sábado, 22 de octubre de 2011

GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA, MERCANTILISMO MILITARISTA E IDEOLOGÍA DEL FUNDAMENTALISMO DEL MERCADO


José Gpe. Vargas Hernández, M.B.A.; Ph.D.
Instituto Tecnológico de Cd. Guzmán
Cd. Guzmán, Jalisco, 49000, México
Telefax: +62 341 41 33116
jgvh0811@yahoo.com


Resumen

Este trabajo tiene por objetivo analizar los procesos de la globalización en las vertientes económica y financiera, como un sistema de mercantilismo militarista y como una ideología que pregona el fundamentalismo del mercado. Se inicia con una breve referencia a la teoría de la globalización para centrar el análisis en las tres vertientes y finalmente.

Se concluye con una revisión de las perspectivas de los procesos de globalización que requieren ser impulsados mediante un proyecto multilateral para la recreación del Estado de bienestar por vía neokeynesiana, bajo una ideología de centro radical en el cual debe estar un ambicioso proyecto educativo en todos los niveles, especialmente para los países no desarrollados.

Palabras clave: Ideología del fundamentalismo del mercado, mercantilismo militarista, procesos de globalización económica,

Teoría de la globalización

La teoría de la globalización enfatiza las transacciones económicas y sus vínculos políticos y financieros realizados con la complicidad del desarrollo de la tecnología de la información y la comunicación, desde una perspectiva de los elementos culturales.

El mercado considerado como un instrumento más eficiente de asignación de recursos, es la piedra angular de las teorías de los procesos de globalización.

La inclinación del posdesarrollo sobre "el lugar", la ecología política y la geografía posmoderna al estudiar la globalización, permite reconocer los modos de conocimiento y modelos de naturaleza basados en lo local (Escobar, 2000.:172). La complejidad de las relaciones entre lo local y lo global es enfatizada por contribuciones a la teoría de la globalización, como por ejemplo, Robertson (1995) ha acuñado el término “glocalización” que se asocia a la globalización de los fenómenos pero al mismo tiempo a la localización de relaciones económicas y políticas derivadas de los gobiernos nacionales a los gobiernos locales.

Los procesos de "Globalización" han perdido el rumbo teórico. Los supuestos beneficios de un mercado global justo y eficiente se basan en nociones fundamentales de la teoría del "equilibrio competitivo general", pero tal como ha señalado el profesor británico Paul Ormerod, el equilibrio competitivo exigiría la observancia de unos requisitos que nadie cumple, de tal manera que si tales conceptos todavía persisten se debe a los intereses de la profesión económica y a los lazos existentes entre la ideología política dominante y las conclusiones empíricas de la teoría del equilibrio general.

La globalización de las relaciones económicas y sociales son el resultado natural de la revolución tecnológica y su tendencia es a unir al mundo por encima de los vínculos institucionales. Bajo un análisis multicausal, Giddens (1999) reconoce como factores de la globalización, el sistema económico capitalista, el sistema interestatal, el complejo militar y los procesos de industrialización.

La implantación del modelo de la globalización desde la década de los setenta se da como un proceso fluido para los países miembros de una Comisión Trilateral con Estados Unidos, Europa y Japón, como una organización estratégica en la cual se diseña un modelo global que favorece a los capitales corporativos, en sustitución del modelo de economía internacional de la posguerra.

El colapso de la economía socialista y la implosión estratégica de las economías de mercado que abandona el modelo de desarrollo centrado en el Estado nación y basado en la industrialización por sustitución de importaciones, dieron lugar a una transformación cualitativa de los procesos de desarrollo económico impulsados por una competencia abierta entre localizaciones ubicadas en distintas partes del mundo, dando lugar a una globalización de los procesos económicos.

El orden estructural bipolar que prevaleció desde la Segunda Guerra Mundial y hasta la caída del Muro de Berlín es sustituido por el fenómeno de la globalización, cuyo centro principal de decisiones políticas y económicas tiende a ubicarse en Washington, las cuales se imponen mediante el denominado “Consenso de Washington”.

De acuerdo con Cohen (1995), la “globalización es un término que da cuenta de una doble realidad: de un lado la internacionalización de bienes, servicios y factores de producción; de otro, el surgimiento de empresas industriales capaces de concebir su desarrollo en escala mundial y formular para ello estrategias globales de producción, comercilialización y gestión.”

El concepto de globalización está estrechamente vinculado a la idea de un mundo sin fronteras ni barreras de ningún tipo, en donde las fronteras económicas, políticas, sociales y culturales rebasan a las fronteras nacionales. Ohmae (1995) sostienen que los administradores del sector privado y los formuladores de políticas están descubriendo que no tiene sentido en un mundo sin fronteras hablar de que los países tienen entidades económicas discretas. Sus variaciones internas son tan grandes y sus conexiones externas son extensivas como para hacer generalizaciones que puedan servir de guías.

La globalización es un conjunto de creencias que promueven un sentido de conectividad, interdependencia e integración en la comunidad mundial. Para Vilas (1997) “la globalización es un proceso de desarrollo desigual en sus diferentes niveles o dimensiones. En su etapa actual se encuentra mucho más desarrollada en materia financiera que en materia de producción o de comercio”.

La globalización como un proceso da forma a estrategias dentro de una visión que permite determinar otras alternativas en los modos de producción, estructuras de clases y arreglos políticos. El fenómeno conocido como la globalización se refiere a la proliferación del comercio global, los flujos de inversiones y las conexiones de comunicación en un mundo de rápida transformación tecnológica (Stein, 1999).

El término globalización es empleado actualmente para hacer referencia a cualquier cosa que puede ser desde la expansión del comercio internacional y empresas que cambian sus puestos de trabajo a cualquier parte del mundo, al igual que a los organismos multilaterales que fijan las reglas para el establecimiento de una economía global. En su sentido simple la globalización puede ser definida como el incremento de la interdependencia global

El concepto de globalización es ambiguo y sólo trata de expresar las evidencias empíricas. El concepto de globalización comenzó a emplearse con fines académicos a mediados de los años ochenta. En todo caso este concepto de globalización debe revisarse desde sus fundamentos, los contenidos y como procesos que caracterizan al desarrollo del capitalismo mundial y sociedades contemporáneas (Aguirre Rojas, 2000)

Para Held (2000) la globalización connota la ampliación e identificación de las relaciones sociales, económicas y políticas a través de regiones y continentes, además de que operan en múltiples escalas temporales. El mercado es una construcción social que operacionaliza relaciones sociales. La globalización trata de la interdependencia y de la imbricación cada vez más estrecha de las economías de numerosos países.

La globalización resulta intensificar las interacciones y la interdependencia internacional Sobre todo el sector financiero, ya que la libertad de circulación de capitales, de flujos financieros, es total y hace que este sector domine muy ampliamente a la esfera económica (Ramonet, 2000)

Los europeos prefieren hablar de “mundialización” en vez de “globalización” para describir el mismo fenómeno. De la Madrid (1996) destaca las tendencias actuales de la globalización en la económica, la mundialización de los fenómenos políticos y la mundialización de la sociedad. Estas tendencias son fenómenos macro por lo que se les denomina también mega tendencias que describen las principales características que determinan la globalización.

