martes, 18 de enero de 2011

Releyendo a Martin Luther King Por Alberto Acereda


Martin Luther King, Jr. es una de las figuras clave en la historia de Estados Unidos. Su discurso del 28 de agosto de 1963 en Washington, el famoso “I have a dream”, está considerado uno de los más grandes de la historia de nuestro país. Algunos críticos lo equiparan con el igualmente célebre “Discurso de Gettysburg” de Abraham Lincoln. Conforme celebramos hoy el día de Martin Luther King vale la pena releer el discurso completo y entenderlo todavía mejor si nos ayudamos por el último libro académico publicado sobre la figura y la obra de King. Se trata del volumen “King’s Dream” (Yale University Press, 2009), un análisis serio y académico de King y su memorable discurso. Su autor, Eric J. Sundquist, es catedrático de literatura y cultura norteamericanas en la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA). “Sueño con que mis cuatro hijos vivan un día en un país en el cual no sean juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad”. Como muestra Sundquist, estas palabras y el discurso en que iban enmarcadas sirvieron de plataforma para la aprobación de la Ley de Derechos Civiles (1964). Estas palabras, además, han hecho más que cualesquiera otras por la mejora de las relaciones étnicas en Estados Unidos. No estamos ante un análisis a modo de comentario de texto, sino ante un acercamiento académico y riguroso de lectura agradable y capaz de insertar el discurso en su verdadero contexto y de contrastar la ya amplia bibliografía sobre King. Sundquist compara el “I have a dream” con otros discursos del reverendo y lo pone en relación con la legislación en materia de derechos civiles y sociales. Este libro “King’s Dream” ubica el memorable discurso en el marco del movimiento de reivindicación de la igualdad racial y de defensa de los derechos civiles de principios de la década de los sesenta, con constantes referencias a los documentos fundacionales de Estados Unidos y a pasajes bíblicos. Se trata de una magnífica mezcla de ideas que conjugan las intenciones sociopolíticas de King con sus creencias cristianas, incardinadas aquí de forma impecable. Sundquist hace gala de un conocimiento ejemplar de la cultura popular del momento y sus proyecciones posteriores. También interesa de estas páginas la cuestión de la recepción de la alocución y las distintas tergiversaciones y apropiaciones de que ha sido objeto. En el contexto de los turbulentos años de la Presidencia Kennedy y las estrategias mediáticas que explican mejor el discurso y las motivaciones de King, el análisis de Sundquist se hace muy valioso en esta fecha que hoy celebramos todos los norteamericanos. Sundquist sostiene que, en términos literarios, no estamos ante el mejor discurso de King, pero sí ante el más efectivo. El mejor, según este catedrático, fue el que pronunció con motivo de una marcha reivindicativa entre Selma y Montgomery. En cualquier caso, el de aquel 28 de agosto en Washington supo otorgar categoría universal a la causa de los derechos civiles y hacer de éstos una necesidad no sólo para un grupo étnico, sino para toda la nación. Sundquist abunda en las conexiones entre las palabras de King y los Padres Fundadores de Estados Unidos, la Declaración de Independencia, el legado de Lincoln y la Proclama de Emancipación. En otras palabras: en el “I have a dream” desfila la historia del movimiento norteamericano de los derechos civiles en todas sus dimensiones. En el libro “King’s Dream” se da igualmente buena cuenta de los usos ideológicos del célebre discurso, tanto desde la derecha como desde la izquierda política. Asimismo, se hace un interesante análisis de la figura de King como icono de la cultura popular estadounidense. Sundquist evita entrar demasiado en cuestiones políticas, pero justo es decir que la apropiación que el Partido Demócrata ha hecho durante años de la figura de King resulta bastante cuestionable. Aunque a mucha gente –empezando por el propio hijo del reverendo– le incomode, está por contar con detalle la mayor cercanía de King a los ideales del Partido Republicano que a los del Partido Demócrata. Aunque el libro de Sundquist no entra en estas cuestiones, justo es decir que falta por historiar el importante papel del GOP en la aprobación de la legislación sobre esos derechos civiles que King tanto reclamó. Falta también hacer justicia al hecho de que el grueso de la turba segregacionista que le repudió en vida tuvo en gran medida filiación al Partido Demócrata. La más reciente actualidad política y las recientes revelaciones de afirmaciones hechas por algunos políticos y líderes actuales del Partido Demócrata son prueba suficiente del error de tirar piedras contra los demás. Nadie está exento de culpa cuando se trata de estos temas. Mas por respeto a esta fiesta y para no politizar esta fecha ni tampoco la memoria de MLK, vale la pena seguir con interés la sugerencia del libro de Sundquist y acercarnos a la vida de King con prudencia. Volvamos, pues, al mensaje y al sueño de King valorando lo positivo que ha ocurrido desde 1963 y sin caer en el sectarismo ni la manipulación. Alberto Acereda, Ph.D. es Catedrático en el School of International Letters and Cultures en la Arizona State University y Miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.

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