domingo, 29 de agosto de 2010

Boicot, ocupación y apoyo internacional al campo de la paz israelí por Carlos Braverman


El sentimiento anti-israelí, las simpatías pro-palestinas, el boicot a Israel y/o los productos de los asentamientos y el sentimiento de que el mundo está contra nosotros son parte de un mismo puzzle.
Todas estas tendencias convergen en un punto: el alejamiento de auténticas posibilidades de madurar condiciones subjetivas para la paz.
En todo lugar hay un aumento espontáneo de sentimiento pro-palestino y anti-israelí, este proceso ha cobrado impulso tras la "Operación Plomo Fundido" y el asunto de la flotilla.
Se trata de un gran peligro para Israel y tenemos que movilizarnos en su contra antes de que sea demasiado tarde.
Los activistas del boicot y promotores del sentimiento anti- israelí dicen que los israelíes deben llegar a comprender que la ocupación tiene un precio.
El sentimiento que el mundo entero está contra nosotros está profundamente arraigado en nuestra psique nacional. Permite ignorar a amplios sectores locales la reacción mundial a nuestros comportamientos y esto es muy conveniente para la derecha fascista. Si todo el mundo nos odia de todas formas, razonan, la naturaleza de nuestras acciones buenas o malas no importa. Odian a Israel, incluso si fuéramos ángeles, nos amaron cuando éramos David y nos odian cuando somos Goliat.
¿Por qué no hay ningún movimiento en todo el mundo contra las atrocidades de los rusos en Chechenia o los chinos en el Tíbet? ¿Por qué sólo contra nosotros? ¿Por qué los palestinos merecen más simpatía que los kurdos en Turquía?
Uno podría contestar que ya que Israel exige un tratamiento especial en otros asuntos, somos medidos por normas especiales cuando se trata de la ocupación y los asentamientos, pero la lógica no importa pues son mitos propios y ajenos los que están en juego.
Existe el peligro de que la protesta en todo el mundo, haga que el público israelí se una contra la provocación exterior, en vez de unirse contra los colonos.
Algunas acciones de protestas no están dirigidas a la opinión pública israelí, sino a la opinión pública internacional.
Hay fuerzas antisemitas que están tratando de montarse sobre este movimiento y aquellos que creen que la creación del Estado de Israel fue un error histórico en su origen y que debería ser desmantelado.
Pero prefiero centrarme en los idealistas que quieren poner fin al sufrimiento del pueblo palestino y el robo de sus tierras por parte de los colonos y ayudarles a fundar el Estado Palestino.
Deben saber que estos objetivos sólo pueden lograrse a través de la paz entre Palestina e Israel, que esa paz sólo puede concretarse si la mayoría de los palestinos y la mayoría de los israelíes la apoyan y en este camino la presión internacional no será suficiente, es acá in situ, donde se define este proceso.
Si la protesta mundial se centra claramente en los asentamientos, puede que muchos israelíes se den cuenta de que hay una línea clara entre el Estado legítimo de Israel y la ocupación ilegítima.
Es importante la conexión entre estos grupos, el público israelí y el campo de la paz en Israel.
Hoy en día la gran mayoría de los israelíes dicen que quieren la paz y están dispuestos a pagar el precio, pero que lamentablemente los árabes no quieren la paz. El campo de la paz israelí en general, que alguna vez llevó a cientos de miles a manifestarse en las calles, se encuentra en un estado de aislamiento interno y externo. Después de su conexión con los palestinos, que se estableció en el momento de Oslo, se ha vuelto muy débil en la población. Tiene presencia activa, dinámica y relevante pero no es suficiente. Así que tener relaciones con las fuerzas de protesta en el extranjero no es negativo.
Si la gente de buena voluntad quiere acelerar el fin de la ocupación, deben apoyar a los activistas de la paz en Israel. Deben construir una relación estrecha con ellos, romper la conspiración de silencio contra ellos en la prensa mundial y dar a conocer sus valientes acciones, organizar más y más eventos internacionales en los que palestinos y pacifistas israelíes se presentan lado a lado.
Todo esto se vuelve imposible si se hace un llamamiento para un boicot a todos los israelíes, con independencia de sus opiniones y acciones, presentando a Israel como un monstruo monolítico. Este cuadro no sólo es falso, es extremadamente perjudicial para el éxito del campo de la paz y las fuerzas democráticas locales.
Si todos apuntamos nuestras actividades en la dirección correcta, podemos hacer mucho bien, para los palestinos y para los israelíes. De lo contrario haremos el juego a quienes verdaderamente ganan con esta guerra, que no son los pacifistas israelíes ni los defensores de ninguna noble causa palestina. Hablo de los que generan cada día más concentración de riqueza y aumentan la extensión de las carencias en las mayorías populares del mundo: los monopolios de la alimentación (o sea del hambre), el armamentismo y la energía.
La paz sea con todos nosotros.
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judeo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).Derechos reservados Instituto Campos Abiertos Israel ISBN 965 387 008 9 זכויות יוצרים.

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