Los procesos de mundialización son inherentes a la creación y transformación de una cultura internacional cuyas características se muestran en una estandarización y homegeneización alentada por hábitos de consumo similares que desafían nuestras experiencias cotidianas y las complican. La tecnología producida por el aparato científico militar impulsa la homogenización cultural de hábitos, costumbres, valores, etc.

Las decisiones en la mundialización provocan conflictos locales que afectan a millones de personas lejanas y que dan lugar a la emergencia de nuevos movimientos sociales con una orientación hacia la pluralidad y la etnicidad.. La construcción colectiva de políticas culturales todavía es una tarea pendiente en la mundialización que se renueva en los procesos de democratización de la sociedad y que necesita concretarse en un proyecto político cultural.

La globalización como proceso, según Wettstein (2000), sostiene la “interacción - y eventualmente interdependencia- que se produce entre las distintas unidades constitutivas del nuevo sistema mundial (bloques de poder, empresas transnacionales, organismos financieros multilaterales, aparatos del Estado, sociedades nacionales, consumidores en sentido amplio), las cuales dan lugar a nuevas formas de configuración de clase.

El modelo neoliberal de globalización prioriza una política económica mundial de libre mercado que deja a las empresas en libertad de acción bajo una competencia por el dominio de los mercados globales en detrimento del marco regulatorio de los Estados nacionales minimizados en acción política e imposibilitados para la intervención, de tal forma que garanticen la multilateralidad de libre flujo del comercio, las finanzas y protejan los derechos patrimoniales. Bajo el modelo hegemónico neoliberal, los empresarios asaltan al Estado y concentran el poder económico y político. La creación de medios ambientes empresariales data de poco más de un siglo.

Los proponentes del modelo capitalista de desarrollo presentan con certeza al fundamentalismo del mercado como la solución a todos los problemas de pobreza. Por lo tanto el desarrollo de los países queda supeditado, condicionado y enganchado a un modelo capitalista. El modelo neoliberal de globalización solo concibe la coordinación de mercados anónimos para la asignación global de los mercados.

Bajo este modelo neoliberal de globalización económica, la dinámica económica privilegia el sector privado en la competencia por el dominio de los mercados. La globalización es una revolución avanzada del capitalismo financiero centrado más en la especulación financiera que en la producción apoyado por el uso de nuevas tecnologías de información y comunicación a través de los cuales circulan bienes intangibles.

Los fenómenos de la globalización están siendo estudiados desde diversos enfoques, tales como una época histórica, ideología, proceso, teoría, paradigma, etc., cada uno con diferentes significados.

Procesos de globalización

Las transformaciones a que da lugar los procesos de globalización se caracterizan en problemas de fronteras, los cuales cuestionan los intereses soberanos del los Estado-nación y los intereses regionales, internacionales y globales. Las transformaciones económicas y políticas también implican transformaciones de los valores sociales, culturales y sobretodo de valores morales.

Los únicos factores que influencian la desigualdad de los procesos de globalización son la dotación de recursos de los países y su tecnología. Por lo tanto, la distribución de los beneficios derivados de un modelo económico basado en procesos de globalización llevados al extremo de generar exclusión de pueblos que no pueden insertarse en el mundo globalizado, requiere de nuevas formas y arreglos institucionales que realicen las transformaciones que hagan viable la ampliación de oportunidades.

Los procesos de globalización se encuentran en una estrecha relación con los procesos de desarrollo regionales, nacionales y locales. El desarrollo regional se encuentra estrechamente imbricado con los procesos acelerados de la globalización bajo un nuevo paradigma orientado por la revolución científico-tecnológica que profundiza los procesos de descentralización gubernamental, impulsa la creación de empresas y el cuidado del medio ambiente.

Estos modelos locales desafían "lo inevitable" de la penetración capitalista con los procesos de globalización y que por lo tanto, se puede decir que todo lo que surge de la globalización encaje en el guión capitalista.

Las tendencias de los procesos de globalización no son realidades inmutables como pregona el modelo neoliberal hegemónico. No existe la pretendida universalidad del modelo único de gestión macroeconómica ni tampoco el mismo proceso de integración a la globalización que como garantía de éxito puedan recetarse para todos los países. Estar en contra del modelo neoliberal actual como único camino de los procesos de globalización no significa estar en contra de la misma globalización.

La determinación de los actores, ya sea internos (elites político-económicas subordinadas al capital transnacional, por ejemplo) como externos (los países hegemónicos, grandes corporaciones transnacionales o multinacionales) que promueven los procesos de globalización y de los que se benefician, nos sirve para posibilitar su reversibilidad, a pesar de que Fukuyama (1999) sostenga lo contrario cuando dice que la globalización llegó para quedarse por tres razones: Porque no hay un modelo de desarrollo alternativo, porque la izquierda está debilitada y por el apuntalamiento que recibe de la revolución tecnológica, argumentos que no son del todo convincentes y fácilmente rebatibles.

Los procesos de globalización se manifiestan en las dimensiones de lo económico y financiero, la división internacional del trabajo, la economía mundial capitalista, el sistema de Estados-nación y el orden militar e ideológico mundial.

a. Procesos de globalización económica y financiera

Es importante relacionar los procesos de globalización económica con la sociedad de la información, aunque se trata de dos fenómenos diferentes. Algunos analistas defensores de los procesos de globalización económica sostenían que la nueva economía sustentada en la revolución científico-tecnológica, “ya no estaba sometida a crisis cíclicas “ (Petras, 2001a). Apreciaciones que la realidad ha demostrado ser falsas, porque la coincidencia de las crisis estructurales y cíclicas han derivado en recesiones económicas.

Los defensores de los procesos de globalización económica sostienen que la productividad se incrementa cuando los países producen aquellos bienes y servicios en los que tienen ventaja comparativa. Los actores que promueven los procesos de globalización económica son optimistas con respecto a los resultados y a las oportunidades que esperan se traduzcan en crecimiento económico, desarrollo social, pluralismo político y democracia. Los detractores de estos procesos argumentan que están ampliando la polarización social y las brechas de la desigualdad económica e incrementando los niveles de pobreza, marginación y exclusión social, que ha dado lugar en Europa al concepto de aquellos que no tienen “nombre ni domicilio fijo”.

Los procesos de globalización económica y comercial son impulsados por los acuerdos entre los Estados y por el crecimiento de las empresas multinacionales. La profunda transformación de los procesos de globalización económica beneficia a las grandes corporaciones transnacionales en perjuicio de los trabajadores. En sí, los procesos de globalización económica desafían el orden económico, político y social y arrebatan el control de los mercados a los Estados-nación, en el supuesto de que los mercados se autorregulan.

El nuevo marco de los procesos de globalización financiera, las instituciones financieras internacionales se han convertido en instrumentos que contribuyen a imponer, a menudo con la complicidad táctica de los Estados imperiales y la resignación de los Estados nacionales, políticas de privatizaciones y de liberalización de los mercados detrás de planes de ajuste estructural.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reconocido que la globalización financiera y la apertura a las corrientes de capital no siempre tienen efectos positivos en las economías de los países en desarrollo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reconocido que la globalización financiera y la apertura a las corrientes de capital no siempre tienen efectos positivos en las economías de los países en desarrollo.

