domingo, 24 de octubre de 2010

Lluís Companys: habla su bisnieto por Sonia Subirats


Sonia Subirats entrevista a Ricardo Cayuela, que nació y reside en Ciudad de México. Recientemente, trabajó algunos años en España. Es hijo de Jacinto Cayuela Muñoz y María Luisa Gally Companys. Tiene cuatro hermanos: Alberto, Luis, Marichel y Monserrat. Los cinco hermanos son todos los bisnietos de Lluís Companys, presidente de la Generalitat de Catalunya fusilado en 1940.



Sonia Subirats: En tu casa ¿se hablaba de la Guerra Civil y del exilio?

Ricardo Cayuela: La verdad es que sí, en mi familia estaba muy presente el tema del exilio, casi diría que obsesivamente porque mis dos padres son hijos de exiliados, los dos son exalumnos del Luis Vives y por lo tanto había una atmósfera de discusión permanente. Yo desde muy chico sabía que era nieto del exilio, además también estudié en el Vives y esto formaba parte de mi infancia y por lo tanto de mi naturaleza y de mi constitución como persona.



¿Sabes cómo llegaron tus padres a México?

Mi madre ya nació en México, ella es exiliada de segunda generación y por lo tanto yo de tercera, mis abuelos maternos estaban exiliados en Francia y llegaron por barco, en los primeros barcos fletados por el gobierno de Cárdenas, al puerto de Veracruz en un recorrido bastante convencional.

Mis abuelos paternos son exiliados tardíos de después de la Segunda Guerra Mundial, mi abuela era apolítica y más bien católica, pero sus dos hermanos eran del PSOE y están exiliados en México desde 1939. Ella se sentía muy incómoda en España, pero tenía dos hijos pequeños, y mi abuelo que era del partido de Azaña, tampoco tenía gran vinculación, era simpatizante pero tampoco ha tenido una gran connotación política y realmente no pudieron salir de España hasta el 46 o el 47, y salieron en barco a Nueva York y de Nueva York a México en avión. En cuanto llegaron a México, se integraron, por la propia lógica de sus creencias y por la relación de mi abuela con sus hermanos, en el mundo del exilio, por lo que realmente pertenecen también.



Los únicos descendientes

¿No tiene nada que ver tu mamá con Companys?

Es nieta. Es una cosa curiosa y bastante significativa, porque Companys es una de las principales figuras de la República española y además es un mártir en Catalunya y, sí, ha sido una figura muy presente en la vida de la familia; una relación rara. Además somos, yo, mis hermanos y mis primos los únicos descendientes de Companys. Companys tuvo un hijo que tuvo un brote sicótico en la carrera, un ataque esquizofrénico, no tuvo descendencia y murió en Francia exiliado en un hospital psiquiátrico, y una hija Maria, que era mi abuela, que a su vez tuvo tres hijos que son mi madre y mis tíos.



Tus padres, ¿en el exilio tuvieron alguna relación de partido, estuvieron relacionados con la política española?

No, yo creo que mis padres son cultural y esencialmente mexicanos, es una generación que se siente incómoda con España porque crecieron con la España de Franco a la que no podían volver y habían dos reacciones, los que querían y permanecían en la lógica de España y los que no. Mi madre, ya nacida en México y mi padre, que llegó de seis años, ante la imposibilidad de volver pues simplemente se volvieron mexicanos. Los dos son profesionistas mexicanos y trabajan en México, viven en México y hablan como mexicanos, piensan como mexicanos, etc. Con la peculiaridad de que son o hijos de españoles, como es mi madre, o español educado y criado en México. Ahora, están poco vinculados. Los últimos años, mi madre se ha acercado al Orfeó Català en México, con el que siempre tuvo una cierta relación, y ha estado en la junta directiva, pero nunca vinculada a ningún partido, su actividad política es más en México que en los partidos del exilio o con la política española.



¿Fuiste siempre al Vives?

Sí, cosa rara, desde maternal hasta sexto de bachillerato, soy un niño Vives total.



