Estamos frente a una nueva etapa activa de
nuestro statu quo bélico permanente.
Los pueblos de Israel y el de los dos proto-
estados de hecho, que conforman la sociedad palestina, están muy ajenos a esta
nueva edición de barbarie.
En Israel el horizonte está marcado por las
elecciones de enero próximo y en Gaza, Hamas se realinea en un nuevo mapa
político regional, que lo posiciona ventajosamente frente a Fatah en
Cisjordania.
La intención parece ser que el final de la
agonía de los Acuerdos de Oslo, la llegada de su muerte inexorable, por la que tanta gente
trabajó sin descanso, sepulte en el abrazo de oso final a la ANP.
Por su parte los israelíes deben comprender la
relación entre la lucha por una sociedad más justa y acabar con la ocupación.
Se debe terminar de comprender en Israel que el neoliberalismo obnubila la
lógica más elemental entre la subsistencia cotidiana y la dignidad humana. No
debe quedar ninguna duda que
si queremos volver a vivir mejor, y elevar nuestra calidad de vida, debemos terminar con la ocupación. Así podremos recuperar nuestro estándar de vida perdido, sumando a ello el bienestar moral que perdimos hace muchos años con ella. Para esto debemos acabar con la colonización, pues no duden que van de la mano.
La lógica de la próxima guerra no puede guiar nuestra política zonal. Si repasamos cifras, la Operación Plomo Fundido costó 950 millones de dólares. Cada hora de avión no tripulado cuesta 1500 $, cada hora de helicóptero 5000$, y un avión de guerra tiene un costo por hora de 15000$.
La ocupación nos enfermó en todos los sentidos del término, los temas políticos no se pueden gestionar a través de soluciones militares. Es poco probable sostener mucho tiempo más la perspectiva de un pueblo palestino en el marco de un plan de ocupación y no de autodeterminación con dignidad. Este es el resultado de sobreponer las soluciones militares a las soluciones políticas. Nuestro costo es un país más pobre y una democracia más desgarrada.
El juego de Hamás es el mismo que el de nuestro establishment, la lógica de la próxima guerra lo exime de una perspectiva de política de estado y la promoción del desarrollo de su pueblo. El reacomodamiento que opera frente a la emergencia de sucedáneos más radicales lo colocan en una posición de excelencia. Mimado por Egipto y emires, parece haberse ganado una errónea reputación de actor racional, responsable y portador de un pensamiento estratégico capaz de aportar a una distención en puertas.
Estamos en el abismo, hace tiempo que estamos en caída libre y la hora de los pueblos aún no parece llegar.
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Militante por la coexistencia judeo-árabe y un camino alternativo a la globalización neo-liberal. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).Derechos reservados: Instituto Campos Israel ISBN963-03- 0316- 2 מסת"ב
si queremos volver a vivir mejor, y elevar nuestra calidad de vida, debemos terminar con la ocupación. Así podremos recuperar nuestro estándar de vida perdido, sumando a ello el bienestar moral que perdimos hace muchos años con ella. Para esto debemos acabar con la colonización, pues no duden que van de la mano.
La lógica de la próxima guerra no puede guiar nuestra política zonal. Si repasamos cifras, la Operación Plomo Fundido costó 950 millones de dólares. Cada hora de avión no tripulado cuesta 1500 $, cada hora de helicóptero 5000$, y un avión de guerra tiene un costo por hora de 15000$.
La ocupación nos enfermó en todos los sentidos del término, los temas políticos no se pueden gestionar a través de soluciones militares. Es poco probable sostener mucho tiempo más la perspectiva de un pueblo palestino en el marco de un plan de ocupación y no de autodeterminación con dignidad. Este es el resultado de sobreponer las soluciones militares a las soluciones políticas. Nuestro costo es un país más pobre y una democracia más desgarrada.
El juego de Hamás es el mismo que el de nuestro establishment, la lógica de la próxima guerra lo exime de una perspectiva de política de estado y la promoción del desarrollo de su pueblo. El reacomodamiento que opera frente a la emergencia de sucedáneos más radicales lo colocan en una posición de excelencia. Mimado por Egipto y emires, parece haberse ganado una errónea reputación de actor racional, responsable y portador de un pensamiento estratégico capaz de aportar a una distención en puertas.
Estamos en el abismo, hace tiempo que estamos en caída libre y la hora de los pueblos aún no parece llegar.
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Militante por la coexistencia judeo-árabe y un camino alternativo a la globalización neo-liberal. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).Derechos reservados: Instituto Campos Israel ISBN963-03- 0316- 2 מסת"ב
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