El 5 de junio último pasado fue el 45 aniversario de la Guerra de los Seis Días, se trata de un conflicto bélico que enfrentó a Israel con una coalición árabe formada por Egipto, Jordania, Irak y Siria.
Se desarrolló entre el 5 y el 10 de junio de 1967 durante seis días y culminó con resultados impensables y consecuencias paradojales que se asentaron en el tiempo.
Luego de una prolongada provocación de las guerrillas de fedayym y de acciones en igual sentido de ejércitos regulares de países árabes limítrofes, acompañados por la retórica clásica de esos años, especialmente de Nasser y líderes asociados, el clima se fue enrareciendo.
Junto a la exigencia egipcia a la ONU de que retirase de forma inmediata sus fuerzas de interposición en el Sinaí (UNEF), acompañada con el despliegue de fuerzas egipcias en la frontera y el bloqueo del estrecho de Tirán, Israel temiendo un ataque inminente, atacó preventivamente la fuerza aérea egipcia. Jordania respondió atacando las ciudades israelíes de Jerusalén y Natanya.
Israel dio por finalizada la Guerra de los Seis Días aumentado su territorio considerablemente con la incorporación de los Altos del Golán, Cisjordania (incluyendo Jerusalén Oriental), la Franja de Gaza y la península del Sinaí.
Desde el punto de vista militar, tras dos décadas de fragilidad estratégica, Israel obtuvo por primera vez en su historia profundidad territorial, que le concedería capacidad defensiva contra la artillería árabe lejos de las ciudades israelíes y para evitar la obligación de realizar ataques preventivos ante cada amenaza.
Pero los territorios conquistados, que inicialmente estaban destinados a ser moneda de cambio por una paz duradera convertirían a Israel en ocupante permanente, cuestión que estimuló el nacionalismo palestino y generó una violencia por parte de éste aún más acentuada. La OLP se radicalizó aún más y sus acciones terroristas aumentaron su magnitud y crueldad.
Por otra parte el conflicto árabe-israelí quedó plenamente encajado en los esquemas de la Guerra Fría: la URSS, junto al bloque socialista, rompió relaciones diplomáticas con Tel Aviv e Israel se convirtió a los ojos de una buena parte de la opinión pública internacional en agresor, perdiendo su prestigio de pequeño país en lucha por su supervivencia.
Dio comienzo entonces al aislamiento internacional caracterizado por las muchas resoluciones contrarias a Israel en la ONU y un giro en la percepción de éste, que hasta entonces gozaba de la simpatía de la izquierda no comunista y en general de la opinión pública occidental.
Se instala también el antisionismo como sinónimo del odio a Israel, cercano y entremezclado muchas veces con un antisemitismo pleno y total, ciertas veces deliberado y premeditado y otras no.
Sin embargo la Guerra de los Seis Días fue una guerra de auto-defensa, de legítima auto-defensa por parte de Israel, sin menoscabo del curso errado posterior en el que desembocaría la trágica ocupación que cumple ahora 45 años.
No se puede negar el doble efecto de esta ocupación que cercena derechos civiles fundamentales a la población palestina de los Territorios Ocupados y enturbia el vínculo judeo-árabe dentro de las fronteras de Israel, generando un decrecimiento sin pausa en la calidad de la democracia israelí para todos sus ciudadanos judíos o no judíos. La exclusión y el racismo empañan a la sociedad y a instancias gubernamentales, que se deslizan por la pendiente de la intolerancia en relación a las minorías.
La salud cívica se debilita por la fragilidad de un sistema que debe reconocer las enfermedades societarias de una ocupación prologada durante ya hace muchas décadas.
Los palestinos no tienen las protecciones civiles básicas, están sometidos a limitaciones de movilidad, sujetos a largas colas en los puestos de control fronterizos y a registros arbitrarios de domicilio sin orden judicial.
El tema de los asentamientos es un condimento muy especial, nunca se debatió seriamente en el gobierno y en la sociedad en general, ni se previó el elemento explosivo que se manipulaba, sin contar con la ilegalidad que representan en todo el sentido del término.
El resultado es que hay más medio millón de colonos al este de la Línea Verde.