En tu casa, ¿era el ambiente muy catalán, muy español? Y, la escuela a la que fuiste, me imagino que en tu tiempo también era más española que mexicana

Era rara la sensación porque sí vivíamos en una burbuja, en una especie de gueto endogámico, aunque mis padres se sentían mexicanos, todos sus amigos todas sus amistades y todo su mundo íntimo estaba formado por hijos del exilio, y eso era sorprendente. Yo además me topé en el Vives, que en esa época como tú dices con muchos profesores originales o con muchos profesores españoles, de primerísima no, que llegaron en las primeras oleadas del exilio, con muchos compañeros hijos o nietos de exiliados, y a nosotros, mi madre nos llevó al Orfeó a formar parte del “esbart dansaire” y no sé que tantas actividades.

Y sí, vivíamos en México nos sentíamos mexicanos, pero dentro de una extraña burbuja española exiliada y eso no se rompe, en mi caso, hasta que entro en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), donde descubro el verdadero rostro de México, fascinante, entrañable y muy distinto a lo que yo me imaginaba. El hecho de convivir con gente que tenía que llegar a la UNAM desde Netzahualcóyotl, haciendo tres combis y dos paradas del metro, e historias tan distintas, hijos de campesinos, hijos de obreros, gente venida de cualquier otra parte, hijos de españoles no exiliados, etc. La enorme diversidad mexicana representada en el aula de la UNAM es mi primer impacto, y yo decía, ya eres grandecito, ¿no?, a los 18 años, y es mi primer contacto con el México real, en este terreno de convivencia.



El Himno de Riego

Ustedes en el Vives, ¿también cantaban el Himno de Riego?

Se cantaba los lunes el de Riego y el mexicano, pero esto se suspendió cuando España y México tienen relaciones diplomáticas con José López Portillo, cuando la República deja de ser una instancia legal para México y se convierte simplemente en la evocación emocionada de los abuelos, y entonces el Vives decidió suspender esta ceremonia. Yo de niño lo canté todos los lunes, con la ceremonia se hacía el homenaje a la bandera tricolor mexicana y tricolor española.



En tu casa el ambiente de comida, de relaciones, ¿era más de tipo español y catalán o más mexicano?

Sincrético. La comida era española, las recetas de mi madre muchas catalanas, curiosamente nosotros teníamos además una persona de servicio que había estado con mis abuelos maternos y que en casa de mi abuela llegó muy joven y por lo tanto (... interrupción de teléfono). Con la comida era curioso, porque incluso la comida que hacia la muchacha tenía un toque catalán o español.

Y recuerdo en particular, con especial nostalgia, la comida en casa de mis abuelos paternos. Mi abuelo paterno era de Soria y mi abuela de Córdoba, de Andalucía. Era una cocinera extraordinaria y era un verdadero festín de cocina española. Ahora en España descubro la increíble calidad y fidelidad a las recetas españolas que yo viví en la casa de mis abuelos. Ya desde niño sabíamos que era algo especial, incluso invitamos a amigos a comer en casa de mis abuelos, porque era un banquete real, no sólo por las cantidades, sino por la calidad de la cocina, por el gusto.

Estando en casa de mis padres, pues éramos cinco hermanos, cada quién desayunaba comía y cenaba como podía, eran comidas más bien multitudinarias, o sea, no eran muy elaboradas por la propia lógica de ser cinco niños, pero sí tenían una marcada presencia española, mucho aceite de oliva… la lógica de la comida española.



¿Cómo era tu relación con la gente mexicana? ¿La gente te aceptaba como tal? ¿Tú te sentías diferente?

El Vives es una escuela pequeña, de grupos muy pequeños, a diferencia del Madrid, por ejemplo. En mi salón había 25 personas, entonces más bien no importaba el origen sino la relación entre cada uno de nosotros, las afinidades que se crean por los deportes, por los gustos, y esa es la forma en la que se creaban los grupos, no tanto por el origen.



Pero, ¿cómo era tu relación fuera de la escuela en tu etapa adolescente? Digamos, ¿los mexicanos como tal te aceptaban, te decían cosas raras?