Las transformaciones económicas locales y regionales, por ejemplo están involucradas con las transformaciones en la misma estructura económica regional, en los cambios de las políticas económicas nacionales y los procesos de globalización económica. Las regiones adquieren un papel creciente y determinante en la geografía de los procesos de globalización económica, ya sea por el aprovechamiento de las ventajas competitivas regionales y su cercanía con los mercados globalizados.

Los procesos de globalización económica son inextricables e interdependientes de las instituciones y los procesos sociales y políticos, como en el caso de las relaciones de los Estados y el Estado-nación. Los países que ganaron su independencia de las potencias europeas, entraron en los procesos de globalización económica. Así, la globalización económica sustituye al viejo sistema colonialista de las potencias europeas para la acumulación capitalista. Las dinámicas de los procesos de globalización económica han sido favorables y productivas para algunos agentes, pero disfuncionales, destructivas y desestabilizadoras para otros.

No obstante, los diferenciales en los procesos de globalización económica e identidad cultural de los pueblos profundizan las fracturas sociales. Las diferencias en los avances de los procesos de identidad de los pueblos y los procesos de globalización económica están abriendo más las fracturas sociales.

Pero los procesos de globalización económica empujados por la competencia abierta de los mercados globales bajo el modelo neoliberal de desarrollo, desafían las formas de gobernabilidad institucional de los estados nación, presionan para la liberalización y desregulación de los sistemas económicos y financieros, promueven la privatización de amplios sectores de empresas públicas e instituciones de investigación y educación superior, adaptaciones de políticas ambientalistas y sociales, etc

El eje central de este análisis es la determinación de los cambios en la función de la gobernabilidad de la sociedad, tradicionalmente encomendada a los Estados-nación, como resultado de la revolución tecnológica de la información y de los acelerados procesos de globalización económica. Por lo tanto, en los contextos de las formas y estructuras de gobernabilidad global de los mercados que interacciona con la gobernabilidad local, se integran en procesos de globalización económica los emplazamientos y clusters locales y regionales.

Por lo tanto, los procesos de globalización económica inducen deliberadamente y perversamente impedimentos para la expansión de las libertades, oportunidades y capacidades individuales en los países menos desarrollados. Conforme a la teoría de las estructuras sociales de acumulación, la provisión de beneficios de bienestar social está en procesos de transformación y adaptación a los cambios de las instituciones del sistema capitalista desregulado debido a las fuerzas que impulsan los procesos de globalización económica, social y política.

La dualización social es un fenómeno complejo que resultan de la implantación de los procesos de globalización económica y que se manifiesta en desigualdades extremosas y profundas entre los cada vez más ricos, quienes reciben todos los beneficios y los excluidos o marginados, quienes nunca tendrán alguna posibilidad de acceso a disfrutar de los beneficios.

Los procesos de globalización económica afectan la democratización de las estructuras del Estado. El debate sobre la relación entre la globalización económica y el Estado nación presenta dos frentes. Un primer frente se enfoca a considerar la gobernabilidad del Estado nación como rebasada por la globalización económica y un segundo frente que sigue considerando que el Estado nación no solo retiene sus funciones reguladoras, sino que continúa siendo el principal promotor del desarrollo y el soporte de las relaciones internacionales de los pueblos. Esto hace pensar que para contrarrestar los efectos de los procesos de globalización económica actual, es necesario también globalizar la solidaridad.

Bajo este nuevo arreglo geoeconómico global, la gobernabilidad centrada en el estado nacional que no resiste los embates de los procesos de globalización económica pierde control en sus fronteras territoriales sobre los flujos económicos, financieros y tecnológicos en sus fronteras territoriales, para dar lugar a procesos de dependencia-interdependencia.

De hecho, el problema con la democracia global no es un problema de falta de gobernabilidad, como resultado del debilitamiento del papel del Estado por los procesos de globalización económica, sino por la desigualdad que está creando entre los diferentes países y entre la población al interior de cada Estado, es pues una democracia de carácter económico.

La globalización de los procesos económicos incide también en la globalización de procesos científicos y tecnológicos, genera nuevos medios y formas de información y comunicación, caracterizadas por ser excluyente de aquello que no tiene valor.

Las capacidades del Estado-nación para eliminar las brechas existentes en las disociaciones y disfuncionalidades entre los alcances de los procesos de globalización económica y los procesos de identidad cultural son muy limitados. Las limitaciones sociales y políticas puestas a los procesos de globalización económica previenen de su alcance final.

A pesar de la fuerte tendencia de urbanización, en América Latina continúa habiendo zonas rurales importantes a las que afectan los procesos de globalización económica y cuya producción es una de las más rentables para el capital extranjero, más sin embargo los campesinos no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas en un mercado desigual, la marginación, pobreza, analfabetismo, enfermedades, etc., alcanzan índices escandalosos.

La reglamentación de los procesos de globalización económica por organismos supranacionales surge a partir de la capacidad de cooperación entre los diferentes regímenes políticos y la solidaridad civil de los pueblos. Es por lo tanto, uno de los principales retos que enfrenta el orden político internacional.

El reto permanece en la urgente necesidad de desarrollar nuevas tecnologías sociales capaces de incorporar a los sectores informales de la economía a los beneficios de los procesos de globalización económica en franca contradicción al modelo de desarrollo hegemónico actual.

b. El mercantilismo militarista

El sistema capitalista impone a través de los procesos de globalización e integración económica el dominio de un nuevo orden mundial, denominado como “imperio” caracterizado por una nueva forma de soberanía basada en el poder económico de un mercado global, el monopolio militar y la comunicación global. Además, es el poder militar el que se ha concentrado más abiertamente.

La retórica del poder militar hegemónico en el mundo, justifica las intervenciones militares en los demás países del mundo por “razones humanitarias”, para imponer la democracia como sistema de gobernabilidad global o en nombre de los derechos de los pueblos. Para mantener su hegemonía, los Estados Unidos llevan a cabo una estrategia sistemática de demostración del poder militar, mientras que se muestra defensor de la democracia, la paz universal, el progreso material y los derechos de los pueblos.

Pero la aplicación de estas tesis es contradictoria e incompatible con “el empleo sistemático del poder político, militar y económico del país en una praxis de colonialismo, proteccionismo y explotación de los pueblos bárbaros” (Dietererich, 2002). No obstante, bajo la consigna de globalización, el capitalismo imperialista estadounidense asegura el dominio mundial y, además, puede justificar intervenciones militares para derrocar aquellos regímenes que no obedecen a las consignas.

La expansión política, económica y militar ha dado lugar a un nuevo orden mundial dominado por un Estado imperial cuya centralidad se evidencia en áreas fundamentales de “actividad político-económica, cultural y económica que refuerzan la posición de los poderes imperialistas, particularmente los de USA”, según Petras (2001b). Esta expansión militar y política siempre precede a la expansión de las corporaciones transnacionales, mediante alianzas militares de los estados imperialistas y los aparatos militares de otros.

Esta hegemonía global del capitalismo neoliberal o neocapitalismo, se expresa en el poderío militar de los Estados Unidos y en la expansión de las grandes corporaciones transnacionales que atacan todas las posibles coacciones sociopolíticas. Las alianzas militares de los estados imperialistas y los aparatos militares de otros Estados promueven la penetración y expansión de las transnacionales en los mercados internacionales.

