartya Sen, en un articulo publicado en Clarín Digital y titulado Hambre, prensa y democracia, dice los siguiente: “La existencia y el ejercicio de las libertades y los derechos políticos, incluida la libertad de expresión, hacen más fácil evitar desastres económicos como las hambrunas. En la terrible historia de las hambrunas, se destaca que no se produjo ninguna hambruna significativa en un país con forma de gobierno democrática y una prensa relativamente libre”. Y más adelante dice esto otro: “Sin embargo, China no fue capaz de evitar la hambruna. Se calcula que las hambrunas de China de 1958 a 1961 mataron a 30 millones de personas, diez veces más que la gigantesca hambruna de 1943 en la India británica. El llamado gran salto adelante iniciado a fines de los años 50 fue un fracaso masivo, pero el gobierno chino se negó a admitirlo y siguió aplicando dogmáticamente las mismas políticas desastrosas durante otros tres años. Es difícil imaginar que esto hubiera podido pasar en un país que tiene elecciones regularmente y una prensa independiente”.
Esta es una forma caprichosa de razonar, de enlazar cosas sin fundamentos ni pruebas, sencillamente para servir a los intereses del capitalismo. Hagamos gala de un juicio caprichoso. Las dos guerras mundiales fueron obra de los países más avanzados y democráticos del mundo. Y estos países estaban en posesión de la prensa más “libre” e independiente” del mundo. Pero en la segunda guerra mundial, sólo en la Unión Soviética, hubo 30 millones de muertos. La pregunta sería: ¿cómo habiendo democracia y prensa independiente no se evitó esa masacre? Esto sería una pregunta estúpida, puesto que lo cierto es que se produjo esa masacre, y no sería la presencia o ausencia de democracia la causa que lo explicara. Todo el mundo sabe que lo hay de fondo en toda guerra son los intereses económicos y no ninguna clase de intereses humanitarios o democráticos.
Del mismo modo se tendría que dar primero en los países democráticos la posibilidad de una hambruna para preguntarse después si la democracia sería un medio para evitarla o no. Y mientras esta posibilidad no se de, la afirmación de Sen carece de fundamento. De todos modos es una asociación caprichosa la de la democracia con la hambruna, es sencillamente un medio para criticar al socialismo chino. No digo que el socialismo chino no pueda ser criticado por sus errores, que los tuvo y los tiene, pero hay críticas y críticas: hay críticas que pretenden mejorar el socialismo y otras que pretenden liquidarlo.
Hablar de que la prensa en los países capitalistas es libre e independiente es una burla, un engaño que nadie debe tragarse. En primer lugar la prensa está en manos privadas. De manera que la prensa no es independiente de esos intereses privados. Será supuestamente independiente de los intereses del gobierno de turno, pero no de sus propietarios. Y en segundo lugar, los creadores de opinión, los directores de informativos y los periodistas más famosos del mundo ganan mucho dinero, hecho que los convierten en capitalistas. De manera que no podemos esperar ninguna independencia de los intereses del capital por parte de aquellos que son capitalistas y se alimentan del sistema capitalista.
En lo que se refiere a que la prensa es libre, sin duda que es libre. Pero la cuestión es saber quién ejerce esa libertad. Y los que ejercen la libertad de expresión son los grandes periodistas y líderes de opinión que mencionamos antes. La libertad es directamente proporcional al poder que se ostente. Y los trabajadores, y en especial sus capas pobres, carecen de poder o el que tienen es muy raquítico. Así que de poca libertad pueden disfrutar.
Dado que las hambrunas afectan a muchas menos personas que el hambre crónica y son más ocasionales, cabe preguntarse por qué Sen hace tanta incidencia en las hambrunas. A mi no me cabe la menor duda: tiene mayor rentabilidad ideológica y política. Los burgueses siempre buscan la manera de afear el socialismo. Pero contraataquemos. Fian Internacional el 13 de octubre de 2005 hizo público el siguiente comunicado: “La India es el país con el número más alto de personas en el mundo sufriendo de hambre. Casi un cuarto del total mundial de los desnutridos vive en la India”. Habría que preguntarle a Sen cómo es posible que esto suceda si en India hay “democracia” y “prensa independiente”.
Sigamos contraatacando. En Tierramérica, en la sección Noticias, el 28 de octubre de 2006, podemos leer lo siguiente: “La Corte Suprema de Justicia de India debió intervenir en septiembre para obligar al gobierno a distribuir el excedente de arroz y trigo entre los famélicos de una población nacional de 1.000 millones de habitantes. “Nuestros graneros están rebosantes porque la gente no tiene con qué comprarlos”, afirmó el ministro de Agricultura, Ajit Singh. Singh fue el primer político del partido del gobierno, a nivel federal, en describir una situación en que millones de personas mueren de hambre mientras las autoridades se quejan del excedente de grano, que llegará a 80 millones de toneladas, según estimaciones”. A Sen y a todos los empiristas les encanta hablar de la causalidad y de las relaciones de la causalidad, pero no quieren ver lo que tienen delante de los ojos: el sistema capitalista genera hambre por un lado y sobreproducción por otro lado. Ya lo dijo Marx hace muchos años: la causa de todas las crisis está en el bajo poder adquisitivo de los trabajadores.
Realicemos el último contraataque. En el Correo, en junio de 2001, P. Sainath, un periodista indio independiente, se expresa en los siguientes términos: “A comienzos de mayo de este año, la Suprema Corte india tuvo que intervenir para que el hambre pudiera regresar a la primera plana de la prensa. Es un caso sorprendente. ¿Quién habría imaginado que una publicación necesita que la justicia le diga que el hambre sigue siendo un tema importante en este país y en el resto del sudeste asiático?
India, Pakistan y Bangladesh declararon en los últimos años que poseían un excedente de 50 millones de toneladas de alimentos. Pese a todo, entre los tres vecinos reúnen la mitad del hambre del mundo. …Cifras recientes del gobierno demuestran que en Anantapur, uno de los distritos de Andhra, entre 1997 y 2000 se suicidaron 1.826 personas, sobre todo agricultores con pequeñas propiedades inferiores a una hectárea. Una vez más los medios de comunicación optaron por mirar en otra dirección, permitiendo que las autoridades manipularan informes sobre las razones de esas muerte. …En el decenio pasado, la prensa india –obsesionada por los temas triviales- dedicó enorme espacio a explicar que la floreciente clase media india por fin tenía acceso a las hamburguesas McDonald´s y a las marcas más sofisticadas de la moda internacional. O a escribir sobre la proliferación de clínicas para adelgazar y concursos de belleza. Esos son temas que generan rédito publicitario, no las desagradables historias sobre gente muriendo de hambre o la falta de agua potable aun en el corazón de las grandes ciudades. Las contradicciones de India se reflejan en la prensa. Por un lado, están los grupos humanos excedidos en peso que pagan miles de rupias para adelgazar en clínicas especializadas; por el otro, hay miles de personas que mueren de hambre. Los medios de comunicación prefieren la primera parte de la realidad e ignoran la segunda”.
¿No es evidente que el pensamiento de Sen, que una prensa “independiente” y “libre” sería un freno para la pobreza, carece de fundamento? ¿No vemos el ejemplo en India? En primer lugar, la prensa burguesa se ocupa de problemas triviales y oculta los graves problemas de la gente sencilla. La prensa burguesa como el pensamiento burgués actual es superficial y banal. Y en segundo lugar, los medios de comunicación son empresas capitalistas y lo que buscan es vender lo más que puedan. No son independientes de las ventas ni de las ganancias. Así que es un engaño lo que dice Sen. La prensa “independiente” no es un remedio para evitar el hambre ni la hambruna. Y si en algún caso se ocupa de los problemas del hambre, lo hará porque así se vende más ejemplares.

