“Es probable que la temática social del
suicidio bajo el capitalismo pueda haber estado influenciada por las vivencias
de Marx en su exilio”
Profesor, filósofo, trabajador incansable,
activista, autor de un libro imprescindible –Nietzsche
contra la democracia- y un número ilimitado de artículos deslumbrantes,
Nicolás González Varela es el editor -traductor, anotador y presentador- del Cuaderno
Spinoza de Marx (‘El Viejo Topo’, Barcelona, 2012) y uno de
los marxistas de mayor erudición y proyección internacional. Su último trabajo
es la edición de un texto del joven Marx.
***
De nuevo tengo que
felicitarte por la excelente edición de este nuevo texto, desconocido o casi
desconocido, de Karl Marx “Sobre el suicidio”. Nunca se había traducido al
castellano hasta ahora si no ando errado. ¿Por qué? Es algo extraño, ¿no?
Sí, efectivamente, no existía una edición en
español hasta ahora. Como la mayoría de los escritos del Marx desconocido,
permaneció en el olvido en su Nachlass, hasta que el sabio y
malogrado editor David Riazanov lo rescató completo, aunque con escasas notas,
en la que puede considerarse la primera edición crítica en laHistoria
de Marx y Engels que se editó en la URSS en 1932. Hubo que
esperar al fin de la Segunda Guerra Mundial para que este texto volviera de
nuevo a la luz pública en el nuevo proyecto editorial de obras completas, la Marx-Engels
Gesamtausgabe (MEGA) 2, el tomo correspondiente en el que tenía que
aparecer no llegó a ser publicado al desaparecer la URSS y la RDA, naciones que
financiaban la obra; está anunciada a publicarse con un aparato crítico en la
renacida y renovada Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA) 2, un ambicioso
proyecto multinacional. El texto tuvo ediciones menores en revistas de la
izquierda europea, muchas ligadas al Bordiguismo, y en formato libro existen en
inglés, francés y portugués. Nos hemos enterado de una edición en español, junto
a otros textos de Marx de diferentes épocas, editada en Argentina casi
simultáneamente a la nuestra, que no hemos podido consultar.
Creo que la temática del suicidio –incluso
entre las clases dominantes pero en especial centrado en la figura de la mujer–
nos muestra a un Marx un poco incómodo (comunista “filosófico” y en plena lucha
interna con corrientes de la misma izquierda), por lo que se habría condenado
el texto al olvido. Es un texto eminentemente de intervención política y que ya
vislumbra el método de investigación que utilizará en losGrundrisse y en Das
Kapital,
de enorme actualidad en España, uno de los países más neoliberales de Europa,
en el cual desde el inicio de la crisis capitalista en 2008 el suicidio es la
principal causa de muerte externa de sus ciudadanos, tras haber desbancado a
los accidentes de tráfico. Según los últimos datos del Instituto Nacional de
Estadística (INE) cada año se quitan la vida 3.145 personas, es decir, casi
nueve personas al día.
Sí, sí, el dato es
abrumador y debería dar mucho qué pensar. Nos cuentas los materiales que
componen la edición que has preparado: estaría tu presentación, el texto de
Marx,…
Hemos intentado realizar una edición
sincrónica, que incluye el texto sobre el suicidio pero que abarca los años
fundamentales en el exilio en Bélgica, entre 1845 y 1847. Hemos completado la
edición con un apéndice documental que incluye materiales originales de
Peuchet, (una figura política extraordinaria por su palmarés, considerado un
gran estadístico francés), una biografía de su editor en Francia que utiliza
Marx, así como textos inéditos de Engels, del considerado primer comunista
alemán Moritz Hess y de Marx de la misma época, en pleno trabajo de
construcción de la Liga de los Comunistas, que no figuran en ninguna de las
ediciones existentes en otros idiomas. El texto de Marx se publicó dentro de
una revista política comunista, de intervención en la clase obrera y en la
burguesía culta de Alemania, llamada “Espejo de la Sociedad”, Gesellschaftsspiegel, cuyas cabezas pensantes
eran Engels y Hess.
¿Qué características tiene
el texto marxiano? ¿Es un artículo propiamente fruto de alguna investigación
realizada anteriormente? Nos explicas su estructura.
El texto de Marx sobre el suicidio es curioso
por muchas razones. Es la primera y última vez que tratará el tema de la
opresión de género y la tiranía del pater y mater en la familia burguesa. Se
concentra sobre la opresión doble (económica y familiar) de la mujer en la
Francia bourgeoise (de los cuatro casos de
suicidio que considera, tres son protagonizados por mujeres) y una prueba concreta
del influjo en la propia evolución de Marx de los “jóvenes hegelianos”, en
especial del primer socialista alemán de la época, Moritz (Moses) Hess, apodado
el “rabino rojo” (coeditor, junto con Engels, de la Gesellschaftsspiele). Tiene peculiaridades, se
trata casi de un Memoranda, un montaje, en el cual Marx traduce y comenta a
Peuchet desde “atrás” de la escritura.