No, yo siempre me sentí mexicano, no tuve problemas de adaptación en ese sentido, aparte tenía pocos espacios de convivencia, porque íbamos al Orfeó, luego éramos socios del Club Mundet, los fines de semana nos los pasábamos en Tepoztlán con un matrimonio amigo de mis padres, que eran republicanos también, y en el Vives. Eso en la adolescencia. En la niñez la vida era una vida más acotada de lo que uno se imagina, en la medida en que vas al colegio, uno tiene unos amigos, vas a hacer tus actividades, y entonces todo eso estaba permeado por el mundo español, exiliado, pero yo nunca me sentí incómodo, ni distinto ni nada.



Cuando llegas a la Universidad te encuentras un rostro diferente de México ¿qué estudiaste?

Estudié literatura. Lengua y Literatura Hispánica se llamaba la carrera en la UNAM.



¿Trabajaste en México?

Trabajé mucho.



Tus trabajos, ¿tenían relación con gente del exilio?

No. Indirectamente quizá sí. Es una cosa rara, sobre todo en el mundo editorial. Yo hice muchas revistas, algunas entre amigos, estudiantiles, eran universitarios con poca vinculación con el exilio; otras sí con amigos exiliados, trabajamos juntos, pero en general yo diría que indirectamente.

Por ejemplo yo trabajé en La Jornada, en el suplemento cultural, que lo dirigió Juan Villoro. Era su jefe de redacción, y él era, a su vez, hijo de un español, no exiliado pero cercano a las posturas de la República. La Jornada la diseñó Vicente Rojo, en el suplemento colaboraban muchos hijos o nietos de republicanos como Tomás Segovia y otros.

En el mundo editorial y de las letras el magma del exilio lo permeaba todo, entonces mi trabajo no es que tuviera que ver con las instituciones del exilio, pero había puntos de contacto.



Catalunya, Andalucía, Asturias

¿Te contaba cosas tus papás de Catalunya?

Mucho. Mi madre es muy apegada a los valores de la cultura catalana, aunque no nos habló en catalán, por un pacto con su marido, mi padre, en el sentido de que no podía haber una separación familiar de lenguas. El catalán lo aprendimos con mis abuelos, que tenían una verdadera necesidad de que lo habláramos.

Es curioso porque en mi casa lo habla muy bien mi hermano mayor, luego sigo yo y se va degradando el conocimiento del catalán hasta mi hermana pequeña, que apenas lo habla, en función de los años de convivencia con mis abuelos. Pero sí, mi madre nos hablaba mucho de lo que ella había escuchado de Catalunya, porque ella nació en México y se crió en México, pero ella sí es catalana de lengua materna y muy vinculada a la cultura catalana, y yo creo que ella tenía idealizada Catalunya, eso es algo importante para mi.



Tu mamá es de origen catalán, ¿y tu papá?

Mi padre nació en Córdoba, Andalucía, de padre asturiano.



Y, por parte de tu mamá, ¿los abuelos?

Los dos de Barcelona.



Entonces, ¿tú conociste a tu abuelo Gally?

Sí, conviví con él. Era muy curioso, muy extravagante, tenía una editorial, una imprenta y una librería, o sea que estaba muy vinculado al mundo editorial, a la cultura del exilio, aunque él más bien lo tenía como negocio. Él me enseño a hablar catalán y tengo un recuerdo muy especial de mi abuelo, disfrutábamos mucho, sobre todo en su librería en el centro, en la calle de Guatemala, que ya no existe porque las obras del templo mayor la tiraron, y me gustaba mucho estar con él, me enseñó a leer y luego esto ha determinado mi vida, la vocación lectora la aprendí con él, por eso lo tengo en un lugar importante en mi recuerdo.



Tu mamá y tus abuelos maternos te hablaban de Catalunya y, los otros abuelos por la parte paterna, ¿te hablaban del resto de España?

