Original en hebreo Gush Shalom en español Carlos Braverman:
Esta semana se
cumplen treinta años de la incursión del ejército israelí en Líbano que dio
comienzo a la guerra más estúpida de la historia de Israel. Duró 18 años. Cerca
de 1.500 soldados israelíes y un número incalculable de libaneses y palestinos
fueron asesinados.
Casi todas las guerras se basan
en mentiras. Las mentiras se consideran instrumentos legítimos de la guerra. La
guerra del Líbano I (como se llamó más tarde) fue un glorioso ejemplo.
De principio a fin (si es que ya
ha terminado), fue una guerra de engaños, mentiras y falsedades.
La mentira comenzó con el nombre
oficial: "Operación Paz en Galilea".
Si uno pregunta ahora a los
israelíes, el 99,99% de ellos va a decir con toda sinceridad: "No teníamos
otra opción. Ellos lanzaron cohetes Katyusha a Galilea desde el Líbano todos
los días. Tuvimos que pararlos”. Presentadores de TV y ex ministros del
gabinete lo han estado repitiendo durante toda la semana. Sinceramente. Incluso
personas que ya eran adultos en ese momento.
El hecho concreto es que durante
los 11 meses anteriores a la guerra no hubo un solo disparo a través de la
frontera israelí-libanesa. Estaba vigente un alto el fuego y en el otro lado de
la frontera los palestinos lo cumplían escrupulosamente. Para sorpresa de
todos, Yasser Arafat logró imponer ese alto el fuego a todas las facciones
palestinas, incluso las más radicalizadas.
A finales de mayo el ministro de
Defensa, Ariel Sharon, se reunió con el Secretario de Estado de EE.UU.
Alexander Haig en Washington DC. Pidió un acuerdo estadounidense para invadir
Líbano. Haig, dijo que Estados Unidos no podía permitirlo a menos que hubiera
una clara provocación reconocida internacionalmente.
Y entonces apareció la
provocación. Abu Nidal, experto terrorista y enemigo de la OLP y de Arafat,
envió a su primo para asesinar al embajador israelí en Londres, que resultó
gravemente herido.
En represalia, Israel bombardeó
Beirut y los palestinos volvieron a disparar, como se esperaba. El primer
ministro, Menajem Begin, dio permiso a Sharon para invadir el territorio
libanés hasta 40 km. "para poner los asentamientos de Galilea fuera del
alcance de los Katyusha".
Cuando uno de los jefes de
inteligencia informó a Begin en una reunión de gabinete de que la organización
de Abu Nidal no era miembro de la OLP, Begin respondió: "Todos ellos son
OLP".
El general Matti Peled, mi socio
político en esa época, creía firmemente que Abu Nidal había actuado como agente
de Sharon. Lo mismo pensaban todos los palestinos que conozco.
La mentira “disparaban contra
nosotros todos los días" caló tan hondo en el público que hoy es inútil
discutirlo. Es un ejemplo ilustrativo de cómo un mito puede tomar posesión de
la mente del público, e incluso de las personas que han visto lo contrario con
sus propios ojos.
Nueve meses antes de la guerra
Sharon me habló de su plan para un Nuevo Oriente Medio.
Yo estaba escribiendo un extenso
artículo biográfico sobre él con su cooperación. Él creía en mi integridad
periodística, por lo que me habló de su plan "extraoficialmente" y me
permitió publicarlo, pero sin citarlo. Así que lo hice.
Sharon tenía una peligrosa mezcla
mental: una mente primitiva exenta de todo conocimiento de la historia (no
judía) y un fatal deseo de "grandes proyectos". Despreciaba a todos
los políticos, incluido Beguin, y los calificaba de enanos desprovistos de
visión e imaginación.
Su diseño para la región, como me
dijo entonces (y publiqué nueve meses antes de la guerra), era:
1.- Atacar el Líbano e instalar a
un dictador cristiano que serviría a Israel.
2.- Expulsar a los sirios del
Líbano.
3.- Conducir a los palestinos del
Líbano a Siria, desde donde los expulsarían los sirios a Jordania.
4.- Conseguir que los palestinos
lleven a cabo una revolución en Jordania, derroten al rey Hussein y convertir
Jordania en un Estado palestino.
5.- Establecer una organización
funcional para que el Estado palestino (en Jordania) comparta el poder en
Cisjordania con Israel.
Portador de una mentalidad
unidireccional, Sharon convenció a Beguin para iniciar la guerra, diciéndole
que el único objetivo era empujar a la OLP 40 kilómetros. A continuación
instaló a Bashir Gemayel, como dictador de Líbano. Luego dejó que las Falanges
cristianas llevaran a cabo la masacre de Sabra y Chatila con el fin de
aterrorizar a los palestinos y forzarlos a huir a Siria.
Los resultados de la guerra
fueron lo contrario de sus expectativas. Bashir fue asesinado por los sirios y
su hermano, ungido por las armas israelíes, era un hombre débil e ineficaz. Los
sirios reforzaron su control sobre Líbano. La horrible masacre no indujo a los
palestinos a huir. Permanecieron allí. Hussein siguió en su trono. Jordania no
se convirtió en Palestina. Arafat con sus hombres armados fue evacuado a Túnez,
donde consiguieron impresionantes victorias políticas, los reconocieron como
“únicos representantes del pueblo palestino” y finalmente regresaron a
Palestina.
