La propuesta es un Israel para todos los israelíes, un Israel para todos sus ciudadanos. Para los electores que llevan en sus corazones los valores de la izquierda: paz, justicia, igualdad, democracia, derechos humanos para todos, feminismo, protección del medio ambiente, separación entre estado y religión. Hablo de una izquierda renovada que defina un nuevo modelo del Estado de Israel, con una sociedad civil participativa. Soy un israelí postsionista, no antisionista.
lunes, 19 de julio de 2010
Postsionismo, consolidación de la ciudadanía y la nación de Israel por Carlos Braverman
Comenté muchas veces que el postsionismo comenzó como una revisión histórica del sionismo y las narraciones oficiales de la historiografía de Israel, hoy es un posicionamiento diferente en su arena política que busca la apertura de las narraciones nacionales, así como incentivar la inclusión y ensanchamiento de las identidades de la sociedad civil del país. Es ocuparse más de la cuestión social sin descuidar la nacional.
La idea de una nacionalidad israelí, sostenida por la organización “Yo soy israelí” no atenta a la preservación del país sino lo contrario, puede motivar un proceso inverso a la tendencia de desagregación social y revertir la ausencia de un imaginario simbólico colectivo israelí que integre diferentes narraciones históricas y sea consecuente con sus mutuas desmitificaciones. Estas premisas, son muchos los temores que levantan frente a la legitimidad y vigencia del concepto referente al Estado Judío y Democrático y entre los que se resisten a analizarlo para sustentarlo con el desarrollo de la historia.
Para el análisis de una izquierda moderna y sensata creo necesario ampliar esta perspectiva para visualizar el sujeto político, el sujeto del cambio y la transformación de la sociedad, del estado y por ende del país.
Hace poco me preguntaron en un debate sobre ciudadanía, quién era” la gente” y cómo se definía su presencia en el espacio político del neomodernismo.
En principio, entendí prudente responder con una consideración etimológica.
Gente deriva del latín Gen o Gentis, que significa familia o tribu y se refiere a una pluralidad de personas.
También señala los distintos conjuntos, en que se distingue una sociedad, estos necesitan justamente de un espacio para comenzar a actuar, a ser actores sociales que devengan actores políticos para pasar de la interacción social, a las prácticas discursivas de transformación.
Recordé entonces, el aporte de Habermas sobre el “espacio público”, como aquello que está entre la sociedad civil y el estado.
El espacio público es fundamental en la formación de las mayorías, es un espacio simbólico, que se construye con los entrecruzamientos discursivos, con valores actitudinales múltiples y con los enfrentamientos y concordancias de estos.
Es el entretejido que contextúa a todos los ciudadanos, legitimando su posición de tales emancipados así, de los discursos e ideologías predominantes.
En el concepto neomodernista, es importante reforzar esta categoría pues de ahí surge la posibilidad ampliatoria de las representatividades y las inclusiones de colectivos, que no necesariamente se están expresando a través de los partidos políticos y tampoco tienen su lugar consolidado en la narraciones nacionales y discursos societarios consolidados..
También sea dicho de paso, no parece que el partido político como entidad, haya aún encontrado la forma adecuada de lograr este propósito.
Ese espacio debe ser ampliado, reforzado y sostenido, en tanto categoría capaz de generar “contra hegemonía” y potencializar la dinámica democrática.
Público, deriva del latín y significa “de todos” y si algo caracterizó a la etapa neocom que no termina de irse, es ese sabor amargo de lo privado, restringido, con mucho condimento de exclusión. De lo restringido, inexpresivo y amalgamado exclusivamente al mercado.
Es entonces, donde aparece de nuevo la “gente”, generando opiniones y proyectos más inclusivos.
Tenemos en el país, una sociedad, con amplios segmentos de población no interactuantes entre sí y otras pasibles de una u otra forma, de no ser beneficiarias de una igualdad plena. Es necesario una nueva mirada para interpretar esta realidad, establecer un criterio analítico distinto y concretar una propuesta y modelo de sociedad diferente.
Discernir sobre el sujeto político y el ciudadano efectivo, sobre la concreción de un modelo de inserción y representaciones democráticas más amplias y estructuras estatales institucionales y jurídicas que la solventen, no será una tarea que atente sobre la solidez de Israel como nación sino lo contrario.
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judeo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).
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