domingo, 10 de julio de 2011

Homenaje-Adolfo Sánchez Vázquez: el marxismo, la praxis y la utopía por José Antonio Soto Rodríguez


Fallece el filósofo y escritor Adolfo Sánchez Vázquez. Nació en Algeciras, Cádiz en 1915. En los años 30, en Málaga, inició su interés por la poesía, animado por Emilio Prados. Ahí se afilió a la juventud comunista.
En septiembre de 1936 se incorporó a las fuerzas republicanas y en febrero de 1939, ante la derrota, se vio obligado al exilio. Sánchez Vázquez se acogió a laprotección ofrecida por el presidente Lázaro Cárdenas y se embarcó a México en el buque Sinaia.
A lo largo de su vida sostuvo la congruencia con principios ideológicos orientados hacia una sociedad más justa, más igualitaria, más libre y más digna.

Desde la Segunda Guerra Mundial Adolfo Sánchez Vázquez se mantiene desde la trinchera de la Cátedra de Filosofía de la UNAM fiel al marxismo y crítico de las tergiversaciones que en su nombre se hicieran en Europa Occidental y en la ex-URSS por parte de teóricos y políticos que se hacían llamar seguidores de esta concepción.
Influenciado por destacados filósofos mexicanos como Antonio Caso, García Maníes, Leopoldo Zea, Eli de Gortari entre otros y por las lecturas de profundización de las obras de los clásicos del marxismo y de sus desarrolladores en figuras como Gramsci, Althuser, Lúkacs, Kossh y Bloch. Y por las incidencias de personalidades latinoamericanas quebró la influencia que, en cierta medida, había adquirido de la versión institucionalizada soviética del marxismo y sus prácticas teóricas de dogmatización y anquilosamiento.
Al referirse a su temprana ruptura en la década del cincuenta del siglo XX con el carácter negador del verdadero espíritu del marxismo auténtico señala:
«Al reanudar mis estudios en el exilio mexicano, y ejercer por primera vez la docencia; se me fue revelando cada vez más, ya en la década de los cincuenta, el carácter asfixiante que para la teoría y la práctica tenía eses marxismo acartonado, pero fue la vida real, desde la militancia misma, por un lado, y desde los acontecimientos reales que desmentían ese marxismo, los que me llevaron a tratar de rescatar con un espíritu cada vez más abierto y crítico el proyecto originario de emancipación de Marx.»{1}
La primera ruptura ya expresada en el plano teórico de Sánchez Vázquez con el marxismo soviético fue su libro Las ideas estéticas de Marx en el que aparece una crítica a la Estética Soviética, en particular al realismo socialista en esta obra expone sus concepciones teóricas acerca del arte como forma específica de praxis y trabajo creador, el análisis aquí se enrumba a considerar a la creación artística como un producto de la experiencia del artista con toda la carga de subjetividades que este lleva consigo, por tanto esta concepción reconsidera la idea de que el arte es fiel reflejo de la realidad, ya que este enfoque mutila la creación y su especificidad y no deja percibir las innumerables mediaciones que se dan entre el artista, su obra y los destinatarios.
Precisamente en este ambiente de apertura crítica que se desarrolló en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNAM, Sánchez Vázquez va a desarrollar su labor de profundización teórica del marxismo fundamentado por su concepción de la praxis como categoría central de la nueva visión desarrolladora de los fundamentos del marxismo alejado de la visión del marxismo soviético y del marxismo occidental más cercano a los desarrollos del humanismo y las teorizaciones del marxismo latinoamericano y sus desarrollos originales más fecundos.
