Este 18 de julio se cumple
un nuevo aniversario del atentado contra la AMIA y continúa la impunidad
miserable. Es inevitable el sentimiento de impotencia de los familiares de las víctimas:
85 muertos y más de 300 heridos en el mayor ataque terrorista que vivió Argentina.
El atentado se produjo a las 9.53 del 18 de julio de 1994, otro eslabón más en la industrialización del crimen, asesinatos cada vez más difíciles de justificarlos con el barniz del idealismo.
El caso AMIA compromete a toda la humanidad, su esclarecimiento y futuras prevenciones son parte de la lucha por los derechos civiles y humanos universales, que es inseparable de las batallas de la sociedad civil por la paz.
Es la esencia humana la agredida y no una expresión de pensamiento, etnia o confesión y todos los colectivos deben entenderlo así para esclarecer los hechos y castigar a los culpables.
No creo que el atentado a la AMIA sea una herida que suture con facilidad, pero es necesario ejercer su memoria con la finalidad histórica- social de no dejar que se repita por el bien de la sociedad.
Al recordarlo debemos trabajar para que se imponga la ética y el sentido común ante tanta bajeza y bastardeo, las manipulaciones en el caso AMIA son patéticas. En el mundo las víctimas se cuentan en cientos de miles anuales y la ética de los derechos humanos nos debe guiar para buscar mejores caminos que las intrigas. Caminemos hacia un mundo con más ética, parafraseando a Camus, con menos bestias salvajes sueltas.
(*)Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Militante por la coexistencia judeo-árabe y un camino alternativo a la globalización neo-liberal. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).
Derechos reservados: Instituto Campos Israel ISBN963-03- 0316- 2 מסת"ב
El atentado se produjo a las 9.53 del 18 de julio de 1994, otro eslabón más en la industrialización del crimen, asesinatos cada vez más difíciles de justificarlos con el barniz del idealismo.
El caso AMIA compromete a toda la humanidad, su esclarecimiento y futuras prevenciones son parte de la lucha por los derechos civiles y humanos universales, que es inseparable de las batallas de la sociedad civil por la paz.
Es la esencia humana la agredida y no una expresión de pensamiento, etnia o confesión y todos los colectivos deben entenderlo así para esclarecer los hechos y castigar a los culpables.
No creo que el atentado a la AMIA sea una herida que suture con facilidad, pero es necesario ejercer su memoria con la finalidad histórica- social de no dejar que se repita por el bien de la sociedad.
Al recordarlo debemos trabajar para que se imponga la ética y el sentido común ante tanta bajeza y bastardeo, las manipulaciones en el caso AMIA son patéticas. En el mundo las víctimas se cuentan en cientos de miles anuales y la ética de los derechos humanos nos debe guiar para buscar mejores caminos que las intrigas. Caminemos hacia un mundo con más ética, parafraseando a Camus, con menos bestias salvajes sueltas.
(*)Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Militante por la coexistencia judeo-árabe y un camino alternativo a la globalización neo-liberal. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).
Derechos reservados: Instituto Campos Israel ISBN963-03- 0316- 2 מסת"ב
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