sábado, 7 de mayo de 2011

63º Aniversario de la Independencia de Israel, hablemos con un nuevo lenguaje por Carlos Braverman


Nos preparamos para recibir un nuevo Iom Hatzmaut, el Día de la Independencia número 63, el sexagésimo tercer aniversario de la creación del Estado de Israel, un esfuerzo titánico convalidado por la ONU en la resolución de 1947 sobre la partición de Palestina.
Creo que este último año fue difícil y dramático en muchos aspectos, pero alentador y prometedor por muchas razones en otros. Lo triste es que nuestra sociedad se ha deteriorado con la aparición de preocupantes indicadores de odio a los extranjeros, la opresión hacia los "otros" y fracturas muy delicadas en la gobernabilidad democrática del país. La Ley Nakba, la Ley de la Lealtad, la de los Comités de Admisiones a Comunidades Barriales, el incremento de la colonización, generaron un racismo y nacionalismo que deben ser abordados taxativamente antes de que deriven en una calamidad para nuestra sociedad. Es necesario conservar los espacios de convivencia y que no se contaminen por consideraciones nacionalistas, étnicas o raciales.
En los últimos tiempos aparecieron voces en nuestra sociedad pidiendo al público no alquilar apartamentos a los árabes o a los trabajadores extranjeros, o para no brindar asilo en el país a desplazados por conflictos bélicos y necesitados de refugio, todo esto deteriora las libertades civiles y los derechos humanos.
Lo alentador es que la sociedad civil se movilizó con fuerza y evitó muchas sanciones de proyectos de leyes aberrantes, también limitó los alcances de algunos de los citados engendros parlamentarios. El otro aspecto positivo es una perspectiva seria sobre una eventual declaración unilateral de independencia de un Estado Palestino en setiembre y la movilización política interna en relación ello. Es inevitable ahora la reactivación de las conversaciones de paz y una vuelta al debate interno de lo que realmente quiere nuestro país. Yo creo que una amplia mayoría quiere un estado basado en las fronteras en la que se logró la independencia, que hoy conocemos como las fronteras de 1967, creo además que la preferencia es un estado democrático en el que todos sean iguales como se describe en la Declaración de la Independencia.
Pero no niego que existe una gran capacidad discursiva de la derecha, una capacidad política para desvirtuar los verdaderos sentimientos cívicos y una incapacidad soberana de la izquierda para articular un proyecto claro y viable como expresión de esas voces que no responden al discurso oficial. El inmovilismo lleva a que aparentemente predomine una opción basada en un estado racista- mesiánico y en el momento de las definiciones no hay tres opciones, hay un momento para decir sí o no.
La pregunta va a ser precisa: ¿un estado democrático basado en las fronteras de 1967 o no? Entiendo que ya no hay espacio para dilaciones y superficialidades, si es sí a la paz y a la democracia, no hay otra opción que el desmantelamiento de los asentamientos fuera de las fronteras de Israel mencionadas, poner fin al ensueño racista-mesiánico y su influencia sobre los sistemas educativo y judicial de Israel.
Con los años me adherí al postsionismo, dicho con precisión me convertí en un revisionista, en mi caso en un revisionista de izquierda. El revisionismo es el estudio y reinterpretación de la historia y tiene un uso académico y otro peyorativo. El uso académico se refiere a la reinterpretación de hechos históricos a la luz de nuevos datos, nuevos análisis más precisos y menos sesgados de aspectos no divulgados o aceptados.
El revisionismo presupone que entre los historiadores y el público en general, existe una forma aceptada de entender los acontecimientos, los procesos históricos y que hay razones para ponerlos en duda sin manipulaciones y sin animosidad de desvirtuarlos. Me alentó cada vez más