Hay dos obras que marcan este desandar de profundización teórica del marxismo en Sánchez Vázquez una lo fue La Filosofía de la Praxis en la que se opone a la versión ontologizante , cientificista y humanista abstracta del marxismo, delimitando las formas de la praxis y sus niveles, profundizando en la praxis política. En la obra Ciencia y Revolución someten a crítica la teoría de Althusser de los aparatos ideológicos y su visión esquemática del poder, de la superestructura y de sus relaciones con las esferas económica y social que reducía al humanismo de Marx a simple ideología. El destacado filósofo cubano Pablo Guadarrama destacando el valor de la crítica de Adolfo Sánchez Vázquez a estas posiciones filosóficas del marxismo occidental ha señalado:
«El marxista español Adolfo Sánchez Vázquez, cuya obra ha tenido una notable significación en las polémicas en relación con el desarrollo del marxismo en las últimas décadas, arribó a la conclusión aceptable de que Althusser disocia teoría y práctica, ciencia y revolución y cae así en una posición teoricista. Algunos de los segui­dores latinoamericanos del althusserianismo cayeron en posiciones similares e incluso no pudieron recuperarse de la paulatina pér­dida de influencia de este marxista francés, y devinieron primero al neomarxismo y por último el antimarxismo.»{2}
La renovación del marxismo en su esencialidad praxeológica
Un mérito indiscutible de Adolfo Sánchez Vázquez lo constituye el haber construido la concepción medular de la filosofía de la praxis en México al rebasar la comprensión que de ella hiciera el grupo Praxis de la otrora Yugoslavia cuyos representantes pusieron el énfasis en el papel del hombre, enfatizando su actividad libre y creadora, pero sin concebir el proyecto de emancipación real del mismo.
Sánchez Vázquez va más allá al hacer énfasis en que una concepción marxista de la praxis no puede contentarse exclusivamente en una concepción desalienadora del hombre en un sentido abstracto, sino que debe fijar el lugar de la praxis en el proceso de transformación de lo real. Por tanto su esencialidad estriba en convertirse en crítica, proyecto de transformación, conocimiento y vinculación permanente con la práctica, integrados en una totalidad que es el proyecto de emancipación del hombre latinoamericano.
En tal sentido Sánchez Vázquez funda en México un movimiento teórico que aglutina a un conjunto de destacadas figuras en el ámbito filosófico latinoamericano de orientación marxista como lo son Gabriel vargas Lozano, Roberto Escudero, Bolívar Echevarria, Teresa Conde, Juan Mora Rubio entre otros. Que tienen como objetivo el de reconstruir el marxismo a partir de la asunción de la validez y vigencia de la propuesta marxista de inteligibilidad del mundo, como heredera de los aspectos más valiosos de la tradición praxeológica occidental y del pensamiento latinoamericano.
Un aporte incuestionable de la filosofía de la praxis en México ha sido su posición de defensa del marxismo ante el colapso del socialismo en los países de Europa del Este, y de la crítica consecuente que desarrollaron al fundamento filosófico del socialismo soviético la doctrina del materialismo dialéctico o DIA-MAT el eje de esta crítica praxeológica a esta tendencia estaba dada en el rechazo a su materialismo ontológico que dio pie a una concepción oficial y única, a una visión totalizante de la realidad, cuya función política e ideológica fue la de contribuir al proceso de constitución del estado soviético.
La concepción filosófica de la praxis en Sánchez Vázquez puso el énfasis en desentrañar la visión negadora del marxismo que hicieron los llamados marxistas soviéticos que intentaron de una forma positivista y dogmática el análisis de las realidades en sus diferentes contextos, con un enfoque determinista y mecánico de las leyes y categorías que nunca los clásicos la desarrollaron tan determinativamente, sin tomar en consideración las múltiples mediaciones que se dan en el desarrollo dialéctico de los procesos contradictorios de la realidad, que por ser tan dinámicos no se pueden prever .de forma absoluta.
En consecuencia al destacar el carácter de su proyecto social al que llamaron «socialismo real» y que era la negación en su construcción de los ideales del verdadero marxismo, los llamados «marxistas soviéticos» etiquetaron una visión mecanicista y poco coherente de la historia, negando la variedad de matices y la correspondencia de las condiciones objetivas y subjetivas diferentes en los diversos contextos históricos. Esto los llevó a la falsa creencia de que estaban al nivel de un socialismo desarrollado exitoso y carente de contradicciones esenciales que negaran su progreso ascensional, sin hacer un análisis objetivo de la realidad histórico concreta que dio al traste con tales falacias pronosticadoras.
