lunes, 25 de abril de 2011

Varias estrategias para un mismo shock por Éric Toussaint


Durante la primera fase de la crisis económica mundial (2007-2009), los gobiernos de los países más afectados por la crisis, comenzando por el de Estados Unidos, tomaron medidas fuertes, sacando las lecciones de los primeros meses que siguieron al crack de Wall Street en octubre de 1929. Entonces, la ausencia de intervención del estado para sostener a la vez al sistema financiero y la demanda había llevado a consecuencias muy graves en términos de recesión y de bancarrotas, y luego de radicalización política y social. En reacción al dejar-hacer de 1929, un cierto número de medidas han sido tomadas en el Norte para amortiguar el impacto de la crisis financiera: ayudas masivas a los bancos, inyección de una masa enorme de liquidez para evitar un agotamiento completo del crédito y de los intercambios, bajada de la tasa de interés de la Reserva Federal de los Estados Unidos seguido por el del Banco de Inglaterra y el Banco central europeo…
También se han tomado medidas en términos de limitación de la caída de las rentas de la población y del consumo. Se han puesto en pie estabilizadores sociales, como varios dispositivos que garantizan las rentas o procuran una renta de sustitución independientemente de la actividad económica. En varios países, estos dispositivos han sido prolongados durante varios meses de forma que aumentara su papel de red de seguridad. Ha habido planes de relanzamiento que han consistido en aumentar los gastos públicos para paliar la caída de los gastos privados.
En este contexto, algunos han imaginado que frente a la crisis, los gobiernos de Barack Obama, Gordon Brown, Nicolas Sarkozy, José Luis Rodriguez Zapatero, José Sócrates, incluso Angela Merkel y Silvio Berlusconi, iban a llevar a cabo un giro keynesiano: aumentar estructuralmente los gastos públicos, hacer concesiones a los asalariados, imponer reglas estrictas a las sociedades financieras, detener la ola de privatizaciones, incluso decidir nacionalizaciones duraderas /1. Esto no se ha producido. A posteriori, se puede razonablemente pensar que estos "amortiguadores sociales" no han sido puestos en pie temporalmente más que para atenuar la recesión y limitar los riesgos de explosión social que habría podido causar la crisis provocada por el efecto combinado del apetito de ganancia máxima de los banqueros y varios decenios de políticas neoliberales.
En efecto, en 2008, los gobernantes y los editorialistas de los grandes medios financieros tuvieron realmente miedo de que un despertar de la opinión pública a una crítica radical del capitalismo desembocara en una movilización popular en favor de cambios revolucionarios. Esta angustia se sintió en particular cuando, en Grecia, el gobierno de derechas de la Nueva Democracia recurrió rápidamente a medidas de austeridad, lo que provocó un mes de diciembre de 2008 socialmente explosivo y condujo a su humillante fracaso electoral en las elecciones legislativa anticipadas de octubre de 2009. En lo que se refiere a los países del ex-bloque soviético que se integraron en la Unión Europea, principalmente los que lo hicieron después de 2004, la estrategia de shock fue aplicada desde 2008. La presencia en ellos del FMI desde hace de 10 a 15 años ha reforzado y facilitado esta orientación, no sin que esto provocara, en ciertos países, grandes movilizaciones sociales. En Islandia, que no forma parte de la Unión Europea, la estrategia del shock ha sido aplicada rápidamente, lo que ha provocado una muy gran movilización popular y una crisis política muy grave que ha provocado la caída del gobierno y el rechazo por referéndum de un plan de devolución de la deuda externa.
Para evitar una salida así, en Estados Unidos, en Alemania, en España, en Gran Bretaña o en Francia han sido realizados en 2008-2009 gastos que estimulan la demanda. Actuando así, los gobiernos han diferido la puesta en práctica de la estrategia del shock /2, a saber la utilización de un shock psicológico importante (como el provocado por una crisis de gran amplitud, un desastre natural o un ataque terrorista) para imponer una nueva ola de reformas neoliberales y medidas económicas brutales que serían imposibles en tiempo normal. Los gobernantes de esos países (con el apoyo de la Comisión Europea en el viejo continente) han combinado pues el salvamento de los bancos y de los seguros con la puesta en pie de algunos amortiguadores sociales, y, para lograr calmar el descontento social contra los banqueros, los gobernantes han criticado también duramente a las ovejas negras que se encontraban a la cabeza de ciertas instituciones financieras privadas. Han criticado incluso a un cierto tipo de capitalismo descarriado y algunos de ellos han hecho llamamientos a la refundación del capitalismo. Además, entonces, han hecho todo lo posible para que no se evocara el peligro de un aumento masivo de la deuda pública, a fin de no atraer la atención sobre la causa principal: el coste exorbitante del salvamento de los bancos, sin que las sumas gastadas hayan servido para imponer un control público sobre el sector financiero y sin que fueran recuperadas del patrimonio de los grandes accionistas de esos bancos.
La puesta en práctica de la estrategia del shock en estos países ha venido más tarde, a partir de 2010, después de que fuera aplicada en los países más frágiles de la cadena del endeudamiento y de la zona euro: Grecia, Irlanda, Portugal… Hoy, cuando los gobiernos rivalizan para imponer curas de austeridad cada vez más brutales y dramáticas, es fundamental que la opinión pública sepa exactamente porqué estamos en esta situación: lanzados en una huida hacia adelante ante las exigencias de los mercados financieros, los gobiernos de los países más industrializados han actuado contra sus poblaciones. El salvamento de los bancos que han realizado inversiones muy arriesgadas para una ganancia inmediata, de una parte, y políticas fiscales muy favorables a los más ricos, de otra, hace cada vez más pagar a las clases modestas las consecuencias de la crisis mundial y de un capitalismo congénitamente creador de desigualdades. Dicho de otra forma, las víctimas de la crisis están obligadas a pagar por quienes son sus responsables. Esto explica porqué millones de personas viven esto como una profunda injusticia que puede revelarse como un detonador muy poderoso.

Éric Toussaint, doctor en ciencias políticas de las universidades de Lieja y de Paris VIII, es presidente del CADTM Bélgica (www.cadtm.org). En junio de 2011 publicará: La Dette ou la Vie, Aden-CADTM (bajo la dirección de Damien Millet y Éric Toussaint).

Notas
1/ Barack Obama, Gordon Brown, el gobierno de los Países Bajos y otros han realizado ciertas nacionalizaciones puntuales en 2007-2008, pero con el único objetivo de impedir una bancarrota total del sistema financiero y del sector inmobiliario.
2/ Ver Naomi Klein, La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre, Paidos Ibérica 2010.

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