Los haredim siguen siendo noticia aunque su alcance global descendió. El último sábado por la noche manifestaron en Jerusalén, en Kikar Hashabath (Plaza Shabath) y expresaron su indignación utilizando simbología del Holocausto para protestar contra lo que llamaron la exclusión societaria de los Haredim.
Fue su respuesta a la manifestación de repudio contra este colectivo por su criminal agresión a mujeres y niñas en Beit Shemesh.
Algunos de los manifestantes llevaban distintivos amarillos con la Estrella de David y la palabra judío en alemán dentro de ella (Jude), mientras que otros estaban vestidos con uniformes de prisioneros que simbolizan la persecución hacia los judíos por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Los manifestantes trataban de expresar por medio de esta analogía que están siendo perseguidos por la mayoría laica de Israel debido a su forma de vida judía.
Aparte de instrumentalizar la presencia de niños con uniforme de campos de exterminio que además exhibían las estrellas amarillas, fueron irrespetuosos con el recuerdo de la desgracia histórica de su pueblo y atentaron contra la memoria colectiva del Holocausto, contra el significado del mismo en nuestra sociedad.
Los Haredim inequívocamente nos dijeron nazis a todos los ciudadanos que sostenemos valores diferentes a los suyos.
En 1993 después de muchos años de investigación de campo entre los mismos ultra-ortodoxos en sus barrios de Jerusalén, el sociólogo norteamericano Samuel Heilman publicó su famosa obra “Defensores de la Fe” (Defenders of the Faith: Inside Ultra-Orthodox Jewry-New York: Schocken- February 1993).
El estudio que realiza Heilman sobre los Haredim abarca su inserción en el mundo judío y su incidencia en la política israelí. Hace un análisis detallado y profundo de sus normas de vida, sistema educativo, prácticas religiosas y organización familiar.
Pero sobre todo explica las causas por las que este grupo radical, es inminentemente militante y tiene una cosmovisión fundamentalista de las cosas y cómo incide esto en la vida judía israelí.
Comenta el autor que en su visión fundamentalista establecen que hay una sola verdad, que las personas que comparten esta verdad están vinculados inexorablemente entre sí y que esta verdad no se limita a la esfera privada, pues debe ser impuesta obligatoriamente a la esfera pública. Esta verdad se articula con fundamentos de la fe que deben ser practicados a ultranza si en ellos se cree, para estar entre los defensores de Dios.
Heilman considera que en realidad este fundamentalismo reinventa el pasado mediante una selección de hechos y tradiciones con el fin de recuperar de ella los elementos que cuestionan las verdades alternativas que se ofrecen en la cultura contemporánea.
Constituyen una especie de contracultura en la sociedad, por lo cual se involucran en una intensa batalla contra las fuerzas del mundo contemporáneo que, a su juicio, tratan de socavar o contaminar el mundo tal como ellos lo ven.
Sin embargo la ortodoxia moderna no Haredi, ni fundamentalista, adoptó la postura de que la tradición y el mundo contemporáneo pueden coexistir, la tensión entre la vida judía y el mundo exterior no debían ser sostenidos.
Al contrario, eliminar esta tensión, era la mejor manera de asegurar la continuidad judía, la observancia ritual y mantener una fuerte fidelidad a los valores judíos, con la conciencia que esto por sí solo no era suficiente para el pueblo judío.
Hoy el fundamentalismo ha encontrado la manera de infiltrarse y socavar este punto de vista y se está convirtiendo en el modo dominante de la ortodoxia.
En Israel, la ortodoxia moderna fue capturada en gran medida por la ideología política de los colonos, por lo cual los asentamientos en las tierras bíblicas es el mandamiento más importante y la condición sine qua non de la religiosidad moderna ortodoxa.
Las consideraciones de Samuel Heilman son a mi criterio irrefutables frente a la dinámica que desarrolló nuestra sociedad en relación a estos segmentos de ella que son motivo de su obra, la profundización del autor sobre el fenómeno del fundamentalismo ultra-ortodoxo judío es intachable.
El fundamentalismo se instaló mayoritariamente, pero aún no en forma total en esa ortodoxia a causa del debilitamiento lento y constante de sus valores liberales y de su cosmovisión plural de la vida societaria judía e israelí. De esta forma logró imponer su dogmatismo maniqueísta en una franja muy extensa de ella.
Así surge otro hecho relevante, la Price Tag Policy, que es el nombre dado a los actos de violencia aleatoria dirigida a la población palestina y las fuerzas de seguridad israelíes por colonos radicales que, exigen pagar un precio a los palestinos o las fuerzas de seguridad israelíes por cualquier acción tomada en contra de su empresa colonizadora. Esta campaña incluye ataques a poblados y propiedades palestinas como represalia por los ataques terroristas contra objetivos israelíes y la demolición de las estructuras de gobierno en los asentamientos de Cisjordania y la eliminación de los puestos de avanzada que son descritos como ilegales o no autorizados por el gobierno israelí. El nombre de Price Tag surge cuando después de una acción coyuntural del gobierno israelí contra esta política de asentamientos, un líder colono dice:”tendrán que pagar un precio muy alto por esto”.
Es obvio que tratando de instalar unilateralmente ideas y concepciones societarias que pretenden ser inexorablemente incuestionables las consecuencias obvias sean la violencia y el asalto desafiante a la ley. No resulta extraño entonces fenómenos como la exclusión del otro que no es parte de un determinado proyecto de vida y visión societaria, la desagregación de la sociedad y la presencia de un espacio público cada vez más cerrado y estrecho. Estos fenómenos son acompañados por el deterioro de la democracia y el derecho como valores que pueden aunar a una sociedad moderna, liberal y plural.
Los defensores de la fe, como todos los cruzados de Dios, no tienen una dimensión exacta de cuanta destrucción, odio, pérdidas invalorables, retraso societario, vidas y dignidad humana costará el arribo a la victoria final, a entronizar su verdad.
De cualquier manera, si la tienen no es de su interés, no está entre sus preocupaciones pues es algo menor frente al triunfo de esa verdad.
No me extraña que para los Haredim el sábado pasado fuimos nazis y que los colonos continúen cobrando el precio que debemos pagar por no compartir su perspectiva, pues mañana seremos lo que convenga al enfermo criterio de los ultra-ortodoxos para justificar que no somos merecedores de respeto y no dudo tampoco que el precio que habrá que pagar entonces a los colonos sea más alto.
Ellos en conjunto son indudablemente los defensores de la fe y nosotros sin duda un efecto bastardo de la verdad. Esto me invita aunque soy un hombre creyente y practicante liberal a parafrasear una frase de Nietzsche: la fe puede ser el mejor instrumento cuando no se quiere saber la verdad y comprender las realidades complejas.
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judéo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).
*Solamente se puede reproducir en forma parcial o total citando autor e Instituto Campos Abiertos de Israel.
Derechos reservados: Instituto Campos Israel ISBN963-03- 0316- 2 מסת"ב
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