El análisis de la relación dialéctica marxismo socialismo que hace la filosofía de la praxis, es fundamental porque reconoce la existencia de una propuesta teórica de socialismo marxista que se contrapone a aquella consideración de carácter abstracto y genérico, industrialmente utilizada para condicionar ideológicamente a las masas con un tipo de socialismo, que es incapaz de asumirse en su imbricación dialéctica como proyecto político, conocimiento y crítica de la realidad y como práctica política para la transformación revolucionaria de lo existente. Enfatizando en el carácter del marxismo como proyecto de emancipación Sánchez Vázquez indica:
«Se trata de un proyecto que por sus valores se contrapone al sistema capitalista que por su propia estructura lo desconoce, limita o degrada. Este proyecto que no se reduce a su anticapitalismo, sigue siendo válido pero a condición de que sea redefinido para ponerlo a la altura de nuestro tiempo. Y su redefinición exige abandonar o enriquecer algunos de sus viejos elementos… se ha de enriquecer el contenido democrático, acentuando la necesidad de la participación consciente de la mayoría de la sociedad Esta democracia radical, indisoluble del socialismo, permitirá disolver los viejos dilemas de Estado o Sociedad civil, planificación y mercado, individuo y sociedad.»{3}
Para el destacado filósofo un problema que gravita hoy en la credibilidad del socialismo es su viabilidad como proyecto y esto le exige su fundamentación racional ante los ataques de los adversarios. Semejante empresa requiere que se contraste con la realidad y se admita que en la actualidad no todas las tesis de Marx mantienen su vigencia, sino sólo aquellas que han resistido la prueba del tiempo.
En este sentido la lucha por un paradigma emancipatorio hoy en América Latina debe contemplar a todas las fuerzas sociales, que se incorporen a las luchas revolucionarias, por eso el sujeto en la actualidad tiene un carácter plural, y no puede contemplar a una sola fuerza política, que se crea depositaria de toda la verdad, sino a muchos movimientos, frentes y partidos que se unan para lograr los objetivos deseados de justicia social, igualdad. Libertad plena y posibilidades para alcanzar el bienestar material y espiritual del pueblo, con un poder político que tenga como norte principal la democracia más plena y la más amplia participación del pueblo en el ejercicio del poder y la no renuncia al paradigma socialista única opción para lograr tales propósitos, pero no con el modelo eurosoviético que se defenestró por la renuncia a los verdaderas esencias del socialismo tal como lo concibieron los clásicos del marxismo.
Al producirse el derrumbe del socialismo la izquierda latinoamericana se sintió golpeada con tal acontecimiento y en sus predios académicos y políticos se manifestó una tendencia de no contemplar en sus luchas el paradigma socialista y esto Sánchez Vázquez ya lo patentiza en un trabajo suyo de 1997 titulado Después del derrumbe.¿Vale la pena el socialismo?, donde hace énfasis en como la humanidad no puede prescindir del socialismo porque el capitalismo salvaje de hoy día lo que hace es agravar aún más las penurias de los pueblos y la desigualdad entre los países ricos y pobres.
Hoy día se percibe el carácter premonitorio de estos análisis hechos por Sánchez Vázquez en sus trabajos de fines de la década del noventa del pasado siglo, ya que el paradigma socialista se yergue como única solución posible para las fuerzas de izquierda, que en el ámbito latinoamericano pugnan desde el poder por edificar un proyecto socialista que se ha dado en llamar del siglo XXI, totalmente diferenciado de las propuestas totalitarias y antidemocráticas del fracasado socialismo real, que toma como base la más amplia democracia y la construcción de un Estado socialista que se fundamente en la democracia participativa, que reconoce a la oposición, que se enfrenta al poder revolucionario y a las masas, esto es un aspecto novedoso de la actualidad en procesos revolucionarios en el poder en Venezuela, Bolivia, Brasil y Nicaragua, que luchan para hacer realidad los cambios revolucionarios que exigen las circunstancias actuales latinoamericanas, fundamentalmente aquellos que se refieren al aumento del bienestar material de sus pueblos y al bienestar social, cultural y espiritual. Estos resultados ya se objetivizan en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Brasil; con las medidas tomadas por los gobiernos revolucionarios de estos países.
