La
interpretaciòn que propone Ernest Mandel de la teorìa de las ondas largas
brinda un esquema analítico para investigar la etapa actual del capitalismo. Su
explicaciòn subraya la influencia predominante de la tasa de ganancia de largo
plazo en estos acontecimientos, el origen extraeconòmico de los períodos
ascendentes y la gravitaciòn de las contradicciones internas de la acumulaciòn
en las fases declinantes. Su enfoque es afìn a la tradiciòn de periodizaciòn
histórica del capitalismo inagurada por Lenin y no a la tesis de ciclos
regulares y sucesivos que plantearon Kondratieff y Schumpeter. Puntualiza una
distinciòn cualitativa entre el ciclo y la onda y su principal originalidad es
la conexiòn que establece entre la teoría del valor y los extensos períodos de
contracción y expansiòn econòmica.
Atribuye a la
lucha de clases un papel explicativo central de estos procesos en polèmica con
las interpretaciones institucionalistas y hegemonistas, aunque no logar
formular una demostraciòn satisfactoria de la lògica periódica de este
entrecruzamiento. Su enfoque incluye una teoría original de las revoluciones
tecnològicas, que reformula la concepciòn shcumpeteriana en funciòn de la
dinàmica objetiva del proceso de valorizaciòn. Propone, ademàs, una crìtica al
estancacionismo destacando que la dinàmica del capitalismo es incompatible con
la paralizaciòn de las fuerzas productivas.
Mandel aplica un
determinismo històrico-social basado en el materialismo històrico que opuesto
al análisis puramente estadístico, habitualmente utilizado para corroborar o
desmentir empíricamente la existencia de las ondas largas. El interès actual de
esta problemàtica surge de la eventualidad de una cuarta etapa del capitalismo
al comienzo del nuevo siglo. Y en este plano se requieren desarrollar hipótesis
que Mandel no llegò a concebir.
ERNEST MANDEL Y
LA TEORÍA DE LAS ONDAS LARGAS.
La teoría de las
ondas largas brinda una explicaciòn de los procesos de crecimiento y depresiòn
de largo plazo en la historia del capitalismo. Fue inicialmente concebida por
autores marxistas para estudiar el auge económico que concluyó en 1914 y luego
retomada por el investigador ruso Kondratieff y por el economista austrìaco
Schumpeter para analizar la extensa crisis de entreguerra. Posteriormente,
varios pensadores utilizaron esta concepciòn para indagar el surgimiento y el
agotamiento del ¨boom de posguerra¨ y en la actualidad, la teorìa srive para
abordar el interrogante central de la etapa: ¿ Perdura la crisis iniciada a
mediados de los 70 o -por el contrario- ha comenzado una fase de recuperaciòn
econòmica internacional ?
El replantéo
marxista contemporàneo más importante del problema de las ondas largas fue
realizado por Ernest Mandel. Su esquema analítico tuvo gran impacto, tanto en
el àmbito académico cómo en el campo polìtico. Revisar su original
interpretaciòn -comparàndola con otras y despejando frecuentes incomprensiones-
permite abrir un juicio general sobre esta teoría, delimitando las líneas
promisorias de las pistas falsas de esta investigaciòn.
En nuestra
opinión, Mandel presenta un análisis de las etapas del capitalismo que toma en
cuenta principalmente la acciòn de la ley del valor en el largo plazo. Su
enfoque asigna primacìa a la lucha de clases en la explicaciòn de los
acontecimientos històricos cruciales y contiene una interpretaciòn de las
revoluciones tecnològicas, basada en el reconocimiento de la dinàmica
discontinua del proceso de innovaciòn. Plantéa una concepciòn de la acumulaciòn
y de la crisis radicalmente opuesta al estancacionismo y aplica un determinismo
històrico-social sustentado en el materialismo històrico. El tema màs
controvertido es cómo utilizar este modelo para el diagnóstico de la fase
actual del capitalismo.
LA
INTERPRETACIÒN ¨EXÓGENO-ENDÓGENA¨.
Mandel
desarrolló su concepciòn de las ondas largas una vez concluido su primer texto
significativo de economìa en 1960-621. Pretendìa caracterizar el período
abierto con la fase de crecimiento de posguerra, que denominò ¨neocapitalismo¨
en 19642 y ¨capitalismo tardìo¨ en su libro màs importante de 19723 . Su
interés inicial por las causas de la prosperidad se desplazò hacia los motivos
de la declinaciòn de esta fase, cuando corroboró su pronóstico del agotamiento
del ¨boom¨. En 1978 analizò los rasgos concretos de esta crisis4 y en 1979-80
conceptualizó su alcance en un texto especialmente dedicado al estudio de las
ondas largas, que incluye una diferenciaciòn polémica con otras
caracterizaciones del fenòmeno5. En 1993 -poco antes de morir- realizò una
nueva ediciòn de este libro6, ratificando su interpretaciòn a la luz de la
nueva bibliografía aparecida sobre el tema. En esta revisiòn subrayó dos
aspectos: la ausencia de cualquier automaticidad en el pasaje de una fase a
otra y la continuidad de la etapa de crisis iniciada a mitad de los 70.
Mandel rescatò
el origen marxista de los primeros estudios de las ondas largas para remarcar
la afinidad de esta problemàtica con la atenciòn que puso Marx en la
historicidad del capitalismo. Tambièn analizò detenidamente el principal debate
sobre el tema que se desarrollò en el naciente estado soviètico y presentò su
concepciòn como una extensiòn de la postura que adoptò Trotsky frente a
Kondratieff en estas discusiones.
Kondratieff7
había recopilado evidencias empíricas para demostrar la existencia de sucesivos
ciclos económicos expansivos y contractivos de 25 años, que explicaba como un
efecto del tiempo de maduraciòn de las grandes inversiones. Sus partidarios
subrayaban la consistencia de estos indicadores y la compatibilidad de este
enfoque con la teorìa del ciclo de Marx, mientras que sus crìticos
puntualizaban la fragilidad empírica del plantéo y su familiaridad con la
concepciòn marshaliana del equilibrio8 .
La hipótesis de
Trotsky9 fue diferente: no aceptó ni tampoco desechò la tesis de Kondratieff y
sólo indicò que períodos largos de auge y declinaciòn econòmica debían
estudiarse como ¨curvas del desarrollo capitalista¨. Por eso diagramò un
esquema tentativo de estas fases y aclarò que la teoría del ciclo no servìa de
explicaciòn, porque en los procesos de larga duraciòn influyen decisivamente
acontecimientos sociales e històricos de gran envergadura, como por ejemplo,
las guerras, los inventos o los descubrimientos de oro.
Mandel hizo suya
no sólo esta sugerencia metodològica de Trotsky, sino tambièn la utilizaciòn
polìtica de esta concepciòn como un fundamento de la estrategia socialista.
Considera que las ondas largas constituyen períodos històricos cualitativamente
diferenciados y correspondientes a las etapas librecambista, monopólica y
tardìa del capitalismo. Por eso, aunque acepta la existencia de una relaciòn
empírica de cierta regularidad entre fases de ascenso y descenso no las
considera cómo un promedio estadístico estricto. Presenta diversos estudios
historiogràficos como prueba de la existencia de estos períodos y estima que
deben medirse priorizando el comportamiento de la producciòn y la productividad
y correlacionando estos datos con la evoluciòn de otros indicadores (como el
uso de la energìa, las tendencias de los precios y del costo del dinero).
Mandel conecta
la dinàmica de las ondas largas con el surgimiento y la estabilizaciòn de las
revoluciones tecnològicas, destacando que las etapas de ascenso (1848-73, 1893-1913,
1940-67) coinciden con la introducciòn de innovaciones radicales en la
actividad productiva, mientras que en los períodos económicos declinantes se
difunden nuevas formas de organizaciòn del trabajo y se prepara la próxima
oleada de innovaciones.
