Jimmy Carter fue elegido Presidente de los Estados Unidos el 2 de noviembre de 1976. La presidencia de Carter se concentró en los derechos humanos y la mediación, así como las preocupaciones ecológicas. La administración Carter hizo grandes progresos en los tratados de paz como en el Canal de Panamá, la Unión SSoviética SALT II, Camp David, Israel y Egipto.
Promovió una política exterior que situó los derechos humanos entre sus prioridades, lo cual supuso una ruptura con la actitud de sus predecesores que no prestaban atención al incumplimiento de los derechos humanos que habían cometido los países aliados de Estados Unidos. La Administración Carter dejó de dar apoyo al régimen de Somoza en Nicaragua, históricamente respaldado por Estados Unidos y dieron su ayuda al nuevo gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional que asumió el poder después del derrocamiento de Somoza. Sin embargo.
Ya en los albores de 1977, la Junta Militar argentina estaba preocupada. El 20 de enero había asumido en Estados Unidos el presidente demócrata Jimmy Carter. La dictadura de Augusto Pinochet, del otro lado de Los Andes, había comenzado a ser asediada. En plena campaña electoral norteamericana, el Día de la Primavera de 1976, Orlando Letelier, el ex ministro de Relaciones Exteriores del presidente chileno derrocado Salvador Allende, había sido asesinado por servicios secretos de la Dina cerca de la sede central de la ONU, en Washington DC.
Los militares argentinos querían suavizar la relación que en el Norte comenzaban a tener con las dictaduras del Cono Sur. La Comisión Interamericana de DDHH tenía información de lugares de detención y torturas. Además, habían recibido un informe puntilloso de activistas por los derechos humanos como Emilio Fermín Mignone y Augusto Conte McDonell, fundadores del Cels y cuyos hijos Mónica y Augusto –respectivamente– habían desaparecido en 1976.
Debido al caso de Jacobo Timerman, el gobierno militar en Argentina casi colapsa, según documentos publicados por el National Security Archive. Los documentos estadounidenses desclasificados revelan que en septiembre de 1979, el presidente de la dictadura “Videla, el civil Ministro de Justicia, y la Corte Suprema en su totalidad amenazaron con renunciar” si no se excarcelaba a Timerman. Por su parte, el Embajador de EEUU solicitó a Videla que llamara directamente al Presidente Carter si Timerman era liberado “para que sea el primero en saber el resultado de una situación de mucho interés para él”.
Patricia Derian fue una política y activista de derechos humanos estadounidense que se desempeñó como Secretaria para Derechos Humanos y Asuntos Humanitarios durante la administración del presidente James Carter.
Tuvo un rol destacado en la denuncia y condena de los delitos de lesa humanidad que cometió la dictadura militar argentina llamada Proceso de Reorganización Nacional entre 1976 y 1983, impulsando de modo decisivo la misión de inspección a la Argentina que realizó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA en 1979. Los militares argentinos en el gobierno la consideraron como la enemiga número uno y llegaron a planear su asesinato.
Patricia Derián declaró como testiga en el Juicio a las Juntas en las que resultaron condenados varios de los dictadores en 1985. En esa oportunidad Derían declaró entre otras cosas:
“El día 10 de agosto de 1977 a las 11 me reuní con el almirante MASSERA en la Escuela de Mecánica de la Armada; yo comencé la reunión repitiendo lo que era de alguna manera mi introducción, que era explicar cuál era el interés de mi país en la Argentina, cuáles eran nuestros objetivos y las dificultades que planteaban los derechos humanos para las buenas relaciones de nuestros países. Ha pasado mucho tiempo y no recuerdo totalmente la conversación, pero hay, sí, algunos tramos que han quedado grabados en mi memoria; estaba hablando sobre las torturas. El almirante MASSERA dijo entonces que la Armada no torturaba a nadie, que eran el Ejército y la Fuerza Aérea los que lo hacían; yo le dije que nosotros teníamos cientos de informes de personas torturadas por oficiales navales y que inclusive algunos de esos informes provenían de gente dentro de la Armada y en otros casos de gente del Ejército y la Fuerza Aérea. El negó que tuviera ninguna participación en torturas y me habló de los esfuerzos que había hecho en favor de líderes sindicales que estaban detenidos a bordo de un barco anclado frente a la costa. Los esfuerzos que había realizado por mejorar su suerte; se había puesto en contacto con sus familiares y otras gestiones. Yo entonces volví a llevar la discusión al tema de las torturas y le dije que yo había visto un esquema rudimentario del piso que estaba justamente debajo de aquél donde nos encontrábamos y le dije: "Es posible que mientras nosotros estamos hablando, en el piso de abajo se esté torturando a alguien"; entonces sucedió lo que realmente fue asombroso: él me sonrió con una enorme sonrisa, hizo el gesto de lavarse las manos y me dijo: "Usted recuerda lo que pasó con Poncio Pilatos".
En 2006 fue condecorada por el gobierno democrático de la Argentina con la Orden del Libertador General San Martín en grado de Oficial, la máxima condecoración que otorga la Argentina a funcionarios de gobiernos extranjeros, en reconocimiento a su desempeño en favor de los derechos humanos durante la dictadura.
Compilación de Carlos Braverman
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