jueves, 5 de mayo de 2011

30 AÑOS: MITTERRAND, PRESIDENTE


" para muchos, Francia pasaba de las tinieblas a la luz "
Por Carles Navales.
La izquierda, en vez de romper con el capitalismo, ¿está rompiendo con el socialismo?; ¿ha renunciado a cambiar la sociedad y se conforma con cambiar solamente los gobiernos?, ¿hemos pasado del partido-sociedad al partido-corporación, del sindicato-trabajadores al sindicato-funcionarios, de la ONG social a la ONG empresa?

Era el 31 de diciembre de 1995. El presidente François Mitterrand vivía sus últimos días. Para celebrar aquel fin de año final convocó a sus íntimos en Latche, la casa de la familia. A las nueve de la noche hizo acto de presencia. Lo primero, preguntó que les había parecido el discurso de fin de año del presidente Jacques Chirac. Tras escuchar las opiniones, dio la suya: “No ha sido un mal discurso. Ha dejado entrever la bandera de Europa asomando tras la de Francia”. Efectivamente, quedaba así zanjado el gran duelo que ambos presidentes mantuvieron y que concluyó con el sí francés, en referéndum, al Tratado de Maastricht; a la moneda única. Sin duda, la gran victoria en política internacional del presidente fue la reconciliación con Alemania y el fuerte impulso hacia la Europa política y social, hoy en suspenso. Y, en la política social la jubilación a los 60 años; en lo civil la supresión de la pena de muerte, pero, quizá lo más importante, fue hacer ver a Francia y al mundo que en el país de la libertad, la igualdad y la fraternidad, era posible la alternancia en el poder, algo que parecía imposible. Para muchos, Francia pasaba de las tinieblas a la luz.

Este 10 de mayo se cumplirán los 30 años de la victoria de François Mitterrand. Treinta años de aquel discurso desde el ayuntamiento de Château-Chinon, donde era alcalde, pronunciado a las 22’30 horas, dirigido a todos los franceses y al mundo, que quiso escribir de su propia mano, y que comenzaba diciendo: “Esta es la victoria de las fuerzas de la juventud, de las fuerzas del trabajo, de las fuerzas de la creatividad, de las fuerzas de la renovación que se han ensamblado en un gran anhelo nacional por el empleo, la paz, la libertad”. Sí, fue la victoria del fervor colectivo, el mismo que había estallado sólo 13 años antes en Mayo 68 difuminándose después.

Siguieron días difíciles con el desplome del franco, la fuga de capitales y de capitalistas (los Guy de Rothschild incluidos), pero la vieja águila mantuvo su majestad y las cosas volvieron a su cauce, confirmándose a sí mismo con la mayoría absoluta obtenida en unas elecciones a la Asamblea Nacional, que convocó nada más ser proclamado presidente de la República.

En estos treinta años ha pasado de todo: caída del Muro de Berlín; descomposición de la URSS; el 11 de septiembre neoyorquino; la crisis económica peor de los últimos 80 años; el SIDA; la primavera árabe; el resurgir de China, India y Japón;… Y, excepto lo último, todo lo demás son acontecimientos que nadie atinó a ver ni a presagiar. Y todo ello bajo un gran paraguas, el de una civilización que ha pasado de la mundialización a la globalización; de la jerarquía de poder al poder difuso.

Tal cambio está consiguiendo desbaratar los esquemas de la izquierda y de la derecha tradicional.

Por lo que hace a la izquierda, se hace obligatoria una parada para reflexionar seriamente sobre lo apuntado al principio de este artículo:

La izquierda,

en vez de romper con el capitalismo ¿está rompiendo con el socialismo?;
¿acaso ha renunciado a cambiar la sociedad y se conforma con cambiar solamente los gobiernos?;
¿hemos pasado del partido-sociedad al partido-corporación, del sindicato-trabajadores al sindicato-funcionarios, de la ONG social a la ONG empresa?;
en sus organizaciones, ¿la fraternidad ha sido sustituida por la competitividad?
En resumen: la izquierda, ¿ha renunciado a cambiar la vida?

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