viernes, 6 de julio de 2012

Laclau y Jorge Abelardo Ramos



Intervención del politólogo Ernesto Laclau en el homenaje a Jorge Abelardo Ramos realizado en la Biblioteca Nacional con motivo de cumplirse el 10° aniversario de su fallecimiento.
Yo estoy de acuerdo con la mayor parte de las cosas que ha dicho aquí Alberto Methol Ferré, pero me voy a referir a un aspecto distinto del Ramos que yo conocí. Me voy a referir fundamentalmente a su inserción dentro de la trayectoria marxista. Es decir que Ramos fue un gran pensador latinoamericano, pero al mismo tiempo la base marxista de su pensamiento es algo que él nunca abandonó, y que siguió informando una buena parte de sus análisis políticos. Y de un modo de esta perspectiva yo creo que la obra de Ramos también fue una obra altamente innovadora.
Hay que recordar, un poco, la coyuntura del socialismo internacional dentro de la cual la perspectiva inicial de Ramos fue esbozada. Ramos tenía una raíz profundamente leninista en su pensamiento, pero el leninismo al mismo tiempo fue una línea crítica del pensamiento marxista que entró en una crisis a cierta altura de su desarrollo y una de las respuestas a esta
>crisis fue la respuesta que Ramos llegó a dar. El marxismo clásico había sido un marxismo fundamentalmente etapista, es decir, la sociedad capitalista iba a evolucionar a través de una serie de etapas: íbamos a tener primero una revolución democrático burguesa contra el feudalismo, más tarde, cuando hubiera sido desarrollada al máximo una sociedad capitalista, íbamos a tener una transición hacia el socialismo. Está, por ejemplo la concepción que el socialismo de la Segunda Internacional tenía, claramente la obra de Kautsky, y en la Argentina con la perspectiva que llevó adelante Juan B. Justo. Para Juan B. Justo, el desarrollo de la ideología liberal en la Argentina, era simplemente era el desarrollo de una ideología democrática y progresiva. Y, de alguna manera, toda la trayectoria del partido socialista argentino, había sido una trayectoria esencialmente anclada en una visión liberal de la historia y el partido comunista no modificó esa visión en ningún sentido, le dio un poco, un giro más radical, pero dentro de los mismos parámetros.
Sin embargo, en leninismo, en un sentido clásico había sido una revisión de ésta doctrina, ¿por qué? Porque se afirmaba en, a medida de que nosotros avanzábamos del oeste al este de Europa, la burguesía iba siendo cada vez menos capaz de llevar a cabo su revolución democrática. Es decir que en el caso de Rusia, por ejemplo, era evidente que el capitalismo se viera desarrollado, sobre la base de las inversiones extranjeras, que no hubiera una burguesía autóctona capaz de llevar a cabo su propia revolución, entonces se daba la paradoja de que la revolución democrática estaba fundamentalmente en la agenda política, pero de otro lado, lo que hubiera sido su gente natural que hubiera sido la burguesía no estaba presente. Y de otro lado, había, como resultado de esa industrialización, una clase obrera pujante. Es decir que las banderas democráticas pasaban naturalmente de la burguesía al proletariado. Esto tuvo su expresión en el leninismo, en la noción de la dictadura democrática de obreros y campesinos. Es decir, la democracia estaba allí, pero su contenido burgués, era cada vez menos obvio. Y cuando nosotros pasamos a la concepción trotskysta que es la concepción de la cual procede el pensamiento inicial de Ramos ya el proceso ha llegado a sus últimas consecuencias, es decir, la revolución permanente consistía en que la revolución se iniciaba bajo banderas democráticas pero sólo podía concluirse bajo banderas socialistas.
Hay en ese punto, y para entender exactamente el planteo inicial del cual surgió el pensamiento de Ramos que hacer hincapié en un problema fundamental: si las banderas democráticas pasan a ser banderas socialistas porque sólo pueden afianzarse a través de una revolución social más profunda que la revolución democrático burguesa, entonces ¿en qué medida esas banderas democráticas siguen siendo banderas burguesas? ¿en qué medida no pasan a ser algo más amplio que no puede definirse simplemente en los términos clasistas tradicionales?