No puede hablarse de un artículo de Marx,
sino de una presentación y traducción selectiva y de un uso
educativo-revolucionario del fragmento citacional. Por supuesto, no es una
traducción literal, sino una transliteración editada, muy similar a la del
famoso Hefte Spinoza de 1841, que hemos tenido
el honor de editar por primera vez en español en la editorial Montesinos, donde
se suprimen partes, se agregan pensamientos propios y se deducen conclusiones a
las que Peuchet (o Spinoza) no llega o que están entre líneas; también puede
asemejarse al trabajo marxiano sobre el texto de Bakunin sobre Anarquía
y Estado, Staatlichkeit und Anarchie (1874-75) o de los
extractos y comentarios sobre Morgan en los “Cuadernos Etnológicos”, Ethnologischen
Exzerpthefte (1880-82).
Toma pie en Jacques
Peuchet, dices. ¿Quién era Peuchet? ¿Por qué se aproximó Marx
a las investigaciones del que fuera finalmente un archivero de la policía?
El artículo sobre el suicidio, según un
marxólogo de la categoría de Michael Löwry, es una piece
unique en
la bibliografía de Marx, está fundamentalmente basado en las memorias de un tal
Jacques Peuchet (1758-1830), un personaje político de segunda línea, que fue
sucesivamente artista, abogado, economista, estadístico y archivero de la
Policía ¡durante la Restauración! Participó de la Revolución Francesa, para
luego ser parte del partido realista, luego simpatizante de Napoleón. Tuvo una
vida dilatada à la Chateaubriand. Nació en
1758, su formación es eminentemente encyclopédiste, muy cercano al abbé André Morellet, escritor y
traductor, el mismo al que Diderot le encargó escribir un artículo sobre
Religión y Metafísica para la famosa y subversiva Encyclopédie.
La elección de Marx no deja de sorprendernos:
no es ni un historiador, ni un economista, ni un político, sino el jefe del
archivo de policía. Sin embargo era un notable de la política reformista, un
burgués que podía atraer el interés de Marx: personalmente, había llegado a
conocer las mejores cabezas de su siglo: Fauchet y Babeuf, Mirabeau y Saint-Simon,
el abad Sieyès y Charles Fourier. Peuchet también perteneció a los economistas
franceses neosmithianos y creía en la economía política como savoir
administratif. Es probable que Marx le conociera indirectamente por sus
estudios sobre economía política que empezó precisamente en París. Marx estaba
preparando una historia de la Convención revolucionaria y conocía a la
perfección los personajes de segunda y tercera línea como Peuchet. No sólo Marx
se interesó por las jugosas memorias, infinidad de novelistas y periodistas
contemporáneos las utilizaron en extensión, utilizando sus datos e historias
para ambientar los bas fonds de cualquier novela
dramática o negra, como por ejemplo Alejandro Dumas con su famosa historia del
Conde de Montecristo.
Marx escribe su trabajo a
los 28 años de edad, dos años antes de la publicación del Manifiesto. ¿Cómo
caracterizarías sus posiciones filosóficas en esos momentos?
Es un momento clave, es la etapa de un Marx
“joven-joven”, en transición entre un Comunismo filosófico (mezcla de Humanismo
feuerbachiano, Hegel sazonado con el anarquismo de Proudhon, que podríamos
calificar de radical liberalismo, con el Socialismo obrero francés) que se está
enriqueciendo de la propia práctica política de Marx, y el propio proceso
acumulativo teórico en torno a la crítica de la Economía Política burguesa. Es
un Marx en ebullición, abierto, antidogmático. El Marx de esta época,
recordemos que renuncia definitivamente a la Filosofía en cuanto especialidad,
es esencialmente negativo en su momento reflexivo: emprende una lucha
teórico-ideológica (utilizando todavía un hegelschen Jargon, la jerga joven hegeliana
de moda en las vanguardias) y, a la vez, una pretensión de asentamiento y
consolidación doctrinaria de la idea comunista. El trabajo de Engels y Marx
(junto a Hess) en el proyecto Gesellschatsspiegel sería un “esfuerzo
pedagógico” para orientar al deutschen Sozialismus hacia el Comunismo
auténticamente científico; se proponían la meta posible y plausible de llegar
al Kommunismus como un necesario
desarrollo lógico de la propia doctrina de los jóvenes hegelianos. Creo que
estamos en la época de la elaboración del trabajo colectivo de La
Ideología Alemana, hay mucho de autoclarificación y crítica a posiciones
político-filosóficas pasadas.