Las instituciones democráticas de gobierno en Israel tomaron parte en la decisión por comisión u omisión de hecho, muchas fuerzas y personalidades políticas de probada vocación democrática, honestamente pecan de incapacidad por no haber encontrado un camino adecuado de oposición y dirección del cambio que la situación imponía.
Según el inforrme de Adva publicado por el Dr.Shlomo Swirski el 30 de mayo de 2012 y llamado: “2012 report: The Burden of the Israeli-Palestinian Conflict for Israel” existen muchos datos relevantes en cuanto al perjuicio de la ocupación sobre la población israelí
Por ejemplo, los suplementos totales asignados al Ministerio de Defensa, específicamente para la actividad militar en los Territorios Ocupados desde el final de la primera Intifada en 1989 hasta el año 2010 es de aproximadamente NIS 48 mil millones [US $ 12,4 mil millones dólares].
El recorte del gasto social en el presupuesto, que durante la segunda Intifada ascendió a 65 mil millones de NIS o sea 13, 5 mil millones de dólares, se contrapone al aumento en defensa de 15 mil millones de NIS o sea 3, 4 mil millones de dólares. Así los recortes a los subsidios familiares y el subsidio de desempleo han provocado un aumento constante en la tasa de pobreza y las transferencias de los ingresos del gobierno diseñado para combatirlo lograron una reducción aún menor en la pobreza en la actualidad, que en la década de 1980. Israel gasta 7% de su PIB en defensa, frente al 1,5 % promedio en los demás países desarrollados.
Las consecuencias de esta guerra, son aparte de la ocupación, la inocultable batalla por nuestra sociedad o por el alma de los israelíes judíos de dos fuerzas antagónicas y el final del sionismo como un elemento válido en nuestra vida pública.
Hoy la tensión es entre el post-sionismo y el neo-sionismo como sucedáneo bizarro del sionismo. El post-sionismo está orientado al ciudadano (apoya la igualdad de derechos y favorece un estado de todos sus ciudadanos dentro de los límites de la Línea Verde, como también dos estados para dos pueblos), es universalista y tiene una perspectiva global de los temas societarios. El neo-sionismo es particularista, étnico, nacionalista, fundamentalista, incluso fascista en su periferia más Lumpen, es la derecha representada por los colonos.
Una de los principales problemas que aborda el post-sionismo es el conflicto israelo-palestino, el fin de los mitos pasados y el futuro de dos estados para dos pueblos.
El neo-sionismo es la grandilocuencia del discurso nacionalista-religioso, del racismo descarado y el colonialismo.
La presencia de los ciudadanos árabes del país, que representan aproximadamente una quinta parte de la población, dentro de la sociedad civil, es probable que obligue a Israel a tomar una decisión sobre la cuestión de sus derechos. De lo contrario la pendiente tiene como final el estado excluyente y segregacionista, hoy en día el anti-israelismo más duro ya habla de apartheid, pero si bien no lo es puede llegarse a él por este camino.
Dos grandes fenómenos destructivos, que han sido suficientemente investigados pero no asimilados se están produciendo simultáneamente en la sociedad israelí. Uno de ellos es el desarrollo de un régimen político neo-colonial, que se expresa en los patrones de la ocupación, el despojo y la opresión de los palestinos, así como en la discriminación contra los ciudadanos árabes de Israel. El proceso de la prolongada ocupación, los asentamientos y la militarización crean una situación de violencia y desigualdad que pone en peligro la continuación de la democracia en Israel.
El segundo fenómeno es el desarrollo de un régimen social neo-liberal, que es la creación de las diferencias de clase en Israel y que están además entre las más drásticas en el mundo occidental. Este último fenómeno no es ajeno al primero
La mejor honra a nuestros mártires en tan justa guerra de auto- defensa, si se disculpa el término guerra justa, es corregir el rumbo de las cosas e implementar caminos hacia la paz pues están dadas las condiciones. Hay lugar para dos estados para dos pueblos y es posible que Jerusalén pueda ser capital de dos estados.
La alternativa a este contexto son los fundamentalismos de ambos campos.
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judéo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv).
Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).
*Solamente se puede reproducir en forma parcial o total citando autor y fuente.
Derechos reservados: Instituto Campos Israel ISBN963-03- 0316- 2 מסת"ב
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