miércoles, 8 de diciembre de 2010

Paradojas populistas de una catástrofe nacional por Carlos Braverman


El Estado de Bienestar no es solamente una canasta de medicamentos, los centros de atención diurna y un impuesto progresivo sobre la renta. Es la lucha constante contra la comunidad de negocios, con la creencia y junto al poder político de los que sostienen esta creencia, de que todo ciudadano es merecedor de una vida segura. Es también la creencia de que el bienestar del individuo no debe provenir de la caridad y que bienestar no debe ser populismo, ya que el populismo es el último refugio de los ciudadanos indefensos y la oferta de gobiernos siniestros para el bienestar con dignidad de las mayorías populares.
Esto, más que nada, es lo que el fuego reveló:la falta de cuidado por parte de un gobierno fracasado de los habitantes del país y la exposición de una masa abandonada de ciudadanos que no tienen ni la capacidad ni los representantes para demandar una vida segura, una vida sin privaciones y sin peligros.
Se reveló al mundo que tenemos aviones capaces de volar sobre Irán y la Franja de Gaza, pero que no los hay para enfrentar un desastre interno. ¿Cuál era la probabilidad que un incendio estallara? ¿era una pena invertir dinero en su prevención?
No es el último desastre al que nos vamos a enfrentar, ayer lo dije, no estamos exentos de otro capítulo de esta guerra asimétrica y cualquier maniobra misilística de Hamas o Hizballah nos exponen a derivados que nos podrían situar en las mismas circunstancias.
Entre mi casa en el categorizado barrio de Denia y el popular de Tirat Ha Carmel hay una distancia de 250 m. por la ladera agreste del Carmel, pero el camino que los une tiene una distancia de 13 km, la preocupación de dejar atrás y no mirar al desvalido se vino abajo con el siniestro, considero que el incendio nos igualó, nos envolvió a ambos y acortó la distancia entre las clases sociales. Todos estuvimos perjudicados por igual, lo que es un éxito paradojal para un gobierno neoliberal y populista como el nuestro.
Siempre rescato este concepto: tuvimos la necesidad y el coraje de crear una nueva sociedad que contuviera los valores universales de la democracia y la justicia social, nos propusimos y responsabilizamos de su progreso en condiciones adversas. El problema de Israel hoy está en la desintegración de estos valores, debido principalmente a la intoxicación con el éxito militar y la creencia de que la superioridad militar es un sustituto para todo.
Volvamos, que desandar un camino es más heroico que comenzar uno nuevo, cuando el original era digno de enaltecernos.
Carlos Braverman
Tel Aviv Israel
Diciembre 7 de 2010

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