La propuesta es un Israel para todos los israelíes, un Israel para todos sus ciudadanos. Para los electores que llevan en sus corazones los valores de la izquierda: paz, justicia, igualdad, democracia, derechos humanos para todos, feminismo, protección del medio ambiente, separación entre estado y religión. Hablo de una izquierda renovada que defina un nuevo modelo del Estado de Israel, con una sociedad civil participativa. Soy un israelí postsionista, no antisionista.
jueves, 6 de enero de 2011
Sociedad Civil, Desarrollo Sostenible, Democracia y Derechos Humano Por Luiz Bassegio
Considerando los objetivos que se propone la Revista Futuros,"formular reflexiones y propuestas para un nuevo paradigma de desarrollo y de posibles modelos para llevarlos a cabo y fomentar una nueva escuela de pensamiento latinoamericano en torno a temas como el desarrollo sostenible" envío mi contribución. Más que una formulación teórica, me propongo en este artículo el hacer un breve ensayo sobre el papel de los movimientos sociales y populares en general y su contribución en la construcción de un estado que sea promotor y defensor de los derechos de los excluidos, teniendo como objetivo la atención a las necesidades básicas de la población y garantizando que el fruto del trabajo social sea socialmente repartido y no apropiado de forma individual como está pasando ahora.
Tengo la certeza de que el mundo no puede seguir el camino en el que se encuentra. La economía no puede ser un fin. La finalidad de la economía es la felicidad humana; es un medio para satisfacer las necesidades sociales. Debe ser puesta al servicio de la vida, y para eso son necesarios cambios estructurales. La sociedad debe indicar cuales son las más urgentes.
Es preciso romper con todo tipo de dominación política, promoviendo la libertad y responsabilidad de todos los ciudadanos. Esto exige la democratización de la comunicación social y la reorganización del sistema educativo. No obstante, en la base de estos cambios está la transformación de las relaciones sociales y culturales que componen el día a día de la sociedad.
Procuraré desarrollar algunas ideas sobre la radicalización de la democracia, ciudadanía activa, construcción colectiva y la inversión de prioridades. Se trata de construir no sólo un medio ambiente sostenible, sino una sociedad sostenible. Una sociedad que sea económicamente justa; políticamente democrática; socialmente igualitaria; culturalmente plural; ecológicamente sostenible y; religiosamente macro-ecuménica.
1. El Estado al servicio del bien común
Entendemos por bien común un conjunto de bienes naturales y/o creados por el hombre, conjunto de instituciones, leyes, políticas y decisiones que deben tener como objetivo el bien de todas las personas y el bien de todos los ciudadanos. Todo debe servir para la realización de las personas, teniendo como parámetro la ética que es el conjunto de normas y orientaciones que sirven para la realización del bien común. Para esto existe un poder instituido, en este caso el Estado, que debe velar para que esto se realice. Esta institución está por debajo de la sociedad y por lo tanto su existencia sólo tiene sentido para la realización y organización de la misma.
Toda la organización de la sociedad, incluyendo aquí la economía como forma de organizar la producción y distribución de las riquezas debe tener como parámetros la ética y la solidaridad. No es posible aceptar que el mercado, como conjunto de reglas controladas por los más fuertes, esté por encima de los parámetros éticos. No se puede considerar la economía como una realidad independiente que se autodetermina. Todas las esferas que componen la sociedad deben estar al servicio de la vida y no de la muerte. No podemos aceptar una economía que produzca la globalización de la miseria y la individualización de la riqueza. No podemos, por ejemplo, aceptar el pago de la divisa externa a costa de los que no la han causado y no se benefician de ella.
Para conseguir el bien común de todos, no podemos aceptar la libertad absoluta del capital; marcar límites se impone como una exigencia ética, ya que la concentración y el uso especulativo de la riqueza practicados hoy en día son los mayores responsables del empeoramiento de la miseria que mata a millones de seres humanos.