El plan militar fue mal desde el
principio, lo mismo que el plan político. Al celebrarse en Israel como una
gloriosa victoria militar, la guerra no enseñó nada, con lo que la segunda guerra
de Líbano, 24 años después, fue un desastre militar todavía mayor.
El hecho es simplemente que en
1982 ninguna unidad del ejército alcanzó su objetivo, y menos aún a tiempo. La
valiente resistencia palestina en Sidón (Saida) puso en vilo al ejército y
Beirut estaba todavía fuera del alcance cuando se declaró el alto el fuego.
Sharon simplemente lo rompió, y sólo entonces sus tropas cercaron con éxito la
ciudad y entraron en su parte oriental.
Contrariamente a la promesa que
hizo a Beguin (me la repitió en ese momento un socio de la coalición de muy
alto nivel), Sharon atacó al ejército sirio con el fin de alcanzar y cortar la
carretera Beirut-Damasco. Las unidades israelíes en ese frente nunca llegaron a
la carretera de vital importancia, y en cambio sufrieron una estrepitosa
derrota en Sultan Yacoub.
No es de extrañar. El Jefe de
Estado Mayor Rafael Eitan, conocido como Raful, fue nombrado por el predecesor
de Sharon, Ezer Weizman. En su momento pregunté a Weizman por qué había
nombrado a un tonto total. Su respuesta típica fue: "Yo tengo inteligencia
por los dos. Él solo tiene que ejecutar mis órdenes”. Pero Weizman renunció y
se quedó Raful.
Uno de los resultados más
significativos y duraderos de la primera guerra de Líbano se refiere a los
chiíes.
De 1949 a 1970, la frontera
libanesa fue la más tranquila de todas nuestras fronteras. La gente que cruzaba
por error regresaba a su casa. Se decía comúnmente que "Líbano será el
segundo estado árabe que hará la paz con Israel", porque no se atrevía a
ser el primero.
La población de mayoría chií en
el otro lado de la frontera era entonces la más oprimida e indefensa entre las
diversas comunidades étnicas-religiosas de Líbano. Cuando el rey Hussein, con
la ayuda de Israel, expulsó a las fuerzas de la OLP de Jordania en el
"Septiembre Negro" de 1970, los palestinos se establecieron en el sur
de Líbano y se convirtieron en los gobernantes de la región fronteriza, que
pronto se conoció en Israel como "Fatahlandia".
A la población chií no le
gustaban sus nuevos amos prepotentes palestinos, que eran suníes. Cuando las
tropas de Sharon entraron en la zona realmente las recibieron con arroz y
caramelos (lo vi personalmente). Los chiíes, que no conocían a Israel, creían
que sus libertadores echarían a los palestinos y después volverían a casa.
No tardaron mucho tiempo en darse
cuenta de su error. A continuación, comenzó una guerra de guerrillas para la
que el ejército israelí no estaba preparado. Los ratones chiíes rápidamente se
convirtieron en leones. Enfrentado a la guerrilla chií, el gobierno israelí
decidió abandonar Beirut y gran parte del sur de Líbano, aferrándose a una
"zona de seguridad" que a su debido tiempo se convirtió en un campo
de batalla para la guerrilla. Los chiíes moderados fueron sustituidos por una entidad
mucho más nueva y radical, Hizb-Allah (el "Partido de Dios"), que
finalmente se convirtió en la principal fuerza política y militar en todo
Líbano.
Para detenerla, Israel asesinó a
su líder, Abbas al-Musawi, quien fue reemplazado de inmediato por un asistente
mucho más talentoso, Hassan Nasrallah. Al mismo tiempo, los clones de Sharon en
Washington comenzaron una guerra que destruyó Irak, el baluarte histórico de
los árabes contra Irán. Un nuevo eje militar, los chiíes de Irak, Hizbulá y la
Siria alauita se convirtieron en un hecho dominante. (Los alauitas, que
gobiernan la Siria de Assad, son una especie de chiíes. Su nombre deriva de
Alí, el yerno del Profeta cuyos descendientes fueron rechazados por los suníes
y aceptados por los chiíes).
Si Sharon despertada del coma en
el que está hundido desde hace seis años, se vería sorprendido por este
resultado –prácticamente el único- de su guerra de Líbano.
Una de las víctimas de la guerra
fue Menajem Beguin. Muchas leyendas se han tejido en torno a su memoria, que
salieron de toda proporción. Begin tenía
muchas cualidades excelentes. Era un hombre de principios, de honestidad y de
valentía personal. También fue un gran orador en la tradición europea, capaz de
influir en las emociones de su audiencia.
Pero Beguin era un pensador muy mediocre, carente por
completo de pensamiento original. Su mentor, Vladimir Zeev Jabotinsky, lo
trataba con desprecio. A su manera era bastante ingenuo. Se dejó engañar
fácilmente por Sharon. Con el único pensamiento en su mente de derrotar a los
palestinos y de expandir el Estado "judío" a toda la Palestina
histórica, no se preocupó en absoluto de Líbano, el Sinaí o el Golán.
Su comportamiento en la Guerra de
Líbano rayaba en lo ridículo. Visitó a las tropas e hizo preguntas que se
convirtieron en el blanco de las bromas de los soldados. En retrospectiva, uno
se pregunta si en ese momento ya estaba mentalmente afectado. Poco después de
la masacre de Sabra y Chatila, que le sorprendió hasta la médula, cayó en una
profunda depresión que le acompañó hasta su muerte, diez años después.
La moraleja de la historia, más
vigente que nunca: Cualquier tonto puede empezar una guerra, sólo una persona
muy inteligente puede evitarla.
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