La propuesta es un Israel para todos los israelíes, un Israel para todos sus ciudadanos. Para los electores que llevan en sus corazones los valores de la izquierda: paz, justicia, igualdad, democracia, derechos humanos para todos, feminismo, protección del medio ambiente, separación entre estado y religión. Hablo de una izquierda renovada que defina un nuevo modelo del Estado de Israel, con una sociedad civil participativa. Soy un israelí postsionista, no antisionista.
martes, 20 de julio de 2010
Procesos Mediterráneos, la sociedad civil israelí y el diálogo regional por Carlos Braverman
El Mediterráneo fue cuna de civilizaciones, puntos de encuentros y desencuentros en la historia de la humanidad, de desarrollos y fracturas de civilizaciones diversas. El Proceso de Barcelona en 1995 y su continuidad, la Unión por el Mediterráneo en 2008, surgen para alcanzar el objetivo de hacer de la cuenca mediterránea un ámbito de diálogo, intercambio y cooperación que garantice la paz, la estabilidad y la prosperidad. Para ello es preciso consolidar la democracia y el respeto de los derechos humanos, lograr un desarrollo económico y social sostenible y equilibrado, luchar contra la pobreza y fomentar una mayor comprensión entre las diferentes culturas. Pretenden ambos tratados suplantar el bilateralismo en las relaciones Euromediterráneas, por una cooperación global, solidaria y multilateral.
Se basan en tres aspectos esenciales:
• El componente político y de seguridad, que tiene por objeto definir un espacio común de paz y estabilidad;
• El componente económico y financiero, que debe permitir construir una zona de prosperidad compartida;
• El componente social, cultural y humano, que está encaminado a desarrollar los recursos humanos y a favorecer la comprensión entre culturas y los intercambios entre sociedades civiles.
Es decir, avanzar a una configuración de estados democráticos con progreso social, que sea la base de una ciudadanía Euromediterránea, una ciudadanía que preserve la identidad multicultural, basada en el respeto de los derechos humanos ( especialmente en lo que hace al respeto de los pluralismos y multiplicidad de identidades existentes), el diálogo y alianza entre civilizaciones, la armonización de los flujos migratorios y las políticas de integración hacia los mismos y caminar hacia una cohesión económica-social regional.
Desde la izquierda local vemos muy retrasadas y mezquinas las participaciones correspondientes de Israel en este esquema y confieso que me gustaría ver intervenciones de mi país que traspasen el marco del secular conflicto zonal.
Son muchas las oportunidades que como postsionista veo en este proceso para la integración zonal, nuestro recorrido fue desde la revisión historiográfica israelí hacia una propuesta de normalidad como nación y es mucho lo que podemos aportar a otras culturas y pueblos, como también recibir de pares en la región. Hay que reconocer el atraso de amplios sectores de nuestra sociedad en aceptarse como parte de la región, tema muy interesante para meditar y replantearse.
Junto a las iniciativas de coexistencia ofrecidas por este esquema, paz y entendimiento entre los pueblos de la zona, es importante también el diálogo intercultural e interreligioso, el mutuo cocimiento entre las culturas y sobre todo la participación activa de la sociedad civil y sus organizaciones. Este último, un punto por demás original de esta iniciativa.
En el artículo de ayer comentaba que en un debate sobre ciudadanía, me preguntaron quién era " la gente" y cómo se definía su presencia en el espacio político del neomodernismo.
Los distintos conjuntos en que se distingue una sociedad, necesitan justamente de un espacio para comenzar a actuar, a ser actores sociales que devengan actores políticos para pasar de la interacción social, a las prácticas discursivas de transformación.
Recordé entonces, el aporte de Habermas sobre el "espacio público", como aquello que está entre la sociedad civil y el estado. Es un espacio simbólico, que se construye con los entrecruzamientos discursivos, con valores actitudinales múltiples, con los enfrentamientos y concordancias de estos. Es el entretejido que contextúa a todos los ciudadanos, legitimando su posición de tales emancipados así, de los discursos e ideologías predominantes.
En el concepto neomodernista, es importante reforzar esta categoría pues de ahí surge la posibilidad ampliatoria de las representatividades y las inclusiones de colectivos, que no necesariamente se están expresando a través de los partidos políticos y los entes estatales.
Público, deriva del latín y significa "de todos", contrario a lo excluyente, restringido e inexpresivo. Es entonces, donde aparece de nuevo la "gente", generando opiniones y proyectos más inclusivos. El tercer item de la Declaración de Barcelona: "Colaboración en los ámbitos social, cultural y humano: desarrollo de los recursos humanos, fomento de la comprensión entre las culturas y de los intercambios entre las sociedades civiles", expresa claramente estas consideraciones en su letra. El concepto de ciudadanía mediterránea es un punto no menor a comentar.
Frente al ethos mundializado, este concepto permite al sujeto social y político, recuperar la soberanía sobre su entorno y condiciones, también puede articular un discurso propio en su colectivo de referencia y restablecer la dimensión de lo público.
Lo ciudadano, garantiza el futuro de la democracia. Solventa la seguridad jurídica y la eficacia del estado administrador, la soberanía del estado territorial, la identidad colectiva y la legitimidad democrática del estado nacional. Es apreciable este desarrollo, en el Item mencionado.
Tres puntos originales: la sociedad civil como actor privilegiado del diálogo, los colectivos diversos coexistiendo en un mismo entretejido discursivo y el concepto de ciudadanía dando soberanía a los actores sociales y políticos en una propuesta inclusiva y plural, como así transcultural y transnacional.
Creo que es todo un desafío en una iniciativa regional, pasible de aportar al desarrollo del concepto de ciudadanía en términos plurales, cuando tenemos por delante la tarea de lograr en Israel una sociedad tan plural como cohesionada, menos desagregada y con un imaginario colectivo capaz de integrar en términos enriquecedores todos los discursos del entramado societario.
Creo también que necesitamos socios en este contexto y esquema que compartan este desafío, miembros y asociaciones de las sociedades civiles de otros países integrantes, que entiendan que existen aquí quienes queremos caminar en conjunto la región y esta propuesta es una buena insignia.
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judeo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).
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