el criterio Kantiano de razón como la facultad en virtud de la cual el ser humano es capaz de identificar conceptos, cuestionarlos, hallar coherencia o contradicción entre ellos y deducir otros distintos de los que ya conoce. En una encuesta publicada este fin de semana por el diario Israel Ha Iom, allegado a Netanyahu, frente al próximo Día de la Independencia, un 44% del público está satisfecho con los logros del estado, un 79% cree que la fecha estimula la unidad del pueblo, un 87 % se siente orgulloso de colocar la bandera nacional en sus casas y autos, otro 47 % ve como fundamental el encendido de las 12 velas recordando las doce tribus, en el acto oficial; en tanto que los jóvenes ven como relevante la realización de paseos y picnics, visitar el Muro de los Lamentos, hablar hebreo, preocuparse por el nivel del agua del único lago de Israel el Kineret…
Banalidades, a excepción del tema Kineret, frente a las cuestiones que estoy planteando y tratándose de un país joven con mucho para transformar, los revisionistas tenemos el don de ser aguafiestas y tener esa obsesión irremediablemente fastidiosa por lo que podríamos llamar el estar lo más cerca posible de las verdades de la realidad, realidades que la derecha populista y sus socios mesiánicos tienen el mismo don fastidioso pero para tergiversarlas.
Por ejemplo mi rechazo y el de todo demócrata a la Ley Nakba: no creo que obviar el hecho de los refugiados palestinos en su momento frente a la creación del Estado de Israel y pensar que la aprobación de esta ley hará que la verdad histórica desaparezca sea muy sano.
Muchos creen que el derecho de Israel a existir depende de la distorsión de esta verdad histórica sobre la tragedia palestina y se convierten así en parientes cercanos de Hamas, cuyos dirigentes temen que la narrativa palestina sea perjudicada si existe una propia revisión de los hechos. Pretenden en ese sentido que los israelíes representemos todo lo malo porque no quieren comprometerse con un proceso de normalización racional de las cosas, así como muchos israelíes creen que el reconocimiento de la Nakba significa renunciar al derecho de Israel a existir y otros están dispuestos a correr el riesgo que sea por alcanzar la paz, como otros tantos palestinos harían lo mismo.
La historia de Israel se puede enunciar en una narración que deje espacio para la tragedia palestina sin negar en modo alguno el derecho de Israel a existir en seguridad, pues son hechos y consecuencias que los movimientos de liberación nacional pudieron generar en distintas épocas y latitudes, que luego las generaciones siguientes deben reparar enfrentándose a ellas. Por lo tanto la Ley Nakba es inútil pues no borrará el hecho histórico ni la narrativa palestina que ellos sostengan y niega a los árabes de Israel el derecho a expresar su identidad de acuerdo al criterio que elijan.
Si me preguntan que quiero en este nuevo aniversario de la independencia, no dudo en decir que deseo un nuevo lenguaje, una nueva cosmovisión de las cosas que abarque todas las esferas de la vida pública. Un cambio fundamental para alentar los valores de la paz, los ideales de la libertad, la justicia, la igualdad y la democracia que deben aplicarse a todo el mundo, en todos los niveles de lo cotidiano y que se adapte a las necesidades del futuro de Israel. Apuesto por una camada generacional que pensemos de un modo nuevo y que hablemos un idioma también nuevo, los discursos conocidos hasta ahora no fueron evidentemente exitosos y debemos en este sexagésimo tercer aniversario retomar nuestros mejores emprendimientos. Lo dije, los revisionistas somos aguafiestas, pero: feliz Iom Hatzmaut, feliz Día de la Independencia.
Notas:
• El Día de la Nakba, "día de la catástrofe”, es el día anual de conmemoración para el pueblo palestino del aniversario de la creación de Israel.
• Ley Nakba 2009; Parlamentario Alex Miller (Yisrael Beitenu)
De acuerdo con este proyecto de ley, las personas que públicamente conmemoren el Día de la Nakba como día de duelo serán sancionados. El gobierno aprobó el proyecto de ley, pero a raíz de las protestas públicas, su texto ha sido modificado. Así, a las organizaciones e instituciones que conmemoren el Día de la Nakba, se les puede negar fondos públicos. Entiendo que incluso esta "mínima" versión de la original presentación, aún afecta a la libertad de expresión, comprometiendo la expresión libre de un punto de vista político determinado.
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judéo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).
Derechos reservados: Instituto Campos Israel ISBN963-03- 0316- 2 מסת"ב

No hay comentarios:

Publicar un comentario