¿De dónde surge el interés
de Marx por un tema como éste? ¿Se aproximó de nuevo a él en otros momentos?
Un doble estímulo, seguramente, una
combinación indisoluble de acicate teórico desde el Socialismo francés, como lo
destaca en el comienzo de su artículo, y el modo de vida que compartía con las
clases trabajadoras alemanas emigrantes. Es muy posible que la temática social
(y personal) del suicidio bajo el Capitalismo pueda haber estado influenciada
por las vivencias del propio Marx en su exilio de París y Bruselas, lugares en
los cuales como un emigrée pobre y desclasado,
experimentó la desesperación, la miseria extrema, la exclusión e incluso la
tentación del suicidio. El París que encontró Marx era en esa época la “La
Mecca del socialismo”, la “Nueva Jerusalén” de las utopías revolucionarias. Se
podía hallar los representantes más abigarrados del socialismo de la época:
junto a economistas burgueses socializantes (Sismondi, Buret) había socialistas
cristianos (Lamennais, Buchez), saintsimonianos (Bazard), fourieristas
(Consideránt), socialistas reformistas hegelianos (Leroux, Pécqeur, Proudhon),
socialdemócratas prácticos (Blanc, Ledru-Rollin, Flocon), socialismo feminista
(Tristán), comunistas científicos (Cabet, Dézamy, Gay), babouvistas (Blanqui,
Charavay), etc.
Marx nunca volverá a tratar en profundidad
los temas de la opresión de género y familiar, salvo en casos aislados de su
obra, una temática tangencial que evoca a este trabajo es el artículo de 1858 “Die
Einkerkerung der Lady Bulwer-Lytton” (publicado en el ‘New York Tribune’ del 4
de agosto como: “Imprisonment of Lady Bulwer-Lytton”, el caso de un
conservador tory que interna a su mujer en un manicomio), pero no encontraremos
algo parecido en toda su obra. Marx descubre, como dirá Orwell, que todos los
problemas son problemas políticos y que la política misma es una masa de
mentiras, evasiones, locura, odio y esquizofrenia. Un anticipo sorprendente de
la consigna “The Personal is Political” que se hizo de masas a
fines de los 1960’s, para Marx lo político subsume todas las relaciones de
poder (privadas y públicas), que no se reduce a la política profesional
burguesa, ni a la competición electoral.
La revista en que se
publicó el trabajo de Marx era, según tus propias palabras, una revista
socialista minoritaria alemana, ‘Gesellschaftsspiegel’, “Espejo de la
sociedad”. ¿Cómo surgió la publicación? ¿Cuáles eran sus objetivos?
El motto de la revista, un proyecto
conjunto de Moritz Hess, el famoso Kommunistenrabbi, y el segundo violín de
Marx, Friedrich Engels, era todo un programa político: “Órgano de las clases
del Pueblo desposeídas y de esclarecimiento de la situación social del presente”.
Será una publicación de aparición mensual. Engels le contaba el objetivo en una
carta a Marx de la siguiente manera: “lo que a mí me preocupa de una manera
especial es que la literatura comunista conquiste el derecho de ciudadanía en
Alemania, lo que ahora es un fait accompli…” El programa de la
revista (que se incluye por primera vez al lector español en nuestra edición)
preanuncia, con tres años de anticipación, muchas líneas político-ideológicas
que desembocarán en el Manifiesto Comunista. En este sentido, laGesellschaftsspiegel será uno de los hitos en el
desarrollo de la idea comunista en Marx. El trabajo de Engels y Marx (junto a
Hess) en el proyecto sería una suerte de “esfuerzo pedagógico” para orientar al deutschen
Sozialismus hacia el Comunismo auténticamente científico; se
proponían la meta posible y plausible de llegar al Kommunismus como un necesario
desarrollo lógico de la propia doctrina de los jóvenes hegelianos. Engels
entendía la revista como un Katalysator en el ambiente de
Wuppertal, predominantemente industrial, del movimiento real de los comunistas
en general (incluyendo a corrientes ideológicas afines como la delwahre
Sozialismus).
Incluyes en la edición un
texto –“A los lectores y suscriptores de Gesellschaftsspiegel”- firmado por
Friedrich Engels y Moritz Hess. Del primero tenemos noticias; muchas menos del
segundo. ¿Quién fue Moritz Hess?
