domingo, 14 de agosto de 2011

EL ANÁLISIS DE CLASE EN TONI NEGRI POR STEVE WRIGHT


TEORÍA DE LA AUTONOMÍA ITALIANA DE LOS SETENTA
Durante la pasada década, la asociación de Toni Negri con Deleuze y Guattari ha hecho su nombre bien conocido entre lectores del pensamiento radical. Pero como STEVE WRIGHT muestra, las ideas más distintivas de Negri fueron primero debatidas dentro del movimiento italiano revolucionario de los setenta.
No creo que nada de lo que digo no sea marxismo ortodoxo. Incluso si no fuera ortodoxo, sería igual de verdadero; la ortodoxia no tiene importancia para mí. 1
A finales de los setenta, el pensamiento que generaría más influencia política y controversia teórica dentro de la extrema izquierda italiana estaba asociado con la clase y análisis del Estado desarrollado por Antonio Negri. La hipótesis de un nuevo proletariado diseminado por toda la sociedad, congregado en las esferas de la producción y reproducción, un obrero social del que el obrero masa del fordismo era un pobre prototipo, sería la contribución más polémica de Negri al estudio de la composición de la clase emprendido por la corriente marxista italiana conocida como obrerismo [operaismo].2
Desde entonces, la comprensión del conflicto social de Negri ha dado muchas vueltas. Ultimamente, su trabajo ha puesto un enorme énfasis en la emergencia del trabajo inmaterial dentro de la crisis continuada del keynesianismo que caracteriza las sociedades occidentales después de la Segunda Guerra Mundial. Lo que ha permanecido constante en su pensamiento es la noción de obrero social que se encuentra en el corazón de la actual composición de clase:
Una burguesía multinacional y financiera (que no ve la razón por la que debe soportar el sistema de bienestar nacional) está enfrentada por un proletariado intelectual socializado -que, por un lado, genera una nuevas necesidades, y por otro es incapaz de mantener su continuidad con la articulación del compromiso fordista.3
Los pros y las contras de tal descripción de las dinámicas sociales contemporáneas continúa argumentándose dentro de la izquierda radical italiana.4 Para seguir el debate, intentaré explorar los orígenes del obrero social en Negri dentro de sus circunstancias específicas originarias, así como evaluar su importancia como herramienta útil en la comprensión de los conflictos de clase.

Last tango at Mirafiori

Desde el principio, los argumentos desarrollados por Negri sobre el obrero social eran inseparables de una nueva tendencia política: la Autonomía Obrera [Operaia]. No es fácil dar cuenta del significado completo de la Autonomía. Ideológicamente heterogénea, territorialmente dispersa, organizativamente fluida, políticamente marginada. La analogía de Giorgio Bocca con un archipiélago es adecuada. Ni organización nacional, ni mucho menos soporte de grupos armados, el Área de organizaciones autónomas y colectivas empezaría a desintegrarse casi tan pronto como había logrado la hegemonía dentro de la extrema izquierda italiana.5
La Autonomía cristalizó primero como entidad política en marzo de 1973, cuando unos cientos de militantes de todo el país se reunieron en Bolonia para dar algunos pasos provisionales hacia una nueva organización nacional de la izquierda revolucionaria.6 Varios de los reunidos en Bolonia, Negri entre ellos, eran miembros del la corriente del Veneto de Potere Operaio (Potop); la mayoría, que ya había abandonado los grupos de extrema izquierda, era contraria a su desarrollo mediante las alianzas y las políticas institucionales. El informe introductorio de la Conferencia destacó su orientación estratégica en la actual situación de crisis: el único camino posible es la ofensiva. Además, tal ofensiva sólo podía basarse sobre aquellas necesidades de clase que las artificiales divisiones ideológicas introducidas tanto por la tradicional como por la nueva izquierda tendían a disimular. Para articular tales necesidades, la organización había de enraizarse directamente en las fábricas y en los barrios, en los sectores capaces de promover luchas dirigidas directamente por la clase misma, restaurando la consciencia del poder proletario que las organizaciones tradicionales habían destruido.7
Durante los siguientes dieciocho meses, el programa de la Autonomía era entablar contactos con un pequeño pero creciente número de izquierdistas italianos. Más tarde, en 1973, la mayoría de los miembros de Potere Operaio escogió disolverse en el Área, un ejemplo que fue pronto seguido por algunos grupos más pequeños. El más importante de éstos sería el Gruppo Gramsci, una organización menor con una presencia importante en el movimiento izquierdista milanés. Reconstituido como el Collettivi Politici Operai, el grupo llevó a cabo la profunda autocrítica de algunas de las corrientes leninistas de la Autonomía. En diciembre de 1973 su periódico, Rosso, demandaba ahora una nueva forma de práctica política que rompiera con la lógica de los grupos de la extrema izquierda
y las miras estrechas de sus líderes, quienes conocían el ABC del marxismo-leninismo, pero eran incapaces de abordar las experiencias concretas.
