martes, 23 de noviembre de 2010

Racismo y globalización. Entrevista a Teun Van Dijk


Reportajes
Racismo y globalización
Entrevista a Teun Van Dijk Carlos Morales

Teun Van Dijk llega a Bolivia cargado de una larga trayectoria como investigador en el campo de la lingüística y el análisis de los discursos.

Conocido en el mundo por su obra La Noticia como discurso (Paidós,1990) y, luego, por su trabajo titulado Racismo y análisis crítico de los medios (Paidós, 1997), Van Dijk se ha distinguido por su método crítico de análisis sobre lo que hacen los medios de comunicación y cómo construyen las noticias.

Desde el principio se define como un "científico crítico", que toma una posición contra el racismo y en favor de los más desvalidos y vulnerables de la sociedad. Desde los años 80 ha levantado un inmenso proyecto de investigación a nivel transnacional que agrupa a investigadores de Europa, Estados Unidos y América Latina con el mismo fin: perseguir los trazos de los discursos dominantes en nuestro tiempo.

Impresionado por los movimientos sociales en América Latina, y particularmente aquellos que han hecho noticia en Bolivia en los últimos años, Van Dijk dictó una conferencia y un dio un taller sobre análisis del discurso por invitación de la Universidad Católica Boliviana (UCB). Tras recorrer las calles alrededor de la iglesia San Francisco en medio de la lluvia -donde se hizo de un abrigo con motivos andinos- Van Dijk mantuvo el siguiente diálogo con Domingo:

CM.- ¿En qué medida se está profundizando el racismo y la discriminación con la globalización?

TVD.-Los discursos del racismo no son nuevos. Existen desde hace siglos. Ya los griegos hablaban de barbaroi para llamar a los extranjeros que eran diferentes a ellos y, por ello, tenían menos derechos. La palabra "bárbaros" viene de barbarein, que quiere decir "balbucear", es decir que habla un idioma que no se entiende, que no es el nuestro. Luego vendrá la idea de la superioridad europea, blanca, occidental, en relación con gentes de otros continentes. Esto creció mucho con las exploraciones de otros continentes. Desde 1492, cuando Cristóbal Colón descubrió estas tierras, ya había una manera de describir y nombrar a los demás como diferentes de nosotros europeos, en general, con un tono de superioridad. En aquella época, el debate era si los salvajes tenían alma o no. Desde un punto de vista religioso, los colonizadores se preguntaban sobre estas gentes que no eran cristianas. Después, en los siglos XVIII y XIX, surgen las ciencias de las razas que medían los cráneos de forma absurda para establecer la superioridad de unas razas sobre otras. Los científicos inventan el racismo, lo que luego fue utilizado por los políticos para legitimar la esclavitud y la dominación europea sobre los no europeos. Entonces, se trata de fenómenos muy antiguos. La colonización era una forma de globalización. La palabra "globalización" es nueva, pero en muchos sentidos el fenómeno es muy viejo.

CM.-Pero qué de nuevo trae la globalización respecto del racismo, si tenemos en cuenta la exclusión de millones de personas en medio de estas profundas transformaciones tecnológicas, políticas y económicas que se están dando en las últimas décadas?

TVD.-En el plano de la cultura, por ejemplo, los intercambios son muchos más rápidos que antes por los nuevos medios de transporte e internet. Ahora vemos como un fenómeno tremendo la dominación económica de Estados Unidos.
Sin embargo, los principios básicos de esa exclusión y de la discriminación son muy, muy viejos. Lo que hoy vemos son esas grandes migraciones de personas, de regiones más pobres a otras de mayor prosperidad. Entonces, cuando surgen problemas económicos en el sistema se culpa a los inmigrantes porque son un grupo excelente para responsabilizar, dado que no tienen el derecho a votar y no tienen poder. Con los inmigrantes está pasando lo que antes pasaba con los judíos. Hay una inmigración muy fuerte hacia Europa, lo que está trayendo consigo un importante cambio social en el sentido de la diversificación cultural. Hoy, en Amsterdam, uno no puede creer dónde está, porque en el centro se ve a más gente no europea, no holandesa. Se ve gente de Marruecos, de Surinam, de las Antillas, de Turquía y de todas partes del mundo. Lo mismo ocurre en Londres o París. Los países se están haciendo mucho más multiculturales. Cómo manejar esas sociedades, es difícil, porque las culturas, las religiones, los idiomas son diferentes.
Para poder manejar esto se necesita una política que establezca sus derechos, seguros sociales y acceso a los servicios. Entonces, en todos los niveles las sociedades europeas se están preguntando cómo integrar a los inmigrantes, si van a votar o si vamos a hablar de ellos en los textos escolares. Hay grandes cambios en la sociedad que también se manifiestan en los discursos, en las formas de decir el mundo. Eso es lo que a mí me interesa.