En esta lógica de enfrentamiento con la oposición está la lucha contra los medios que en muchos casos están en manos de la reacción y cómo la propia verdad desplegada por el poder revolucionario materializada en medidas que benefician en gran medida al pueblo, permite a las masas comparar y desarrollar un espíritu de crítica y de cultura reflexiva para no dejarse engañar, ni manipular. Y para prepararse diariamente en una necesaria cultura del debate revolucionario, que sabe enfrentarse al adversario con sólidas pruebas, sin despojarlos de su derecho de existencia y de sus bienes materiales.
Y así expresa Sánchez Vázquez:
«El socialismo es hoy más necesario que nunca porque el capitalismo en su fase neoliberal no hace más que agravar los males que los pueblos padecen por las exigencias estructurales del sistema. Cierto es que la alternativa social del «socialismo real» no resolvió esos problemas pero, como demuestra claramente la experiencia de estos últimos años, después de su derrumbe en estos países, no los resolverá en modo alguno el retorno al capitalismo…salvaje y neoliberal. La humanidad necesita, además, el socialismo para no desaparecer bajo otra alternativa; la barbarie, pero ahora en forma extrema, absoluta, de la barbarie ecológica o nuclear.»{4}
Son trascendentes las concepciones de Sánchez Vázquez en relación con el vínculo de socialismo y mercado, cuestión capital en la construcción de un paradigma socialista y en el reajuste contemporáneo que necesita la doctrina marxista.
En este sentido el filósofo señala como en la actualidad asistimos a una verdadera fetichización del mercado, pero en su concepción más irracional que nota en cuenta el desarrollo armónico de las naciones, ni de las regiones en los países, ni mucho menos paliar la extrema pobreza que hoy existe en el mundo, es una concepción del mercado enajenada de todos estos presupuestos que sólo piensa en la ganancia extrema a base de la explotación más feroz en la que la obtención de plusvalía se hace hoy a través del sistema postfordista cada vez más aguda, este capitalismo salvaje que no se detiene ante nada, ni valora el deterioro de la naturaleza, ni la destrucción de los tesoros de la cultura universal a través del desarrollo de guerras injustas, que tiene en su fondo la avidez por el dominio de los recursos energéticos.
Por tanto Sánchez Vázquez en sus reflexiones nos hace ver como esa anarquía en el desarrollo del mercado capitalista no conduce sino a un colapso del propio cometido de la humanidad, que debe aspirar a la felicidad, en término de igualdad, democracia plena y desarrollo armónico de todas sus potencialidades; por tanto este carácter absoluto de prominencia del mercado que lo determina todo a través de la oferta y la demanda y que todo lo convierte en mercancía y derrota todos los valores de humanismo no es el paradigma efectivo a que debe aspirarse.
Al mismo tiempo que valora estos aspectos negativos de esta concepción absolutizadora del mercado que tiene la sociedad capitalista, señala como el carácter omnipresente que tiene el control y la centralización de todas las actividades económicas en las sociedades socialistas que se construyeron bajo el esquema soviético, no puede ser la solución ya que trajo como consecuencias negativas que se asegurase el poder político de una nueva clase: la burocracia y reproducir el sistema que le permite ejercer el poder, que al tener todas las riendas de la economía no posibilita la participación democrática del pueblo en las decisiones económicas principales y no responde a los intereses de la satisfacción cada vez más crecientes de las necesidades materiales y espirituales de sus pueblos, tal como lo concibe el verdadero marxismo, sino a planes exóticos divorciados de estas necesidades, dedicados al enaltecimiento de la dirigentocracia.