Se trataba de un joven renano, desclasado,
autodidacta, renegado, que escribiría el primer libro socialista de la historia
en Alemania y que convertiría al Comunismo, gracias a su personalidad y
prédica, nada menos que a Engels y Bakunin. Será una influencia duradera en el
mismo Marx. Debemos primero señalar que en esta época, 1845-1847, el tándem de
agitación&propaganda de ideas comunistas para Alemania estaba liderado por
Hess y Engels, estando en un segundo término Marx. Durante esta época del
desarrollo político-filosófico de Engels y Marx, Hess, el más radical y
productivo de los jóvenes hegelianos, actuaba como un auténtico catalizador. Como
tantos otros, Hess permanece a la sombra de los titanes de la época, no tiene
lugar salvo como intermezzo y etapa descartable, una
antítesis molesta. Su destino le ha colocado en medio de Fichte, Hegel, Heine,
Feuerbach, Marx, Lassalle, Bakunin y Weitling.
La propia historiografía
marxista, ya sea la “segundointernacionalista” (Mehring, Mayer,) tanto como la
“tercerointernacionalista” (Cornu, Lúkacs y la escuela stalinista), lo colocan
en un limbo intermedio pero marginal. El Anarquismo no lo considera un retoño
propio. Parte de culpa la tienen sus propios textos, inhallables en muchos
idiomas (y muchos ilegibles a nuestros ojos), parte de culpa su propia
interpretación de qué es una teoría para cambiar el mundo, parte la propia
personalidad de Hess, quien nunca enalteció ni pretendió elaborar como marca
registrada sus ideas más radicales y novedosas.
Por otro lado Hess quedó
impresionado cuando conoció a Marx en 1841, como relata en una carta: “Te
alegrarás de poder conocer aquí a un hombre que ahora también formará parte de
nuestros amigos… Se trata de una personalidad que, a pesar de que me muevo en
el mismo campo, ha producido en mí una enorme impresión. En resumidas cuentas:
puedes prepararte a conocer al máximo, acaso el único auténtico filósofo actualmente
en vida, que muy pronto, en cuanto se presente públicamente (en escritos y en
cátedra) atraerá la mirada de Alemania… Siempre había deseado tener a un hombre
así como profesor de filosofía. Ahora me doy cuenta de lo ignorante que soy en
el campo de la filosofía pura… El Doctor Marx, así se llama mi ídolo, es un
hombre todavía joven (tendrá a lo sumo veinticuatro años), que asestará el
golpe mortal a la religión y a la política medievales. Combina la más profunda
seriedad filosófica con el chiste más mordaz. Imagínate Rousseau, Voltaire,
Holbach, Lessing, Heine y Hegel combinados en una sola persona; digo
‘combinados’, no amontonados. Y entonces tienes al Doctor Marx…”
Hess sólo se equivocaba en una cosa: Marx
sólo tenía veintitrés años. Además Hess inauguraba en sus artículos
periodísticos un instrumento que luego perfeccionaría tanto Engels como Marx:
la co-investigación militante. Tanto a través de sus libros y artículos, había
logrado forzar la atención hacia la cuestión social no sólo de sus lectores
sino de parte del equipo de redacción y del grupo de filósofos jovenhegelianos
de Berlín. Hess, el primer comunista de Alemania, sigue en la oscuridad injusta
en que fue colocado hace dos siglos, esperemos que empiece a cambiar esta
situación. Además debemos subrayar que Hess había sido cofundador, potencial
director (desechado por los inversores por su radicalismo) y colaborador del
diarioRheinische Zeitung, en el cual llegará a ser Chief
Redakteur el propio Marx, ese extraño laboratorio donde convivían hasta
su clausura por el gobierno prusiano liberales de izquierda y jóvenes
hegelianos.
Vuelvo al escrito del joven
Marx. Señalas en tu introducción, tomando pie en Michael Löwy, que el artículo
es una pieza única en la bibliografía de Marx. ¿Por qué?
Aparte por su composición, uso revolucionario
del fragmento citacional, muy poundiano, el texto de Marx sobre el suicidio es
curioso por muchas razones. Es la primera y última vez que tratará el tema de
la opresión de género y la tiranía del pater y mater en la familia burguesa; se
observan importantes iluminaciones sobre el problema de género y la crítica a
la alienación en el entonces “joven-joven” Marx. El texto se concentra sobre la
opresión doble (económica y familiar) de la mujer en la Francia burguesa del
Segundo Imperio (de los cuatro casos de suicidio que considera, tres son
protagonizados por mujeres, no es casualidad que el otro caso sea el de un
desempleado de edad madura). No encontraremos algo parecido en toda su obra
esotérica y exotérica. Es de alguna manera un Marx inusual y poco familiar al
que estamos acostumbrados.
¿Qué tesis relevante
mantiene Marx sobre el tema? ¿El suicidio afecta a unas clases más que a otras
en su opinión? ¿La miseria es causa determinante?