Sí, claro. Hay una anécdota bonita que me contó mi abuelo paterno, que si quieres te cuento, porque él era del partido de Azaña, que se llamaba Izquierda Republicana, no confundir con Esquerra Republicana de Catalunya. Era el partido de Azaña, pero el abuelo ni siquiera era militante, era simplemente votante, y en el 36 hubo un mitin en Córdoba, donde él vivía, de bienvenida a Companys, que acababa de salir de la cárcel. Habían pasado, precisamente, las elecciones del Frente Popular. Los presos del alzamiento del 34 habían sido liberados y estaban haciendo un recorrido en coche, desde el puerto de Cádiz hasta Barcelona, parando en las distintas capitales de España para recibir el homenaje de los republicanos españoles antes de regresar a la Generalitat, y a mi me hace gracia pensar en mi abuelo, en Córdoba, ya casado, a punto de tener a mi padre, que va a aplaudir, como un ciudadano de a pie, a una figura de la República recién liberada como es Companys, y para él tuvo que haber sido muy curioso saber que luego su hijo se casaría con la nieta de ese señor ¿no?



Sí, quién iba a saber que el hijo de tu abuelo, tu padre, se iba a casar con la nieta de Companys y, ¿ellos se conocieron?

No, porque Companys nunca llegó a México, estuvo exiliado en Francia y la Gestapo lo entregó a Franco y lo fusilaron. No hubo ninguna vinculación.



¿Cuánto tiempo hace que vives aquí en Madrid?

4 años.



¿Viniste directo a Madrid?

Vine directo a Madrid, vine como mexicano a poner una empresa mexicana cultural, pero con todos los fantasmas y familiares del exilio detrás y en esta parte si es un poco decepcionante España para mi, en general, y Catalunya, en particular, porque...



Catalunya y Lluís Companys

¿Qué piensas de Catalunya y de los catalanes?

Tengo, nuevamente, sentimientos encontrados porque me parece que una cosa era la reivindicación nacionalista en la dictadura de Primo de Rivera, por ejemplo, porque el catalán estaba, prohibido y cuando se perseguía activamente esa cultura, es decir una cosa era ser nacionalista antes de la Segunda Guerra Mundial, -porque si hay un nacionalista en la historia de la humanidad es Hitler o Mussolini, en Italia o etc.,- y, además, el nacionalismo siempre lleva en su germen la exclusión: yo soy distinto a los otros, yo soy diferente, yo me defino en función de lo que no soy, no de lo que soy; eso lo define muy bien Fernando Savater.

Pero creo que hay nacionalismos reactivos a otros más grandes que podían tener algún sentido y, digamos, la España nacionalista españolista, por decirlo de alguna forma, existía y era una gota de presión sobre las culturas periféricas o laterales. Entonces, yo creo que el nacionalismo de los 20s de los 30s tenía algún sentido, aunque en su germen ideológico estaba ya la exclusión, pero al menos había una razón de ser y eso es muy distinto a la España actual.

Yo creo que España es un país plenamente próspero, democrático, que encontró un buen acomodo con la España de las autonomías y en donde si uno quiere ser catalán en Catalunya, lo puede ser plenamente, y si uno quiere educar en catalán a sus hijos, pues lo puede hacer, y vivir dentro de coordenadas e instituciones catalanas. Lo que es más difícil es ser español en Catalunya, porque acaba uno en ámbitos marginales o fuera de las instituciones, o con problemas para educar a sus hijos, y, en este sentido, para mi es muy fuerte y muy doloroso ver que la figura de mi bisabuelo es el fetiche de los nacionalistas actuales, un poco el ídolo, el mártir, cuando se ha perdido un poco la correlación entre lo que él hizo en su época y lo que es nuestra época.

Dicho de otra forma, creo que Companys, o aspiro a pensar, no sería un nacionalista furibundo en la España actual, porque, además, él tenía una enorme vocación digamos de izquierda, sindicalista, campesina; viene de la huerta de Lérida. Digamos, una gran preocupación social como abogado laborista, y era un gran republicanista, en mi familia no nos enseñaron el mito de la Catalunya independiente, los tres nietos de Companys se casaron con mexicanos o con españoles de cualquier otra parte. Mi madre decidió no enseñarnos el catalán para en algún momento vincularnos e integrarnos con una cultura más amplia como es la mexicana, etc.

Entonces, para mi es muy doloroso ver, al menos aquí en Catalunya, a mi bisabuelo convertido en fetiche, en camiseta, en pósters, en slogan. Lo único que se hace, además, es empobrecer su figura frente al resto de los españoles, que cada día lo odian más ,y es lógico, porque es la bandera de Carod Rovira y compañía, por lo tanto no hay forma de explicar al resto de España que fue un republicano leal y que murió honestamente.