Mandel distingue
su interpretaciòn de las cuatro explicaciones màs corrientes. La ¨tesis
tecnologista¨, que atribuye el auge y la decadencia de cada onda a la apariciòn
y generalizaciòn sucesivas de nuevas tecnologías, la ¨tesis hegemonista¨ que
asocia estas fases con cambios de liderazgo internacional entre las potencias
dominantes, la ¨tesis endogenista¨ que pone el acento en los procesos cìclicos
de valorizaciòn y desvalorizaciòn del capital y la ¨tesis institucionalista¨
que subraya el papel determinante de las estructuras polìtico-sociales.
Integrando a su
enfoque los elementos aportados por todas estas vertientes, Mandel postula que
el secreto de las ondas está en la evoluciòn de la tasa de ganancia de largo
plazo, porque estima que el epicentro del sistema capitalista está en el
proceso de valorizaciòn. Presenta datos del comportamiento de la tasa de
interès en períodos prolongados cómo índices representativos de la tasa de
beneficio, distinguiendo el carácter de esta última variable en el corto y en el
largo plazo. Mientras que en el primer caso, la tasa de beneficio oscila con el
movimiento valorizante y desvalorizante que genera la propia dinàmica de la
acumulaciòn, en el segundo caso el comportamiento de la tasa de ganancia està
decisivamente influenciado por grandes acontecimientos polìtico-sociales, que
imprimen un signo positivo o negativo al ¨clima general¨ de los negocios y la
inversiòn.
Mandel estima
que las tasas de ganancia de largo plazo tienen incorporadas a sus equivalentes
de corto plazo de la misma forma que las ondas incluyen a los denominados
ciclos medios Juglar. Una larga expansiòn presupone fases de auge sostenido y
recesiones espaciadas y viceversa. En el corto plazo las tasas de beneficio
generan cortes descendentes más profundos en el nivel de actividad en las ondas
declinantes y picos màs elevados en las fases de auge.
Luego de
asignarle un papel crucial a la tasa de ganancia de largo plazo y subrayar su
condicionante extra-econòmico, Mandel localiza esta última determinaciòn en el
desenlace de la lucha de clases. Destaca que cuando la clase capitalista logra
estabilizar su dominio mediante derrotas significativas de la clase trabajadora
reaparece la ¨confianza¨ y se crea el marco adecuado para el inicio de largos
perìodos de crecimiento.
En la literatura
econòmica se denominan ¨shocks sistèmicos¨ a estos cambios en el contexto
político-social, que los marxistas interpretan como resultantes de la
confrontaciòn clasista.
En su revisiòn
de 1993, Mandel introdujo el concepto ¨ciclo de la lucha de clases¨ para
ilustrar cual es la relaciòn històrica que existe entre las etapas de evoluciòn
econòmica y los ascensos-reflujos de la lucha social. Destacó la interacciòn
entre ambos procesos, pero subrayando que la lucha de clases tiene una dinàmica
autònoma más relacionada con la tradiciòn polìtico-sindical de la clase
trabajadora, que con el rumbo de la actividad econòmica.
Mandel utilizó
el tèrmino ¨exógeno¨ para definir este impacto polìtico-social determinante de
la lucha de clases y denominò ¨endògenos¨ a los elementos econòmicos internos
de las ondas, precisando cuales son las variables centrales de este ùltimo
proceso (composiciòn orgànica, distribuciòn del capital en fijo y circulante,
tasa de plusvalìa, tasa de acumulaciòn, rotaciòn del capital y relaciones entre
el sector I y II).
Para Mandel cada
onda larga se explica por una combinaciòn singular y una funciòn diferente de
los procesos endògenos y exògenos. Considera que el orígen del ascenso es
exógeno y el determinante del descenso es endógeno, afirmando que sólo grandes
desenlaces en la lucha de clases favorables a la burguesìa pueden impulsarla a
comandar procesos de crecimiento de largo plazo, mientras que la maduraciòn de
los desequilibrios de la acumulaciòn agotan internamente a estas etapas. En el
ejemplo de la ùltima oleada ascendente describe còmo la secuela del fascismo en
Alemania, el freno de la revoluciòn en Europa o el maccartismo en Estados
Unidos desencadenaron exógenamente el ¨boom¨ de posguerra. En cambio destaca
que el incremento de la composiciòn orgánica del capital, las dificultades para
continuar incrementando la velocidad de rotaciòn del capital, el fin de la
baratura de las materias primas, los límites al aumento de la tasa de plusvalìa
y el encarecimiento del capital constante fueron determinantes del agotamiento
endògeno de esta fase.
Con esta
interpretaciòn, Mandel elaboró una construcciòn analìtica completa de las ondas
largas que deslumbra por su intenciòn de totalidad, la complejidad de los
elementos considerados y la diversidad de los matices. Pero esta
multidimensionalidad del plantéo tambièn indujo a diversas distorsiones en la
evaluaciòn de su enfoque.
TEORÍA DE LAS
ETAPAS DEL CAPITALISMO.
La principal
incomprensiòn del enfoque de Mandel proviene de los críticos10 que
identificaron su concepciòn con la de Kondratieff , interpretándola como una
teoría ¨automática y mecanicista¨ o cómo una visiòn juistificadora de la
¨regeneraciòn periódica del capitalismo¨12 .
Frente a estas
acusaciones, Mandel respondiò que su enfoque de los ¨períodos històricos
diferenciados¨ se limitaba a caracterizar la existencia de fases
cualitativamente distintas del capitalismo, sin postular una repeticiòn
indefinida cada 50 años, ni tampoco una sucesiòn inexorable de fases ascendentes
y descendentes. Mandel era un activo militante socialista, rechazaba la
perpetuaciòn del capitalismo y consideraba que la permanencia de las ondas
largas durante el siglo XX era consecuencia de la regresiòn del proyecto
socialista y no un simple efecto de la dinàmica del capitalismo. Y estimaba que
estas fases persistirìan en el futuro, mientras que el socialismo no lograra
éxitos emancipatorios definitivos a escala internacional. Para Mandel el orìgen
marxista de la teoría -que otros investigadores13 confirmaron- era un dato
indicativo del caràcter potencialmente revulsivo de esta concepciòn para la
economìa burguesa.
Muchos críticos
pierden de vista que Mandel simplemente perfeccionó la teoría marxista clàsica
de las etapas del capitalismo que propiciò Lenin. Este es el centro de su
enfoque, como acertadamente destaca McDonough14 al recordar que el problema de
las ¨fases periodizantes¨ no apareciò con Marx, sino durante la recuperaciòn
econòmica que sucediò a la larga depresiòn de 1873-96. Al caracterizar este
período Bernstein afirmaba que las crisis tendían a desaparecer como
consecuencia del nuevo funcionamiento monopólico, mientras que Kautsky afirmaba
que la ¨tendencia a la depresiòn crónica¨ se mantenìa inalterable. En cambio
Lenin -junto a Hilferding y Bujarin- introdujo la caracterizaciòn novedosa de
una nueva fase imperialista y esta nueva delimitaciòn del capitalismo en etapas
quedò incorporada a todo el pensamiento marxista posterior.
La tesis de
Mandel constituye una variante de esta herencia, pero aplicada a dilucidar los
rasgos centrales de la nueva fase de posguerra. Recurre a un procedimiento
anàlogo al utilizado por los teóricos del imperialismo, que caracterizaron la
etapa precedente resaltando el dominio del capital financiero (Lenin), el
choque entre la nacionalizaciòn e internacionalizaciòn del capital (Bujarin),
el agotamiento de la expansiòn territorial (Luxemburgo) o las nuevas formas de
regulaciòn monopólica (Hilferding).
