martes, 11 de septiembre de 2012

Después del 11 de septiembre-Human Rights Watch


Human Rights Watch
Escrito el 9 DE SEPTIEMBRE DE 2011
(Nueva York) - La perspectiva de una década pone de relieve hasta qué grado los ataques del 11 de septiembre de 2001 perjudicaron la causa de los derechos humanos. Hubo, en primer lugar, el daño irreparable de las vidas que se perdieron aquel día: unas 3,000 víctimas de una amplia variedad de países. El terrorismo –los ataques deliberados contra civiles con fines políticos— es una afrenta contra el movimiento de derechos humanos. En el núcleo de los valores de los derechos humanos se sitúa el respeto por el individuo. El terrorismo trata a los individuos como peones, como blancos a ser eliminados para fines políticos.
Los ataques suicidas han sido una herramienta muy recurrida de los terroristas, pero la magnitud de los ataques del 11 de septiembre dio lugar a sucesivas imitaciones. Si bien la mayoría de la gente consideró que estos atentados fueron repugnantes, algunos se inspiraron en ellos hasta el punto en que, en la década siguiente, se desató una epidemia de ataques suicidas contra civiles. Las víctimas se multiplicaron en muchos países. La creciente disposición de algunos a sacrificar sus vidas por una causa ha complicado aún más la lucha contra el terrorismo. Y la constatación de que no hay límites a lo que los terroristas están dispuestos a hacer hace que el intento de detenerlos sea cada vez más urgente.
Sin embargo, el terrible legado del 11 de septiembre también se puede encontrar en la reacciones a esta tragedia. Algunos reconocieron que el mejor antídoto contra el terrorismo era reafirmar los valores de la humanidad que éste desprecia, que la manera más efectiva de contrarrestar el atractivo de los asesinatos en masa consistía en respetar escrupulosamente los derechos humanos y el Estado de derecho. Sin embargo, con demasiada frecuencia, aquellos encargados de combatir el terrorismo adoptaron la misma lógica de los terroristas del fin justifica los medios. El resultado fue una letanía de prácticas cuyos nombres ahora equivalen a un flagrante desprecio por los derechos humanos: Guantánamo, las comisiones militares, los “sitios negros” de la CIA, el “submarino” (simulacro de ahogamiento) y otras "técnicas de interrogatorio mejoradas", así como las entregas extraordinarias a lugares donde se practica la tortura encubiertas por insignificantes “garantías diplomáticas”, entre otras.
Estos abusos, llevados a cabo en nombre de la eficiencia, pueden haber provocado más ataques terroristas. Aquellos que los practicaron perdieron su autoridad moral, socavaron la confianza en los agentes del orden y descartaron técnicas legales para la descubrir información sobre actividades criminales que cuentan con un largo historial de eficacia.
También engendraron muchas reacciones de imitación por parte de gobiernos cuyo interés no era tanto combatir el terrorismo sino recurrir a un discurso conveniente para silenciar a la oposición política. Empezaron a proliferar las leyes contra el terrorismo excesivamente amplias e imprecisas. Disidentes pacíficos fueron tachados de terroristas y encarcelados sin el juicio procedente. La tortura y las detenciones arbitrarias se hicieron más difíciles de combatir porque “eso es lo que hacía Bush”. Muchos gobiernos en mejores condiciones para revertir estas tendencias perjudiciales fueron silenciados por su propia complicidad y su tendencia a aceptar prácticamente cualquier cosa que se hiciera en nombre de la lucha contra el terrorismo.
Hoy en día, se han logrado avances en la reducción global de los abusos de la lucha contra el terrorismo, pero la disposición a llevar a los oficiales abusivos ante la ley es todavía escasa. Por ejemplo, cuando declaró que iba a "mirar hacia adelante y no hacia atrás", el presidente Barack Obama también decretó el fin del uso de la tortura por parte de los agentes de EE.UU., pero se negó a enjuiciar a quienes la ordenaron. La mayoría de gobiernos tampoco ha investigado, y mucho menos procesado, a sus propios funcionarios abusivos. Con esta falta de cumplimiento del Estado de derecho se corre el riesgo de transformar la tortura y otras graves violaciones a los derechos humanos de delitos flagrantes a herramientas políticas permitidas.
El décimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre es por ende una ocasión para recordar a sus víctimas y reafirmar la importancia de los derechos humanos, así como para oponerse al terrorista que mata a civiles en nombre de una causa y al funcionario que “hace desaparecer” o tortura a sospechosos en el nombre de la lucha contra el terrorismo.

2 comentarios:

  1. Aquí no ha pasado nada. (Del mi blog http://www.columnayensayo.blogspot.com/)

    Mi trabajo es con la computadora. Siendo analista, hago software y paso ocho horas diarias sentada frente a ella. Ocho horas diarias desde 1994.

    Aquella mañana de aquel año hacía poco que la gente chateaba, o que se veían videos por internet. De repente, uno de mis compañeros dijo: “No es posible, un avión se está estrellando contra las Twin Towers”.

    En el acto todos nos paramos, fuimos hacia su escritorio y lo vimos.

    No nos habíamos repuesto de lo sucedido cuando al cabo de unos instantes ya no recuerdo si vimos, o si mi compañero dijo: “Otro avión se estrella contra las Twin Towers”.

    No habíamos terminado de asimilar, cuando vimos todos como una de las torres, se iba desplomando lentamente. Y no quedó nada.

    Y unos minutos después la segunda torre, también se desplomó.

    Atónitos mirábamos el monitor, ya se sabía que aviones de American Airlains habían sido secuestrados, que había otro que iba en dirección al Pentágono, y que los pasajeros en medio de la desesperación de saber que morirían irremediablemente, desviaron el avión para que la “misión yihadista” no resultara exitosa. La yihad islámica siempre se caracterizó por la sincronización perfecta de sus atentados. Pero este, hasta ahora, es el más impactante. Las células, la sincronización de tomar esos vuelos, las células camufladas de la yihad, a las que nadie reconocería.

    Sin embargo resultó “raro”, por decirlo de modo elegante, que a días de los atentados, cuando todos estaban absolutamente trastornados por el suceso, y las condiciones de seguridad en los aeropuertos eran extremas, Osama Bin Laden y su familia se fueron de USA como “Perico por su casa”, y aquí no ha pasado nada.

    Como también resultó “raro” que Mr. Bush, al ser informado de lo que sucedía el 11 de setiembre de 2001, estando en una escuela ni se le moviera un músculo del rostro…

    Esta era la excusa perfecta para la invasión a Afganistán, y posteriormente, la invasión a Irak, país que fue absolutamente destruido, del cual sólo quedan despojos, un país en ruinas, una Bagdad que ya no será la de “las mil y una noches”.

    Así como en nuestro país blancos, colorados y frenteamplistas se dan “la biaba” en el senado, se insultan, parece que se van a matar, culminada la sesión se van a tomar unos “whiskycitos” todos-con-todos y aquí no ha pasado nada, parece que lo mismo hizo Mr. Bush con la familia Bin Laden.

    Y aquí no ha pasado nada.

    Anna Donner Rybak © 2012

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  2. Bien Ana, buen comentario. Sigo tus notas siempre.

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