Y que, además, lo fusilaron.

Y además lo fusilaron y todo. Entonces, sí, para mi esta parte es muy complicada, porque para mí sería muy fácil hacerme un furibundo defensor y meterme en esa lógica, pero se me hace que es traicionar incluso su propio espíritu.



¿Qué piensas tú en general de los catalanes, de las personas que has conocido?

Es raro, porque yo siento una afinidad por muchas cosas, culinarias, vivénciales, etc., pero por otra no me gusta una parte del catalán de mirar por arriba a España, como si España fuera la barbarie, cuando yo creo que para nada, es decir basta viajar un poco por España para ver la enorme riqueza monumental y artística de todo el conjunto y no sólo de Catalunya, o la sabiduría vital de los andaluces. ¿no?... O muchas cosas ¿no?

Y otra parte que no me gusta es que la mitad de los catalanes son de origen no catalán, son de origen andaluz la inmensa mayoría de ellos, pero también hay muchos gallegos, aragoneses, de distintas oleadas de inmigración, y la cultura oficial catalana los obliga a traicionar u olvidar su cultura heredada y eso no me gusta, porque yo creo que Catalunya sería más rica si aceptara su propia pluralidad interna.

Catalunya pide pluralidad a España y no acepta su realidad interna, y eso es muy triste, cuando además es una pluralidad real, porque en la sociedad está, por ejemplo, el flamenco catalán, que es extraordinario, con la rumba, la cultura andaluza de Catalunya, musicalmente es imbatible, de Kiko Veneno a los Ojos de Brujo, y, sin embargo, institucionalmente eso no se reconoce, no se apoya y casi diría que se combate, y esto es una cosa que también me produce mucho dolor en Catalunya, sobre todo los conversos, los hijos y nietos de andaluces, que traicionan a sus abuelos, su sangre y su lengua, para convertirse en unos furibundos catalanistas.

Además, la cultura catalana es interesante, pero es más interesante la cultura de la lengua española, es decir, una cosa son 6 millones y otra cosa son 300, es una cuestión numérica ¿no? Se me hace absurdo que renuncien al español, a la lengua del bolero, del tango, de las rancheras,… a la lengua de Cortázar, de Borges, de Octavio Paz, Carpentier,… Es un suicidio cultural, que no tiene explicación.



La lengua…

Por ejemplo, es algo inverosímil el daño que están haciendo, psicológico, a esas nuevas generaciones. Entiendo el respetar, apoyar y conservar el catalán, pero no a costa del español, porque entonces te suicidas culturalmente. El español es la segunda lengua de occidente, es lengua oficial en 22 países, es la cuarta lengua en Internet, es la segunda lengua en Estados Unidos, ¡por favor! … y, además, tiene un legado cultural imbatible.

El catalán es una interesante, curiosa, lengua mediterránea, que ¡qué bueno que existe!, pero si me dan a escoger me quedo con el castellano, como una cosa de sentido común. En fin, ya estamos hablando de muchas cosas.



No, está bien. ¿Estás integrado aquí en España?

Sí, estoy al frente de una revista cultural mexicana, que se llama Letras Libres, que dirige Enrique Krause y yo soy el encargado de la oficina española y por lo tanto en algún lugar soy el encargado de una revista cultural española y esto te abre todas las puertas y me siento muy integrado, tengo muchos amigos españoles, muchos colaboradores de la revista son españoles, etc.



¿Catalanes?

Catalanes claro, muchos colaboradores de Barcelona, sobre todo de Barcelona, donde además hay una importante comunidad de intelectuales latinoamericanos, pero confieso que muchos de nuestros colaboradores catalanes son críticos del nacionalismo, porque es una línea editorial que está llevando la revista con la que yo comulgo plenamente. Pero sí, tenemos muchos escritores nacidos en Catalunya y colaboradores nuestros.



Soy mexicano

¿Tú qué te sientes?