Mandel amplìa
estos criterios al periodizar la historia del capitalismo combinando leyes de
acumulaciòn (¨endógenas¨) con desenlaces de la lucha de clases (¨exógenos¨). Su
enfoque es más integral que otras conceptualizaciones marxistas del problema de
las etapas del capitalismo que sòlo toman en cuenta el tipo de plusvalía
extraída (absoluta en la acumulaciòn extensiva y relativa en la intensiva), la
modalidad predominante del capital (financiero, industrial, comercial), la
forma del proceso de trabajo (taylorista, fordista, toyotista), el tipo de
competencia prevaleciente (libre cambio, monopolio, regulaciòn pública) o las
peculiaridades de la intervenciòn estatal (liberalismo, keynesianismo,
neoliberalismo). La tesis de Mandel no es una exótica implantaciòn de
categorías de Kondratieff, sino una forma de sintetizar jeraráquicamente cada
una de estas características en una teoría unitaria de las fases del sistema
social dominante desde el siglo XIX .
La
caracterizaciòn de las ondas largas constituye un fundamemto teórico de su
visiòn de la tercer etapa (tardía) del capitalismo. Compartió la
conceptualizaciòn de este nuevo perìodo con otros teóricos marxistas de las
ondas largas (Boccará, Fontvielle, Rasselet) y con autores que prescindieron de
este recurso conceptual (Sweezy, Dumenil). El terreno analìtico de Mandel es comùn
a todos estos autores -que reactualizaron la teoría clàsica del imperialismo- y
no a las distintas vertientes continuadoras de Kondratieff y Schumpeter.
Lo
verdaderamente original de Mandel es su desarrollo de la intuiciòn que formuló
Trotsky sobre las ¨curvas de desarrollo capitalista¨. Quiénes caracterizan que
realiza una inadmisible mixtura ¨eclèctica¨ entre esta hipótesis y el esquema
de Kondratieff15 no comprenden el sentido de la discusiòn que se desarrollò en
la ex-URSS. Trotsky no objetò la existencia de las ondas largas, sino su
interpretaciòn como simples ciclos de largo plazo resultantes de la dinàmica
interna de la acumulaciòn. Planteó que las guerras, las revoluciones o los
descubrimientos naturales eran desencadenantes de las curvas ascendentes y
Mandel completò esta reflexiòn, teorizándo la dinàmica contemporànea de estos
¨impactos exógenos¨ en la configuraciòn de las etapas del capitalismo.
LA GRAVITACIÒN
DE LA TEORÍA DEL VALOR.
La peculiaridad
del enfoque de Mandel es la relaciòn que establece entre las ondas largas y la
teoría del valor. Siguiendo a Rubín interpretò que esta última concepciòn
explica el funcionamiento del capitalismo y no sòlo el origen del beneficio en
la explotaciòn o el sustento teórico de los precios en el valor16. Las
conexiones entre las tasas de plusvalìa, el nivel de la acumulaciòn o la
composiciòn orgànica del capital con las fases de crecimiento o declinaciòn de
largo plazo que establece Mandel, derivan de esta interpretaciòn abarcativa de
la ley del valor. Su análisis de cada perìodo històrico del capitalismo como
etapas diferenciadas por la forma que adoptan las transferencias de valor
-entre regiones en el libre cambio, entre países en el imperialismo y entre
sectores en el capitalismo tardío- surge tambièn de su teoría del valor.
Mandel17 incluso
evaluó que su principal contribuciòn al pensamiento econòmico marxista radicaba
en la clarificaciòn de esta relaciòn y un comentarista18 -que no comparte su
punto de vista- igualmente concuerda en destacar que esta vinculaciòn entre la
teorìa del valor y las ondas largas es el rasgo original de su interpretaciòn.
Mandel introduce
la teoría del valor en tres planos. Primero cómo explicaciòn última de los
desequilibrios del capitalismo, en tanto sistema carente de planificaciòn y
regulado por la asignaciòn ex post de los recursos, luego cómo interpretaciòn
de la adaptaciòn del movimiento de los precios a la evoluciòn de los valores,
es decir al tiempo socialmente necesario para la producciòn de las distintas
mercancías en cada fase del ciclo y finalmente còmo fundamento de los
componentes ¨endógenos¨ de las ondas largas.
El primer nivel
de análisis esclarece el funcionamiento del capitalismo en el plano màs
abstracto y en esa medida esta explicaciòn constituye el basamento más general
de su visiòn de las ondas largas. El segundo plano apunta a establecer las
diferencias entre el ciclo y la onda, destacando que las fluctuaciones
periòdicas estàn totalmente gobernadas por la lògica de premios y castigos, que
la ley del valor impone a las empresas que respectivamente economizan y
derrochan trabajo social. En el tercer nivel explica còmo en las ondas esta
regulaciòn es diferente, tanto por el caràcter extraeconòmico de los impulsos a
la prosperidad, còmo por la intervenciòn prioritaria de ciertas variables -cómo
la composiciòn orgánica- que inciden en el largo plazo. Esta inter-relación
entre el movimiento fluctuante continuado de los ciclos y su perfil
predominantemente ascendente en la fase próspera de la onda y descendente en el
período opuesto es un importante aporte de Mandel.
En este tercer
nivel de análisis, el teórico marxista también destacó la centralidad de la
tasa de ganancia de corto plazo en el ciclo y de largo plazo en la onda. En
este plano contribuyò a esclarecer que la tendencia decreciente de la tasa de
ganancia no tiene un carácter secular, ni puramente rectilíneo. Algunos
autores, como Carchedi19, analizaron posteriormente más detalladamente esta
misma relaciòn y otros como Shaik20, introdujeron una imporatnte discusiòn al
opinar que la variable oscilante de la onda no es la tasa, sino la masa de
ganancia.
La distinciòn
entre el ciclo y la onda que planteó Mandel es cualitativa y no meramente
terminològica. Implica que las etapas històricas del capitalismo no estàn
conformadas por ¨ciclos largos¨, como piensan los partidarios de la corriente
marxista de la regulaciòn sistèmica. Autores de esta escuela endogenista, como
Boccará21, presentan una concepciòn muy integral de las ondas -correlacionando
variados elementos demogràficos, econòmicos, tecnològicos, monetarios y
organizacionales- pero caracterizando que operan cíclicamente como consecuencia
de su dependencia de fases de valorizaciòn y desvalorizaciòn del capital.
También Rasselet22 defiende esta repetitividad, al vincular cada ¨ciclo largo¨
con una forma predomiante de competencia (simple, desarrollada,
monopólica-simple, monopólica de estado). Y Fontevielle23 argumenta que su
previsible periodicidad surge del papel regulador que ejerce la tasa de
ganancia.
Mandel objeta
acertadamente que en esta visiòn se extrapolan las características del ciclo a
las ondas, omitiendo las diferencias entre un proceso más regido por la lògica
espontànea de la acumulaciòn y otro más guiado por las circunstancias
polìtico-sociales que signan a un período històrico. Esta fue la crítica de
Trotsky a Kondratief y subraya que el proceso de revalorizaciòn-desvalorizaciòn
del capital no se desenvuelve en el largo plazo con la regularidad
pronosticable del ciclo.
El principal
problema de identificar los ciclos con las ondas radica en el cambio de
perspectiva analítica que establece para el estudio de estas fases. En lugar de
investigar las condiciones de su posibilidad se tiende a presagiar su
auto-repeticiòn en màrgenes definidos de tiempo. En vez de investigar la
presencia del fenòmeno en el pasado y postular su eventualidad futura como
¨movimientos largos¨ (una denominaciòn adecuada que utiliza De Bernis24) se
analizan ciclos que operan con la misma periodicidad en el corto y en el largo
plazo.
Pero un error
inverso a esta interpretaciòn mecanicista es el rechazo frontal de las ondas,
argumentando que en el capitalismo contemporàneo todas las fluctuaciones de la
economìa son resultantes de la instrumentaciòn de polìticas gubernamentales.