En este texto Marx condensa su trabajo y
práctica parisina, en especial sus descubrimientos en losManuskripte de 1844, en ellos ya había
definido cómo “la propiedad privada se desprende, pues, mediante el análisis
del concepto del trabajo alienado, es decir, del hombre alienado, del trabajo
enajenado, de la vida enajenada, del hombre enajenado”. Y el concepto del
trabajo alienado (de la vida alienada tout court) “lo hemos obtenido en la
economía política como resultado del movimiento de la propiedad privada”. Por
primera vez conceptualiza la Entmfredung (El “extrañamiento”) de los
trabajadores bajo el capital. El obrero no es ya hombre, sino una merchandise más, pero una mercancía “de
las más desdichadas cualidades”, como podemos verlo hoy en día.
Para Marx la alienación y la enajenación, tal
como lo planteaba Hegel en la famosa dialéctica del Amo y el Esclavo, afecta a
ambos polos del conflicto social, en grados diferentes; a su vez dentro de cada
polo de la oposición, se generan dominaciones (dominación de un sexo sobre
otro, como la del pater familia o la opresión del
marido sobre su esposa o de la sociedad sobre el cuerpo de una mujer)
sancionadas jurídicamente por el Estado. Por sobre estos despotismos
ancestrales y reconfigurados por la propia revolución burguesa, se le suma la
miseria (no del pauperismo) como un complemento más de violencia sistémica y
silenciosa. El suicido es un fenómeno multiclasista, socialmente transversal,
que se intensifica en aquellos que sólo tienen para intercambiar en el mercado
su fuerza de trabajo.
Nos habíamos quedado en
este punto. Peuchet, y Marx con él, hablan del patriarcado, de la tiranía
familiar, de la violencia de género en suma. ¿Es el caso o leo mal, muy mal, y
anacrónicamente además?
No, no lees mal en
absoluto, estás en lo correcto. En esta suerte de multidimensionalidad de la
crítica materialista, como valencia científica, multidisciplinar y
antidogmática, reside la originalidad de este Marx desconocido, a veces, como
todo gran clásico, y reducido por la vulgata a un economista más o a un simple
continuador de los utópicos fantásticos del Renacimiento. O peor: a un
legitimador de determinados estados de partido único. Marx puede hablarnos de
violencia de género, de racismo y xenofobia, de opresión de un sexo sobre otro,
de patriarcado, de cuerpos dominados y, por supuesto, de la nueva explotación
del hombre por el hombre que nace con el Capital.
¿Se puede afirmar también,
con términos nuestros si quieres, que el texto de Marx es una aproximación
crítica a la vida cotidiana del capitalismo de aquella época, que lo
supuestamente privado también es público para él? ¿Hay también aportaciones en
torno a la temática de la alienación?
Pensemos que en esa época recién se estaba
conformando la idea de un espacio privado, lo económico, elbourgeois, separado de lo público
(vagamente lo político burgués, el citoyen), y las consabidas
superestructuras político-jurídicas, por lo que la afirmación de Marx que todo
es político resultaba novedosa y con un fuerte pathos antiburgués. Aunque hay que
decir que ya los socialistas utópicos y anarquistas habían empezado con una
corrosiva crítica a la vida cotidiana del Bovarismo de las clases dominantes.
El suicidio es el deux ex machina de la tragedia humana, una
irrupción antinatural, pero en el que se pueden analizar los mecanismos ocultos
o invisibles que lo hacen entrar en escena, tal la idea de Marx. Estos
mecanismos no son accidentes naturales, sino constitutivos a la forma en que se
organiza la sociedad en un momento dado. Al fenómeno general de la alienación
bajo el Capital, que lo llamaremos más técnicamente como “enajenación” (Marx
utiliza indistintamente Entäusserug, Entfremdung y
Veräusserung,
que significan un estado de enajenación o extrañamiento) cuya idea abstracta en
lengua alemana es una situación en que un sujeto se enfrenta a una situación
hostil, producto suyo, que destruye su propósito.
Ya en Die heilige
Familie de
1844, inmediatamente anterior al texto sobre el suicidio, Marx señalaba en el
capítulo dedicado a Proudhon que “la Clase Poseedora (besitzende
Klasse) y
la Clase del Proletariado (Klasse des Proletariats) representan la misma
Autoenajenación humana (menschliche
Selbstentfremdung). En estos textos se pueden reconocer cuatro aspectos
principales: el hombre está enajenado de la Naturaleza (en tanto el trabajo es
una interacción con lo inerte para transformarlo); el hombre está enajenado de
sí mismo, de su praxis (de su propia actividad e intencionalidad); el hombre
está enajenado de su “Ser Genérico” (de su ser en cuanto miembro del género
humano); el hombre está enajenado del hombre (de los otros hombres y mujeres).