Para Sánchez Vázquez la solución no está por tanto ni en la absolutización del mercado libre de tipo capitalista, ni en el control estatal absoluto de la economía del modelo eurosoviético, sino en un proyecto de sociedad en que ambos factores tengan un equilibrio adecuado y esta sociedad él la concibe como la socialista de nuevo tipo, pero en este trabajo teórico el filósofo llama a abolir el carácter capitalista de las relaciones de mercado y
Darle un nuevo carácter, dentro del sistema socialista paradigmática que él intenta construir, junto al peso necesario que tiene que asumir la economía planificada, realmente hay en este aspecto un análisis no estrictamente adecuado por cuanto de lo que se trata no es de abolir estas relaciones de forma capitalista del mercado, ya que esto en la actualidad es imposible dada la prominencia de la globalización capitalista.
Lo que es racional hoy día es aprovechar estas relaciones de mercado pero limitándolo a través de la utilización del impuesto fiscal que permita utilizarlo en beneficio de las masas, es innegable que un proyecto de este tipo lo está desarrollando hoy día China y Vietnam y el resultado ha sido muy favorable en el desarrollo exitoso de la economía y en el incremento del bienestar de las masas y de la disminución de la pobreza que aún pesa sobre estas sociedades. Un ejemplo palmario de esta concepción de equilibrio entre propiedad estatal y propiedad capitalista es el modelo de la revolución bolivariana que ha lanzado como socialismo del siglo XXI, y los éxitos que ha alcanzado Venezuela en el desarrollo económico, político y social de su pueblo que hoy experimenta un progreso material y espiritual evidente, que es ejemplo para América Latina y el mundo por el ejercicio real de la democracia, que hace participo el poder y la rendición de cuentas afectiva de sus líderes ante el pueblo.
Las concepciones de Adolfo Sánchez Vázquez sobre la utopía
Sánchez Vázquez es un teórico marxista de la utopía, dedicándole una atención importante a la cosmovisión de la misma, desde las perspectivas marxista, que se contextualiza en la dimensión de lo propiamente latinoamericano, sin perder su conexión con lo universal y desde esta óptica crítica del presente se propone la utopía como lo nuevo que no existe, pero que tiene la posibilidad real de realizarse y que es una utopía que cree en el progreso humano y en una sociedad de justicia, de decoro y de enaltecimiento de los mejores valores del hombre.
De ahí que el filósofo dedique un espacio importante de sus reflexiones teóricas a resaltar el valor de la utopía que hay en esa obra insigne del humanismo que es El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, cuyo valor va más allá de los propósitos que se planteó Cervantes con la misma, de ahí las variadas interpretaciones que se han hecho de las misma y de las búsqueda de respuestas por el tesoro ético y emblemario en lo que a su visión humanista se refiere, en lucha abierta contra la injusticia y cabalgando por una utopía que intenta subvertir la realidad presente y que se disputa la construcción de un mundo mejor.
Sánchez Vázquez valora que en la obra cervantina subyacen importantes indicadores que dan cuenta desde lo epistemológico e ideoético de las esencialidades que debe comportar cualquiera visión utópica. Entre las mismas se destacan la referida a que la misma es valiosa y deseable por su contraste con la realidad que pretende superar, de ahí que marca un distanciamiento con el presente y se proyecta como alternativa la solución de dichos contrasentidos y males que aquejan a la sociedad, la utopía que encierra la obra no sólo expresa una aspiración de sociedad que se anticipa como superior, sino que además reafirma la convicción de luchar por que se haga realidad{5}. Y Sánchez Vázquez destaca como la utopía tiene un carácter subversivo, quiere dinamitar lo que existe e imponer nuevos valores, nuevas instituciones, nuevas relaciones económico sociales, culturales y una nueva manera de ejercer el poder.
Los diferentes momentos histórico filosóficos de la utopía, son destacados por el filósofo, el que determina dos momentos trascendentes el platónico y el de la modernidad, en el primero con su Estado o Ciudad Ideal, especie de República perfecta, que es imposible superar o alcanzar, de este modelo se subrayan dos cuestiones esenciales: la imagen del futuro, que se haya fuera del tiempo y del espacio y la problemática de no plantearse su realización como posibilidad.{6}
El otro paradigma trascendente de la utopía es el de la modernidad, que llega hasta hoy, dentro de esta concepción utópica cabe referirse a diferentes estadíos a los que dedica el filósofo un espacio reflexivo importante.