Previa a la expansión de las corporaciones transnacionales en los mercados internacionales se requiere la expansión militar y política de los Estados imperiales. En cada nueva fase de expansión de las grandes corporaciones transnacionales se ha requerido del apoyo de los Estados imperiales, los cuales efectúan primero la expansión militar y política. Las corporaciones transnacionales se expanden globalmente aprovechando las situaciones políticas.

La ambición sin límites de estos intereses transnacionales es tener una mayor participación en la riqueza que se está generando globalmente, para lo cual cuentan con la protección y el apoyo de la hegemonía política que mantiene el grupo de países más poderosos económica y militarmente, dando lugar a un militarismo mercantilista. La hegemonía militar que sostiene el poder imperial tiene una relación directa con el crecimiento del dominio económico que ejercen las transnacionales. A su vez, el militarismo mercantilista aumenta su gasto para mantener su poder hegemónico.

La tecnología producida por el aparato científico militar impulsa la homogenización cultural de hábitos, costumbres, valores, etc. Niveles complejos de desarrollo tecnológico y surgimiento de nuevas formas más dinámicas de organización conllevan una creciente concentración del poder y control supranacional económico, ideológico y militar que sustentan la creación de un nuevo orden mundial centrado en la globalización del sistema capitalista, pero que además se acompaña de procesos de expansión de la economía informal que deja en los márgenes el incremento de los niveles de marginación, exclusión social, pobreza y el surgimiento de organizaciones no gubernamentales que resisten el modelo de desarrollo.

La política de libre comercio promovido por los neoliberales y por los fundamentalistas de la derecha, ha sido aceptada porque lleva implícito el principio democrático y para lograrlo justifica el uso de la fuerza militar de la “única potencia” que como “nación indispensable” se siente obligada a “conducir al mundo”, como en alguna ocasión en febrero de 1998, proclamara la Secretaria de Estado Albright. Estados Unidos usa en forma irrestricta el poder militar para imponer su hegemonía en el mundo.

Además de la reacción violenta de los militares y los grupos paramilitares de la derecha. Pero las ventajas especificas de la economía no es la base de la hegemonía estadounidense, sino su poder militar para imponer su hegemonía con base en el neoliberalismo como sistema económico. En el frente militar apoya los procesos de globalización con un aparato de seguridad efectivo.

El poder se relaciona con la capacidad de imponer a otros lo que se considera como una verdad. Las fuentes del poder del sistema capitalista hegemónico son los considerados como poderes duros, el económico y el militar que mediante la sanción económica o el uso de la fuerza obligan a cambiar de la posición de otros, y el poder blando o cultural que mediante formas indirectas y sutiles de ejercicio del poder, inducen la aceptación del modelo de desarrollo neoliberal

La única disyuntiva para los Estados latinoamericanos es la integración al imperialismo estadounidense o europeo sin que se concrete una resistencia como un gran bloque de naciones. Muchos de los créditos, muchas de las veces depositados en las cuentas de los mismos bancos, eran destinados a los países pobres a financiar gastos militares, a aumentar el capital propio de políticos corruptos y en menor medida a proyectos de dudosos beneficios para las poblaciones.

La estrategia del Consenso de Washington como el único modelo para el desarrollo bajo una economía de control nacional basado en imponer la democracia y el libre mercado y comercio en cada rincón del globo, aunada a la estrategia de guerra preventiva para la consolidación de supremacía militar, mantiene a Estados Unidos como la economía del imperio.

El Estado transnacional crecientemente desarrolla mecanismos militares para la ejecución de la política económica, pero ha sido incapaz de regular los flujos de capitales especulativos que generan incertidumbre e inestabilidad al propio sistema capitalista. Con el deterioro del liderazgo económico de los Estados Unidos, a pesar de que conserva la hegemonía militar, están surgiendo otras potencias que rivalizan y organizan bloques comerciales con otros países para participar con ventajas en los mercados mundiales, y los vuelven altamente competitivos.

La derecha ha aprovechado las circunstancias para promover activamente las funciones del Estado orientados por una política económica que benefician a la expansión de las grandes corporaciones transnacionales, la cual es precedida por una expansión militar y política de los Estados imperialistas.

c. El Fundamentalismo del mercado, la ideología de los procesos de globalización económica

El término ideología se refiere al sistema de pensamiento y creencias que explican como los individuos y grupos operan en un sistema social y que principios ejemplifican. Toda ideología permite la generalización en los ambientes complejos en los que operan y de los que no tienen un conocimiento completo, sino incierto, en esta era del conocimiento. El frente ideológico es “silencioso e invisible” cuyo objetivo es “convencer a la humanidad de que la globalización traerá la felicidad universal” montado por universidades, centro de investigación y la manipulación de los medios de comunicación.

El frente ideológico de los procesos de globalización tratan de “convencer a cada persona del planeta de que la globalización es lo mejor que le puede ocurrir al planeta. Esa es la idea. Y quien trabaja sobre ese frente son los medios de comunicación... En este caso, el poder mediático es un poder que no tolera las críticas contra la globalización, que censura a aquellos intelectuales, aquellos universitarios, aquellos economistas, que desarrollan tesis hostiles a la globalización." (Ramonet, 2000).

Desde una perspectiva histórica el capitalismo muestra algunas contradicciones que limitan su desarrollo y que ponen en riesgo la 'mitología política de la contención' para entrar en una incontrolable crisis del imperio colectivo y que para evitarlo requiere de modelos alternativos para un nuevo orden mundial que en mucho dependerá de las fuerzas emergentes en oposición al nuevo colonialismo global que se acomoda en una ideología política cínicamente represiva y excluyente.

La filosofía de la ilustración sirvió de base para la creación de las culturas e ideologías europeas modernas que influyo en la formación de los primeros centros del desarrollo capitalista, ya fueran católicos (Francia) o protestantes (Inglaterra y Holanda), sino también en Alemania y Rusia y cuyo impacto alcanza hasta nuestra época.

El surgimiento del capitalismo a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX se debe al uso de nuevas tecnologías como la máquina de vapor y de nuevos medios de transporte como el ferrocarril, los cuales aceleran la producción y los intercambios de la economía y generan el enriquecimiento de quienes se benefician de estos avances técnicos. Los no beneficiarios forman una clase social nueva que requieren de una ideología socialista para oponerse al capitalismo la cual tiene su máximo desarrollo en los siglos XIX y XX. La lógica capitalista es la ideología dominante en occidente desde la Revolución Industrial y se impulsó fuertemente en el siglo XIX, basada en la acumulación del capital mediante la obtención del máximo beneficio.

Las economías orientadas por ideología tienden a transformar la realidad concreta. La ideología neoliberal tiene sus raíces ideológicas en los siglos XVIII y XIX en los pensadores liberales tales como Adam Smith y John Locke. Es en este sentido que la ideología universalista del neoliberalismo, la misma del mercado, la cual propaga y exporta los valores y las prácticas de los países occidentales y más específicamente de los anglosajones, construye un bloque histórico para sostener la hegemonía americana.