Más bien una política sobre un obrero abstracto varón, adulto, corriente, desprovisto de sentimientos y emociones; racional, demócrata o revolucionario, siempre dispuesto para asistir a reuniones sobre la historia y la tendencia del capitalismo,
Rosso buscó una nueva perspectiva que diera respuesta a la dominación sexual y emocional, la naturaleza de la familia y la marginación de los considerados anormales por la explotación de la fábrica y la vida impuesta por el capital. Era ésta la más libertaria de las tendencias dentro del Área que Negri y sus compañeros conformarían al año siguiente, ayudando a construir la formación autónoma más fuerte en el Norte.8
A diferencia de Rosso, la mayoría de los colectivos autónomos ponían toda su atención en las condiciones de la clase trabajadora industrial durante 1973 y 1974. El mismo Negri, cuyo más importante ensayo de este periodo estaba centrado en la fábrica como el sitio privilegiado tanto para la negación del trabajo como para el ataque sobre la tasa de ganancia [plusvalía].9 A este respeto, el aspecto más interesante del ensayo era su esfuerzo por clarificar la posición del obrerismo entre la lucha de la clase obrera y el proceso de acumulación. Mientras Potop había concebido la relación entre composición de clase y crisis económica en términos anquilosados, mecánicamente entre sueldos y ganancias, en Partito operaio contro il lavoro, Negri detallaba un prolongado pero cualitativamente homogéneo camino atravesado de contradicciones dentro del terreno de la producción y reproducción del capital.10
La posibilidad del derrumbe capitalista, y el papel de la lucha de la clase obrera en el mismo, se había basado primero en la práctica sistemática entre los obreristas con la exploración de Negri de Marx on Cycle and Crisis. Aunque escrito antes de la conflictividad industrial del Otoño Caliente de 1969, este ensayo presagiaba varios de los temas centrales que más tarde marcaron la tendencia del movimiento. Suponía el primer intento del obrerismo por ofrecer una lectura política de esa parte de la crítica de la economía política de Marx tradicionalmente más susceptible al objetivismo. El aspecto más interesante estaba en la discusión sobre los esfuerzos de John Maynard Keynes y Joseph Schumpeter en ofrecer una solución a las dificultades del capital garantizando su reproducción propia como relación social. Siguiendo la polémica de Mario Tronti contra Lukacs, Negri no creía que tal cosa fuera imposible por el conocimiento crítico del capital; de hecho, Schumpeter y Keynes percibían que el desarrollo capitalista era esencialmente un proceso sometido de principio a fin a contradicciones internas.11 Negri mostró una particular admiración por Schumpeter, quien no ocultaba que la economía capitalista carecía de cualquier tendencia interna hacia el equilibrio. Más allá, entendiendo el momento de crisis como no sólo inevitable, sino como un estímulo fundamental del sistema para producir beneficios, Schumpeter vislumbraba las relaciones de fuerza entre las clases que aparentemente constituían el movimiento independiente de las categorías económicas.12
La aproximación de Negri al problema de la crisis se profundizó en Partito operaio contro il lavoro, un trabajo que resaltaba los profundos cambios en la acumulación y la lucha de clases que señalaban la subsunción real del trabajo por el capital. Siguiendo Grundrisse and Marx's Results of the Immediate Process of Production, Negri se centró en la tendencia principal del desarrollo capitalista, a saber, la reducción del tiempo de trabajo necesario para la reproducción del valor del trabajo.13 La división del tiempo de trabajo entre trabajo necesario y excedente, insistía, se había convertido en un conflicto entre dos variables independientes: no sólo el tradicional mecanismo disciplinario del ejército de reserva industrial no funcionaba por mucho tiempo, con el crecimiento de personas jóvenes rehusando el trabajo de la fábrica, sino que el salario suponía cada vez más una rigidez indiferente a las necesidades de la acumulación.14