La Tercera Internacional hablaba del desarrollo desigual y combinado, es decir, que había una unión completamente heterodoxa entre agentes, tareas y estrategia política. Y en 1930, Trotsky llegó a afirmar que el desarrollo desigual y combinado lejos de ser un fenómeno excepcional ligado al desarrollo ruso era el terreno dentro del cual tenía lugar todas las luchas sociales contemporáneas. Y entonces el problema que tenía era el siguiente: si todas las luchas sociales son anómalas respecto a lo que hubiera sido un desarrollo normal ¿qué es lo que es un desarrollo normal? No es posible pensar en ese caso que las banderas democráticas en una revolución no tienen un anclaje de clase preciso sino que pueden ser adoptados por una pluralidad de clases.
Esa perspectiva fue comprendida, yo creo, en los años 30, en los años 40 por una serie de pensadores uno de los cuales fue JAR, y eso yo creo que es lo que da a su pensamiento toda su originalidad respecto de las estrategias del socialismo clásico que habían existido en la Argentina.
Permitanme darles un par de otros ejemplos para que se vea exactamente dónde estaba la innovación política que el pensamiento de Ramos estaba introduciendo. Permítanme referirme, por ejemplo al caso de Gramsci. En el caso de Gramsci, Gramsci sacó todas las conclusiones que por ejemplo Trotsky no estaba sacando, porque Trotsky decía: “está bien, la revolución se inicia con banderas democráticas y esto se consolida a través de la acción socialista, pero la acción socialista, de todos modos es distinta de la acción democrática que no llega a pensar los agentes sociales populares más amplios si no se mantenía dentro de un estricto planteo clasista tradicional.”
En el caso de Gramsci, éste es el paso adelante que se dá; él dice: “si las banderas democráticas pueden ser adoptadas por sectores sociales muy distintos, lo que vamos a tener como agentes colectivos son individualidades colectivas, sectores populares más amplios y no vamos a tener clases en el sentido tradicional de la palabra. Lo que vamos a tener es lo que el llamaba “voluntades coletivas”. Estas voluntades colectivas trascienden necesariamente todos los límites de clase y toda perspectiva del partido comunista italiano después de la segunda guerra mundial, llevó a la construcción de una democracia progresiva en la cual las identidades populares trascendían absolutamente los límites de clase. Si ustedes quieren buscar otro ejemplo de un signo político bastante diferente pueden pensar en el maoísmo. Claramente, la idea de contradicciones en el seno del pueblo que el maoísmo estaba desarrollando, certifica que hay un agente colectivo del pueblo que no tenía ninguna significación dentro de la teoría marxista clásica. El pensamiento de JAR en la Argentina yo creo que fue la primera realización, el primer reconocimiento, dentro del pensamiento marxista, de que éstas identidades populares más amplias eran los verdaderos actores en la escena política. Tenemos otros pensadores en esa época que comenzaban un giro hacia lo nacional y popular. Lo tenemos a Hernández Arregui, lo tenemos a Rodolfo Puigrós, pero creo que solamente en el caso de Ramos se dio un esfuerzo a fondo para repensar las categorías marxistas a la luz que éste problema nuevo del desarrollo desigual y combinado iban creando.
A partir del punto Ramos comienza toda una trayectoria intelectual que lo va a conducir a repensar el conjunto de la historia argentina, el conjunto de la historia latinoamericana en el sentido en que Methol Ferré se ha referido antes, y avanzar hasta cierto punto en el reconocimiento de ese problema de las identidades colectivas más amplias.
