domingo, 28 de octubre de 2012

"Al Fatah está muerto como movimiento político" por Pierre Puchot


Al Fatah, el partido del presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas, ha ganado en las elecciones municipales celebradas el 20 de octubre en un centenar de pueblos de Cisjordania.
Las elecciones se celebraron sin la participación de Hamas, partido que ganó holgadamente las elecciones legislativas en 2006, que gobierna en Gaza y que decidió boicotearlas. Según los primeros resultados, las litas apoyadas por Al Fatah ("Crecimiento e independencia")alcanzaron cerca de los 440 escaños de los 1.051 en liza. Para el Centro Carter, que ha supervisado todas las elecciones palestinas desde 1996, en estas elecciones no ha existido "pluralismo político ni competencia entre partidos".
Julien Salingue, investigador de la Universidad Paris VIII acaba de concluir su tesis sobre el movimiento nacional palestino. En esta entrevista nos explica las razones de la paradoja por la que una victoria electoral se convierte en una derrota.
Pierre Puchot: ¿Qué lectura se puede hacer de la victoria de Al Fatah, en medio de unos índices de participación bajos, con la derrota de la mayoría de los candidatos oficiales que contaban con el apoyo de Mahmoud Abbas, y el boicot de Hamas?
Julien Salingue: Como movimiento político, Al Fatah está roto. Ya en las elecciones legislativas de 2006 sus dirigentes fueron incapaces de llegar a un acuerdo en torno a las candidaturas y surgieron muchas candidaturas independientes. En esta ocasión han sido los caciques locales los que han tomado el poder, llegando a alianzas en base a afinidades personales y no políticas, y con ausencia total de una orientación política común entre los dirigentes políticos de Al Fatah. En algunos municipios, estas elecciones se parecían como dos gotas de agua a las elecciones internas del partido.
La cuestión central era ver qué fracción de Al Fatah salía victoriosa. En muchos pueblos, la competencia electoral ha sido entre distintas fracciones de Al Fatah. En Nablus, Jenin y Ramalla fue gente de Al Fatah la que ganó a los candidatos oficiales de Al Fatah. Un ejemplo de la descomposición de esta organización y la poca legitimidad de Mahmoud Abbas en la misma. La mayoría de los candidatos que contaron con su apoyo, perdieron.
Otro índice importante es la baja participación: poco más del 54%. Hace seis años fue del 73%. Los votantes en Nablus no llegaron al 40%, cuando en 2006 fueron el 70%. Así pues, las elecciones no han contado con el apoyo de la población.
Por último, lo que no se ha contado es que en la mayoría de los pueblos pequeños no había más que una candidatura e incluso que no había candidatos. En 80 pueblos se tuvieron que posponer las elecciones al no haber candidatos. Otra muestra del poco interés que han despertado estas elecciones en la población. Y entre quienes estaban interesados, la mayoría quiso dejar de manifiesto su desconfianza hacia el aparato de la Autoridad Palestina y hacia el equipo de M. Abbas.
Parece que este fracaso de Al Fatah pone a todo el aparato palestino en la picota…
Los dirigentes palestinos no terminan de arreglar los problemas que arrastran desde la firma de los acuerdos de Oslo en 1993. El problema está en la confusión que se da, a todos los niveles entre Al Fatah y el aparato del Estado, la Autoridad Palestina. En 2006, tras la derrota frente a Hamas, algunos dirigentes consideraron que era necesario reconstruir un partido independiente del aparato institucional. A fecha se hoy, lo que se puede constatar es que no lo han logrado.
Esta corriente política, como reflejo de la situación que se vive en los territorios palestinos, ya no existe como proyecto nacional. La gente ha votado en función de sus preocupaciones locales y contra el candidato sostenido por el poder.
Salam Fayyad, el primer ministro palestino, que llegó tras haber pasado por el Banco Mundial, fue presentado como un tecnócrata modelo, capaz de recomponer el movimiento nacional palestino, ¿no lo ha conseguido?