CM.- ¿Cómo se construyen estos discursos respecto de los inmigrantes y de los "otros" que son discriminados?

TVD.-Después de analizar los discursos de la gente en la calle, de personas comunes y corrientes, en barrios pobres y en barrios ricos, yo llegué a la conclusión de que gran parte de la producción y reproducción de los discursos racistas es una cosa de las élites. Esto es así porque las élites tienen control sobre el discurso público. Son ellas las que hacen las leyes, ellas escriben los periódicos, ellas hacen la ciencia, ellas hacen la justicia. El discurso dominante en una sociedad es el discurso de las élites y no de la gente común y corriente. La gente común casi no tiene voz en el discurso público. Si la tiene, es a través de los partidos políticos -de izquierda o de derecha-, pero, otra vez, son las élites que son los líderes de esos partidos. Después de muchos análisis de los discursos, observamos que las élites preformulan el racismo. Tal vez no de una manera tan extrema y explícita. Pero ellas son las primeras en hablar de "ellos"
como diferentes, como delincuentes, como aquellos que no respetan nuestra cultura y nuestros valores. Mientras que la gente común y corriente no sabe ni de qué se trata. Los políticos, los policías, los jueces, los empresarios y los periodistas son los primeros que saben e identifican que los inmigrantes están llegando. Las élites definen si esas gentes son "buenas" o "malas" para la sociedad que los recibe.

CM.- ¿Por qué lo hacen?

TVD.-Por temor, por ignorancia. Las élites definen a los inmigrantes como personas que "no son como nosotros". Hay un temor a que nuestra cultura dominante pueda alterarse por su llegada. El ex presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, por ejemplo, expresó que tenía miedo de que la cultura catalana sufriera porque los inmigrantes hablan otras lenguas, por ejemplo, los latinoamericanos, que hablan español. El nacionalismo tiene miedo cultural. Gran parte del racismo de las élites es cultural, tiene que ver con la lengua, los hábitos, las costumbres. A esto se suman los problemas del mercado de trabajo. Esto debería expresarse mucho más entre la gente pobre, porque es allí donde se compite por un puesto de trabajo. Pero la discriminación también está en el sistema que manejan las élites. En sí no son racistas, pero son rutinas burocráticas que contribuyen a la marginación de los demás.

CM.- ¿Qué papel juegan en este proceso los medios de comunicación? ¿De qué manera las rutinas periodísticas contribuyen o no a la discriminación?

TVD.-Los periodistas no son diferentes de los otros miembros de las élites.
En ese sentido, no son más o menos racistas que las otras élites. En segundo lugar, no necesariamente están en el origen de las expresiones racistas, sino que siempre es en cooperación con otra gente, es decir, políticos, empresarios y fuentes de información que determinan esas expresiones de discriminación. Los periodistas como grupo profesional y los medios como organizaciones siempre están en simbiosis con otras instituciones. Por ejemplo, la relación entre periodistas y políticos es impensable por separado. Son páginas y páginas cada día de relaciones entre ambos sectores. Lo propio ocurre entre periodistas y científicos sociales; los periodistas y los policías; los periodistas y los jueces; estas fuentes dan casi todo el material necesario para llenar el periódico. Hay muy poco en el periódico que sea producción del mismo periodista, un alto porcentaje proviene de fuentes de afuera del periódico. El 90 por ciento de esas fuentes de información forma parte de las élites y no lo que ocurre en la calle. Estas élites definen la forma cómo se llaman las cosas en el mundo de lo público.