Hubo una cierta ambigüedad en el pensamiento de Ramos que yo creo que nunca finalmente se superó que era que por un lado seguía teniendo esa apertura hacia lo nacional y popular, y por otro lado seguía pensando en términos de partido de clase. Y esa ambigüedad yo creo que estuvo presente en su obra prácticamente hasta el fin. El pensó siempre que la mediación partido era la mediación política fundamental en constituir un movimiento político, aunque en su práctica yo creo que él estaba superando esa perspectiva en muchos respectos.
Si yo tuviera que resumir la significación de la obra de Ramos, yo creo que la resumiría en éstos dos puntos: en primer lugar fue el pensamiento más radical en la historia de la izquierda argentina que fue en el sentido de sacar todas las conclusiones de éstos fenómenos que acabamos de enseñar como desarrollo desigual y combinado; segundo avanzó a través de su revisionismo histórico en una comprensión de la historia argentina en la cual la noción de los actores colectivos se modificó de una manera fundamental. Hoy día, muchas de sus teorías, son moneda corriente, porque han sido tan aceptadas que no se aprecia –yo creo- debidamente la originalidad profunda y además el coraje intelectual y político que implicaba plantear estas cosas en el momento que fueron planteadas.Ramos mostró su coraje político fundamental en los años 40, en el apoyo crítico que dio al peronismo en un momento en que toda la izquierda argentina estaba enfeudada al liberalismo oligárquico más banal.
Y en segundo lugar, el comenzó una revisión histórica.., nosotros teníamos un revisionismo histórico pero un revisionismo histórico de derecha, fundamentalmente. Lo que Ramos hace es ligar en una perspectiva revisionista a un pensamiento de izquierda. Y eso tuvo una profundidad y una originalidad que perdura todavía hasta el presente. Yo trabajé con Ramos políticamente durante 5 años, y durante ese período trabajamos estrechamente y hubo una gran compenetración para mi formación intelectual, la relación con él fue uno de los puntos de referencia y es todavía uno de los puntos de referencia. Yo le estaba diciendo a Laura Ramos, hace algunos meses que todavía tengo algunas conversaciones imaginarias con él en la cual trato de pensar cómo le hubiera respondido a cierto tipo de argumentos que yo estaba haciendo.
Después tuvimos ciertas disidencias políticas, que al comienzo fueron solamente, en el momento en que salí de su movimiento- eran fundamentalmente a la forma partido, por ej. Ramos pensaba que el partido, que el PSIN, que, al cual pertenecíamos iba a ser el partido de la clase obrera y que en algún momento el conjunto de la clase obrera iba a terminar afiliándose a ese partido. Yo no estaba por disolver el partido en absoluto pero pensaba que las cosas no iba a moverse en esa dirección, que el partido tenía que ser simplemente un destacamento, junto con otros destacamentos, de la constitución de un movimiento popular más vasto.
Después que me fui del partido, él se movió en la dirección de crear el FIP, que a mi me pareció que el FIP, era un paso en la dirección correcta, respecto a la concepción inicial del PSIN. Pero, de alguna manera, hubo allí una especie de corto circuito por el cual la colaboración política dejó de ser, es posible, a pesar de que yo mantuve siempre un gran respeto por su figura y por su contribución a la política argentina. Después yo estuve en desacuerdo con una serie de cosas que él llevó a cabo políticamente, yo no hubiera apoyado al menemismo en la forma en que él lo hizo a pesar de que reconozco el punto que Methol Ferré señaló respecto al Mercosur, pero de cualquier manera el respeto y reconocimiento intelectual y político a su figura es algo que me acompañó siempre. Recuerdo que pocos meses antes de su muerte, Ramos me envió un libro, a Londres con una dedicatoria sumamente afectuosa, que a través de la intermediación de Blas Alberti, habíamos resuelto volver a encontrarnos y conversar, pero poco antes de que yo volviera a Buenos Aires, él falleció. De cualquier forma el recuerdo de Ramos es algo que es importante, no solamente por el agradecimiento, el reconocimiento a su figura, sino por el hecho de que nadie puede entender la trayectoria de la izquierda argentina sin inscribir en ella la impronta profunda que él dejó. Gracias.

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