La ideología estadounidense fue marcada por las sectas protestantes que poblaron las colonias afianzando su legitimidad en referencias bíblicas y extendiendo su misión como un “destino manifiesto” de un “pueblo elegido” para regir los destinos globales, implícito en la conquista del Oeste y exterminio de indígenas. La ideología estadounidense se ha visto fortalecida con las olas de inmigrantes que cambian su sufrimiento por un individualismo marcado por una ideología liberal dominante que retrasa el surgimiento de una expresión política de conciencia de clase y la ciudadanía activa aunque fortalece las identidades étnicas para una mayor manipulación política. Así, las luchas por las ideologías comunitarias se limitan al racismo institucionalizado.

Desde este punto de vista alternativo, la modernización fue el venero ideológico del capitalismo occidental cuyas incursiones en el resto del mundo lo mantuvo en un permanente retraso. No obstante, la modernidad es la ideología del sistema capitalista que se declara a sí misma como la defensora de los derechos individuales por sobre los derechos de la sociedad.

La ideología del liberalismo fue el fundamento para la creación de las instituciones de Bretton Woods. Estos cambios estructurales y los intereses mutuos de estas alianzas son puestas en ideología neoliberal, la cual tiene sus raíces ideológicas en los siglos XVIII y XIX en los pensadores liberales tales como Adam Smith y John Locke. Durante los años 1945-1975, los Estados-nación implementaron una política económica y social orientada por el modelo del Estado de Bienestar y en función de las alianzas políticas y sociales determinadas por una ideología nacionalista que contravenía los lineamientos de las principales instituciones financieras internacionales.

El capitalismo como ideología adoptada por el liberalismo político, posibilita una interpretación económica y política del individuo y la sociedad mediante la fundamentación de una ideología empresarial. Esta ideología empresarial está basada en motivaciones que alientan la persistencia en el trabajo, la vida austera, la lucha por el avance material, la rendición de cuentas del individuo hacia sí mismo, hábitos de autorregulación y dirección personal, etc., propias de la ética protestante del trabajo descritas por Weber.

La ideología neoliberal que fundamenta la economía capitalista impulsa los procesos de globalización. La promoción de esta ideología es de hecho un producto de la estrategia global contemporánea de las transnacionales así como de las políticas de las administraciones de Reagan, Bush y Clinton en los Estados Unidos y de Thatcher y Major en Inglaterra. La doctrina económica neoliberal y monetaria se convirtió en el nuevo pensamiento único en que se apoya la economía global y que se consolida con el apoyo de una política económica del Estado, y por lo tanto, como una orientación estratégica, se define la política de Estado.

La ideología de la globalización no es neutral, porque es la respuesta económico-política a los intereses de los poderes hegemónicos desde la caída del muro de Berlín. El cual, para muchos analistas, junto con la caída de la Unión Soviética, marcan el inicio de un nuevo ciclo histórico cuya característica principal es la globalización. La desaparición de la Unión Soviética significó el triunfo del Estado imperialista y el inicio del desmantelamiento del Estado de Bienestar.

La ausencia de una ideología alternativa al capitalismo globalizador desde el colapso del comunismo en 1989, estrecha los vínculos entre la ideología del libre mercado y la democracia liberal, entre la política económica neoliberal y la democracia liberal en un proceso de ownership o corresponsabilidad y legitima el sistema político resultante. El modelo de democracia promovido por los procesos de globalización es de la democracia liberal transnacional, el cual soporta las nuevas bases de la gobernabilidad del sistema capitalista centradas en los derechos de propiedad más que en los derechos personales.

Surge así un Estado neo-colonial que es activo, regulador e intervencionista al igual que el Estado de Bienestar o el Estado populista, pero sus actividades, reglas e intervenciones se orientan a servir los intereses del capital extranjero y de la clase capitalista transnacional (Petras, 2001b).

La ideología de la globalización pugna por la liberalización de las economías en un mundo en el que dominan las empresas transnacionales. Las grandes corporaciones transnacionales y multinacionales controlan los comportamientos locales mediante la aceptación o rechazo de las acciones de los actores y definen la ideología dominante en principios de libre mercado y competitividad, los cuales introducen aparentemente como resultado del interés colectivo de la ciudadanía. El capitalismo corporativo se reproduce socialmente mediante el uso de técnicas que no son ideológicamente neutrales, se asigna el control a administradores eficientes y se racionaliza el crédito mediante una tendencia clasista.

En este contexto, surgen las propuestas de políticas neoliberales que retoma los principios y tesis clásicas del liberalismo económico promoventes de una libertad económica como ideología hegemónica del mercado que transforman la economía mundial en diferentes grados conforme a la región y al país. La economía de mercado requiere de instituciones que facilitan los intercambios.

La globalización representa la fase más avanzada del desarrollo capitalista del cual se benefician las elites económicas mediante los procesos de integración global sustentados en el neoliberalismo como una doctrina de ideología económica y política. Fukuyama (1999) proclamó el final de la historia para significar el triunfo ideológico del liberalismo económico por sobre el pensamiento socialista. Este liberalismo económico se apuntala en el mercado como un mecanismo efectivo de regulación que fomenta una cultura global de consumo y en la democracia liberal como la única forma de organización política capaz de equilibrar las aspiraciones individuales y colectivas de libertad con el poder del Estado.

La globalización como ideología aparece en la esfera pública cuando ya no tiene utilidad para su análisis. Esta ideología hegemónica constriñe las elecciones disponibles clarificando de la mente de los seres humanos la posibilidad de cualquier otro camino que no sea el que está tendiendo enfrente de todos. Las ideologías tienen siempre un propósito económico, un medio racional de los individuos para fomentar el capital humano Esta ideología del mercado como motor de los procesos de mundialización, condenan toda resistencia o disidencia bajo acusaciones de que no se ajustan a un “realismo”.

Como proceso, la globalización pretende cancelar todo proyecto ideológico que no sea el proyecto centrado en la economía, el mercado, las finanzas y la competitividad, como un pensamiento único. Pero en realidad, este pensamiento único no existe, más bien el mundo tiende a fragmentarse más que a unificarse. Por otro lado, aparentemente desde la dimensión ideológica, la integración económica es una tendencia contraria a los procesos de globalización e interdependencia, los cuales son usados para reinterpretar y debilitar los principios de autodeterminación y soberanía política de los pueblos, mientras que en el otro extremo se enfatiza una propuesta al ultra regionalismo.

La elite económico-política y sus agentes realizan campañas para legitimar la ideología neoliberal del capitalismo transnacional que promueve el libre mercado. La tradición ideológica de las elites viejas como estrategia de los grupos de nivel socioeconómico alto, se orienta a limitar la modernización económica al mismo tiempo que fortalece los valores tradicionales de socialización centrada en la familia y en la escuela (Germani, 1966).

La sociedad de la información ejercita mayores espacios de control político y social e incrementa el vacío entre las diferencias económicas y sociales de los pueblos mientras que impone la homogeneización cultural e ideológica. La mercadotecnia y la publicidad masiva apoyadas por los medios de comunicación e información electrónicos constituyen un poderoso instrumento del aparato ideológico que estandariza el consumo de satisfactores (productos y servicios) que penetra y abre nuevos mercados sin conocer fronteras geográficas para las poderosas corporaciones transnacionales.

