La propuesta es un Israel para todos los israelíes, un Israel para todos sus ciudadanos. Para los electores que llevan en sus corazones los valores de la izquierda: paz, justicia, igualdad, democracia, derechos humanos para todos, feminismo, protección del medio ambiente, separación entre estado y religión. Hablo de una izquierda renovada que defina un nuevo modelo del Estado de Israel, con una sociedad civil participativa. Soy un israelí postsionista, no antisionista.
martes, 1 de marzo de 2011
Riesgos de la visibilidad online en Oriente Medio y Norte de África
PorLeila Nachawati-Periodismo Humano
Imágenes de manifestantes iraníes identificados por el Gobierno a través de crowdsourcing
Cuando una violación de los derechos humanos no recibe atención mediática aumenta el riesgo para las víctimas, indefensas ante unas autoridades que quedan impunes. Pero con la visibilidad, cada vez mayor a través de Internet y las redes sociales, viene también el peligro de entregar en bandeja a las autoridades información que les facilita la identificación y persecución de los ciudadanos contrarios a sus políticas.
Internet y los medios sociales han proporcionado a los ciudadanos la posibilidad de comunicarse con el mundo sin necesidad de intermediarios. A través de herramientas como Youtube, Facebook o Twitter los usuarios pueden contar su propia visión de lo que sucede en contextos donde a menudo no hay medios de comunicación para recogerlo. Las sociedades civiles árabes han usado estas herramientas de forma muy efectiva para movilizarse, convocar encuentros y manifestaciones y para construir su propia narrativa de las revoluciones, una narrativa de la que ahora beben los medios de comunicación tradicionales. Pero estas mismas herramientas están a disposición también de los gobiernos, que las usan, cada vez mejor, en su beneficio. La combinación del cada vez mayor conocimiento de los gobiernos del funcionamiento de Internet y las propias condiciones de uso de las redes ponen en gran riesgo a los activistas que las utilizan en estos contextos.
No les faltan a estos regímenes autoritarios asesores sobre el funcionamiento de Internet y los medios sociales, algunos tan reconocidos como Clay Shirky, que aparece como “asesor del gobierno libio” en su biografía. Llamaba la atención sobre este tipo de asesoría Evgeny Morozov, autor de The Net Delusion, en Twitter:
Estos gobiernos llevan años imponiendo restricciones al acceso a sitios web, blogs y espacios en los que los usuarios puedan crear e intercambiar contenidos que escapen al control de las autoridades. Es común el bloqueo de sitios como Youtube, Facebook o Blogger en países como Bahrein, Túnez, Egipto o Arabia Saudí, que encabezan la lista de los “Principales enemigos de Internet” que elabora Reporteros sin Fronteras. Llevado al extremo, este miedo a la libre expresión de los ciudadanos a través de nuevos espacios ha llegado al bloqueo total del acceso a Internet, como han hecho en los últimos días primero Egipto y luego Libia. Unas medidas sin precedentes que buscaban aislar a los manifestantes en un momento en el que el mundo volcaba su atención en las protestas.
Tráfico de Internet en Egipto entre el 27 y 28 de enero
Pero estas medidas, además de difíciles de mantener, son muy impopulares y fomentan una solidaridad internacional que juega en contra de quienes las imponen. El bloqueo total de Internet en Egipto ha hecho que Google, que en ocasiones anteriores ha cedido a las peticiones de gobiernos como el de China, haya trabajado junto con Twitter en una herramienta, speak2tweet, que permite a los manifestantes enviar mensajes de Twitter a través de conexión telefónica. Un posicionamiento claro y oficial de Google con el pueblo egipcio (lo expresaba a través de su blog), es una buena noticia para la libertad de expresión y una mala noticia para estos gobiernos represivos. El bloqueo del acceso a Internet es una medida poco inteligente que no ha servido para contener las protestas ni para ocultarlas al mundo.
Es mucho más inteligente y práctico aprovechar el material que los propios usuarios les sirven en bandeja y utilizarlo para identificarlos y perseguirlos, algo que cada vez más gobiernos comprenden y que aumenta los riesgos de los usuarios de estas tecnologías.
