lunes, 20 de septiembre de 2010

Sarkozy y los gitanos rumanos, un pedregullo en el zapato de la UE por Carlos Braverman


Sarkozy con su medida en relación a los gitanos rumanos en Francia, fue un revulsivo total, se convirtió en el pedregullo en el zapato indeseado por todos.
Un pedregullo es insignificante pero en el zapato genera muchos trastornos, molesta con trastornos en la planta o el talón del pie, genera mala disposición inocultable, obliga a cojear y a intentar disimular el cojeo, llega a reflejarse en un conjunto de muecas faciales no funcionales y ridículas frente a otros, con la señal que algo no anda bien.
Los dirigentes de la UE deslucidos en el tema generado por Sarkozy parecían padecer el pedregullo y las sociedades salvo sus sectores más avanzados, lo padecieron también comenzando por la francesa.
La medida de Sarkozy atenta contra la libertad. Se suele considerar que la palabra libertad designa la facultad del ser humano que le permite decidir llevar a cabo o no, una determinada acción según su inteligencia o voluntad. La libertad es aquella facultad que permite a otras facultades actuar y que está regida por la justicia. El concepto clásico moderno de ciudadanía, es aquella condición que posee un individuo en una comunidad que comprende un conjunto de derechos y responsabilidades, cuyo ejercicio es garantizado constitucional e institucionalmente por el Estado. En el nuevo paradigma todo ser humano es de por sí sujeto del derecho internacional y por lo tanto es ciudadano no sólo de un Estado determinado, sino también de la comunidad internacional, sean estas regionales, como la Unión Europea, o de carácter global, como las Naciones Unidas. Sin embargo, la ciudadanía se ha convertido en el último privilegio personal, el último factor de discriminación y la última reliquia pre-moderna de las diferenciaciones por status. Generalmente a través de ella se violan la universalidad e igualdad de los derechos fundamentales. Así Sarkozy comete un delito flagrante, pues la relación entre los derechos fundamentales de la persona y la ciudadanía, consiste en el hecho de que si se entiende que la ciudadanía se refiere a las condiciones que tiene un individuo en su comunidad, los derechos fundamentales se refieren a esas condiciones, puesto que esta definición le asegura un mínimo de derechos inviolables, inalterables que el Estado así como el resto de la colectividad deben respetar.
Soy partidario de la definición de Badiou sobre el Sarkozysmo como un Peitanismo Trascendental o Neopeitanismo. ¿Qué es esto?
En Francia, esta alianza del miedo y la guerra ha recibido históricamente el nombre de petainismo. La ideología de masas del petainismo consistía en tener más miedo a la guerra que a la derrota. La inmensa mayoría de los franceses aceptó la relativa tranquilidad de la derrota consensuada. El proyecto análogo de hoy se basa en la creencia de que a los franceses les basta sencillamente con aceptar las leyes del modelo mundial liderado por Estados Unidos para que todo vaya bien: Francia estará protegida de los efectos desastrosos de la guerra y de la disparidad global.
Numerosos aspectos de esta tradición neo-petainista se ponen hoy de manifiesto: obediencia a las exigencias de las altas finanzas en nombre de la renovación nacional y el declive y la crisis moral, que justifica las medidas represivas adoptadas en nombre de la regeneración.
Sarkozy es el verdadero final de la forma francesa de la posguerra: un sistema derecha-izquierda al que le había tocado en suerte un balance muy particular de la guerra, del petainismo y la Resistencia. Considero con Badiou que el sarkozysmo rompe el sistema gaullo-progresista, su proteccionismo, e instaura la adhesión Otanista sin límites, su contenido es: persecución de los extranjeros, sobre todo si son obreros y pobres; ministerio especial para ocuparse de los asuntos de ellos; ordenamiento represivo de la juventud popular, capitalismo simplificado y rehabilitación a la vez ficticia y agresiva del significante nacional. Más allá de las viejas máximas de la reacción: Que los pobres trabajen más y nos obedezcan.
Su última medida contra el colectivo gitano rumano agravia muchos valores fundamentales y cuestiona la esencia misma de la UE.
El aumento del desempleo, la incertidumbre ante el cierre de empresas y el temor al porvenir son las principales preocupaciones de los europeos. La Unión Europea aparece ante la gente como un actor lejano de esta realidad próxima y urgente.
Se debe volver a la Europa Social, es decir, a la de la sociedad y la política, la que prestigia las políticas sociales para integrar y atender los diversos colectivos.
Exige esto distribución equitativa de los bienes básicos y rescatar la figura del ciudadano para jerarquizar la acción de los sujetos políticos en un programa de desarrollo que desande los caminos del neoliberalismo.
Es volver a la gente, lo contrario a ciertas contextualizaciones actuales en muchas sociedades.
Prestigiar lo “ciudadano” permite al sujeto social y político recuperar la soberanía sobre su entorno y condiciones, lograr articular un discurso propio en su colectivo de referencia y restablecer la dimensión de lo público, no “Identitarismo” reaccionario. Este rescate de lo ciudadano es una alternativa a las políticas neoliberales, es encontrar más allá del estado nacional, formas más apropiadas para los procesos democráticos.
La ciudadanía en estos tiempos presupone un marco estatal y otro supra-estatal, donde ésta se enfrenta a nuevas definiciones, frente a uniones políticas y económicas regionales como a su
posicionamiento frente a la globalización en general.
Amplias mayorías de la humanidad padecen restricciones a la circulación y a bienes básicos, como a trabajo e información, no pueden controlar los efectos de la globalización y menos aún, tienen representación en los dispositivos multi y transnacionales que se ocupan de ellos.
Referente a este aspecto y a otros relacionados a éstos, en la UE aparece en forma categórica, la importancia de lo local desde la dimensión institucional y también de la sociedad civil.
La globalización económica redujo acentuadamente los márgenes de las políticas económico-sociales de los estados-nación y tienden a integrarse en uniones políticas y económicas, que asumen un buen grado de las competencias estatales al respecto.
Es el caso de la UE, donde surgen los fenómenos de regionalismos, multiculturalismos y la necesidad de articular la existencia de grupos sociales con elementos fuertes de identidad específica.
Volver a la Europa Social, es necesariamente dar vida a este concepto político de ciudadanía y presencia real a las instituciones que articulen la vida de las personas con los procesos económicos presentes.
Donde el ciudadano pueda aportar a su control y no ser controlado por ellos, donde la sociedad no aplaste al individuo.
Sarkozy fue el pedregullo en el zapato, los dirigentes no estuvieron a la altura de las circunstancias, prefirieron los bochornosos gestos de molestia ridícula que genera el cuerpo extraño en el calzado a una acción clara, los pueblos deben ahora reclamar.
Si bien no era de esperar valentía, que es la virtud que se manifiesta mediante la resistencia en lo imposible y no se trata únicamente de un encuentro momentáneo con lo imposible, era de esperar heroísmo. Éste no es una virtud, pero sí, una postura en el momento de enfrentarse a lo imposible cara a cara.
Que no tengamos que decir con Sartre: como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad, pensemos por un momento que todos somos gitanos rumanos en Francia.
Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judeo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).Derechos reservados Instituto Campos Abiertos Israel ISBN 965 387 008 9 זכויות יוצרים

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