Aunque esta observaciòn es típicamente keynesiana, algunos autores como Mattick
y Perez Izquierdo la aceptan presentándolas como expresiòn de la inestabilidad
estructural -y no del caràcter controlable- del capitalismo actual. Pero si las
ondas largas no existen porque cualquier tipo de ciclo ha cesado de actuar y es
por ello manejable (o incontrolable) con instrumentos fiscales e impositivos: ¿
A què se debe la perdurabilidad y periodicidad -tan comprobada en distintos
estudios- de estas fluctuaciones ? ¿ A què obedece la preocupaciòn de los
economistas por anticiparse a los ciclos, estimulando o enfriando la actividad
econòmica ?
Mandel se opone
correctamente a esta crìtica de las ondas, subrayando que esta objeciòn ignora
las raíces objetivas del cíclo en la actividad productiva capitalista y su
dependencia de los desequilibrios que impone la ley del valor.
Además, destaca
en una interpretaciòn que propuso -primero en 19601 y luego en 197626- que en
cada fase del ciclo la adaptaciòn de los precios a las productividades sigue el
movimiento de los valores y su determinaciòn por el tiempo socialmente
necesario para la producción de las mercancìas.
Por otra parte,
Mandel contrapone la duraciòn imprevisible de las ondas a la temporalidad
relativamente calculable del ciclo, definida por el perìodo predominante de
renovaciòn del capital fijo en cada etapa del capitalismo. En un primer texto2,
Mandel considerò que esta duraciòn se había reducido de 8-10 años en el siglo
XIX a 4-5 años en la posguerra, como consecuencia de la aceleraciòn de la
innovaciòn y el acortamiento del lapso que media entre el descubrimiento y la
aplicaciòn de nuevas tecnologías y atribuyò este achicamiento a la ¨carrera
armamentista¨.
Pero en los
ensayos posteriores25 que dedicò al origen de la teoría del ciclo en Marx y a
su desarrollo en ¨EL Capital¨26 no profundizò esta línea de análisis.Y en un
artìculo póstumo17 sòlo destaca que el carácter cìclico de la producciòn es una
ley del capitalismo, sin detallar cual es la temporalidad contemporànea de
estas fluctuaciones. En este tema, Mandel compartiò la indefiniciòn que parece
dominar en toda teoría económica27 .
UNA TEORÍA DE LA
LUCHA DE CLASES.
La atenciòn que
pone Mandel en la lucha de clases còmo proceso determinante del giro hacia una
onda larga ascendente y cómo elemento de la crisis de las fases descendentes
contrasta con la interpretaciòn institucionalista. Aunque este enfoque tambièn
asigna gran importancia a los acontecimientos polìtico-sociales focaliza sus
resultados en los cambios institucionales y no en la confrontaciòn clasista.
Para Gordon28 la
consolidaciòn y decadencia previa de las ¨estructuras sociales de acumulaciòn¨
definen el signo de las ondas y las ¨variables sociales¨ explican los cambios
operados en cada fase en mayor medida que cualquier otro proceso. Considera29
que el éxito del ¨boom de posguerra¨ obedeciò a los acuerdo del ¨capital con el
trabajo¨ y del ¨ciudadano con el estado¨, al afianzamiento de formas
empresarias corporativas y al marco internacional consagratorio de la hegemonìa
norteamericana y plantéa que la erosiòn posterior de estos pilares desembocò en
la crisis.
Estas tesis
tienen muchos puntos de contacto con el razonamiento de Mandel, pero son màs
afines a la caracterizaciòn de los ¨radicals¨ norteamericanos, que enfatizan la
determinaciòn institucional del capitalismo estadounidense y atribuyen sus
peculiaridades a la segmentaciòn (racial, sexual, generacional) del mercado de
trabajo30. Este enfoque es muy semejante al propuesto por la teoría de la regulaciòn31,
aunque en el tema de las ondas largas existe una importante controversia con
muchos autores de esta última corriente francesa32 .
El plantéo
institucionalista presenta dos divergencias metodològicas con el enfoque de
Mandel: la sustituciòn de la teoría del valor por las ¨categorìas intermedias¨
(por ejemplo, ¨estructuras sociales de acumulaciòn¨ equivalentes al concepto
regulacionista de ¨régimen de acumulaciòn¨)33 en la explicaciòn central de las
ondas largas y el cuestionamiento de la distinciòn ¨exógeno-endògena¨ como
cirterio de análisis34. Mandel respondiò destacando que la atención
institucionalista por los hechos polìtico-sociales es insuficiente, porque
conduce a presentar la sucesiòn de ¨estructura social de acumulación¨ como
procesos tan continuados y endógenos como los postulados por Kondratieff.
Pero en realidad
la principal discrepancia se ubica en la definiciòn del elemento rector del
signo de la etapa. Para Mandel, las denominadas ¨estructuras sociales de
acumulaciòn¨ cumplen una funciòn de dominaciòn de clase y cambian en relacion
con los resultados (es decir, con la correlaciòn de fuerzas) que emergen de la
lucha de clases. Acepta -como dice Rowthorn35 -que la burguesía no domina
mediante actos repentinos de opresiòn, sino a través de la paulatina
construcciòn de mecanismos de poder. Pero destaca que este tipo de
instituciones se erige a partir de los desenlaces de la confrontaciòn clasista.
Gunder Frank36
se equivoca cuando afirma que por ¨su ideologìa trotskista¨, Mandel introduce
artificial e innecesariamente la lucha de clases en las ondas largas. Al
contrario, al incorporar este enfrentamiento social en el análsis el teórico
del capitalismo tardìo evita la fetichizaciòn de las instituciones, cómo si
fueran entes rectores de la vida social surgidos de la natural convivencia
humana.
Mandel subraya
que todas las estructuras en que se apoyó el crecimiento de posguerra -desde
FMI hasta el ¨estado de bienestar¨- tienen sus raìces en la remodelaciòn de
formas de dominaciòn de la clase capitalista y destaca que la lucha de clases
es el eje de la tensiòn que reocorre a la sociedad contemporànea. Este
conflicto impide que parámetros evolutivos -cómo, por ejemplo, ¨el desarrollo
de los hombres¨ a travès de su calificaciòn educativa- puedan operar como
patrones centrales de las ondas largas, como ha sugerido recientemente
Fontivielle37.
Pero el
principal problema del enfoque institucionalista no es tanto la atenciòn que
pone en el papel de las instituciones en la historia de las ondas largas, como
su propósito de reemplazar con este análisis el estudio de las leyes del
capital. La tesis institucionalista ignora la tasa de plusvalìa, la composiciòn
orgànica o cualquier variable econòmica objetiva derivada de la teoría del
valor. Y esta omisiòn le impide aclarar porqué ciertas fases estructurales de
crecimiento perduran y otras abortan.
La centralidad
que Mandel atribuye a la lucha de clases implica, por otra parte, un abordaje
de ¨historia por abajo¨ opuesto a la ¨historia por arriba¨, que propone la
interpretaciòn hegemonista. Cuando Arrighi38 asocia el ascenso de cada onda
larga a un desenlace de rivalidades entre potencias y el descenso al ocaso de
un liderazgo internacional, su foco de atenciòn està exclusivamente centrado en
los conflictos entre clases dominantes. Por eso su teoría de los ¨ciclos
sistèmicos de acumulaciòn¨ vincula principalmente fases de expansiòn productiva
y de crisis financiera de la historia con el dominio mundial de sucesivas
potencias (Genova, Holanda, Inglaterra, Estados Unidos)39.
Este esquema
inspirado en Braudel ha sido objetado por su tendencia a desplazar el anàlisis
de la producciòn hacia aspectos financiero-mercantiles y por su desatenciòn de
las raìces econòmicas objetivas que explican el éxito y la decadencia de cada
potencia.40. También Mandel critica esta unilateralidad, pero su
cuestionamiento pone de relieve cómo el desenlace de las rivalidades
inter-imperialistas está conectado con la lucha de clases entre oprimidos y
opresores a escala internacional. Conceptualiza de què forma los episodios
centrales de esta confrontaciòn (por ejemplo, la revoluciòn rusa, el fascismo
aleman o la guerra de España) tuvieron un impacto estratégico definitorio en la
polìtica internacional.
