Análisis de la
clase V de 'Derrames. Entre
el capitalismo y la esquizofrenia', de Deleuze
“Clase
V. Economía política y psicoanálisis. Inconsciente maquínico e intensidades”, en Derrames. Entre el capitalismo y la esquizofrenia.
2005. Cactus. Bueno aires.
I: Del psicoanálisis como subconjunto
del capitalismo
En esta clase, dictada el 15 de febrero de 1972, Deleuze
se desentiende rápidamente de problemas teóricos, y se declara práctico, o
mejor, estrictamente funcionalista, en el sentido siguiente: “¿cómo funciona el
inconsciente? Digo que nunca funciona en términos edípicos, en términos de
castración o en términos de pulsión de muerte” (pp. 83). La clase comienza con
la premisa de que hay algo, “una operación”, que hace que el psicoanálisis
pertenezca fundamentalmente al capitalismo, no a nivel teórico, sino “a nivel
de la pura práctica” (Ibíd.).
Marx, dice Deleuze, entiende que la economía política
“comienza verdaderamente con Adam Smith y con Ricardo” (Ibíd.). ¿Qué hacen
Smith y Ricardo para ser considerados `por Marx como los fundadores de la
Economía política? “Lo que Lutero en el dominio de la religión: en lugar de
volver a unir las religiosidades a las grandes objetividades, han hecho la
reconversión que la relacionará con el sujeto, con la fe subjetiva” (pp. 84).
Con el desarrollo del capitalismo, Smith y Ricardo re-flexionan sobre el
problema de la esencia de la riqueza, y encuentran que ésta ya no está ligada a
las objetividades, sino al sujeto mismo: Ricardo la encuentra “como acto de
producir cualquiera sea”; y Smith, por su parte, ve a “la esencia de la riqueza
como (la) actividad de producir en general, sin ningún privilegio de una sobre
otra” (Ibíd.). Eran necesarias, dice Deleuze, las condiciones objetivas de
producción industrial del capitalismo, para que se realizara esta reconversión
de la esencia de la riqueza, desde las grandes objetividades a la actividad
subjetiva de producir en tanto que tal.
Foucault, por su parte, atribuye el acto del nacimiento
de la economía política, al hecho de “que con Smith y Ricardo se descubre en la
actividad subjetiva de producir algo irreductible al dominio de la
representación” (Ibíd.). Se realiza aquí, dice Deleuze, una “conversión
epistemológica (…) tan clara que cambia el dominio del saber; (se) tiende hacia
un saber sostenido por un dominio no representativo (…)” (Ibíd.).
¿Qué sucede con Freud y el Psicoanálisis? Deleuze va a
decir que Freud “es el Ricardo, el Smith de la psiquiatría” (pp. 85). ¿Por qué?
Porque del mismo modo que los primeros economistas políticos descubrieron la
esencia abstracta de la riqueza en el concepto de trabajo abstracto,
“relacionando la riqueza ya no con objetividades sino con la actividad de
producir en general (…)”, del mismo modo “Freud descubre la esencia abstracta
del deseo ya no del lado de las grandes objetividades (…) sino en la actividad
subjetiva del deseo. A esta actividad subjetiva o esencia abstracta la llama
libido” (Ibíd.).
Ahora bien, y esta es la crítica sine qua non que Marx
hace, de una lado, sobre la economía política, y Deleuze, por otro, sobre el
psicoanálisis, a saber; que tanto Smith como Ricardo en el primer dominio, como
Freud y su escuela en el segundo, van a realienar sus descubrimientos, esto es,
la categoría de acto de producir como esencia de la riqueza por un lado, y la
libido como esencia abstracta del deseo por otro, en nuevas territorialidades.
¿Cómo se produce esta re-alienación en el caso de Smith y
Ricardo? La alienación ya no operará en un estado de cosas objetivo, sino en el
acto mismo, es decir, “es la realienación del trabajo como esencia subjetiva de
la producción en las condiciones de la propiedad privada” (pp. 85) (subrayado
por mí).