La visión de Marx sobre los pobres

El capital produce pobres de diversas maneras. Hablemos de dos de ellas. Una: al avanzar la acumulación capitalista varía la proporción que se da entre capital constante, dinero invertido en medios de producción, y capital variable, dinero invertido en fuerza de trabajo. Si originariamente esta proporción era de 1: 1, después se convierte en 2:1, 3:1, 4:1, etcétera, de modo que se va invirtiendo progresivamente cada vez menos en fuerza de trabajo y más en medios de producción. Escuchemos a Marx: “la acumulación capitalista produce constantemente, en proporción a su energía y a su volumen, una población relativamente adicional, es decir, sobrante para las necesidades medias de valorización del capital y, por lo tanto, superflua.
Y dos: el gran capital de continuo destruye al pequeño capital y, con ello, destruye los puestos de trabajo creado por el pequeño capital. Por lo tanto, los pobres son un producto del capital y no algo independiente del cual es difícil saber sus causas. En una sociedad capitalista los puestos de trabajo los crea el capital; y si hay pobres, será porque el capital es incapaz de crear los puestos de trabajo que necesita en la actualidad la humanidad. Hecho que pone de manifiesto que el sistema capitalista se ha convertido en un obstáculo para el desarrollo libre y armonioso de la humanidad.

Francisco Umpiérrez Sánchez