Mandel aceptò
otras correlaciones que màs recientemente se han planteado entre los signos de
las ondas y la evoluciòn de la demanda efectiva, los flujos migratorios
internacionales o la tendencia de los procesos bélicos, educativos41 y de
consumo42. Pero siempre mantuvo la primacía explicativa asignada a la lucha de
clases.
En su revisiòn
de 1993, el teórico marxista intentò precisar còmo influyen exactamente los
¨impactos exógenos¨ sobre las ondas, recurriendo a un nuevo concepto: el ¨ciclo
de la lucha de clases¨, entendido como fases autònomas de intensificaciòn y
decrecimiento de las luchas sociales y de la acciòn revolucionaria de las
masas. Ilustrò con un gráfico de la historia europea la forma en que la curva
de estos acontecimientos se intersecta con el diagrama de las ondas largas.
Esta tesis tiene
puntos de contacto con la teoría de los ¨ciclos de insurgencia¨, que describe
cómo cuatro procesos de rebeliòn popular actuaron de puntos de inflexiòn de
fases Kondratieff43. Pero Mandel cuestionò el carácter ¨voluntarista y
fatalista¨ de esta interpretaciòn, que asocia el ascenso econòmico con la
cohesiòn social de la clase obrera y la obtenciòn de conquistas y el perìodo
opuesto con el debilitamiento de las organizaciones populares y la declinaciòn
de la militancia. Su tesis del ¨ciclo de la lucha de clases¨ tambièn se asemeja
a los trabajos que han desarrollado los investigadores del ¨labour unrest¨44,
para elaborar índices cualitativos de la resistencia de los trabajadores y
analizar su efecto en la historia contemporànea.
Pero estos
estudios encuentran correlaciones de las luchas populares con las guerras por
la hegemonìa internacional de las grandes potencias y no conexiones con
procesos de crecimiento y declinaciòn econòmicos.
Mandel destaca
que la lucha de clases opera como una ¨variable parcialmente autónoma¨ y
dependiente del nivel de militancia y tradiciòn polìtico-sindical de la clase
obrera gestado en la fase precedente. Señala que este proceso dá lugar a ciclos
que se desenvuelven de manera desincronizada con el movimiento de la economìa,
aunque co-determinando los puntos de inflexiòn de las ondas largas. Pero aunque
este esquema analítico es potencialmente fèrtil, todavía esta muy lejos de
haber demostrado su consistencia lògica y empìrica.
Este último
balance traza Bensaid45, cuando señala que no se ha probado de qué forma un
elemento tan indeterminado como la evoluciòn de la lucha de clases desencadena
ondas largas històricamente sucesivas. Tambièn Husson46, que encuentra fuertes
evidencias de estas fases para el capitalismo francès, destaca que la
explicaciòn fundada en la periodicidad de la lucha de clases no es
completamente satisfactoria.
En realidad, el
propio tèrmino ¨ciclo de la lucha de clases¨ es problemàtico, porque si bien en
el lenguaje polìtico cotidiano se reconocen estas etapas ( ¨la clase obrera
estàn en reflujo¨ o ¨en ascenso¨), la palabra ciclo -a diferencia de fase-
sugiere la mecánica analogìa con las fluctuaciones econòmicas, que Mandel tanto
objetaba. Esta confusiòn no anula su acierto de conceptualizar porqué en la
fase de agotamiento de la onda ascendente y durante el inicio del giro
descendente se procesan conflictos centrales de la confrontaciòn clasista.
En su esquema
existe, sin embargo, un punto oscuro en la causa de la temporalidad de las
ondas, que no parece resuelto con el concepto de ¨ciclo de la lucha de clases¨.
Arturo Guillen Romo47 señala esta dificultad, cuando afirma que si
acontecimientos ¨exógenos¨ tan inciertos como el resultado de la lucha de
clases determinan el inicio de fases expansivas: ¿Cúal es la razón de la
pendularidad del fenòmeno ?¿ Cómo se entiende su relativa regularidad en la
historia del capitalismo ?
Mandel avanzò en
plantear el problema y en abrir una fecunda linea de investigaciòn para
estudiarlo, aunque no logrò resolverlo. Su punto fuerte es la explicaciòn de
cómo ciertas fases de la lucha de clases se combinan con tendencias económicas
objetivas para desencadenar ondas ascendentes. Pero su punto debil radica en la
insuficiente demostraciòn de la lògica periòdica de este entrecruzamiento.
UNA TEORÍA DE
LAS REVOLUCIONES TECNOLÓGICAS.
La teoría de
Mandel incluye una concepciòn de las revoluciones tecnológicas, aunque sin
aceptar la interpretaciòn schumpeteriana de las ondas largas. Este último
enfoque48 atribuye la apariciòn de largos períodos de prosperidad al
surgimiento de cambios tecnològicos radicales y explica las fases depresivas
por la absorciòn econòmica de las nuevas tecnologìas y la preparaciòn de la
próxima oleada. Estima que el perìodo de amortizaciòn de las innovaciones
radicales determina la duraciòn y la sucesiòn regular de los ciclos
Kondratieff. Partiendo de esta caracterizaciòn se han desarrollado notables
investigaciones empíricas para demostrar la coincidencia de las bandadas
periòdicas de innovaciones con etapas de crecimiento prolongado49.
Mandel acepta
esta correlaciòn, pero considera que las oleadas no se explican por el cambio
tecnològico sino por el comportamiento de la tasa de ganancia de largo plazo.
Esta variable asciende en los períodos de prosperidad hasta el momento de la
crisis, induciendo la renovaciòn de la maquinaria obsoleta mediante el uso de
los capitales sobreacumulados y no invertidos en la fase precedente. Lo que
Mandel rechaza son las conclusiones ¨tecno-deterministas¨ de los autores schumpeterianos,
que diagnostican una inexorable sucesiòn de ondas largas, mecànicamente
inducidas por el reemplazo de tecnologías obsoletas. Su ènfasis en el
condicionamiento ¨exógeno¨ de las ondas es antagònico con la identificaciòn de
estas fases con simples extensiones de los ciclos cortos (Kitchen) o medios
(Juglar).
Kleincknecht50
polemiza con Mandel, afirmando que los capitalistas no innovan cuando se eleva
la tasa de ganancia, sino por el contrario, en los momentos en que la
retracciòn del beneficio los obliga a contrarrestar las pérdidas con el uso de
nuevas tecnologìas. Por eso considera que la innovaciòn comienza en las
actividades experimentales y en pequeñas series de altos costos.
Pero Mandel no
objeta que las innovaciones puedan originarse en una reacciòn capitalista
frente a menores rendimientos, sino que destaca correctamente que la difusiòn
de las nuevas tecnologìas se concreta cuando esta tendencia se ha revertido.
Mandel aclarò de
forma contundente su discrepancia conceptual con el ¨tecnologismo¨, pero su
teoría de las revoluciones tecnológicas es en cierta medida deudora del
schumpeterianismo. En primer lugar porque suscribe la tesis del carácter
discontinuo del proceso innovador, que los partidarios de esta escuela
defienden frente a la concepciòn gradualista. Este enfoque rechaza tanto la
distinciòn entre innovaciones básicas y radicales, como la propia existencia de
revoluciones tecnològicas y evalúa que las ondas largas constituyen ¨meros
accidentes históricos¨51. Aunque Mandel no intervino explìcitamente en este
debate, su teorìa se ubica en el campo de los defensores de las ´bandadas
innovadores¨, frente a quienes destacan que los cambios tecnològicas han
seguido històricamente un patròn acumulativo de trayectorias dispares y
variaciones azarosas52 .