Para la realización del bien común, es preciso que valores como la justicia, la dignidad y la solidaridad se intercalen en todas las relaciones, sean humanas, económicas, políticas, sociales y culturales.
1.1 El Estado que tenemos
A lo largo de nuestra historia, no se implantó un proceso capaz de apuntar en la dirección de un Estado Democrático. Se arraigó una mentalidad predatoria, de gratificación inmediata y de apropiación-expropiación del fruto de trabajo de los subalternos. De ahí es fácil entender la situación en la que vivimos:
Se extiende una realidad de corrupción impune, donde corruptos y corruptores asaltan impunemente lo público, usando los canales del propio Estado. Se ha instalado una cultura de corrupción que invade y destroza la sociedad como tal;
Se crean poderes paralelos en la economía, en la comunicación social, en el narcotráfico, que mandan con la connivencia, muchas veces de los poderes constituidos por encima de ellos;
Imperan el "coronelismo" y el clientelismo, que a fuerza de intercambio de favores, consiguen una delegación de la voluntad y de la capacidad de intervención en los procesos hacia algunos representantes escogidos
El Estado para a ser privatizado al servicio de las elites ó de los grupos corporativos que convierten en propiedad privada lo que debería ser de todo el pueblo. Muchas veces está ausente o no sirve para nada el área de los servicios públicos faltando la coordinación de un proyecto nacional de desarrollo. Es un Estado mínimo y neoliberal que, con el pretexto de no entrometerse en la economía, privatiza las estatales y merma el área social. Es un estado pragmático que, abdicando de su soberanía y autodeterminación, asume una postura de dependencia político-económico-comercial y militar, abandonando la perspectiva de lucha por la integración latino-americana y la relación con los países pobres.
Toda esta situación de fuerte dominación, junto con una frágil conciencia del pueblo de sus derechos básicos de ciudadanía, lleva a la desintegración del Estado, a la exclusión social, a la violencia y a la anomia.
El Estado debe ser desprivatizado y la maquina estatal puesta en una posición efectiva a favor del bien común, y no al servicio de una minoría privilegiada que se apropia de los recursos públicos en beneficio propio.
Es preciso democratizar el Estado, sometiéndolo a la voluntad y al control de la sociedad civil organizada. La sociedad civil debe ser suficientemente fuerte para regular, a favor de todos los ciudadanos la economía y los intereses sociales. Es preciso superar la concentración y el elitismo políticos, colocando el Estado al servicio de las políticas publicas. Es fundamental el consolidar y ampliar el ejercicio de la ciudadanía, con la amplia participación popular en la gestión pública. Para eso es indispensable la creación de espacios públicos no estatales, espacios de vivencia y de solidaridad.
2. Papel de los Actores Sociales
¿Cuál es el papel de los movimientos sociales, de los trabajadores, de las ONG y de los partidos en vista de esta situación?
Creo que la lucha principal de este conjunto de actores sociales es presionar para garantizar la conquista de la ciudadanía por parte de todos los ciudadanos; para garantizar la soberanía en el aspecto internacional teniendo como objetivo el librar al Estado de las garras del Imperio Estadounidense; para garantizar la atención a las necesidades básicas de la población como salud, educación, vivienda, transporte y ocio; garantizar el derecho a la libre manifestación, la libertad de ir y venir y principalmente, presionar para que todos tengan sus derechos respetados. Derechos económicos, políticos, sociales y culturales.
Los movimientos deben ser autónomos en relación al poder político y tener mucho cuidado para no ser cooptados y menos corrompidos. Debe de haber una colaboración de los movimientos con el Estado, sin perder su propia autonomía e independencia.
Pero ¿qué hacer para que todo esto se convierta en una realidad?
Los Estados deben crear mecanismos de participación ciudadana en la administración de los asuntos públicos fortaleciendo así una democracia real y participativa. Diría que es necesario crear, fortalecer y garantizar un proceso que envuelva todos estos actores sociales con el fin de garantizar una radicalización de la democracia, una construcción colectiva, una ciudadanía activa y una inversión de prioridades.
