Barry Commoner
falleció el 30 de setiembre a los 95 años. Biólogo de formación, profesor de
física vegetal, se interesó sobre todo por el funcionamiento global de los
ecosistemas; dicho de otro modo, por la ecología. En 1996 fundó el Centro para
la Biología de los Sistemas Naturales en la Universidad de Washington, donde
enseñaba. Años antes, a finales de los 50, Commoner se dio a conocer por su
oposición a la energía nuclear, y en concreto, a los ensayos nucleares en la
atmósfera, y se dedicó a demostrar sus efectos negativos sobre la salud humana,
especialmente en la de los niños.
En 1971, Barry
Commoner publica "El círculo que se cierra", que se convierte en un
éxito de ventas. Su objetivo es mostrar que en la naturaleza todo viene de
algún lado y camina hacia otro, lo que obliga a pensar globalmente, pensar en
ciclos; es decir, salir de una visión utilitarista que considere el
medioambiente como una reserva de recursos por un lado, y como depósito de
basuras por otro.
El libro
estuvo muy determinado por la polémica que sostenía con el matrimonio Ehrilch,
autores de "Population Bomb", otro éxito de ventas. Los Ehrlich,
discípulos de Malthus, pretendían que la degradación del medio ambiente se
debía fundamentalmente al crecimiento demográfico. Por el contrario, tras una
demostración rigurosa sobre la contaminación en los Estados Unidos, Commoner
llegó a la conclusión de que el factor tecnológico (los errores cometidos a la
hora de optar por determinadas tecnologías) tenía cinco veces más importancia
que el factor demográfico.
Fue sobre esta
base que Commoner planteó de forma clara el dilema político: "Nos
encontramos ante un especie de juego político en el que dos opciones
divergentes permiten alcanzar el mismo resultado: si consiguiéramos reducir la
población total, sería posible soportar las consecuencias de determinados
errores tecnológicos que nos abruman en los terrenos social y económico; y, en
la medida que lográramos compensar o anular estos errores, no cabe duda que la
comunidad nacional podría soportar un incremento de la población". Commoner
no cesó de denunciar a quienes, bajo el manto de la ciencia, querían escamotear
el debate para "imponer al público una de las dos opciones". Consideraba
que la gente era capaz de "decidir su destino, de utilizar los
instrumentos de que dispone al servicio de su existencia".
"El
círculo que se cierra" revela que Commoner tenía una sólida formación
marxista. Al final del libro el autor muestra que ha leído El Capital con mucha
más atención que algunos autores que, sin embargo, piensan que dominan el
pensamiento de Marx. He aquí cuatro muestras:
- Commoner
pone en evidencia el antagonismo entre la acumulación capitalista y los límites
naturales: "Si llegamos a la conclusión de que el sistema de libre
empresa está obligado a desarrollarse sin límite mientras que su base ecológica
no puede soportar una explotación ilimitada, percibimos de que entre uno y otra
existe una incompatibilidad muy grave."
- De ahí
dedujo el carácter sistémico de la futura crisis capitalista: "Así
pues, la crisis del sistema ecológico tendrá que ser considerada como el primer
signo de la próxima crisis del sistema económico".
- Subrayó la
diferencia entre los escritos de Marx y la realidad soviética y negó que el
socialismo sea productivista por esencia: "A fin de cuentas, un régimen
socialista podría ofrecer más ventajas que un régimen de libre empresa en lo
que respecta a la indispensable armonización entre los procesos económicos y
los imperativos ecológicos. La teoría(remarca) económica del socialismo no
exige un crecimiento económico ilimitado".
- Finalmente,
aunque defiende una "profunda modificación" de los
sistemas económicos en general y del socialismo en particular, Commoner rinde
un hermoso homenaje al autor de El Capital por su concepto de la "gestión
racional de los intercambios entre la humanidad y la naturaleza" y
por haber comprendido la forma como la agricultura capitalista a gran escala y
la industria estarían cada día más asociadas para agotar las dos únicas fuentes
de riqueza: la tierra y el trabajador.
En 1976,
Commoner publica un nuevo éxito de ventas: "La escasez de energía. La
energía y la crisis económica". Un trabajo tan remarcable como el
precedente. Commoner muestra en él la relación indefectible entre la crisis
medioambiental, la crisis energética y la crisis económica. De la misma forma
que en "El círculo que se cierra" abogaba por un punto de vista
global sobre el medio ambiente y sus ciclos, este nuevo libro defiende una
visión integrada del sistema energético; en concreto, que la segunda ley de la
termodinámica sea aplicada al conjunto de los procesos energéticos y no sólo a
las instalaciones. Este punto de vista ha inspirado a numerosos autores, por
ejemplo a JC Deléage y sus amigos, coautores de otro libro remarcable,
"Les servitudes de la puissance", elaborado a partir de la noción de
"sistema energético".
Commoner se
equivocó al pronosticar una penuria creciente de capitales: se ha producido
precisamente lo contrario: una crisis de superproducción y sobreacumulación que
dura ya treinta años. Pero señaló de manera acertada el agotamiento del sistema
y la tendencia a la caída de la tasa de beneficio como producto de las enormes
inversiones en capital fijo, en particular en el sector energético.
" La
escasez de energía" denuncia en toda regla los monopolios del petróleo y
de la petroquímica. De forma aún más clara que en "El círculo que se
cierra", Colommer aboga en este libro por una solución socialista o
ecosocialista: "Hace apenas unos años, la idea de la nacionalización
provocaba reacciones embarazosas. Hoy en día, la necesidad obliga a tenerla en
cuenta -bien es cierto, con prudencia- como una posibles solución a las
dificultades de las compañías ferroviarias e incuso de la industria
energética".
La conclusión
a la que llega es más actual que nunca: "El encadenamiento ciego e
irracional de los acontecimientos ha transformado la tecnología agrícola e
industrial, ha modificado los transportes e incrementado el rendimiento del
sistema productivo, pero al precio de un aumento aún mayor de sus necesidades en
capital, energía y otros recursos. Ha suprimido empleos y deteriorado el medio
ambiente, ha concentrado la fuerza física de la energía y el poder social que
deriva de ella en un puñado de grandes sociedades generando paro y pobreza.
Este es el vicio innato que ha engendrado la crisis del medio ambiente y de la
energía y que amenaza con enterrarnos bajo los escombros de un sistema
económico tambaleante".
A pesar de
haber tomado, justificadamente, precauciones para no chocar con público
americano, Commoner no ocultaba la realidad: "el vicio innato que
amenaza con enterrarnos bajo los escombros de un sistema económico
tambaleante" es la carrera capitalista por el beneficio. Leamos y
releamos a Barry Commoner. Ese será el mejor homenaje que podamos hacer a este
científico comprometido y riguroso, de espíritu libre y audaz, precursor del
ecosocialismo.
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