De acuerdo a Hernández Arregui (1973) “La propaganda del imperialismo apunta particularmente a las clases sociales que temen el cambio. La clase media es uno de sus objetivos centrales. La clase media o pequeño-burguesía, a diferencia de la burguesía y el proletariado muy homogéneas en su composición de clase y en sus valorizaciones sociales, ofrece desigualdades de composición, asimetrías de nivel y diversidades ideológicas en sus diversos estratos componentes -pequeñas industrias, comerciantes, profesionales, maestros, empleados- y esta diversidad de composición se expresa en una forma extrema de individualismo y en cierta resistencia a la solidaridad social organizada […] Esta clase muy sugestionable y formada en el sistema de costumbres y valorizaciones de la burguesía, es fácilmente orientada por los grupos interesados en modificar una situación política dada. La técnica utilizada es siempre la exaltación de la moral, la necesidad de restaurar los cimientos del orden amenazados, la familia, la religión, la propiedad”.

Así, se consolidan sus estructuras de dominio e imponen una concepción de las relaciones sociales y la vida misma centradas en el consumo. La internacionalización de los mercados tiene una tendencia globalizadora que estandariza y homogeneiza patrones de consumo, comportamientos, comunicaciones y sistemas de producción y organización.

Las instituciones financieras internacionales y las grandes corporaciones transnacionales no solamente ejercen un implacable control social y económico sino también una profunda transformación del sustrato cultural e ideológico hasta lograr una anulación de la identidad de los pueblos y comunidades mediante la manipulación de los medios de comunicación en función de sus intereses económicos. A pesar de que el cuestionamiento de si las identidades colectivas son una ficción ideológica (Vargas Llosa, 2000), no parece ser muy consistente.

La globalización neoliberal es la hegemonía de la ideología del mercado representada por una “metáfora incontroversial por una sociedad en libertad para hacer con la propiedad lo que le plazca sin interferencia del Estado” (Birchfield, 1999). Un Estado ideológicamente comprometido, dispuesto a ocultar su rol histórico como entidad independiente y a rechazar la idea de soberanía popular para así poder implantar políticas por vías autoritarias, por real decreto”, sentencia Petras (2001b).

Para establecer le ideología del libre mercado nacional e internacionalmente, se requiere de una intervención estatal fuerte para desregular las economías nacionales, desmantelar las instituciones de regulación económica tradicionales y liberalizar el comercio exterior y el capital.

El concepto de mercado se significa en los planos espacial, ideológico, la acción social y el institucional. La globalización neoliberal hace de la ideología del libre mercado el centro de las relaciones sociales, cambiando su realidad y transformando las formas de relaciones personales centradas en una competencia que controla los comportamientos entre los mismos individuos, como si fuera un mecanismo motivacional fuertemente impulsado por el mismo sistema imperial, y más concretamente por los Estados imperiales.

El mercado es una construcción social que operacionaliza relaciones sociales. Estas mismas fuerzas también motivan a los capitalistas individuales y a las empresas capitalistas a concentrar y centralizar su control en varios medios donde la riqueza se acumula.

Esta única ideología es la ideología fundamentalista de libre mercado global, según la cual los mecanismos distributivos de los mercados competitivos producen mejores resultados que otras instituciones. Esta retórica basada en la doctrina del libre mercado ha sido promovida por los ideólogos de la derecha y asimilada y repetida por los de la izquierda. La ideología de la democracia del libre mercado constituye el cuerpo teórico y la práctica de la política de desarrollo internacional, pensada como problema de gobernabilidad para establecer las reglas de juego a los agentes económicos.

La base de esta nueva ciudadanía mundial es un ser humano que es reducido a la simple expresión de su capacidad para generar beneficios económicos en un mercado planetario transculturizado e interculturalmente uniformado que consagra como único modo de pensar una ideología única y hegemónica, en un diálogo sordo. Toda ideología permita la generalización de una realidad de la que no se tiene el conocimiento completo porque opera en ambientes inciertos y complejos.

El surgimiento de un nacionalismo cosmopolita formador de identidad postnacional es la consecuencia directa de identidades nacionales que están en apertura a entornos que exigen más tolerancia y pluralidad ideológica, y que se basa en los principios universalistas del Estado de Derecho y de la democracia. Las democracias occidentales le permiten a los individuos el esparcimiento, los servicios y el entretenimiento para buscar la verdad subyacente detrás del velo de la distorsión y la mala representación, la ideología y los intereses de clase a través de los eventos de la historia contemporánea que nos presentan. Las fuertes campañas ideológicas asumen que frente a las fuerzas del mercado, el Estado es cada vez más irrelevante.

Esta dimensión ideológica neoliberal de la globalización amenaza con marginar y autodestruir a quien no se someta a sus lineamentos y estrategias. La ideología neoliberal se ha usado para justificar la estrategia de las políticas de reestructuración y ajuste económico seguidas en la mayor parte de los países latinoamericanos desde los ochenta.

Después de años de dictadura militar en algunos países latinoamericanos, las instituciones creadas para el establecimiento de mecanismos del sistema democrático y de la distribución inicial de la riqueza que afecta las inversiones de capital humano y de capital físico, tiene un papel importante en la determinación de los niveles de pobreza y de mercado competitivo han estado en conflicto con las orientaciones ideológicas prevalecientes.

Las políticas proteccionistas de los denominados mercados emergentes impedían el avance del proyecto del libre mercado, por lo que el neoliberalismo condena y arremete contra la ideología del desarrollo a través de la aplicación de regulaciones de las instituciones financieras internacionales para convertir a las economías emergentes en consumidoras de productos y servicios de los países más avanzados, para quienes estas regulaciones no aplican.

La ideología neoliberal se ha usado para justificar la estrategia de las políticas de reestructuración y ajuste económico seguidas en la mayor parte de los países latinoamericanos desde los ochenta.

El decálogo del Consenso de Washington es un eufemismo para suavizar semánticamente el modelo neoliberal global que fue ideado por John Williamson, asesor económico del Banco Mundial e impuesto en 1991 por la Casa Blanca bajo el padrinazgo de la Reserva Federal, la Secretaría del Tesoro, el FMI y el Banco Mundial, para paliar la década perdida de Latinoamérica y ocupar el vacío ideológico que dejó el derrumbe de la URSS, como el evangelio del "fundamentalismo de mercado" que constituye la principal exportación ideológica de Estados Unidos: la teoría de cómo el mundo debe ser manejado, bajo su supervisión.

La agenda ideológica del Consenso de Washington proponía políticas económicas pragmáticas que suponían eran válidas para todo tiempo y para todos los países, pero la aplicación práctica ha sido decepcionante.

La mayor parte del mundo ha sido atrapada entre las garras de una ideología hegemónica del libre mercado pregonada por la globalización, con graves consecuencias para la democracia, la continuidad colonial de la explotación y deterioro de los recursos físicos. Además, los Estados neoliberales ejecutan las políticas económicas, monetarias, fiscales, etc., proporcionan la estabilidad y control político social mediante el establecimiento de un sistema represivo cuando el aparato ideológico falla. Las regiones pueden continuar siguiendo el mismo curso de los eventos de integración creciente en la economía global capitalista bajo la continua influencia de la ideología neoliberal y de los regímenes civiles moderados de derecha.