El movimiento nacional palestino tiene una historia plagada de individuos con legitimidad histórica. Era evidente que Fayyad, que no venía del Movimiento de Liberación nacional, no sería capaz de crear desde arriba un movimiento político en una sociedad muy estructurada políticamente, como lo muestran las elecciones estudiantiles, que constituyen siempre un barómetro interesante. En Cisjordania, la participación en las universidades alcanza el 80%.
¿En qué medida Mahmoud Abbas, que continúa siendo el presidente de la Autoridad Palestina ha contribuido a minar los esfuerzos de recomposición de su primer ministro para preservar su propia autoridad? ¿No habrá reproducido Abbas el modelo de Arafat que consistía en acumular toda la autoridad en torno a él y a sus próximos?
La diferencia es que Arafat lograba mantener una cohesión global. Fue él quien logró unificar Al Fatah. La gestión de Al Fatah por Abbas se inscribe en la continuidad de la de Arafat, pero no tiene su influencia ni cuenta con sus redes, lo que le impide evitar el desarrollo de fuerzas centrífugas en el partido y el desencadenamiento de rivalidades entre los distintos clanes. De ahí que, la gestión realizada por Abbas en Al Fatah, bastante antidemocrática, lleva a que una parte de los cuadros y militantes del movimiento dejen de interesarse en la política nacional. Eso se percibe en el hecho de que, durante las elecciones, no haya habido una oposición nacional en frente de Al Fatah, sino candidaturas locales y candidatos dispersos.
En general, la baja participación en estas elecciones municipales es el signo del agotamiento del sistema institucional puesto en pie tras los acuerdos de Oslo. La población palestina no sabe bien a dónde le lleva ese proceso ni tampoco para qué sirve.
Resumiendo, ¿se puede decir que durante los últimos 10 años Al Fatah es una fuerza minoritaria en el campo palestino, pero que continúa siendo la única interlocución válida para Israel y la diplomacia occidental?
Peor que eso. Actualmente Abbas está en minoría en su propio partido, Al Fath, que a su vez fue minoritario en las elecciones de 2006. Por lo tanto, está en minoría dentro de una minoría. Sin embargo se le continúa considerando como el representante legítimo del pueblo palestino. Los palestinos ya están un poco hartos de esto. Al Fatah está muerto como movimiento político. Hoy en día no es más que un conglomerado de barones locales sin cohesión nacional
Esta situación muestra que lo que está agotado es el proceso de Oslo; es decir, unas instituciones palestinas pretendidamente autónomas que en realidad no disfrutan de ninguna autonomía. El bajo índice de participación en estas elecciones era una forma de decir: "No queremos participar más en esta farsa".
En este contexto, hemos visto el recibimiento con todos los honores otorgado por el gobierno de Hamas al emir de Catar en Gaza. ¿Se trata de una maniobra del Emir para destacar en la región, pasando por alto el bloqueo de la diplomacia occidental hacia Hamas?
Esta visita responde a los intereses de Catar y a su diplomacia activa en Oriente Próximo. Cualquier Estado que quiera tener cierto peso en la región tiene que tomar posición en torno al problema palestino. Por otra parte, no es la primera vez que el Emir llega a Gaza. Ya estuvo en 1999 cuando Hamas aún no gobernaba. Tampoco se puede pensar en un boicot de Catar a la Autoridad Palestina. Si el Emir acude a Gaza ahora es fundamentalmente para enviar un mensaje a Egipto, presidido por Morsi, de los Hermanos Musulmanes, que tienen muchos vínculos con Hamas.
Aún cuando Hamas sufre cierto desgaste tras haber llegado al poder, en la región, contrariamente a lo que ocurre con los países occidentales, todo el mundo es consciente que en el Oriente Próximo hay que contar con Hamas. Especialmente cuando la reconciliación entre Gaza y Cisjordania no avanza desde hace un año.

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