Vamos nuevamente a elecciones. No puedo esperar mucho frente a un escenario fragmentado de la oposición y la triunfante agenda de la seguridad nuclear de Netanyahu.
La protesta social, el proceso de paz y la democracia israelí no tienen el espacio adecuado, ni a este paso lo tendrán en el próximo período legislativo.
Queda pensar que al menos en la campaña electoral, si bien no llegamos la oposición progresista a la unidad deseada, todos estaremos de acuerdo en puntos vitales.
Espero que logremos dejar bien claro en nuestros mensajes la defensa de la identidad democrática de Israel frente a la exclusión de las minorías y a la profundización de la ocupación.
Es imperioso renunciar a los Territorios Ocupados para asegurar una sociedad democrática, es necesario terminar con la empresa colonizadora para llegar a la justicia distributiva que clama la protesta social. Debe decirse con claridad, no hay opción, no queda mucho margen. El primer ministro saliente, que será el entrante, dedicó sus mejores esfuerzos a la expansión de los asentamientos y el cuidado de los puestos de avanzada ilegales.
Al menos desde la oposición tengamos la fuerza necesaria para imponer una agenda gubernamental más pragmática y menos populista. Una agenda que otorgue el lugar adecuado a la reanudación de negociaciones con la ANP, atienda la cuestión palestina y la cuestión social en Israel. En caso contrario no podemos decir que seguimos cumpliendo algún rol significativo en el mapa político. Debemos plantearnos con seriedad como alguien dijo: beneficium dignis, ubi des omnes obliges, favorecer a los que se lo merecen es obligar a todos.
No tenemos opción, pero estoy entre los que creo que lo podemos
hacer, aún frente al panorama actual lo podemos hacer.
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