Yo me siento mexicano plenamente, y al mismo tiempo creo que soy un mexicano atípico, pero tampoco es tan extraño ser mexicano hijo de extranjeros o nieto de extranjeros, porque es una forma más o menos normal de ser mexicano, digamos. Carlos Slim, es un mexicano típico, hijo de libaneses o José Woldenberg, que...



Sí, pero no es lo mismo.

De acuerdo, pero fíjate que es curioso porque me doy cuenta hasta qué punto mi cultura es mexicana en muchas cosas, y que cosas de España no tolero, por ejemplo la descortesía o los malos modos cotidianos, o, muchas cosas que en México son muy suaves y muy dulces y muy cultas y que aquí es la barbarie.

Otra cosa curiosa, que extraño es la comida mexicana contra todo pronóstico, extraño muchas cosas de mi país y me siento plenamente mexicano.



La cultura perdida

¿Qué crees que han hecho los españoles por los refugiados?

Yo creo que poco, porque la transición se fundó en España en un pacto de silencio y entonces la idea era no volver al pasado, y los republicanos era una forma de volver al pasado y entonces le han dado más bien la espalda, y luego, cuando los han aprovechado, ha sido para los cimientos políticos, personales, etc.

Por ejemplo los grandes escritores del exilio no forman parte de los planes de estudio, o del canon español. Entonces, claro, en el centenario de Cernuda arman mucho ruido, pero luego no están Alberti, el mismo Cernuda, Pedro Salinas, Américo Castro, etc. metidos como parte de la cultura española, de la que forman parte. Entonces yo creo que hay mucha demagogia en el tema y poco apoyo, pocas ganas efectivas de que formen parte del entramado español.



Me estabas contando de la transición.

Sí, entonces los escritores, los grandes autores del exilio no forman parte todavía del canon español, ahora creo que lentamente se va recuperando la imagen de la República y del exilio y eso me gusta mucho, no hay que olvidar que tenían una razón histórica y que tenían una democracia, y que fueron expulsados de este país, borrados, perseguidos, etc. Aunque la Guerra Civil haya sido un cúmulo de barbaridades por ambas partes, pues una vez que se desata el demonio de la guerra es imposible parar, pero la razón histórica está del lado de la República, traicionada por unos y por otros, ¿no?

Además, España perdió su élite intelectual y científica, merma de la que yo creo que aún no se ha recuperado, en muchos campos al menos. España era un país que, en muchos campos, estaba a la altura de Europa y de pronto quedó sesgada, todo el mundo se fue a América, fundamentalmente a México, y creo que hace falta mucha labor de pedagogía todavía en la sociedad española para que entiendan esto.

En este sentido, el homenaje a Lázaro Cárdenas de estos días me parece muy emocionante y muy necesario, porque era una figura casi desconocida en España y es imperdonable porque es el extranjero que más ha hecho por los españoles.



La reconciliación nacional

¿Estas de acuerdo en esta cosa de que se vaya, ahora, juntos de la mano y que se perdonen los unos a los otros?

Yo creo que hoy en día, en términos de cuentas de la guerra, sí, porque la guerra no puede tener una sola lectura. Una de las cosas que a mí más me ha dolido fue descubrir todas las barbaridades del lado republicano, yo me eduqué en una escuela, en unos sistemas familiares donde había unos malos, malísimos, que eran los franquistas, y unos buenos, buenísimos, que era el bando republicano. Creo, obviamente, que en el peso histórico tenía razón la República, pero eso no nos puede hacer olvidar las enormes atrocidades, casi cotidianas, que se cometieron en el bando republicano, los paseos, las checas, los fusilamientos sin juicio, la censura y tantas y tantas cosas que oscurecen en la guerra -no antes de la de la guerra- el legado de la República.

Y en este sentido sí me parece que una sociedad que viene de la Guerra Civil y de la que han pasado 60 años o 70 años, pues es lógico que no quiera meterse en una disputa legal o pagar, ¿A quién pagarían? Todos están muertos. ¿Pagar a los hijos o a los nietos? ¿A quién vas a culpar? ¿A quién vas a juzgar? Entonces la parte de rendir cuentas me parece innecesaria, violenta y que sólo produce dolor e incomprensión. Ahora, saber la verdad me parece utilísimo. Me parece que son dos cosas distintas.