La complejidad de la realidad social de Latino América contemporánea es quizás pensada como una complejidad híbrida de ideologías, prácticas y condiciones de la premodernidad, modernidad y postmodernidad. Se ha generalizado un creciente cuestionamiento a los valores de la modernidad, sus supuestos de progreso lineal y la tendencia a identificarse con valores eurocéntricos (Tucker 1992).

Con la crisis ideológica del neoliberalismo que tiene implicaciones con la crisis económica y social que debilita los sistemas políticos, se cuestionan los principios del libre mercado, se promueven las acciones de la sociedad civil y se reivindican las funciones complementarias del Estado. La crisis institucional se profundiza por la falta de una ideología de identidad, en parte porque la identidad nacional disociada del Estado se convierte en ideología con corresponsabilidad en el modelo de desarrollo. La crisis de identidad nacional es resultado de la crisis del Estado nación, es decir, de la separación entre ambos, lo que da lugar a que la ideología nacional sea reemplazada por la ideología del mercado.

Una fe ideológica en el poder de los mercados para resolver las disputas sobre la asignación de recursos, conduce a negar la legitimidad del gobierno para involucrarse en la redistribución de la riqueza al pobre, lo que se convierte en irresponsabilidad gubernamental. Soros (2002) argumenta que al afirmar que el interés público se beneficia al permitir que las personas persigan sus intereses personales, los fundamentalistas del mercado han borrado la distinción.

El fundamentalismo del mercado es una ideología falsa y peligrosa. Es falsa por lo menos en dos aspectos: en primer lugar, interpreta en forma por demás errónea el funcionamiento del mercado, pues da por sentado que los mercados tienden al equilibrio y que éste garantiza la distribución adecuada de recursos. Los que se adhieren a esta ideología de conveniencia no tienen escrúpulos para torcer las reglas en beneficio propio. El resultado no es la competencia perfecta sino un capitalismo tramposo, en el que los ricos y poderosos se sienten justificados en disfrutar de su posición de privilegio.

Una economía global se apoya en la idea de una economía sin naciones-Estado bajo el influjo de una ideología de libre mercado, exagera la autonomía del capital con respecto a Estado. Las instituciones políticas se vuelven sumisas a las leyes del mercado y más que decisiones electorales, son los caprichos de los mercados financieros quienes rigen los destinos de un Estado cuya principal función es la protección de los intereses de un sistema económico al servicio del capital, así la ideología estadounidense sirve a los intereses del capital.

Con la adopción de las políticas económicas neoliberales, la economía adquiere más importancia y acota la política, de tal forma que la ideología de los partidos políticos es muy similar, con leves diferencias en la incorporación de las experiencias y expectativas locales en torno a un núcleo fuerte. Este riesgo es agravado además por los partidos políticos que pierden el rumbo ideológico y programático, lo que les impide ejecutar sus funciones de representación y organización de la política democrática que los faculta para la acción política.

La ambigüedad en la definición ideológica y política de los partidos y organizaciones políticas limitan los alcances de la democracia formal, porque excluyen a importantes estratos sociales que no coinciden con causas especificas. La sociedad ejerce su poder de dominación y de resistencia mediante prácticas de los códigos de información los cuales son impuestos no solamente por el Estado sino también en la ideología, las practicas culturales y las acciones cotidianas.

El concepto de la sociedad civil se asocia a una versión ideológica y política conservadora que pretende reducir el papel del Estado y al sector público reforzando la acción privada y que privilegia la vida asociativa. Las comunidades epistémicas se forman con miembros que comparten las mismas posiciones ideológicas, uniforma los contenidos mediante la exclusión de las confrontaciones que limitan la calidad de las decisiones y motiva la formación de las advocacy coalitions o coaliciones de promoción.

Los apologéticos e ideólogos, freetraders, favorecen los intereses dominantes porque esperan recibir también beneficios. Los que están en contra se afirman en ideologías nacionalistas y desarrollistas y finalmente el bloque de los críticos, formado por intelectuales y analistas que recomiendan las oportunidades pero que también alertan de las amenazas que representan dichos procesos. Muchos de los miembros progresistas de la intelligensia han asumido en los años recientes una posición política relativamente moderada, dando por resultado un distanciamiento de las clases populares y se acomodan a la ideología ortodoxa neoliberal prevaleciente.

Las contradicciones ideológicas de la “tercera vía” solo muestran la hipocresía de un agotado conservadurismo que busca su renovación y que toma ventaja de una izquierda desorientada por la muerte prematura de los sistemas socialistas y comunistas. De acuerdo a Giddens (1999), “la globalización, junto con la desintegración del comunismo, ha alterado los contornos de la izquierda y la derecha.”

La propuesta de la “tercera vía” es una propuesta deficitaria que no hace aportaciones significativas para alcanzar una sociedad más igualitaria, para reducir la brecha del desarrollo entre los pueblos ricos y los pobres, y menos para eliminar los obstáculos existentes. La implementación de la propuesta política de la “tercera vía” se encuentra limitada por la influencia que tienen las corporaciones transnacionales en los procesos de globalización.

El idealismo radical de la política de izquierda hasta antes de los ochenta estaba cargado de una ideología de transformación social centrada en cambios de las estructuras que perpetúan la desigualdades, favorecer lo público/colectivo sobre lo privado/individual. Otras organizaciones de izquierda han caído en desarreglo ideológico considerable. Esto está obligando a amplios sectores de la izquierda a replegarse hacia el centro, dando lugar a la Nueva Izquierda, con una tácita aceptación de las nuevas condiciones ideológicas, políticas y económicas impuestas por los intereses capitalistas transnacionales de los países desarrollados.

De acuerdo con el análisis de Razcón (2002), el abandono de la lucha por el poder de quienes mantuvieron la actividad en las comunidades y sus problemas no sólo causó grave daño político e ideológico, sino que estableció de facto una forma de convivencia con los poderes de la globalización: "ustedes son el poder malo del gobierno; nosotros, el poder bueno de lo pequeño". Rechazando "lo político", concebido como sinónimo de perversión, el pensamiento civil en resistencia se refugió en la estrechez de las generalidades, hasta llegar al agotamiento teórico.

Una subjetividad en contra del sistema capitalista emerge y se instala ideológicamente en los movimientos populares aunque liberada de un programa político radical que denota la ausencia de un modelo coherente desde la izquierda misma, pero siempre bajo un mismo denominador, la búsqueda de mejores condiciones de vida. Los grupos que resisten al proyecto neoliberal se encuentran fragmentados y dispersos tanto en ideología, en política como en organización en redes horizontales, de tal forma que su desunión para formular sus denuncias no representan un reto significativo al poder hegemónico.

Los movimientos sociales y políticos nacionalistas son capaces de confrontar a las organizaciones financieras internacionales y las grandes corporaciones transnacionales, al igual que los gobiernos nacionales, mediante acciones de movilización ideológica y política de las masas y comprometidos con la lucha de clases en los Estado-nación. La emergencia de nuevos movimientos sociales de resistencia a los procesos de globalización que vienen aparejados con la implantación del modelo de desarrollo socioeconómico neoliberal requiere de nuevos planteamientos conceptuales y metodológicos para el análisis de los procesos democráticos y políticos en su fase postnacional.

