viernes, 27 de mayo de 2011

Crimen y castigo por Gideon Levy. Traducido al español por Carlos Braverman


Original en hebreo de Haaretz: http://www.haaretz.co.il/hasite/spages/1228712.html
Este es el crimen y su castigo: Israel, lanzó un arrogante "no" a Estados Unidos, y USA no va a perdonar ni olvidar. Deberíamos estar agradecidos a Obama. En su discurso de la noche del viernes expuso la verdad desnuda: el primer ministro Benjamin Netanyahu no quiere la paz. También deberíamos estar agradecidos al primer ministro: en la noche del viernes dijo al fin la verdad y puso término a los engaños de su discurso de Bar-Ilan, a las promesas de las "30 palabras mágicas" que iba a pronunciar el martes en el Congreso y a su "compromiso con los dos Estados". Netanyahu no quiere un Estado palestino. Punto.
En el nuevo mundo que imagina Obama no hay sitio para ocupaciones militares indefinidas, para imágenes como la Operación Plomo Fundido, para disparos contra manifestantes y para checkpoints. No hay acuerdo sin Estado palestino, y no hay Estado palestino sin las fronteras de 1967. El áspero “no” de Netanyahu, que es el áspero “no” de Israel, resonará hasta los confines de la tierra.
Y por si eso no fuera suficiente, otra mentira consensuada ha sido puesta en evidencia: Israel no es un verdadero amigo de los Estados Unidos. Un amigo no se comporta así, sobre todo cuando depende tanto del otro. Esta tarde, en la conferencia del American Israel Public Affairs Comité (AIPAC), donde todo el mundo entonará loas a la gran amistad entre los dos países y a sus valores comunes, deberíamos recordar que esta amistad es terriblemente unilateral: es la amistad de Estados Unidos hacia Israel.
Ahora ese insolente "no" hará que la gran potencia adopte duras medidas. Esa es la realidad hoy (para quejas y preguntas, dirigirse a Netanyahu). Los Estados Unidos tienen tres opciones. Una es distanciarse otra vez del problema. Eso sería, como mínimo, un desastre. Desde la perspectiva estadounidense significaría el fin de todos sus esfuerzos estratégicos para tocar los corazones de los países árabes. Israel -contra el cual el tiempo corre de forma tan terrible y para el cual 1967 se está convirtiendo en 1947 y Carmiel en Ariel- debería rezar para que tal cosa no suceda.
La segunda opción de Obama es hablar con los israelíes por encima de su líder. Eso no funcionará. Incluso si Obama hiciera lo que hizo Sadat, se presentara en la Knesset y nos hablara directamente diciéndonos cómo nuestro primer ministro está poniendo en peligro nuestro futuro y socavando las relaciones con nuestro único aliado, ni siquiera entonces los israelíes despertarían del letargo invernal (y estival) en el que les ha sumido la vida muelle que llevan. En Israel no hay mayoría ni a la derecha ni a la izquierda. La mayoría se encuentra sumida en un estado de espantosa indiferencia.
Hay una tercera vía, aparentemente más difícil en el caso de Israel que en el de los demás: la vía de la presión. El primer paso debería ser un voto de EEUU en las Naciones Unidas a favor del Estado palestino. Luego vendría el aislamiento -no será agradable arreglárselas con la única ayuda de Micronesia-, recortar las ayudas y finalmente el abandono. Aunque podría causar pánico en Jerusalén y no menos en Tel Aviv, esta es la única manera de demostrar la verdadera amistad a Israel. Netanyahu ha dicho (a todos los efectos) que ese es el camino. No ha dejado otra alternativa.
Obama, que afortunadamente estará con nosotros seis años más, ha vuelto a mostrar determinación, al menos en las palabras; sus actos son ahora la prueba del nueve. Verdaderos patriotas israelíes que ven a dónde se dirige su país, que entienden que el cambio ya no vendrá desde dentro, deben confiar con cierto bochorno en que la presión se produzca desde el exterior. No tienen otra esperanza. Sí, señor Presidente, si es usted un verdadero amigo, ahora es el momento de presionar.
Realizar un llamamiento al presidente de los Estados Unidos para que presione a Israel es algo muy problemático para un israelí. A tal situación nos ha traído Netanyahu. Un primer ministro que habla en términos añejos del ayer sobre la "cintura estrecha" y sobre la ridícula necesidad de estacionar tropas en el río Jordán, que sólo habla de las cosas a las que dice no y no dice nada de aquellas a las que dice sí, que propaga falsas angustias y ninguna esperanza, que dice no a EEUU y a cualquier oportunidad, una persona así daña la seguridad de Israel más que todos los que proponen estrechas fronteras y que todos los izquierdistas traidores juntos. Este Netanyahu ha hecho una invitación a los Estados Unidos para que castigue a Israel. Esa es al parecer la única forma que existe para que los israelíes despierten de la pesadilla que se está fraguando ante sus propios ojos.
Tal vez solo cuando se nos haga más difícil llegar a Macy's comprenderemos que tenemos que abandonar Efrat(4). Al fin y al cabo, más israelíes visitan Macy's que Efrat.

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