2.1. Radicalización de la democracia
Radicalizar la democracia significa apostar en la capacidad de las personas de construir una vida social diferente, justa y solidaria. Y apostar en la posibilidad y en la capacidad de construir una sociedad en la que no haya excluidos social, económica y culturalmente. Una participación política es importante, pero no es suficiente por si sola. Radicalizar la democracia es perseguir el objetivo de abolir cualquier tipo de exclusión y apartación y el respeto a la diversidad y pluralidad étnico-cultural. En términos económicos implica el asumir una nueva visión de desarrollo económico, donde lo que vale no es la ley del más fuerte, de quien puede más llora menos, sino la justicia social, la justa distribución de los bienes y la apropiación social de los bienes producidos socialmente.
En fin, radicalizar la democracia es atreverse a inventar una democracia para ser ejercida de acuerdo con los intereses de la mayoría que hoy vive excluida social y económicamente.
La radicalización de la democracia es de orden ético y exige que el propio medio realice el fin. El fin es la construcción de un país radicalmente democrático. Esto exige que los medios para esta tarea sean sustancialmente democráticos, por lo tanto los fines determinan la propia calidad de los medios. Exige todo un conjunto de virtudes cívicas que constituyen el ethos de una sociedad saludable.
La radicalización de la democracia debe atravesar todas las instancias de la sociedad civil y de lo cotidiano en la vida de las personas: la democracia debe guiar las relaciones en la familia, en el grupo comunitario, en la Iglesia, en los sindicatos, en las ONG’s, en los partidos políticos, en las instancias gubernamentales. En fin, debe estar presente en todos los momentos de la vida de las personas y de la sociedad.
2.2. Construcción Colectiva
Esta idea apunta hacia la necesidad de articulación entre lo individual y lo colectivo, valorizando la perspectiva del proceso donde nada esta acabado. Presenta la cuestión de poder decisorio en los diferentes niveles de organización e instancias de competencia de vida de la sociedad. Los seres humanos son capaces de transformar sus circunstancias aunque la sociedad capitalista tienda a transformarlas en objetos para la mercantilización. Es la lucha contra el proceso de mercantilización que debe ser entendida a fuerza de construcción colectiva. Es preciso acreditar la capacidad de las personas de mirar hacia delante y de construir las condiciones de una vida digna para todos.
Es preciso acreditar y concretar la idea de que la sociedad que queremos, las relaciones que queremos construir serán el fruto de una gran voluntad colectiva que incluya a la sociedad civil y a la sociedad política.
2.3 Ciudadanía activa
No implica apenas la idea del cumplimiento de los derechos y deberes definidos por el Estado, sino, principalmente, la idea de crear nuevos derechos que hagan posible la abertura de nuevos espacios de participación política por medio de la participación directa de los ciudadanos en el proceso de decisiones de interés publico. Implica la valorización de la sociedad civil como una entidad independiente y articulada del Estado. Urge una mejora de los mecanismos institucionales de democracia directa, como el referéndum ó el plebiscito, una iniciativa popular que ya está en la Constitución.
Hay espacios de participación relacionados con el Estado, como los consejos de salud, educación, seguridad pública y alimentaria más allá de la participación en el presupuesto público. Hay también espacios propios de sociedad como sindicatos, asociaciones, cooperativas y centros que pueden garantizar la participación del ciudadano como práctica de constitución de la ciudadanía activa. Debe apuntar a la necesidad de forjar mecanismos, asumidos por los ciudadanos, de control efectivo de toda la cadena de representación de los intereses de la mayoría.
Una ciudadanía activa implica la necesidad de una educación política, no una educación para la ciudadanía, sino una educación como practica de ciudadanía. Este concepto de ciudadanía activa, diría, es una condición indispensable para el fortalecimiento y radicalización de la democracia.
2.4 Inversión de prioridades
Una sociedad como ésta no es satisfactoria y la lógica que la ha apoyado hasta el presente deber ser radicalmente cambiada. Hasta el momento prevaleció la lógica del progreso económico entendido como avances técnicos con aumento de riquezas, pero sin objetivos sociales. Hay una producción social, pero el reparto esta privatizado.