La fragmentación y dispersión ideológica, política y organizativa de los movimientos sociales de resistencia ha provocado una implosión del pragmatismo al interior de los partidos políticos cuyos efectos supeditan la democracia electoral a los intereses y prerrogativas de los grupos de la elite político burocrática que tratan de mantener el poder estatal. La multiplicidad de los movimientos sociales es su fortaleza y lo que más teme el proyecto de la ideología única hegemónica del capitalismo.

La teoría de la democracia interceptada con el enfoque de la economía política internacional comparativa para analizar el fenómeno de la globalización, tal como lo conceptúan las agencias internacionales, como el Banco Mundial, tiene muchas limitaciones. La principal es que ofrece un marco de referencia opuesto, de acuerdo al análisis de Birchfield, (1999) quien examina la globalización económica neoliberal desde la perspectiva de la teoría de la democracia y, además, critica la ideología del mercado para deslegitimar el pensamiento político como un punto de partida para la acción democrática.

La democratización de los medios de producción de la economía, contrario a la ideología neoliberal hegemónica, que iguale el ejercicio del poder político de los diferentes grupos sociales a través de mecanismos institucionales de representación, fortalecería las instituciones de la democracia liberal.

El cambio institucional radical que entra en conflicto con las instituciones existentes se promueve cuando los campos organizacionales son permeables a ideas y modelos de otros campos, cuando estos campos están acoplados con laxitud y caracterizados por disenso ideológico y cuando el cambio es congruente con los valores e intereses de los actores más poderosos. El surgimiento espontáneo de las instituciones en las sociedades se explica por los modelos mentales compartidos e ideologías que determinan las percepciones de los actores en situaciones de interacción en las cuales la cultura y creencias conductuales tienen un papel relevante.

Por eso, la batalla en contra de los procesos de globalización neoliberal tienen que darse primeramente en el nivel ideológico. La globalización es también considerada como una ideología que tiene por objeto liberar a las economías en un mundo dominado por las organizaciones transnacionales, las cuales incursionan las áreas de competencia que antes eran exclusivas del Estado-nación.

Sin embargo, en los países donde la ideología del mercado no es tan intensa, los principios y fines de la justicia social equilibran las acciones de los gobiernos.

Perspectivas de la globalización

El desarrollo en la globalización ha sido en general capitalocéntrica porque sitúa al capitalismo “en el centro de las narrativas de desarrollo, tendiendo en consecuencia, a devaluar o marginar cualquier posibilidad de desarrollo no capitalista".

Los promotores de los procesos de globalización económica argumentan que es inevitable y la democratización indispensable. Un fatalismo económico es alentado por el discurso mediático-político sobre las necesidades ineluctables de la globalización, el imperio de los mercados financieros con conducción por gobiernos socialdemócratas que, al prolongar la política de los gobiernos conservadores, hacen que ésta aparezca como la única posible. Estos sistemas económicos disfuncionales conducen a mecanismos perversos de crecimiento y desarrollo económico.

Los críticos de la globalización neoliberal revelan y denuncian los mecanismos de censura invisible que ejerce el modelo hegemónico que oculta los proyectos expansionistas y que impide el análisis de las estrategias colectivas que impulsa a la fuerza social.

A pesar de la emergencia de una pluralidad de pensamiento crítico de los procesos de globalización que hablan de modelos alternativos, no se ha concretado organización social diferente a la basada en el mercado que promueve el capitalismo. La irreversibilidad de la globalización no necesariamente implica que paulatinamente se imponga un modelo neoliberal de economía, sociedad, política y cultura como el unció posible sin que se consideren otros modelos globales alternativos.

El modelo de globalización neoliberal que intenta construir una aldea global con ciudadanos del mundo, se contradice cuando pregona la apertura de las fronteras y en la realidad se refuerzan fortaleciendo el papel esencial que desempeñan los Estados nacionales.

La gran diversidad de instituciones nacionales, las múltiples barreras de los mercados internacionales y las inestabilidades de los mercados financieros internacionales, son entre otros, grandes obstáculos de la economía que dificultan la implantación del modelo de globalización económica neoliberal.

Los colapsos financieros están en el centro de los episodios de alta globalización que requieren de modelos asimétricos para explicar la crisis sistémica. Las instituciones fallan porque no representan los arreglos institucionales y las negociaciones establecidas a largo plazo entre los diferentes actores económicos y porque no se ajustan a las condiciones de desarrollo local integral adaptándose el modelo global propuesto por los organismos multilaterales.

La globalización no ha sobrevivido de la crisis moral que marca el final del milenio. Una profunda crisis moral e intelectual asola a la humanidad como resultados de la implantación del modelo de globalización, que se manifiesta por una apatía e indiferencia para diseñar un modelo de desarrollo más justo y equitativo. En el aspecto social, la globalización económica ha dado motivo a discusiones sobre sus efectos negativos en la igualdad y la justicia social, planteando verdaderos dilemas a los filósofos moralistas para reconciliar las realidades del orden emergente con las demandas morales de la sociedad.

En América Latina este modelo que acompaña a la globalización se ha impuesto mediante diferentes métodos de intervensionismos, incluyendo el armado, que ha reprimido cualquier tipo de movimiento social que intente presentar otra alternativa de desarrollo más equitativo y justo.

Los datos sobre el crecimiento económico de Latinoamérica arrojan conclusiones de que se encontraba mejor antes de la imposición del modelo de desarrollo económico neoliberal y de aplicación forzosa de la globalización: de la década de 1960 a la de 1970, el ingreso per cápita creció 73 por ciento, mientras que en las dos últimas décadas de comercio neoliberal en la región solamente ha habido un 6 por ciento de crecimiento per cápita. De hecho, el pírrico logro de la calidad de vida en el actual modelo de desarrollo orientado por la globalización económica, se supedita al crecimiento económico.

Para el movimiento altermundista el modelo de desarrollo económico neoliberal es inviable porque ha agotado sus alcances, los proceso de globalización se encuentra en crisis de legitimidad y credibilidad porque ha profundizado la depresión económica mundial y urge a cambiar el rumbo económico.

El reto permanece en la urgente necesidad de desarrollar nuevas tecnologías sociales capaces de incorporar a los sectores informales de la economía a los beneficios de los procesos de globalización económica en franca contradicción al modelo de desarrollo hegemónico actual. Las nuevas tecnologías deben administrarse de tal forma que beneficien a los pobres. Aumentar la velocidad y reducir costos de las comunicaciones y el conocimiento tienen un papel importante que jugar para permitirles a los excluidos y pobres tener acceso a los beneficios de la globalización.

“El desafío de la globalización no es detener la expansión de los mercados globales sino encontrar las reglas y las instituciones de una governance mejor -local, regional, nacional y global- para preservar las ventajas de los mercados y la competencia global pero también para proveer los recursos comunitarios y medioambientales suficientes para asegurar que la globalización trabaja para la gente y no solo reglas, instituciones y prácticas establecidas que sientan los límites y los incentivos para el comportamiento de los individuos, las organizaciones y las empresas” (Martínez, 1999).

La globalización requiere ser impulsada mediante un proyecto multilateral para la recreación del Estado de bienestar por vía neokeynesiana posicionado desde una ideología d centro radical en el cual debe estar un ambicioso proyecto educativo en todos los niveles, especialmente para los países no desarrollados.

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