martes, 26 de abril de 2011

El impacto de la crisis en la salud mental


BELÉN MACÍAS MARÍN / REDACCIÓN de DIAGONAL
Con la crisis aumentarán los trastornos psicológicos comunes y la atención a aquellos que sufren patologías mentales graves se verá perjudicada ¿Cómo gestionar el malestar colectivo?

Durante el mes de octubre desayunarse con la crisis en todas las aperturas de los telediarios y portadas de los periódicos pasó de ser un hecho habitual a convertirse en sistemático. Una cuestión relacionada con la herida abierta en y por el propio capitalismo ha pasado, sin embargo, casi desapercibida: cómo afecta a la salud mental de la gente la fractura financiera, es decir, cómo encajan las personas de carne y hueso los desmanes de un sistema abstracto que parece haber escapado a todo control, incluso el de los poderosos.

Para atender un asunto literalmente vital, el ministro de Sanidad, Bernat Soria, explicó con motivo de la creación el mes pasado del Observatorio Español de Salud Mental que esta entidad nacía en un momento “especialmente necesario, porque los desequilibrios en la vida cotidiana, los problemas económicos o la pérdida de empleo suelen ser origen de los problemas mentales”.

Cabe aclarar que el Observatorio nace de un convenio entre el Ministerio y la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental, con donación de fondos públicos a esta organización privada, fuera de los concursos de la Administración y en la línea de externalización de servicios que parece no capitalizar el PP.

Soria tardó poco entonces en desvelar sus principales preocupaciones sobre la pérdida de salud mental de la ciudadanía: “En España, en estos momentos, no podemos permitirnos el lujo de perder capacidad de trabajo, buenos profesionales que hacen que día a día sigamos avanzando (...) la pérdida de salud, en general, y de salud mental, en particular, tiene consecuencias en múltiples áreas, entre ellas, en la actividad laboral”. Esto es, no se me pongan demasiado tristes justo ahora que hay que seguir echando leña a la máquina, pareció querer decir el ministro.

La OMS ha pronosticado que la crisis financiera traerá más estrés, depresiones y otros desórdenes mentales, sobre todo a los pobres. Más estrés para los ya estresados, que no son precisamente los millonarios que saltan por la ventana. Las previsiones señalan que una de cada cuatro personas en el mundo sufrirá un trastorno psicológico común (depresión, cuadro de ansiedad, etc.) a lo largo de su vida ¿Sufrimos ahora y en este tipo de sociedades más que antes? El psiquiatra y ensayista Guillermo Rendueles comenta al respecto: “El nivel de sufrimiento es difícil de cuantificar y comparar porque no hay estadísticas fiables.

Sin embargo, el grado de quejas psíquicas es una especie de malaria urbana desconocida hasta ahora. Parece imposible dormir, trabajar y guardar las buenas maneras que exige el capital sin ansiolíticos”. Un dato significativo, el 20% de las prescripciones que realizan los médicos de asistencia primaria en el Estado español es de ansiolíticos (Orfidal), según datos presentados en el último congreso de la Asociación de Neuropsiquiatría Española. “Con el aumento de este tipo de trastornos serán los servicios de asistencia primaria los que se verán colapsados”, apunta Rendueles.

Las patologías mentales graves, como la psicosis maniaco depresiva o la esquizofrenia, se mantendrán constantes e independientes de la crisis. Según diferentes estudios epidemiológicos, el 3% de la población en los países ricos sufre una patología mental grave, un millón de personas en el caso del Estado español. No obstante, el presidente de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, Alberto Fernández Liria, subrayó, al ser preguntado por DIAGONAL, que la crisis va a repercutir especialmente en la asistencia e integración de las personas que ya sufren enfermedades mentales graves: “Las ayudas que ahora recibimos para tratar a esas personas son las que primero recortarán. Por otra parte, es mucho más fácil que te despidan o que no encuentres empleo si eres esquizofrénico”. La OMS denuncia, en este sentido, que la mayoría de los países invierte menos del 2% de su presupuesto nacional en salud mental y pronostica que el dinero destinado a este ámbito se reducirá a causa de la crisis financiera internacional. Queda la pregunta de cómo actuar ante el malestar, gestionado de modo creciente por profesionales en un proceso de ‘psiquiatrización’ de los problemas sociales.

“Sólo queda reforzar estructuras sociales sólidas que frenen la sociedad líquida y las relaciones frágiles, creando redes solidarias que escuchen el sufrimiento psíquico de forma no profesional y poblaciones que adquieran algún poder sobre sus vidas y salgan de la indefensión en la que la crisis los mantiene”, responde Renduele.

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