lunes, 28 de marzo de 2011

Libia: la historia no tiene traducciones perfectas por Carlos Braverman


Hemos conversado mucho en estos días con amigos y compañeros que están en la zona, especialmente con amigos en Israel, compañeros de las fuerzas políticas donde trabajamos, sobre el tema de la intervención militar en Libia. De momento fuera de mi país y de la zona, entendí que debía analizar con ellos allá la situación antes de escribir unas líneas sobre la cuestión, es importante la valoración sobre el terreno al menos cercano a los acontecimientos.
También es importante no dejarse llevar por criterios personales o superposiciones de esquemas.
Nadie puede obviar la ecuación Irak=Libia, pero no es algo pasible de una traducción perfecta; ningún proceso histórico lo es y si se comete la torpeza de entenderlo así, es negar la pluralidad de la historia y de los sujetos en juego. Fue Boaventura Dos Santos quien previó sobre el peligro de la "lógica de la linealidad de los tiempos históricos" y de las "lógicas de las traducciones". Las traducciones en temas de sociedades estados no pueden ser literales, deben mediatizarse por interpretaciones históricamente contextuadas y los tiempos no necesariamente deben seguir una misma línea de evolución y razonamieno.Categóricamente Irak no es igual a Libia.
Si la intervención de Occidente en Libia no tiene la pretensión de dañar la legitimidad de futuras revueltas civiles, debe estar dispuesta a iniciar un proceso político claro de apoyo a las revoluciones democráticas en desarrollo. Esto significa apoyar irremediablemente su proceso en curso y no cercenarlo, por el contrario estimular su profundización, desafío que implica saltar una serie de valoraciones de pensamientos y formatos históricos a los que Occidente suele ser muy proclive.
Debemos entender que no estamos hablando de transiciones en Europa después de guerras o dictaduras secularizadas en su momento. Es importante entender que estos procesos son en un mundo también distinto merced a la globalización y a la revolución de las comunicaciones.
De lo contrario la intervención de las fuerzas militares pueden afectar la legitimidad de los movimientos civiles que se desarrollan allá y en otros estados del Magrheb como de todo el Oriente Próximo.
De hecho el objetivo oficial es contener a las fuerzas de Muhamar Kadafi contra el daño a civiles, pero el objetivo real es derribar su régimen.
La acción conjunta de gobiernos occidentales y árabes contra el régimen dictatorial de Libia tiene un amplio apoyo y plantea un dilema complicado. Hasta ahora la legitimidad pública y política de estos procesos en curso surgía de ser estos auténticos levantamientos civiles que no fueron alentados por influencias extranjeras, pero si no se es cuidadoso en Libia, la intervención de las fuerzas militares puede afectar la legitimidad de los movimientos civiles allí y tal vez en otros estados.
La comunidad internacional no puede permanecer al margen de la masacre de civiles y la responsabilidad de actuar en su defensa es la esencia de esta iniciativa internacional. De hecho cualquiera de las fuerzas de mantenimiento de
la paz desplegadas en todo el mundo tienen la obligación de prevenir la matanza de inocentes.
Pero esta responsabilidad para el mantenimiento de la paz puede ganar una mayor legitimidad si se aplica no sólo con medios militares contra los regímenes dictatoriales, sino además de la amenaza y el uso real de la fuerza, los estados intervinientes deben apoyar el desarrollo y legitimidad efectivos de las revoluciones democráticas que se están llevando a cabo.
Getafe, Madrid- España
27 de marzo de 2011
Derechos reservados: Instituto Campos Israel ISBN963-03- 0316- 2 מסת"ב *Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judéo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas)

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