En segundo
lugar, la periodizaciòn que presenta Mandel de las revoluciones tecnológicas es
muy semejante al esquema de Ch.Freeman. Subdivide a la primera en dos fases
-1800-47 en torno a la màquina de vapor y 1847-90 en base al motor fabricado
mecànicamente- situà a la segunda (1890-1940) en funciòn de la electricidad y
analiza la tercera (1940-70 en relación al impacto general de la economìa
armamentista, especialmente en la energìa nuclear. Su aporte original en este
plano fue asociar cada uno de estos episodios con cambios en las modalidades de
transferencia de la plusvalía, desde el sector de bienes de capital a bienes de
consumo durante la primera revoluciòn tecnológica, en el sentido opuesto
durante la segunda y desde empresas de baja a alta automatizaciòn durante la
tercera.
Con este
anàlisis buscó demostrar que la apariciòn y extinciòn de las ¨rentas
tecnològicas¨ se vincula con formas cambiantes de apropiaciòn de la plusvalìa.
Algunos comentaristas52 opinan que sobrevaloró el papel de la energìa en
desmedro de las máquinas herramientas, al caracterizar la singularidad de cada
revoluciòn. Ese señalamiento parece acertado, por lo menos en relaciòn a su
exagerada ponderaciòn del rol de la energìa nuclear durante la posguerra.
Pero un aporte
indudable de Mandel fue su pionera atenciòn a la funciòn reorganizadora del
proceso de trabajo que cumplen las revoluciones tecnológicas. Del intenso
debate que existe entre los expertos sobre la fase de apariciòn de las
innovaciones radicales -prosperidad para Ch. Freeman53 y depresiòn para
Mensch54 -y en torno a la forma en que se combinan las innovaciones de producto
y proceso en cada onda larga55, Mandel retuvo un aspecto de especial interès
polìtico-social. Estudiò cómo los capitalistas aprovechan los períodos
depresivos de aumento de la desocupaciòn para generalizar la instauraciòn de
normas ¨racionalizadoras¨ de la actividad laboral (generalizaciòn del
taylorismo en 1914-40, ¨desregulaciòn laboral¨ en las ùltimas dos dècadas).
Coombs56 opina que bajo la influencia de Braverman, Mandel incorporó esta
problemàtica del proceso de trabajo en su esquema, que inicialmente estaba más
centrado en la temática schumpeteriana de la innovaciòn.
Si esta
influencia reforzó su atenciòn en el proceso de trabajo, la caracterizaciòn de
Lange de la revoluciòn industrial cómo un acontecimiento històrico único, lo
llevó a corregir la denominaciòn inicial de ¨nueva revoluciòn industrial ¨ por
el adecuado tèrmino de revoluciones tecnològicas. En este terreno, Mandel se
diferenciò nìtidamente del plantéo de la ¨revoluciòn científico-técnica¨,
postulada por los teóricos del ¨ex bloque socialista¨57 .
Distinguiò
implícitamente entre revoluciones científicas -descubrimientos claves
reconocidos por la comunidad cientìfica- de revoluciones tecnològicas
-innovaciones radicales que impactan en el conjunto de la actividad productiva.
Y tuvo en cuenta esta diferenciaciòn para caracterizar que la ciencia està
sometida en el capitalismo al filtro de la rentabilidad y no opera como una
¨fuerza productiva autònoma¨ y rectora de la ¨civilizaciòn actual¨, como
planteaban los teóricos pro-soviéticos. Partiendo de esta comprensiòn, Mandel
destacó correctamente que las ondas largas estàn vinculadas a las revoluciones
tecnològicas y no a los ¨ciclos del conocimiento científico¨ teorizados por
esos autores.
LA CRITICA AL
ESTANCACIONISMO.
Con su teoría de
las ondas largas, Mandel se apartò de la tradiciòn dogmàtica de repetir
conceptos de marxistas ordodoxos como si fueran sentencias bíblicas. Esta postura
lo indujo a replantear críticamente la tesis de la ¨declinaciòn històrica del
capitalismo¨ de Lenin y del ¨estancamiento de las fuerzas productivas¨ de
Trotsky.
Mandel59 acepta
que la etapa progresiva del capitalismo concluyò en 1914, pero únicamente en el
sentido de una creciente preeminencia posterior de los aspectos más negativos
de este sistema. Este predominio no implica estancamiento econòmico, ni
descomposiciòn del capitalismo de forma semejante al padecido, por ejemplo, por
el modo de producciòn esclavista. Destaca que la guerra, los genocidios, la
explotaciòn se multiplicaron en el siglo XX, socavando los pilares del progreso
de la civilización. Pero considera que estas tendencias no eliminan el sustento
objetivo del capitalismo en el crecimiento, la competencia y la innovaciòn. Por
esta razòn este sistema econòmico no puede detener, regular, ni tampoco
atemperar las crisis de sobreproducciòn.
Mandel explicò
mediante las ondas largas cómo una nueva etapa històrica del capitalismo había
irrumpido en el mismo siglo de la proclamada ¨fase final y agònica¨ de este
règimen social. Frente a este hecho, reformulò la definiciòn de ¨etapa
declinante¨ identìficàndola con la pèrdida de fuerzas espontàneas de este
sistema y con el creciente auxilio extra-econòmico a la continuidad del proceso
de acumulaciòn. Por eso asignò tanta importancia al ¨shock exògeno¨ en el
inicio de una onda expansiva. Es sorpredente que a pesar de esta
caracterización, algunos autores60 acusen a Mandel de ¨economicismo¨ y
¨subestimaciòn de la polìtica¨.
La teoría de las
ondas largas fue caratulada de ¨pro-capitalista¨ en la prensa de varios
partidos trotskistas, que le dirigieron críticas bastante semejantes a las
planteadas en los años 30 contra Kondratieff en la ex URSS. Este cuestionamiento
generalmente desconoció que las tesis de Mandel se oponen explìcitamente a la
interpretación de las ondas largas como etapas de recreaciòn eterna del
capital. Sus críticos continuaron destacando que la ¨decadencia¨, el
¨parasitismo¨ y el ¨rentismo financiero¨ impedían el desarrollo de una tercer
etapa del capitalismo, cómo si la historia hubiera predeterminado que este
régimen social debía atravesar sólo por dos fases delimitadas por el año 1914.
Los objetores también eludieron caracterizar el significado de los todos los
indicadores de posguerra de incremento de la productividad, mejora del salario
real y expansiòn de los mercados.
Mandel61
polemizó especialmente en los años 70 contra la tesis expuestas por el
dirigente trotskista Lambert y desarrolladas por el teòrico Fourgueyrollas62.
Este último enfoque invalidaba la existencia de ondas largas ascendentes
contemporàneas, argumentando que en el siglo XX las ¨fuerzas productivas
cesaron de crecer¨. Pero como cualquier evidencia econòmica refutaba esta
afirmaciòn, sustituyeron la caracterizaciòn objetiva de las fuerzas productivas
por una definiciòn romàntica del ¨desarrollo del hombre en tanto fuerza
productiva por excelencia¨. En lugar de analizar las fuerzas productivas
sociales en sus componentes humanos (potencialidad del trabajo materializada en
la capacitaciòn laboral de los asalariados) y materiales (instrumentos de
trabajo) describían cómo el desenvolvimiento del ser humano se ha frustrado en
las ùltimas dècadas. Este argumento se desvaneciò al poco tiempo, porque las
observaciones casi religiosas sobre el grado de realización o desgrarramiento
del hombre, no tienen ninguna relaciòn con el anàlisis objetivo de una etapa
del capitalismo.
Algunos resabios
de esta argumentaciòn contra las ondas largas perdura actualmente, aunque sin
la anterior justificaciòn ¨en la opresiòn del hombre¨. Este insostenible
enfoque ha sido sometido a una revisiòn excelente y a una crìtica demoledora
por parte de otros analistas64. Aunque en este caso cabe recordar, que con
todas sus insuficiencias la teoría de las ondas largas le permitiò a Mandel
anticiparse en varias dècadas a este acertado balance, subrayando las
distorsiones del razonamiento estancacionista.
