sábado, 18 de diciembre de 2010

Yo sé que es posible por Carlos Braverman


Si la ley racista, el proyecto de ella, de Comités de Admisión ha sido golpeado por
la agenda de la Knesset.
Si también la racista carta de los rabinos, ha despertado una tormenta pública de protestas.
Si en Tel Aviv miles de personas marcharon el Día de los Derechos Humanos.
¡Es posible luchar contra el racismo!
¡Es posible salvar la democracia!
La amenaza se encuentra en el creciente poder de los ultra-ortodoxos de Israel y su matrimonio de conveniencia con la derecha ultra-nacionalista y su consagración como el único árbitro del pueblo judío y la identidad israelí. Es sorprendente descubrir que la gestión de casi todos los aspectos del ciclo de vida se le asigna a la esfera religiosa. No hay matrimonio civil, divorcio civil, o entierro civil, existen en casos especiales y no accesibles a la mayoría. La definición de quién es judío, hoy un tema clave para la ciudadanía israelí de los nuevos inmigrantes en virtud de la Ley del Retorno, está firmemente en manos de los fundamentalistas rabinos ultra-ortodoxos.
Israel debe debatir, revisar y reformar la relación entre religión y estado. Se debe establecer un ámbito civil para proporcionar a todos los israelíes la libertad de religión y de conciencia. La ciudadanía y la identidad personal debe ser una cuestión de procedimiento legal imparcial, no ser rehén y estar sujeta a los decretos de las autoridades ultra-ortodoxas. Todas las corrientes del judaísmo, no sólo la ultra- ortodoxa y para el caso también del cristianismo y del islam, tienen que encontrar la bienvenida y su lugar en una sociedad democrática y al margen del estado, esto debe suceder en Israel.
No hay ningún acto anti israelí en insistir en que la teocracia jurídica y la democracia son incompatibles y que la primera asesina a la última.
Todo Israelí es libre de escuchar a su rabino y seguir su orientación, a menos que la misma no sea una incitación o contravención de los derechos civiles del prójimo. Tenemos fe en nuestras razones, la tolerancia y la integración pueden y triunfarán sobre el extremismo, el fanatismo y la política de división. Pero esto no puede suceder cuando los ultra-ortodoxos cuentan con el poder del estado detrás de ellos. Eso no es democracia liberal, esta no es la regla imparcial de la ley y en el sentido más importante no refleja lo mejor de nuestra tradición ética.
Nuestro proyecto fue siempre una sociedad, cuyos contenidos son los valores universales de la democracia y la justicia social, hoy nos ocuparemos de poner fin a esta orgía reaccionaria y fascista de quienes intentan robarnos el futuro de nuestro país, enlutando el presente con esta retrógrada visión de las cosas.
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judeo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).
Derechos reservados Instituto Campos Abiertos Israel ISBN 965 387 008 9

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