La propuesta es un Israel para todos los israelíes, un Israel para todos sus ciudadanos. Para los electores que llevan en sus corazones los valores de la izquierda: paz, justicia, igualdad, democracia, derechos humanos para todos, feminismo, protección del medio ambiente, separación entre estado y religión. Hablo de una izquierda renovada que defina un nuevo modelo del Estado de Israel, con una sociedad civil participativa. Soy un israelí postsionista, no antisionista.
viernes, 17 de diciembre de 2010
La izquierda israelí, entre el Otro descafeinado y el fin de la ocupación por Carlos Braverman
El próximo 30 de diciembre será la convención de mi partido y aprovecho para hacer algunas reflexiones de los temas que abordaré.
Decía SLAVOJ ZIZEK hace poco que el tolerante multiculturalismo liberal, es una experiencia del Otro privado de su otredad: un Otro descafeinado que es permitido mientras aborde la realidad desde un enfoque aceptablemente “sensato”. En realidad creo que es una concepción donde el prójimo se fosiliza y la vecindad es concebida como un trueque donde no solamente debo impedir que ese Otro entre en mi vida, sino debo evitar además entrar en la de él.
Este modelo de sociedad desagregada amenaza a mi país y está ya en la pendiente del racismo, preocupa en estos días el petitorio de algunos rabinos prohibiendo vender o alquilar casas a los ciudadanos árabes de Israel, ésta es sin duda una incitación racista populista.
Los rabinos racistas le hacen mal a Israel, manchan la cultura y la herencia judías y siembran la controversia bajo los auspicios que les otorga su autoridad.
Es necesario iniciar una investigación delictiva contra ellos, en realidad competidores de otros racistas en el Parlamento, aquéllos que este año rompieron récords inundándonos con leyes racistas e instigadoras.
Esto es un bofetada en la cara de la ley y el sistema judicial y principalmente un escupitajo hacia atrás en la historia judía.
Si hablamos de democracia, nos referimos esencialmente al derecho del otro a ser distinto y meritorio.
Debemos aunar fuerzas contra el racismo, con amplias proyecciones, fuerzas y personalidades ilustradas de la sociedad israelí. No me cabe duda que éste terminará fagocitando también a aquellos observadores expectantes y silenciosos, a aquellos que incluso pudieron haber sido cómplices no voluntarios en su silencio cobarde.
El racismo en la nueva versión no se detendrá en el árabe, alcanzará al judío etíope y al oriental, al pobre, al necesitado, al marginado y a cuanto segmento de población débil alcance.
El problema es que la derecha extremista israelí perdió la cabeza al volverse gradualmente mesiánica y ese trastorno la convierte en racista. Vamos a evitar que triunfen en convertir a Israel en Sudáfrica y que los asentamientos destruyan nuestro país, el país de todos los israelíes, judíos o no.
Esta derecha radical perdió el rumbo, no sólo obró completamente fuera de toda lógica según aceptables parámetros internacionales, sino que enloqueció incluso sobre la base de sus propios principios. Se negó a ver la realidad, actuó irracionalmente y causó un daño irreparable al país.
Ahora sabemos el precio que deberemos pagar por sus acciones. Ahora vemos el abismo al cual nos ha guiado. Percibimos la deslegitimación, no nos niegan ya legitimidad internacional como país, sino por la ocupación sobre los territorios palestinos.
Ahora comprendemos que sumaron para restar, tener la totalidad de acuerdo a ellos nos desdibujó. Ahora debemos establecer una frontera para nuestro estado, es decir terminar con la ocupación.
Pero el interés del actual gobierno de Israel en los colonos es perfectamente clara: evitar una resolución de la ONU acerca del establecimiento de un estado palestino en las fronteras de 1967.
La derecha radical se niega a ver ese claro y cristalino interés, entiende que es el futuro y el instrumento para el destino redencionista prescripto por Dios, de acuerdo a sus interpretaciones.
La conclusión es inequívoca: si Israel desea sobrevivir tiene que ser capaz de liberarse por completo del dominio de la derecha fanática. Los rabinos de los asentamientos y los firmantes de la fatídica petición mencionada antes no son el Estado de Israel.
Mientras el Israel desquiciado nos puede llevar al borde de la catástrofe, hay un Israel del todo indiferente y otro que no baja los brazos cuando se trata de librar las mejores batallas por una sociedad justa y un país mejor. Soy creyente, pero sé que no por gracia de Dios, sino por nuestra actividad cívica y patriótica evitaremos que estos grupos excéntricos y extremistas sigan haciéndose cargo de nuestra agenda nacional.
¿Cuál será el centro de mi ponencia en la convención? Volver a la cuestión social ycaminar las calles, campos y centros de trabajo y producción de nuestro país, ahora la cuestión social es fundamental para terminar con la ocupación y recuperar nuestros valores de siempre. No ceso de recordar que creamos una nueva sociedad, con los valores universales de la democracia y la justicia social y lo hicimos en condiciones adversas. El problema de Israel hoy está en la desintegración de estos valores, debido principalmente a la intoxicación con el éxito militar y la creencia de que la superioridad militar es un sustituto de la paz, frente a ello retomaremos los valores liberales y progresistas porque estas tendencias son en última instancia la fuerza decisiva de Israel, del Israel de las mayorías populares.
Yo no quiero un Otro descafeinado, menos un prójimo fosilizado y adaptado a mi medida. Quiero vida dinámica y real, una vida digna para todos sin distinciones, esta convención será distinta, el tiempo terminó y la izquierda debe decidir entre vivir o no existir. Lejaim (por la vida).
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judeo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).
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