Material como los miles de vídeos e imágenes que circulan a través de servicios como Youtube o Flickr, en los que se suele citar la autoría y el contacto de quien los graba y los comparte, ahorra a las autoridades un trabajo que hasta hace poco era mucho más laborioso. Este material ofrece también la posibilidad de identificar a quienes han participado en las manifestaciones y actos de protesta contras las autoridades en distintos puntos del país. Basta con revisar los vídeos y fotos de los usuarios para identificar a los líderes de las revueltas, los participantes más activos, seguirles la pista y emprender represalias, como ha sucedido estos días en Libia y como sucedió durante las protestas de 2009 en Irán, cuando el gobierno puso en marcha Gerdab.ir, un servicio basado en crowdsourcing (externalización de tareas a un grupo numeroso de personas o una comunidad) que ofrecía recompensa a quienes colaborasen en identificar a los manifestantes. La persecución incluía a quienes grabaron y fotografiaron a Neda Aga al-Sultan, la joven asesinada que se convirtió en símbolo de las protestas contra el régimen.
O como este vídeo de Asma Mahfouz, uno de los catalizadores de la revolución egipcia, que ha hecho que su autora fuese perseguida por las autoridades de Mubarak:
La tecnología para la protección del anonimato en Internet se ha basado en la protección de datos, a través de encriptación, utilización de servidores intermediarios (proxies), o tecnologías de circunvención, que ocultan los datos transmitidos y la identidad de la persona que los transmite. Pero ¿qué ocurre con la privacidad y el derecho al anonimato de las personas que, voluntariamente o no, son fotografiadas o grabadas en vídeo?
Programas como Tor ocultan la dirección IP desde donde se envían los vídeos pero no impiden que quienes aparecen en él puedan ser identificados con software de reconocimiento facial. Este mismo software de reconomiento facial está instalado también en herramientas de Facebook, como la de subida de imágenes, aumentando los riesgos a los que se exponen los usuarios.
Facebook, además, facilita el trabajo de los gobiernos con su política contraria al anonimato y a la utilización de pseudónimos. En el apartado “Seguridad de la cuenta y registro” de su Declaración de Derechos y Responsabilidades lo especifica. De los puntos que incluye este apartado, estos son los más problemáticos para quienes por el contexto en el que viven necesitan mantener el anonimato:
Los usuarios de Facebook proporcionan sus nombres e información reales y necesitamos tu colaboración para que siga siendo así. Éstos son algunos de los compromisos que aceptas en relación con el registro y mantenimiento de la seguridad de tu cuenta:
No proporcionarás información personal falsa en Facebook, ni crearás una cuenta para otras personas sin su autorización
No crearás más de un perfil personal
Si inhabilitamos tu cuenta, no crearás otra sin nuestro permiso
Mantendrás la información de contacto exacta y actualizada
No compartirás la contraseña (o en el caso de los desarrolladores, tu clave secreta), no dejarás que otra persona acceda a tu cuenta, ni harás cualquier cosa que pueda poner en peligro la seguridad de tu cuenta
No transferirás la cuenta (incluida cualquier página o aplicación que administres) a nadie sin nuestro consentimiento previo por escrito
Si seleccionas un nombre de usuario para tu cuenta, nos reservamos el derecho a eliminarlo o reclamarlo si lo consideramos oportuno
Las condiciones de uso de Facebook permiten a las autoridades no sólo identificar a quienes utilizan la red como herramienta de activismo sino también su red de contactos. Basándose en esta política, Facebook cierra con frecuencia páginas y perfies de usuarios que incumplen estas normas. Páginas como la del grupo “Todos somos Khaled Said“, creada por Wael Ghonim, el ingeniero de Google egipcio y uno de los líderes de las movilizaciones del 15 de enero, fueron cerradas en un momento clave de la organización de las revueltas. Ghonim, que fue detenido durante 12 días, realizaba su actividad bajo el pseudónimo de “El-Shaheed”.
Desde Witness.org, proyecto de promoción de los derechos humanos a través de vídeo, se preguntan:
En Witness estamos trabajando en facilitar opciones de “privacidad visual” y “anonimato visual”. ¿Qué papel deberían jugar proveedores de servicios como Facebook y Youtube, en la protección, dentro de sus espacios, de quienes trabajan por los derechos humanos a través de vídeos e imágenes?
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