El psicoanálisis, por su parte, operará el acto de la
siguiente manera: Freud realienará su descubrimiento del deseo como libido
“sobre una nueva base correspondiente al descubrimiento mismo. (…) es la
realienación de la actividad subjetiva del deseo determinada como libido en las
condiciones subjetivas de la familia. De esto resulta Edipo” (pp. 86)
(subrayado por mí).
En síntesis, capitalismo y psicoanálisis realizan dos
procesos análogos de realineación de sus descubrimientos:
Capitalismo/producción/propiedad privada
Psicoanálisis/libido/catexis familiarista
El psicoanálisis, dice Deleuze, se incrusta como
“subconjunto del conjunto capitalista”. En el capitalismo existen dos
movimientos constantes: desterritorialización/reterritorialización. “Por un
lado la descodificación y la desterritorialización de los flujos, que es el
polo descubierto de la actividad subjetiva. Por otro y al mismo tiempo no cesa
de reterritorializarse (…)” (Ibíd.). Este doble juego se “hace una primera vez
en las condiciones de la propiedad privada, y esto es la economía política. Y
una segunda vez en la familia subjetiva moderna, y ese es el momento del
psicoanálisis” (Ibíd.). Es “en este sentido-dice Deleuze-(que) el psicoanálisis
pertenece al capitalismo no menos que el mercado, no menos que el banquero, no
menos que el industrial” (Ibíd.).
II: Sobre mitos y fábricas
“¿El viejo Freud encuentra Edipo en su auto-análisis,
como dice todo el mundo, o lo encuentra en su cultura?” (pp. 87). En lo que
podríamos llamar el segundo momento de la lección, Deleuze se centra en la
cuestión del mito y el psicoanálisis. Dice que Anzieu distingue dos periodos
respecto de este problema, a saber: “en un momento todo funciona bien, se
analiza y se hace un estudio exhaustivo de los mitos y las tragedias. Después
hay un momento en que la moda pasa” (pp. 87-88). En este momento de la clase un
estudiante hace una intervención; “¿Y Levi-Strauss? (…)”, a los que Deleuze
responde: “Hay que añadir que esto funciona por tres: lo que Ricardo hace en
economía, lo que Freud hace en psiquiatría, Levi-Strauss lo ha hecho en
etnología” (pp. 88). ¿Cuándo opera el movimiento de realienación en
Levi-Strauss? Cuando éste “descubre lo que para él era la actividad subjetiva
fundamental en el dominio de la etnología, la prohibición del incesto, y la
realiena o reduce en el sistema de parentesco” (pp. 89).
A continuación, Deleuze traza una diferenciación en el
trato que etnólogos y helenistas dispensan al mito en contraposición con los
psicoanalistas. Los primeros, dice Deleuze, “son profundamente funcionalistas
(…). Y cuando explican el sentido de un mito o de una tragedia hacen obra de
historiadores: los relacionan con las objetividades a las cuales esos mitos
remiten, por ejemplo, la objetividad de la tierra” (Ibíd.). En una palabra,
“para ellos, la explicación del mito y de la tragedia es incomprensible si se
la independiza de ese sistema de referencia a objetividades históricas” (Ibíd.).
Los psicoanalistas, por otro lado, desechan las
objetividades históricas y “buscan relacionar los mitos y la tragedia a la
libido como actividad subjetiva” en virtud del inconsciente y su actividad
(Ibíd.). “Es increíble esta historia-dice Deleuze-: el mito y la tragedia
considerados como unidades expresivas del inconsciente” (pp. 90). Para
ejemplificar se remite a un caso clínico; “Shreber llega y Freud dice:
<>. Freud no ha encontrado eso en su inconsciente, sino en todas las
malas lecturas de las que se nutría” (Ibíd.). Dice Deleuze que cuando nos
encontramos con un tipo como Shreber da la impresión de estar en una loca
fábrica donde vuelan herramientas, donde hay todo un “conjunto de máquinas
descompuestas”, una especie de sálvese quien pueda fabril o tropel maquínico
sin clara dirección o, mejor, con múltiples direcciones altamente
in-disciplinadas. En una palabra, “es una fábrica loca, pero del dominio de la
fábrica. Freud se vuelve y dice: <>” (Ibíd.).