Que se conozca.

Que se estudie a fondo, que se haga, por ejemplo, un libro blanco de la Guerra Civil, con expertos de uno y otro lado; que se sepa cómo murió cada una de las víctimas españolas durante la Guerra Civil, cosa que se ha hecho en países mucho más atrasados, como Perú, que acaba de publicar un informe, o Guatemala, o incluso Argentina en los años de la represión. Es decir, que España está en posibilidades de hacer esto porque sino, además es muy contradictoria la postura de España, por ejemplo con la dictadura de Pinochet y que aquí no hayan sido capaces de decir bueno ¿a quién se reprimió?, ¿por qué? y ¿cómo?, de la “a” a la “z”, antes, durante y después de la Guerra Civil.



Cuando tenemos, todavía, hijos y nietos de franquistas en el gobierno.

Esto es un trabajo importantísimo para la sociedad española, saber exactamente qué pasó y que sea la verdad irrefutable, hechos contrastados, no opiniones y no sentimientos, no cantos de un lado y de otro, sino hechos y que se sepa cuántos murieron, cómo murieron y por qué murieron, y ese trabajo, digamos de recuperación de la memoria histórica, me parece indispensable. Ahora, pedir cuentas a estas alturas, simplemente incita nuevamente al odio, al enfrentamiento.



Yo no decía incitar ni pedir cuentas, sino que no hay que olvidar.

No, no hay que olvidar.



Para ellos es darnos la mano… Se debe saber qué pasó en la Guerra Civil.

A ver. Fíjate, desde el gobierno se hace poco y mal, y si gobiernan unos se inclina la balanza hacia un lado y si gobiernan otros pues hacia el otro lado, pero en general hay cada vez más un extraordinario trabajo de revisión histórica por los historiadores y ya la bibliografía sobre la Guerra Civil y la represión de Franco es muy clara, empiezan a quedar establecidos los hechos y eso me parece que es muy emocionante.



Hijo del exilio

Una pregunta que se me había pasado es ¿has ido a buscar un poco los lugares donde vivieron tus padres?

Sí, yo soy muy nostálgico en estas cosas, me gusta ver, por ejemplo, la calle de Córdoba donde vivieron mis abuelos, o el pueblo en Lérida donde nació y se crió Companys; este tipo, digamos, de recorridos de la nostalgia me gusta hacerlos, ahora, tampoco les doy un peso extraordinario, ni modifican mi vida, pero me enternece y me gusta contrastar físicamente esos lugares.



¿Tu crees que los hijos de exiliados han hecho muchas cosas por España, aquí en España?

Creo que todavía pocas, pero sí algunas, por ejemplo, recordarles a los españoles la verdad histórica, que eso no es poco, y hay mucha gente valiosa que va haciendo esa labor cotidiana. Quiero destacar la de Tomás Segovia. Tomás llegó a México ya formado, no es un exiliado puro en esencia, como mis abuelos paternos, es un exiliado de la miseria de la posguerra, que es una forma de exilio también, y luego vino a vivir a España y ha sido, digamos, un muy interesante y activo puente entre la cultura del exilio y la España real, y me parece que ha hecho una labor importante. Y como él hay otros, en campos significativos, que contribuyen a que se sepa, se conozca y se entienda la labor del exilio y, al mismo tiempo, se convierten en actores activos reales de la cultura española.



¿La gente sabe tu origen de hijo de exiliado? ¿Lo dices?

Bueno depende, a veces si, a veces no, según el entorno. A algunos les importa, a otros no, es como muy ambiguo. A algunos amigos les parece muy significativo, algunos incluso se emocionan, digamos, en ver en mi formación, la formación que pudieron tener las generaciones españolas que no tuvieron acceso a la educación de la escuela de la libre enseñanza, otros me preguntan si de la primera o segunda República, porque no tienen ni idea. O sea, que es muy variado.



¿Podemos utilizar la información de esta entrevista?

Claro, claro.


Sonia Subirats.
Colaboradora del estudio “Hijos y nietos del exilio republicano, mexicanos en Catalunya”.

Entrevista realizada en el año 2006 para exiliorepublicano.net

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