DETERMINISMO
HISTÓRICO-SOCIAL.
Mandel elaboró
su teorìa de las ondas largas aplicando un tipo de determinismo
històrico-social basado en el materialismo històrico.
El criterio
¨endògeno-exógeno¨ que propuso para esquematizar estas fases expresa
acabadamente esta metodologìa. Tomó el término ¨exógeno¨ de la teoría
convencional del ciclo, que asocia este concepto con el impacto de factores
extraeconòmicos (como el clima, la psicologìa de los agentes o las
expectativas) sobre las etapas de auge y prosperidad de corto plazo65. Pero
aclarò66 que su caracterizaciòn se inspirò conceptualmente en la tesis del
¨shock sistémico¨ de Forrester67.
Mandel
re-elaborò esas nociones dentro de su modelo de leyes del capital operando en
el largo plazo en combinación con variables parcialmente autónomas. Esta
mixtura es su principal aporte metodològico, ya que plantéa concebir la
reproducción capitalista como una sìntesis de tendencias que determinan cierta
direcciòn y velocidad del proceso de acumulaciòn, en funciòn de impactos
polìticos, sociales e històricos cruciales. Considera que este proceso
contradictorio e inestable está socavado por los desequilibrios intrínsecos del
capitalismo y está sujeto, ademàs, a una desincronizaciòn temporal que
Bensaid45 ha bautizado ¨la disonancia del tiempo¨.
Esta forma de
análisis es diametralmente opuesta al determinismo naturalista de los críticos
neoclásicos, que desacreditan la teoría de las ondas largas presentándola como
una ¨elucubración de ciencia ficciòn¨ y afirmando que ¨el ciclo està
cientìficamente comprobado, mientras que las ondas largas son pura
especulaciòn¨68. Acostumbrados a abordar el problema del ciclo en el horizonte
del corto plazo y con la metodologìa walrasiana del equilibrio, los economistas
marginalistas son incapaces de entender la periodizaciòn històrica de un
sistema que consideran natural y eterno.
El transfondo
metodológico de la objeciòn neoclàsica es la concepciòn fisicalista del
equilibrio. Con este fundamento Avramov69 opina que la teoría del ciclo inspirò
-durante todo el siglo XX- un sòlido programa de estudios econométricos y
fructìferas orientaciones de polìtica econòmica, mientras por las ondas largas
ni siquiera lograron ¨estabilidad epistemològica¨ o consistencia empírica.
Pero lo que este
crìtico no logra distinguir es el cariz principalmente econòmico del ciclo e
històrico de la onda, porque en su concepciòn el capitalismo es un sistema
sujeto a los vaivenes naturales de la euforia y la depresiòn de los negocios y
no un modo de producciòn históricamente transitorio y por esta razòn,
delimitado en etapas de funcionamiento muy diferentes.
Al ignorar las
ondas largas, la visiòn neoclàsica no puede comprender los cambios de
modalidades del ciclo en cada fase del capitalismo. En primer lugar, porque
razonan siguiendo la metàfora walrasiana del lago, que compara las
fluctuaciones de corto plazo con transitorios vientos perturbadores de la
tranquilidad natural de la economìa. En segundo término, porque suscriben el
enfoque de la síntesis neoclásico-keynesiana de posguerra, que identificò a los
ciclos con impactos exteriores sobre una estructura estable que se balancéa
pendularmente (¨rocking horse¨) absorbiendo estos efectos. Louca70 explica de
manera contundente porquè esta concepciòn mecànica -que se basa en la
extrapolaciòn de los conceptos ingenieriles de fuerzas impulsoras y mecanismos
del propagaciòn al análisis econòmico- no permitió avanzar en la comprensiòn
del ciclo y es inservible para el estudio de las etapas del capitalismo.
Pero el mayor
problema radica en que esta teoría es la referencia conceptual de las
distinitas mediciones que se han hecho para demostrar o refutar empíricamete la
existencia de las ondas largas.Y aquí aparece otra diferencia central con el
enfoque de Mandel, que no participò en la discusiòn empírica -actualmente
irresuelta- del problema, sino que enfatizò el carácter històrico de estos
acontecimientos.
Mandel plantéa
la necesidad de recurrir a un amplio márgen de flexibilidad para la
periodizaciòn exacta de las fases, en oposiciòn a los investigadores
instrumentalistas que buscan sólamente corroborar o refutar la existencia de
las ondas. Esta inclinaciòn empirista se observa, por ejemplo, entre los
autores que intentan correlacionar las ondas largas con fases de novedad,
maduraciòn y standarizaciòn del ¨ciclo de vida de los productos¨ (Glubler y
Nakiceovic71 para el transporte, la energìa y la producciòn de acero, Brooks72
para ¨curvas S¨ de otros productos).
Mandel apunta a
demostrar la coherencia de las ondas con la especificidad històrica del
capitalismo y por eso se diferencia de investigadores como Goldstein73, que
sitúan el centro de esta problemàtica en la corroboraciòn empírica.
El teórico
marxista se limitò a puntualizar que las variables de la producciòn debían
priorizarse en el càlculo, pero no participó en la controversia sobre cual es
el mètodo economètrico más adecuado (descomposiciòn clàsica de series de
tiempo, espectral, filter design) para estimar las ondas74.
Al jerarquizar
la dimensión cualitativa del problema, Mandel se mantuvo fiel al programa
polìtico-social inicial de estudios de estos procesos. Aplicò un ¨mètodo
histórico, que acertadamente Louca75 diferencia del ¨metodo economètrico¨,
porque este último procedimiento exige un tipo de estabilidad de los datos
estructurales que resulta inviable para el análisis de las ondas largas.
Louca considera,
ademàs, que el ¨determinismo paramètrico con variables semi-autònomas¨
utilizado por Mandel presenta dos méritos metodològicos: es opuesto al
fatalismo mecanicista del marxismo de la II Internacional y asimila toda la
tradiciòn heterodoxa de incluir variables cualitativas (como la expectativa
keynesiana o la innovaciòn schumpeteriana) en el análisis econòmico. Esta
evaluaciòn es apropiada, aunque es màs correcto caracterizar que la óptica de
Mandel se asemeja al nuevo materialismo històrico (desarrollado entre otros por
Perry Anderson) y que expuso con nitidez en sus ensayos propiamente
historiogràficos76 .
Su modalidad de
aplicaciòn del determinismo histórico-social es no sólo opuesta al
hiperdeterminismo walrasiano y endogenista, sino también al indeterminismo
heteroxodo que se basa en cuestionar la existencia de leyes del capital. Tanto
los autores keynesianos -que jerarquizan el análisis de las expectativas de
corto plazo- como los evolucionistas -que describen la interacciòn entre
individuos y su medio ambiente- no prestan gran atenciòn a las fases de
crecimiento o decrecimiento de largo plazo, porque rechazan la caracterizaciòn
marxista de un cierto devenir del proceso de acumulaciòn capitalista. Este
desinterès desemboca en hostilidad abierta, cuando se caracteriza a las tesis
de las ondas largas como un ejemplo consumado del ¨teleologismo marxista¨.
Pero esta
crítica resulta inaplicable a Mandel, que se ubicó en las antípodas de
cualquier fatalismo al insistir en la gravitaciòn de las ¨variables autónomas¨.
El teórico marxista precisó tambièn cuales son las leyes rectoras de la
reproducciòn y de la crisis del capitalismo y demostró asi contra la
heterodoxia, porquè el rumbo del capitalismo no es puramente contingente, azaroso
ni imprevisible.
LA IMPORTANCIA
ACTUAL DE LA TEORÍA.