El primer momento en la utopía moderna es el renacentista que crítica los costos sociales que provoca el feudalismo y se proyecta por una sociedad más justa, tal es la utopía de Tomás Moro, Tomás Campanella, que señalan las causas de los problemas, la omnipotencia del dinero, la propiedad privada y el afán de poder, que ya aparecen en la época de transición del feudalismo al capitalismo. A partir de esta visión crítica de estos males se proponen un modelo de sociedad con instituciones nuevas que permitan eliminar estos males. En este tipo de utopía no sólo se expresa una inadecuación con el presente, sino que plantea una voluntad de realización de lo utópico aunque le señala como limitación el no despliegue de las acciones prácticas para superar el presente.
Por su parte el ideal utópico ilustrado centra su crítica al absolutismo feudal y se planteará como ideal la futura sociedad capitalista, pero con la mediación de que el hombre ilustrado iba a ser capaz de no ser ambicioso con el dinero y la violencia iba a ceder su lugar al orden, la paz y la fraternidad entre los hombres, este modelo de sociedad contra su confianza en el poderío de la razón, de la educación y en la formación de un nuevo tipo de ciudadano portador de valores morales, pero con la limitación de que desecha el papel de la acción transformadora.
El socialismo utópico es otro de los momentos destacados de estos ideales de la modernidad que llegó a criticar como nadie los males de la sociedad capitalista, para superar este estado de cosas, propone un modelo de sociedad sin explotación, con una distribución de equidad entre todos los miembros de la sociedad y de sus instituciones democráticas con un poder colegiado, la limitación para Sánchez Vázquez estuvo en pretender alcanzar estos fines a fuerza del ejemplo y de la educación y por eso su utopismo plantea alcanzar sus objetivos de forma gradual y sin violencia.
El fracaso de estas utopías preparó el camino según el filósofo para una utopía nueva la del socialismo científico de Marx, Engels, que como ideal aún no está cerrado mantiene su vigencia, por cuanto la sociedad capitalista es aún más explotadora y más irracional que nunca y por tanto no puede ser el futuro para la humanidad.
Sánchez Vázquez plantea como a diferencia de todos los proyectos anteriores el ideal socialista marxista destaca una vocación práctica de realización a través de la lucha de clase, de la revolución. Este análisis se torna aquí muy problémico por cuanto muchos estudiosos marxistas se oponen a atribuir al proyecto marxista una filiación utópica y señalan que el concepto de socialismo científico de Marx y Engels, sólo pondera la lógica de pensamiento de ambos clásicos, fundada sobre bases materialistas y no una concepción universal y en una cosmovisión que se sustenta en núcleos racionales como expresión de contradicciones reales que se van a superar a través de la revolución como proceso real y complejo de relaciones dialécticas de condiciones objetivas y subjetivas.
De ahí que señalan estos teóricos marxistas que Marx y Engels conciben el socialismo como movimiento real emancipador y como producto histórico y de ahí sacan la conclusión de que los clásicos terminan con la especulación de la vida real, fundando la ciencia real.{7}
Semejantes puntos de vista hipertrofian la esencialidad de la utopía del socialismo como proyecto que aún no se ha realizado tal como los clásicos lo proyectaron y que tendrá adecuaciones de acuerdo a las circunstancias presentes y futuras como ideal que espera la humanidad, hace que el contenido del socialismo como ideal o utopía mantenga sus bases, tal como lo señala Sánchez Vázquez cuando expresa:
«{…} si es imposible reducir la utopía a la ciencia, el futuro al presente y lo posible a lo real y si, por otra parte, lo existente no puede dejar de impulsar la insatisfacción, la crítica y el sueño de una vida mejor, es decir si el fin de la utopía se vuelve imposible, un mundo sin utopías sería una utopía más en el sentido negativo de lo imposible realizable.»{8}
Negar que en el mundo se proyecte el hombre por utopías es negar la esperanza de la lucha por un mundo mejor, es negar la historia, congelando el presente y no reconociendo que siempre hay una meta superior que el hombre ansía alcanzar.