III: Sobre cuerpos sin órganos
“Los umbrales son líneas de intensidad” (Ibíd.). Por
ejemplo, “el huevo no fecundado o no activado es verdaderamente la intensidad =
0” (Ibíd.). Empero, si llega a ser activado, comienzan “todo tipo de viajes y
de pasos. (…). Pero bajo esa caminata extensiva, como bajo el paseo del
esquizo, hay pasajes y devenires de otra naturaleza, pasajes y devenires en
intensidad” (Ibíd.). Hay algo que subyace a los delirios y alucinaciones, un
movimiento en intensidad; los pasajes “de un umbral de intensidad a otro”. Pero
todavía hay algo que subyace a los cambios de intensidad: el cuerpo sin
órganos. “¿Qué es lo que quiere decir el presidente Shreber cuando declara
<>?”. No que haya alucinación ni delirio en tanto que tal, pero que a
partir de ahí devendrán las alucinaciones y los delirios. ¿Qué sucede? Que “el
torso femenino está, estrictamente, sobre el cuerpo sin órganos de Shreber”,
esto es, sobre la rebelión an-orgánica, sobre el movimiento intempestivo que
conduce al an-organismo en el torso de Shreber.
“Para comprender todos esos fenómenos [los devenires de
Shreber,
Problematización a-final:
“Los sujetos llegan a hacerse analizar y tienen una
cierta demanda. Ellos llevan Edipo y la castración (…)”. El psicoanálisis no
inventa estos últimos, “pero toda la operación (psico)analítica consiste en
eludir la pregunta: ¿eso que el sujeto trae es adecuado a las formaciones del
inconsciente?” (pp. 95).
Si bien Sófocles, Shakespeare y Goethe existen allende
del psico y del esquizo-análisis, y pueden ser para unos material de goce, y
para otros material proyectivo de la consciencia sobre las formaciones del
inconsciente[1], la cuestión clínica es que, “si bien el (psico)analista no ha
inventado a Edipo (ni a Hamlet ni a Fausto), en un sentido hace algo peor: lo
confirma, pues lo eleva a una potencia analítica. (…). El tipo se hace castrar
una vez en familia y en sociedad, luego va al diván y se hace recastrar con la
fórmula genial de la <> (Ibíd.).
“Mi tema-dice Deleuze al final de la lección-ha sido
examinar cómo funciona el inconsciente y ver que ignora a Edipo, a la
castración (…)” (Ibíd.). Y a todos aquellos reduccionismos, añadiría el
grupúsculo que escribe estas líneas, que coartan posibles agenciamientos
múltiples de potencial libertario [en su más amplio sentido ético(pragmático) y
estético(artístico) y erótico(vital)][2].
[1] Y todavía hay para quienes Edipo y El Rey Lear y
el Fausto y el Werther son prerrogativa de los burgueses (cada quien sabrá
donde se para, pero Hölderlin y von Kleist no excluyen, pienso, a Schiller y al
que tiene por segundo nombre “el camino del lobo”, siempre y cuando, claro, no
seamos nosotros mismos los que caigamos en lógicas binarias).
[2] Porque, ¿qué hay más libertario que liberar los
flujos de deseo hacia múltiples agenciamientos heterogéneos impensados a priori
fugando al mismo tiempo del control axiomático del CMI? ¿qué hay más libertario
que construir una máquina de guerra contra el Estado, y hacerla funcionar? ¿qué
hay más libertario que producirle múltiples fugas al sistema hasta hacerlo
reventar en mil pedazos? No creo engañarme cuando digo que por estas líneas
pasa el esquizoanálisis, ergo; no creo engañarme cuando digo que el
esquizoanálisis produce y deviene de un modo libertario.
Nos gustaría saber, señor, por qué publicó uno de nuestros artículos en su blog, sin hacer referencia hacia nosotros como responsables de su autoría más que en un final, donde, aparte, no aparece la página original de nuestro blog.
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