La Entfremdung del Capital, que subsume
antiguas y pasadas dominaciones, es totalitaria, abarca aspectos económicos,
políticos, ontológicos, morales, éticos, e incluso estéticos. Estamos viendo,
en un texto tan corto, un sistema in statu nascenti.
¿El comunismo que él
propugnaba en aquellos momentos tenía que tener también un efecto emancipador
en este ámbito?
Por supuesto, el Comunismo,
parafraseo al Marx maduro, es igual al establecimiento del Reino de la
Libertad, que sólo empieza allí donde termina el trabajo impuesto por la
necesidad (de las relaciones de propiedad) y por la coacción de los fines
externos. La Libertad con mayúsculas consiste en una Humanidad que regule
racionalmente su intercambio con la Naturaleza, la ponga bajo un control común
en vez de dejarse dominar por él como por un Poder ciego, el Mercado. La
condición fundamental es precisamente superar el estado de necesidad, motor
fundamental de las sociedades capitalistas.
De los cuatro casos de
suicidio contemplados en el escrito, señalas en tu introducción, tres son
protagonizados por mujeres. ¿Por qué? Uno de ellos, si no recuerdo mal, es un
caso de aborto.
Sí, es una selección de Marx que enfatiza a
la mujer como la figura desgraciada en tanto sujeto y objeto. Básicamente ha
tomado un capítulo de las memorias, el LVIII, “Du
suicide et de ses causes”. El suicido como tragedia de la vida íntima
no es más que la medida y el síntoma de una lucha social, siempre flagrante,
donde muchos combatientes se retiran cansados porque se saben siempre víctimas
y porque se rebelan contra el sólo pensamiento de “prendre
un grade au milieu des borreaux”, no estar ni un momento de lado de los
verdugos. Marx toma cuatro casos detallados de los muchos relatados por
Peuchet. Tres son jóvenes mujeres; el otro un hombre ex-guardia real.
Primer caso: es suscitado por la presión
familiar, tanto materna como paterna, por perder la virginidad. Ella se suicida
ahogándose en el Sena. El segundo caso implica abuso conyugal, tiranía marital
y etnicidad, una joven originaria de La Martinica que sufre los celos sin
límites que la llevan a arrojarse al Sena. Marx compara el maltrato de su
marido con la esclavitud, protegida por el Code civil y los derechos de
propiedad. El tercer caso trata de los derechos de aborto: una joven de
dieciocho años queda preñada del tío de su marido y se presenta a un médico
para que le quite el embarazo bajo el juramento que se matará. También se ahoga
en el Sena. El caso masculino es un hombre de edad mediana, ex-soldado, que ha
perdido su trabajo de funcionario, no consigue ninguno por su edad madura y su
familia entra en la habitual espiral descendente de pobreza, exclusión y
marginalidad. Un caso que vemos casi todos los días en Europa. No soporta la
carga moral. Se ahorca y en su carta póstuma pide piedad para su familia
desamparada.
¿Crees que en la evolución
política y filosófica de Marx su contacto con la situación obrera, con el
movimiento obrero de la época, con la emigración, fue importante en su evolución
y en la irrupción de sus ideas?
El ser produce la conciencia, Marx y su
crítica materialista es impensable sin su derrotero de emigrado político, sin
sus lazos multinacionales, internacionalistas y cosmopolitas, y en esta época
su paso por París. Marx vivía en el este de la ciudad, en el corazón obrero, y
lo más importante es el contacto con los straubinger, los así llamados
artesanos alemanes influenciados por ideas owenistas, fourieristas,
charbonnieres, saintsimonianas y por la actividad del sastre Weitling, futuro
líder de la “Liga de los Justos” y autor de la primera profesión de fe
comunista. Precisamente Hess calculaba, en una carta de aquellos años, que
vivían y trabajaban en París alrededor de 85.000 trabajadores alemanes, casi un
10% de la población, la mayoría sastres y ebanistas (trabajadores manuales en
un 85%, el resto son periodistas, artistas, etc.). Algunos oficios eran
típicamente alemanes, como el de zapatero: “allemand” en la jerga parisina
llegó a ser sinónimo de cordonnier. Los alemanes, como todos
los emigrantes pobres actuales y pasados, hacían bajar en su desesperación los
salarios medios de los franceses, por lo que eran muy comunes conflictos y
campañas xenófobas.