Hoy día la problemática de la utopía da lugar a un amplio debate en el terreno de las ciencias sociales y el núcleo del mismo versa sobre la constatación del agotamiento del modelo neoliberal, lo que apela a las búsquedas teóricas de alternativas, tomando en cuenta las condiciones presentes en la sociedad capitalista actual y en particular en América Latina.
Lo que imprime una nueva dimensión al manejo teórico de la utopía, que entraña la probabilidad de construir de un proyecto socialista de cara al siglo XXI y ese socialismo al que se aspira no debe renunciar a que el capitalismo debe ser superado como orden social injusto y la de mantener el ideal de construir una sociedad mejor.
Coincido con la destacada filosofa cubana Yohanca León del Río en que la centralidad de la utopía está dada en la perspectiva crítica frente al pensamiento único que descalifica todo pensamiento utópico y vende la creencia en el final de la historia y de plantear la actual sociedad capitalista como la panacea de la humanidad. Este pensamiento social crítico opone a este pensamiento único irracional una visión de utopía que como idea general acompaña las demandas de los movimientos sociales en Latinoamérica.{9}
Adolfo Sánchez Vázquez tiene como aporte teórico indiscutible el reivindicar la utopía en el análisis de las alternativas como proyecto de emancipación y en establecer una crítica certera a la fría comprensión dogmática del socialismo como proyecto de emancipación, con la correspondiente de un marxismo vulgar, manualista que niega la necesidad de la utopía y la plantea como un proyecto detenido en el tiempo histórico incapaz de concebir el momento social crítico, como un momento necesario para la construcción del ideal del socialismo como sociedad futura, como proyecto humanista inseparable de nuestras raíces históricas.
Bibliografía
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Notas
{1} Adolfo Sánchez Vázquez, «Una vida en la UNAM», Texto leído en el coloquio «Setenta años de la Facultad de Filosofía y Letras» enero de 1994, en A tiempo y destiempo. Antología de ensayos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2004.
{2} Pablo Guadarrama, Marxismo y Antimarxismo, Capítulo 3: «La Revolución Cubana y la nueva época del marxismo latinoamericano», Editora Política, La Habana 1994, pág. 172.
{3} Adolfo Sánchez Vázquez, «Marxismo y praxis», en A tiempo y destiempo,Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2004.
{4} Adolfo Sánchez Vázquez, «Después del derrumbe ¿Vale la pena el socialismo?», en A tiempo y destiempo. Antología de ensayos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2004.
{5} Véase de Adolfo Sánchez Vázquez, «La utopía de don Quijote» en Entre la realidad y la utopía. Ensayo sobre política, moral y socialismo, Editorial Ciencias Sociales, La Habana 2006.
{6} Véase de Platón, La República, UNAM, México 1971.
{7} Véase de Camilo Valqui Cachi, El pensamiento de Marx en los umbrales del siglo XXI, Universidad Autónoma de Guerrero, Editorial Caminos, México 1995. Una interesante crítica a estas posiciones negativas con respecto a la utopía de estos marxistas escolástizados está en la obra del destacado marxista mexicano Gabriel Vargas Lozano, En torno a la obra de Adolfo Sánchez Vázquez, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, México 1995. Y del mismo autor: Mas allá del derrumbe. Socialismo y democracia en la crisis de la civilización contemporánea.
{8} Adolfo Sánchez Vázquez: A tiempo y destiempo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2004.
{9} Véase Yohanca León del Río: «Debate en torno a la utopía en el pensamiento social crítico alternativo al pensamiento único» en Paradigmas emancipatorios en América Latina, Editorial Academia (colectivo de autores), Instituto de Filosofía, Academia de Ciencias de Cuba, La Habana 2005.

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