CM.-Bueno, pero los periodistas intentan comunicar la realidad que ocurre en nuestros países de la forma más amplia...

TVD.-Claro, pero la comunicación que establecen los periodistas no es solamente de arriba para abajo, entre los comunicadores y los lectores.
Sino también entre los comunicadores y las élites. Es a través de los periódicos que los políticos saben lo que pasa en el país. Lo propio ocurre con los científicos que descubren problemas a través de lo que leen en el periódico, y luego lo publican en el mismo periódico. Es una simbiosis. Las noticias se hacen con otros textos que producen esas fuentes. En ese sentido, el periodista tiene una misión fundamental de intermediación entre las élites. Entonces, cuando esas élites manifiestan o dejan de manifestar ciertos aspectos de la realidad en forma sutil sobre los inmigrantes, por ejemplo, los medios lo hacen de una manera más contundente; y, finalmente, la gente lee ese mismo hecho de una manera mucho más exagerada. Es todo un proceso donde se agrandan o achican ciertos aspectos de la realidad. Así, en las rutinas del periodismo nace una forma de ver las cosas que en sí no es racismo, pero que tiene un efecto racista. Si en Europa hay un asalto donde está involucrado un ciudadano turco, el periódico dice en un titular "un turco asaltó un local"; entonces la gente sintetiza el hecho diciendo que los turcos están involucrados en la delincuencia con una memoria muy sesgada.

CM.-Los periódicos "serios" se escudan diciendo que éste es un problema sólo de los medios sensacionalistas. ¿Esto es así?

TVD.-Ése es un mito. Según nuestros estudios, el porcentaje de artículos donde se asocia a los inmigrantes con la delincuencia en los periódicos llamados "serios" es casi el mismo que el de los denominados periódicos amarillos o sensacionalistas. Los titulares no serán tan terribles, los formatos serán más disimulados, pero también la prensa "seria" generaliza a la inmigración como una invasión y una amenaza.

CM.-En qué medida el lenguaje puede convertirse en instrumento para discriminar a otros? Ciertos sectores en Argentina señalan a los inmigrantes bolivianos como "bolitas" ¿Esto es discriminatorio?

TVD.-No sólo son los términos, las palabras, sino los conceptos. "Bolita"
es sólo una palabra y puedes darle el significado que tú quieras. "Moro", por ejemplo, que antes significaba solamente la gente del norte de África, hoy es un término asociado con los marroquíes con una connotación negativa.
El problema es el contenido que se le da a las palabras, si es positivo o negativo.

CM.-Pero, dicen algunos periodistas, "bolita" entra mejor en un titular que "inmigrante boliviano"; una cuestión de espacio...

TVD.-Si el argumento es que es una palabra corta, hay muchas otras palabras que se pueden imaginar y pensar para representar a ese grupo. Se puede decir inmigrantes o simplemente bolivianos, o pensar palabras más neutras.
La palabra no importa mucho, sino todas las ideas que están por detrás de ella. Lo que se asocia con esa palabra. Si la asociación es siempre con la delincuencia, con enfatizar algunos aspectos físicos (bajos, morenos), con agresividad o violencia o con señalar al otro como menos, entonces la palabra se carga de aspectos negativos. En Holanda o en Alemania las mismas palabras "extranjero" o "inmigrante" tienen en sí mismas una connotación negativa que apunta a la discriminación.

CM.-Otros dicen que "así habla la gente" y la prensa refleja lo que dice la gente en la calle...