Agentes secretos prusianos ya andaban tras la
pista de sus pasos, te leo un párrafo de un informe secreto que es delicioso:
“En París comienza a surgir una nueva clase de escritores, artistas y obreros
alemanes, la cual está decidida a provocar el derrocamiento por el camino de
las reformas sociales. Al frente de dicho partido se encuentran los
representantes de la doctrina hegeliana: Ruge, Marx… Resulta verdaderamente
lamentable ver de qué forma algunos intrigantes engañan a los pobres obreros
alemanes. Pero no sólo intentan arrastrar al comunismo a los obreros, sino
también a jóvenes comerciantes, dependientes… Los comunistas alemanes se reúnen
cada domingo ante la ‘Barriere du Trône’, en la sala de un
tabernero en la carretera… Se reúnen normalmente 30, muchas veces 100 0 200
comunistas. Tienen alquilada la sala. Allí pronuncian discursos en los cuales
se predica abiertamente la muerte del rey, la abolición de todos los bienes, la
eliminación de los ricos, etc. En resumen: la más horrenda e inaudita locura.
Le escribo a toda prisa, con el fin de que esos Marx, Hess… no continúen
arrojando a la gente joven a la desgracia”.
El espía prusiano no estaba alejado de la
mutación que se estaba produciendo: el surgimiento de un nuevo tipo de
escritor. Y es que el exilio político acarrea un doble corte: de un lado
re-establece una libertad y una posibilidad de expresión imposible en Alemania;
del otro una muerte simbólica de todo el pasado in
toto.
El exilio genera en sus condiciones materiales un tipo de intelectual que se
aproxima al ideal weberiano de Wertfrei, libre de valores, como dirá Mannheim,
el ideal de intelectual: quinta esencia de un pensamiento crítico y objetivo.
París es la fase de ruptura, de renovación práctica de la teoría, donde la
exterioridad del exilio se transforma en objetivación de la filosofía bajo la kritik al idealismo, preámbulo de
la kritik a la ideología. El proceso
genealógico que va de glosar a Epicuro a la idea comunista de 1845 no podía
producirse sin el desgarramiento y la expatriación del emigrado político. La
idea comunista no se hubiera generado sin esta epistemología del exilio.
Comentas también que el
texto fue pensado para ser leído en público para un potencial auditorio obrero
de la región natal de Engels en Wuppertal, Renania. ¿Se llegó a leer
finalmente? ¿De dónde esa finalidad?
Pensemos que la revista intentaba aprovechar
el creciente interés del público por los problemas sociales, para crear un
medio mensual diríamos “criptocomunista” que, sin acusar una clara tendencia
izquierdista, ya que ello podría echarla a pique desde el primer día por la
estricta censura, informase regularmente acerca de la situación de la clase
obrera en Alemania, hasta entonces totalmente ignorada, tanto por la ciencia
como por el público. La idea de que la revista sea un colector, catalizador, un
“andamio” que asegure niveles de organización necesarios, tanto para la
construcción de una organización como para la generación de una acción política
eficaz sobre la Klasse de los proletarios, tribuna
y Forum a la vez. Aquí encaja a la
perfección la colaboración de Marx sobre el suicidio en clases representativas
de todo el cuerpo social burgués, o sea, denunciar die
soziale Misère und das Bourgeois regime tal como se declaraba en su
política editorial. Era muy normal en la época que se leyera en voz alta las
columnas más interesantes en los cafés y tabernas más políticas.
Citas también en tu
presentación a la gran Flora Tristán. Como recuerdas, no llegaron a conocerse
ella y Marx. ¿Observas alguna similitud en sus posiciones?
En La Sagrada Familia, como dije antes el texto
inmediatamente anterior al del suicidio, en el capítulo IV (escrito por
Engels), “Die kritische Kritik” als die Ruhe des
Erkennens oder die “kritische Kritik” als Herr Edgar”, se realiza una defensa a
toda la línea de la feminista comunista Flore Celestine Therèse Henriette
Tristán Moscoso Laisney (¡otra emigrée!) y su libro Union
Ouvrière,
impreso en la misma imprenta donde Marx y sus compañeros editaban sus
periódicos. Flora era criticada por los jóvenes hegelianos, antiguos aliados,
ahora llamados “Los libres”, como una “dogmática femenil”. Allí, la autora,
sentenciaba que el mejoramiento de la situación de miseria e ignorancia de los
trabajadores es fundamental, porque “todas las desgracias del Mundo provienen
del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e
imprescriptibles del ser mujer”.
Ella rehusaba mantener la
emancipación de los trabajadores separada de las de las mujeres: “el hombre más
oprimido puede oprimir a otro ser, que es su mujer. La mujer es la proletaria
del mismo proletario”. Tristán había muerto a los 41 años, víctima de tifus, y
antes de que Marx (o Engels) pudieran conocerla. Mártir de la opresión de
género, maltrato marital y violencia doméstica (su esposo intentó asesinarla a
tiros: tuvo una bala sin extraer en su pecho hasta su muerte). Engels y Marx sumaron
–la crítica materialista puede ser vista como un gran palimpsesto de todas las
tradiciones anticapitalistas– lo más sustancial de la visión
feminista-comunista de Tristán.