Es evidente que
la teoría de las ondas largas es una gran referencia para todos los estudiosos
interesados en evalùar la hipótesis de una cuarta fase del capitalismo al
comienzo del nuevo siglo. La teoría binda el marco analìtico para formular este
diagnóstico y la interpretaciòn de Mandel define cuales son los elementos a
tomar en cuenta para esta caracterizaciòn. Pero frente a este problema el
propio juicio de Mandel parece insuficiente por dos razones: han pasado siete
años muy ricos en acontecimientos cruciales desde el estudio que realizò antes
de morir y además, su última reflexiòn presenta varios inconvenientes.
Mandel6 rechazò
tajantemente la idea de una nueva fase ascendente insistiendo en la continuidad
de todos los aspectos que caracterizaron a la crisis iniciada a mitad de los
70: declinaciòn de la tasa de ganancia de largo plazo, estrechamiento de los
mercados, indefinición en el liderzgo mundial y descontol financiero. Pero
enfatizaba dos elementos centrales: el ¨empate¨ social de la clase obrera y la
burguesía y las grandes limitaciones del proceso de restauración capitalista en
Rusia, China y Europa Oriental. Reconociò77 que se estaban procesando
transformaciones de gran envergadura -como la privatizaciòn de la emisiòn
monetaria y un gran avance en la internacionalizaciòn de la economìa- pero
opinaba que estos cambios tenìan un efecto agravante de la crisis. Consideraba,
además, que el peso social creciente de la clase trabajadora obstruía
sensiblemente la posibilidad de una nueva etapa del capitalismo.
Pero este
diagnósico no se puede mantener invariable ante a los cambios vertiginosos que
se están produciendo en la escena internacional. Si al comienzo de los 90 estas
transformaciones sólo eran perceptibles, al finalizar este decenio se han
tornado muy evidentes. Continuar afirmando que ¨perdura la onda larga
decreciente¨ sin considerar estas modificaciones conduce a congelar e
inutilizar el modelo analítico de Mandel.
La utilidad de
este esquema radica en su oposiciòn a la tesis catastrofista de una ¨crisis
interminable de pudrimiento prolongado del capitalismo¨(que de hecho parece
dominar entre la mayoría de los economistas marxistas y en gran parte de la
heterodoxia) y al plantéo opuesto de reversiòn automàtica de la crisis (que
defienden los neoliberales).
Esta falsa
polaridad puede superarse siguiendo tres sugerencias metodològicas. Primero
evitar razonar por mera oposiciòn (¨si la derecha dice que concluyò la crisis,
nosotros repetimos que subsiste¨), segundo recordar que una onda larga
ascendente no es inexorable (como estiman los schumpeterianos que diagnostican
desde años la existencia de un 5to ciclo Kondratieff), pero tampo es imposible.
Finalmente, hay que apartarse del modelo omnipresente de la posguerra y
estudiar otros perìodos màs fértiles para interpretar para la situaciòn actual,
como por ejemplo la etapa de 1890 a 1914.
En varios textos
que presentaremos próximamente ilustraremos cuales son los aspectos de
reorganizaciòn que están modificando el funcionamiento general del capitalismo
y que delinean una nueva etapa, aún embrionaria y coexistente con la crisis de
la fase anterior. Estos elementos pueden resumirse de manerar telegráfica y
encajada con el esquema de Mandel en los siguientes rasgos.
En primer lugar,
la gran ofensiva del capital sobre el trabajo ha modificado drásticamente la
relaciòn de fuerzas con los trabajadores. Persiste un retroceso, que no es
irreversible ni satisface las exigencias de valorizaciòn del capital, pero que
ha creado un paisaje muy regresivo del trabajo en el plano social a partir de
la expansiòn del desempleo, la pobreza y la precarizaciòn laboral. Este cambio
tiene un impacto tan importante, cómo la ¨crisis del proyecto socialista¨ sobre
el nivel de conciencia de los trabajadores.
En segundo
tèrmino se està registrando una gran expansiòn del capitalismo en el plano
geográfico -con la penetraciòn masiva en los ¨ex países socialistas- y tambièn
en la esfera sectorial, con la generalizaciòn de las privatizaciones y la
mercantilizaciòn de la salud, la educaciòn y la cultura. Existe un salto
cualitativo en la mundializaciòn, especìficamente basado en la
internacionalizaciòn productiva que comandan las ¨empresas transnacionales¨ y
esta transformaciòn modifica la acciòn de la ley del valor en varios planos.
En tercer lugar
una nueva revoluciòn tecnológica, basada en la difusiòn de la microelectrònica
y las nuevas tecnologìas de la informaciòn, se està desenvolviendo
aceleradamente con creciente incidencia en la productividad y la organizaciòn
del trabajo. El imperialismo norteamericano ha logrado una recuperaciòn
hegemònica no sólo en su liderazgo polìtico-militar, sino tambièn en el campo
econòmico. La desregulaciòn financiera expresa y acentùa las grandes
transformaciones en curso en la esfera productiva.
En cuarto
tèrmino es indiscutible la recuperaciòn de la tasa de ganancia de corto plazo,
aunque no parece resuelta la crisis de valorizaciòn por la limitada depuraciòn
de capitales obsoletos, que son rescatados mediante auxilios estatales ante
cada amenaza seria de crack bancario. La crisis de realizaciòn ha pasado a
primer plano como resultado de la contracciòn de la demanda solvente, a su vez
derivada de la sucesiòn de ¨ajustes´ neoliberales y de la gran polarizaciòn de
ingresos a nivel mundial. La funciones garantes de la acumulaciòn por parte del
estado ocupan un papel primordial, deteriorando la legitimidad polìtica de la
dominaciòn capitalista.
La teoría de las
ondas largas permite orientar el anàlisis de estas transformaciones, que
delinean una nueva etapa en condiciones de crisis no completamente zanjada y
con modalidades de crecimiento muy novedosas. Mandel no llegò a estudiar estos
cambios y en cierta medida se resistiò a abordarlos, pero desarrrollò la
concepciòn màs adecuada para llevar adelante este desafío intelectual.
UN TEÓRICO DEL
MARXISMO MILITANTE.
La teoría de las
ondas largas forma parte de la excepcional producciòn teórica que desarrollò
Mandel. En esta concepciòn están presentes todos los rasgos de su marxismo
simultáneamente ortodoxo y abierto, tan elogiado por varios comentaristas78. En
su enfoque de las ondas largas aparece su peculiar fusiòn del corpus
tradicional del marxismo con los principales aportes de las ciencias sociales contemporàneas,
el rechazo de la simplificaciòn vulgar y del dogmatismo estèril y la búsqueda
de una explicaciòn totalizadora del funcionamiento de la sociedad
contemporànea.
Este abordaje
multidimensional lo convirtiò en una referencia obligada de todos los marxistas
contemporàneos.
Su concepciòn de
las fases del capitalismo resume también otro rasgo general de su pensamiento:
el ensamble de la teoría con la pràctica polìtica socialista. Cómo destacan los
reseñadores de su intensa vida79, Mandel fue un teórico del marxismo militante.
Cada página que escribió estuvo conectada con su batalla de revolucionario por
construir una sociedad emancipada de la explotaciòn. Gran parte de sus
admiradores y críticos estiman que el motor de este compromiso fue un desmesurado
¨optimismo¨. Y se podrìa atribuir a este rasgo su resistencia a considerar la
eventualidad de otra fase ascendente del capitalismo. Sin embargo, si se
contextualizan sus caracterizaciones -comparàndolas especialmente con los
planteos de otros marxistas de su generaciòn- sus anàlisis no padecen de falta
de realismo, dentro del márgen de errores que inevitablemente conlleva la
acciòn polìtica.
El optimismo de
Mandel expresò su convicciòn en el socialismo y esta confianza es un componente
central de este proyecto emancipatorio. Actualizarlo requiere clarificar la
etapa actual del capitalismo y utilizar esta caracterizaciòn para renovar la
lucha en favor de una sociedad liberada de la miseria y de la explotaciòn.
Razón y
Revolución n 7, verano 2001,
Revista da
Sociedade Brasileria de Economía Políltica, n 7, dezembro 2000, Sao Paulo.
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