TVD.-Lo que habría que preguntarse primero es dónde aprende a hablar la gente. ¿Dónde aprenden a hablar los lectores sobre los inmigrantes? No es innato. Tienen que aprenderlo de algún lado. Muchas veces las fuentes que nutren esas formas de hablar sobre los inmigrantes son las élites. Un ejemplo claro al respecto lo encontramos en las guerras balcánicas y el exterminio de las poblaciones islámicas en Bosnia. Las representaciones y palabras negativas no venían de la gente, sino que venían de los nacionalistas extremistas a través de la radio serbia. Ellos inventaban esas formas negativas de ver a los otros. Entonces la prensa jugaba un papel fundamental con el uso de metáforas, con titulares, manifestando unas cosas sobre otras, con exageraciones y con cifras arbitrarias y toda la gama de posibilidades que tiene la prensa para tratar un tema. Entonces, no había porqué extrañarse que la gente vaya a imitar eso que leía en los medios. La mayor parte del racismo y de las palabras de la discriminación no se inventa en la calle, sino que vienen de las élites. El argumento de que la prensa solamente refleja lo que dice la gente es otro mito que simplemente no cuadra con los hechos ni la teoría. Entonces, cómo se puede influir en las relaciones sociales de un país con millones de personas si no es a través de los medios de comunicación y de los políticos que se citan a través de esos mismos medios. El racismo de los sectores populares se hace visible a través de los medios de comunicación que reproducen esos discursos de discriminación. No los ignora, sino que los enfatiza. Y, así, es una forma de construir el racismo. Ellos, los pobres, los inmigrantes son racistas entre ellos, dicen los medios de las élites. Por eso, los medios buscan "racistas oficiales" en Le Pen o Haider, pero no ven el racismo en las universidades, los periódicos o el Parlamento al que pertenecen esas élites.

CM.- ¿En Holanda se habla críticamente de estos temas?

TVD.-El racismo en Holanda es un tema tabú. Es un tabú decir que las élites son racistas. Por eso, la recepción de los trabajos sobre racismo en Holanda es muy negativa. En general, no quieren escuchar. "¿Nosotros?
Nosotros no somos racistas, por favor", dicen las élites holandesas. Y, paradójicamente, la izquierda holandesa tampoco quiere hablar de estos asuntos porque tienen la imagen de ser progresistas y "políticamente correctos", por lo que el racismo es incompatible con ellos.

CM.-En América Latina hay una cultura de la discriminación hacia los pueblos indígenas y hacia los pobres. Incluso, en Bolivia se da la paradoja de que una minoría ha tenido el poder de discriminar a una mayoría de indígenas. ¿Cómo ve el racismo en nuestra región?

TVD.-El año pasado publicamos un libro llamado Dominación Étnica y racismo discursivo en España y América Latina. Allí encontramos que los fundamentos del racismo en América Latina son los mismos que en Europa. Es, básicamente, un racismo europeo, un racismo del hombre blanco contra los no europeos, los indígenas y los afroamericanos. Hay, obviamente, mucha variación. El racismo depende del contexto. No es el mismo racismo en Argentina, México, Brasil o Chile. El caso boliviano es específico porque es uno de los pocos países donde la minoría actúa como una mayoría. Esto tiene que ver con el poder político y la representación. Ellos deberían tener la mayoría en el Parlamento por pura lógica, pero no es así. Por eso tampoco tienen el poder simbólico, empresarial e intelectual para definir estas relaciones sociales. Algo similar ocurrió antes en Sudáfrica con el Apartheid, donde una minoría pudo controlar por años a una mayoría de gente sobre todo pobre y con muchas lenguas diferentes. Entonces, la multiculturalidad de Bolivia -y lo mismo en Brasil- requiere un análisis especial sobre qué tipos de racismo están actuando para sostener este sistema de poder. A esto hay que añadir la discriminación de clase, porque no es sólo un problema cultural. Muchos en América Latina son racistas, a fuer de clasistas. "¿Yo racista?, pero si mi 'nana' siempre fue negra", dice mucha gente en esta región.

CM.-Ahora vemos una emergencia de los movimientos indígenas que reclaman por un lugar de poder en el sistema político...

TVD.-Veo que hay un incremento muy grande de conciencia sobre lo que está pasando. Hace una década muy poca gente hablaba en América Latina de racismo. Este proceso es paralelo con lo que está pasando en Estados Unidos y Europa. En esta región, las demandas de los grupos indígenas -minoritarios o mayoritarios según el país-muestran que se está despertando una conciencia sobre estos problemas. Se dan cuenta de que no sólo viven en la pobreza sino que además son discriminados en todos los ámbitos de poder.
Por eso, hay movimientos fuertes de reivindicación de sus derechos. Desde hace una década, los levantamientos de Chiapas, en México; de Ecuador; de Perú; y, de Bolivia, apuntan a un mismo objetivo de crítica sobre lo que está pasando en la sociedad.