Forma parte de esta lógica la concepción de que la naturaleza está a disposición del hombre para ser dominada y transformada en bienes y servicios para la sociedad y que las riquezas naturales son interminables.
Es preciso una inversión de prioridades capaz de enfrentar las exigencias de la ruptura con la creencia de que el mero crecimiento económico sea capaz de incluir las grandes mayorías excluidas en el proceso de modernización brasileña. La inversión de prioridades exige una nueva visión de la economía. Una nueva racionalización económica precisará incorporar nuevos problemas y nuevos métodos donde los propósitos sean construidos en base a nuevos valores éticos y donde el respeto al medio ambiente y al derecho a la vida de las generaciones futuras serán tratados con consideración. Es preciso buscar y estimular una relación participante e integradora con el medio ambiente, viéndolo como una fuente de vida y salud, negando y superando la relación instrumental, exploradora, depredadora y orientada hacia el lucro. Asumir y vivir profundamente una relación con la tierra como un valor que hace posible una vida plena, deseando, como condición básica, una realización de profundas reformas agrarias, acuáticas, agrícolas y urbanas, defendiéndose contra la degradación y la exploración.
Ya no basta el crecimiento económico, es preciso someter la economía a los objetivos sociales, donde el fruto del trabajo colectivo sea socialmente repartido y no apropiado de forma individual y concentradora.
El desafío no es solamente el dividir mejor el producto. Es preciso disputar la finalidad, reorientar la producción; no es solamente el distribuir entre los integrados los bienes producidos, sino que es la integración de todos. Es garantizar que todos tengan lo necesario para vivir dignamente. No se trata de mejorar sólo la técnica y la productividad, se trata, asimismo, de dar trabajo para todos.
¿Qué sociedad queremos construir?
La sociedad civil, sindicatos, asociaciones, ONG’s, iglesias, movimientos sociales y populares junto con la sociedad política con sus diversas instancias más el sector de la producción lucrativo y el sector intelectual deben llegar al consenso de que es preciso construir una sociedad sostenible que contemple las generaciones actuales y también las generaciones futuras. Siendo conscientes de que todos tienen el derecho de vivir dignamente, la ciencia, la técnica y las investigaciones deben estar al servicio de todos; los bienes de la naturaleza deben ser usados como equilibro garantizando la vida en el presente y en el futuro.
No se trata de tener únicamente un medio ambiente sostenible, se trata de construir una sociedad sostenible que considere los aspectos económicos, sociales, políticos, culturales y étnicos. En especial, para que todos tengan las necesidades básicas atendidas. El conjunto de actores arriba mencionados, incluyendo el Estado, deben garantizar que haya trabajo y remuneración justa para todos.
Una sociedad con los siguientes requisitos: - económicamente justa, donde todos tengan igualdad de oportunidades y trabajo para ganar dignamente su sustento; - políticamente democrática permitiendo que toda la sociedad participe en la construcción de un proyecto viable donde todos estemos incluidos; - socialmente equitativa, es decir, jamás seremos iguales pero todos deben tener igualdad de oportunidades; - culturalmente plural, formada y enriquecida por la pluralidad de grupos étnicos, culturales sin anular las identidades ;- ecológicamente sostenible y que garantiza que los bienes de la naturaleza sirvan no solo para las generaciones presentes sino también para las futuras – religiosamente macro-ecuménica donde todos puedan expresar, experimentar y manifestar sus credos.
Bibliografía consultada
Setor Pastoral Social – CNBB – Conferência Nacional dos Bispos do Brasil, 2ª Semana Social Brasileira, Alternativas e Protagonistas, Editora Vozes, São Paulo, SP, 2ª Edição, Petrópolis, RJ, 1994;
Setor Pastoral Social – CNBB, 3ª Semana Social Brasileira, Edições Paulinas, 1997, São Pualo, SP
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