Marx abre su escrito con
unas palabras muy elogiosas a la “Crítica francesa de la Sociedad”. ¿A quienes, a qué
tendencias se está refiriendo?
Exacto, es al mismo tiempo una crítica velada
al atraso y dogmatismo de la doxa comunista en la propia
Alemania. Tanto para Engels como para Marx, el Comunismo francés, a diferencia
del alemán, había nacido directamente de la situación de la clase obrera, el
cuerpo real y punto de partida efectivo de todos los movimientos sociales del
presente, “porque constituye la saliente más encumbrada y desembozada de
nuestra miseria social imperante.” El Comunismo alemán, eminentemente
filosófico, tiene una génesis burguesa, puramente ilustrada, a partir de
presupuestos teóricos. Por ello, la moderna crítica social francesa es
superior, por su origen histórico y determinación por las relaciones de
producción burguesas. Pensemos que cuando Marx llega a París el Socialismo
francés vive su Edad de Oro. Dentro de la etiqueta “crítica social francesa” está
pensando en una miríada de literatos, autores y sectas, muchas elogiadas en su
correspondencia y en obras anteriores, como Saint-Simon, Fourier, Proudhon,
Leroux, Sand, Laponneraye, Cabet, Dézamy, Blanqui, Buchez, Tristan, Pecqueur,
Consideránt, Louis Blanc, Lamennais, J. J. Pillot, Vinçard, Gay, Charavay,
Teste, etc. pensemos que existían en ese momento en Francia, por ejemplo, ¡más
de cuatrocientas publicaciones que se reclamaban fourieristas! Muchas de las
publicaciones francesas serán tomadas como modelo, no sólo en lo teórico sino
en el aspecto formal, por Engels y Marx.
En la edición, en la página
107, incluyes un curioso texto, un Plan editorial, “Biblioteca con los mejores
escritores socialistas extranjeros”. Es un escrito de Marx de 1845. ¿Para quién
ese plan editorial? ¿Qué autores destacarías entre los seleccionados?
Tiene relación con tu
pregunta anterior. La revista venía acompañada de una “Biblioteca…” en la que
se trataba de difundir a bajo costo esta novísima crítica social, traducida al alemán.
Muchos de los autores que Engels y Marx admiraban, estudiaban e intentaban
conocer, pasan ahora a una colección de las fuentes para la historia del
Comunismo y el Socialismo o, al menos, la historia en las fuentes y a través de
las fuentes. Complemento esencial al trabajo más táctico y coyuntural de la
revista, ya que serían textos cuyo contenido efectivo serían hoy en gran parte
plenamente utilizable para la militancia y la construcción organizativa. No
conocemos los autores propuestos por Engels en su totalidad (nombra a clásicos
como Fourier, Morelly, Owen y los saintsimonianos), pero Marx dejó un plan
editorial detallado que incluye obras completas y compilación de artículos.
En él pueden verse autores individuales,
sectas y publicaciones: por ejemplo tenemos a Jules Gay y Theodore Dézamy, que
eran calificados en La Sagrada familia como “los comunistas
franceses más científicos”; cita publicaciones como La
Fraternité del abogado Richard de Lahautière, inspirada en Babeuf,
mencionada positivamente en La Ideología
alemana,
autor del cual Marx poseerá su libro de 1841 De
la loi sociale;
sectas como el Cercle Social, organización creada por
intelectuales parisinos en los primeros años de la revolución francesa, ligados
a los enragés (su figura destacada era
Claude Fauchet) o un autor que aparecerá citado en El
Capital,
Alexandre Louis Joseph, marqués de Laborde, y su libro De
l’esprit d’association dans tous les intérêts de la communauté de 1818. Un proyecto
ambicioso que por falta de un editor confiable nunca llegó a realizarse. Se
cumple aquello que para los clásicos, sin teoría revolucionaria no hay práctica
revolucionaria…
No te canso más. Abres con
una cita de Elias Canetti: “Un filósofo sería aquel para quien los hombres
fueran siempre tan importantes como los pensamientos”. ¿Fue Marx un filósofo en
el sentido que apunta Canetti en este aforismo?
Totalmente. Sabemos que el motto preferido de Marx era la
máxima romana que había escrito el poeta Terenciao: Homo
sum, humani nihil a me alienum puto, “Hombre soy; nada humano me es ajeno”.
Glosaría al gran Canetti diciendo que para Marx los hombres y mujeres fueron
tan importantes como los pensamientos cuando abandonó definitivamente la
filosofía profesoral.
El Viejo Topo
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