CM.-Ciertos sectores apuntan, sin embargo, a que los movimientos indígenas también son racistas, ya que señalan a los blancos en forma discriminatoria...

TVD.-Lo que pasa es que también hay un discurso de la resistencia. La resistencia es una forma de contrapoder. El racismo es un sistema de dominación y de abuso de poder. En tanto que un grupo minoritario no tiene poder en la sociedad, por definición, no puede ser racista. Si no aceptan a los blancos o los llaman de forma discriminativa, es que estamos frente a una forma de defensa y de resistencia. En este momento no quieren esta forma de dominación blanco-europea y quieren construir otra forma de poder.
Eso no es racismo. Racismo no es solamente excluir a otra persona de otro color u otra cultura. Racismo tiene que ver siempre con poder, con abuso de poder. Excluye el que tiene poder. Discrimina el que tiene poder. Si un grupo tiene el poder en una sociedad y abusa de ese poder, entonces se puede hablar de racismo.
Teun A. Van Dijk nació en Naaldwijk, Holanda, en 1943. Desde los años setenta está íntimamente relacionado con América Latina tras su unión con la psicóloga chilena Flavia Hernández. Obtuvo el doctorado en lingüística en la Universidad de Amsterdam, Holanda. Desde 1999, enseña Filología en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona,. Es una de las figuras más reconocidas en el mundo en el campo de los estudios sobre el racismo. Entre
1968 y 1976 llevó a cabo amplios estudios de teoría literaria y análisis de textos que derivaron en los años 80 y 90 en el análisis sistemático de los discursos en la prensa, en las conversaciones cotidianas, en los debates parlamentarios y en los discursos públicos. El método desarrollado por Van Dijk se denomina Análisis Crítico del Discurso (ACD) que presenta una combinación entre el análisis descriptivo de los textos con el análisis social y político de un determinado discurso. La Noticia como discurso.
Comprensión, estructura y producción de la información (Paidós, 1990) es su obra más conocida. Pero ha escrito una veintena de trabajos sobre el racismo, la ideología, los medios de comunicación y la dominación. El método de análisis de Van Dijk puede ser consultado en su página web discurso en sociedad Candelaria de Olmos sin permiso

CdO.- ¿Cuál es la definición de racismo que utiliza en su análisis?

TVD.-Defino como "racismo" a un sistema de dominación, un abuso sistemático de poder de un grupo sobre otro grupo. Históricamente, esa dominación ha sido de los europeos blancos sobre los pueblos de África, Asia y las Américas. Actualmente, se ejerce sobre la gente del Sur y del Este que han migrado a Europa y Norteamérica. En las Américas, la dominación es de la gente (más) blanca sobre indígenas y afro descendientes.

CdO.-Usted se refiere a diferentes modalidades de racismo: económico, político, cultural, social y racial propiamente dicho. ¿Cuál es la pertinencia de estas distinciones?

TVD.-La dominación puede tomar muchas formas: económicas, laborales, políticas, culturales. En general, distingo entre dos niveles: el nivel de las prácticas sociales, como la discriminación -que incluye el discurso racista-, y el nivel de las ideas, como los prejuicios e ideologías racistas.

CdO.- ¿Qué relación hay entre el racismo y otras prácticas y discursos discriminatorios?

TVD.-La discriminación de género, de clase y otras formas de exclusión también son parte de sistemas de poder y de dominación. El sexismo y el clasismo se ejercen y reproducen como el racismo. La diferencia obvia es que el racismo se basa en ideas de "raza", de "etnia" u otras construcciones ideológicas sobre las diferencias humanas, incluso culturales. En esas construcciones el ser blanco o europeo se asocia a valores de superioridad. Hoy en día, hablar de "superioridad de raza" ya no es políticamente correcto, pero hay otras formas de elaborar representaciones según las cuales "Nosotros" somos mejores que "Ellos": más desarrollados, más modernos, más avanzados, más sofisticados, más pacíficos, más inteligentes, etcétera.

CdO.- ¿Qué papel desempeñan las elites en la formulación y reproducción del discurso y las prácticas racistas?

TVD.-Las elites "blancas", y sobre todo las elites "simbólicas" (políticos, periodistas, profesores e investigadores) dan el mal ejemplo. En mi opinión preformulan el racismo en la sociedad, de modo que tienen la primera responsabilidad por lo que se dice y se escribe sobre inmigrantes, minorías y gente no europea. Por eso el racismo elitario me parece un problema más serio que el racismo popular. Puede ser que, a veces, el racismo popular sea más abierto y más explícito, pero en general sus ideas vienen de las elites. Simplemente porque son las elites las que controlan el discurso
público: la televisión, los periódicos, los textos escolares, los libros.

CdO.- ¿Desarrollar un discurso antirracista también es responsabilidad de las elites?

TVD.-Las formas de antirracismo también son preformuladas por las elites.
En general se trata de una minoría que se solidariza con las minorías -con "Ellos"-, y entonces es considerada traidora de "Nosotros". Por eso, si investigas sobre racismo, tienes muchos problemas: no te dan dinero para ese tipo de investigaciones y los resultados suelen generar respuestas muy agresivas. Lo sé por mis experiencias con los periodistas y científicos sociales de Holanda, por ejemplo, para quienes la conclusión de que Holanda es un país racista es un escándalo.

CdO.- ¿Cuáles son las estrategias más frecuentes que permiten identificar el racismo discursivo?

TVD.-Depende de quién habla o escribe, y también del contexto. En mis investigaciones sobre el racismo elitario, la primera y más característica dimensión del discurso racista es la negación del racismo. Las elites tienen una auto-imagen tan positiva de sí mismas, que no pueden creer que también ellos son capaces de decir o escribir cosas racistas. En la política o en los medios, "Ellos" aparecen asociados a la delincuencia, la violencia, las drogas y cualquier amenaza o problema para "Nosotros". La misma estrategia se encuentra en la selección de las palabras o en las
metáforas: por ejemplo, en Europa la inmigración se representa como una invasión. Ese es también el caso de Argentina con los inmigrantes de Bolivia y Perú que tienen aspecto más indígena. No fue así, en cambio, con los inmigrantes que vinieron de Alemania o Italia.

CdO.- ¿Qué vínculos hay entre el colonialismo, la inmigración y el racismo?

TVD.-El racismo europeo estuvo profundamente conectado con el colonialismo, que legitimó la dominación y la explotación. Cuando en las últimas décadas los "Otros" migraron a Europa, fueron recibidos con ideas, actitudes, ideologías e imágenes muy viejas, provenientes del discurso racista del colonialismo. Todavía hoy los inmigrantes marroquíes en España son llamados "moros". La agresión en contra de árabes y musulmanes data de siglos, como lo demuestra Edward Said en sus libros. Por último, los caribeños en Inglaterra y Holanda se representan con imágenes que tienen sus raíces en la esclavitud. Colonialismo y racismo contemporáneo tienen en común la ideología de superioridad europea (u occidental) y las prácticas sociales de la dominación, la discriminación, la exclusión.

CdO.- ¿Hay alguna relación entre las políticas conservadoras y el racismo?

TVD.-El racismo no es de derecha o de izquierda, sino del grupo dominante blanco. Puede ser que por su compromiso más explícito con la igualdad, la izquierda sea más sensible al racismo que la derecha, pero no es ninguna garantía. Todos los gobiernos europeos practican la exclusión de los no europeos y ninguno de ellos actúa enérgicamente contra el racismo. La prensa de derecha, sobre todo en Europa, puede adoptar una posición más dura, más anti-inmigración, pero, en general, toda la prensa asocia inmigrantes con problemas y delincuencia. En Argentina y América Latina tampoco hay una diferencia fundamental entre la izquierda y la derecha con respecto al tratamiento de los indígenas y los negros.

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