Tal argumento, como otros muchos avanzados por el obrerismo, tenía poco en común con los postulados marxistas convencionales. En cambio, aunque la noción de Negri del trabajo como una variable independiente dentro de la relaciones de clase contradecía claramente el vol.I de El Capital, todavía podía apoyarse en el Volumen III de la principal obra de Marx.15 Más importante que la comprobación ofrecida por la autoridad de los textos, era el testimonio elocuente de los problemas del crecimiento de la economía italiana con la productividad y la rentabilidad. Más tarde, en Marx Beyond Marx, Negri clarificaría el nexo de la lucha de clases entre el trabajo necesario y el excedente, sosteniendo que mediante su rigidez en el proceso de trabajo la clase obrera podía interrumpir el beneficio potencial del capital.16 En Partito operaio contro il lavoro esta tendencia permanecía implícita a la representación de la jornada de trabajo como un campo de guerra permanente entre las clases.17 En vez de desarrollar este punto, Negri elaboró en 1971 el ensayo Crisi dello Stato-piano, sosteniendo que incluso cuando el capital se mantenía firme en el proceso de su valoración, continuamente empujaba hacia una mayor socialización del trabajo, extendiéndose más allá del simple desarrollo del inmediato proceso productivo hacia una completa redefinición de la categoría del trabajo productivo. Las dimensiones de esta categoría, concluía, sólo podrían ser comprendidas en un sentido específico históricamente, siendo relativo al nivel de avance del proceso de subsunción del trabajo al capital... nosotros podemos decir ahora que el concepto del obrero asalariado y el concepto de obrero productivo tiende hacia la homogeneidad, resultando en la constitución de una nueva figura social de un proletariado unificado.18
Partito operaio contro il lavoro suponía una transición en la comprensión de Negri del capital y la clase que, localizando formulaciones obreristas tradicionales dentro de un discurso basado en la tendencia perfilada en Grundrisse, se extendía ya hacia la hipótesis del obrero social. Como con la mayoría de los trabajos de transición, su autor no parecía consciente de las contradicciones contenidas dentro del mismo. Negri trabajo poco, por ejemplo, para comprobar su definición dinámica históricamente del trabajo productivo que, en lo que le concernía, era el argumento que, en la coyuntura actual, consolidó los ataques de los obreros sobre la tasa de ganancia agrupando al proletariado como una totalidad. Como consecuencia, Negrí concluía que puesto que fábrica y sociedad, producción y reproducción, no eran todavía idénticas, aunque existía una relación dialéctica -una relación que el capital mismo buscaba mantener para intentar aislar la caída de la tasa de ganancia en la fábrica (y sus agentes) del proceso de socialización del trabajo productivo desplegado por toda la sociedad- quedando los obreros de las grandes fábricas como sujeto privilegiado de explotación, de modo hegemónico tanto política como teóricamente con respecto al resto de la clase.19
Para Negri, el estímulo a sus ideas vendría de la huelga y ocupación masiva de la planta de FIAT en Mirafiori en marzo de 1973. Al mismo tiempo, su discusión del Party of Mirafiori ofreció alguna comprensión sobre el concepto de un proletariado social y homogeneo que, desechado después de Potere Operaio, de nuevo iba a ocupar un lugar importante dentro de su pensamiento. Si algún límite existió, argumentó, para la vanguardia del movimiento formado en los años posteriores al Otoño Caliente, fue su resistencia para aventurarse más allá de la fábrica y unirse con la lucha por la apropiación en la esfera social. Para superar esta dificultad, Negri planteó una forma drástica de valor que negaba todos los rasgos distintivos de quienes no tenían nada que vender salvo su fuerza de trabajo. Tomando de Potop el tema de la crisis de la ley de valor como una crisis del mando sobre el trabajo, Negri argumentaba que la base común para la recomposición de clase radicaba en una unidad del trabajo social abstracto que excluía los problemas específicos de diversos sectores de la sociedad (personas jóvenes, mujeres, marginados, etc... ) y la fábrica.20 Desde el terreno del valor, como ya había argumentado en Crisi dello Stato-piano, no había asignado más significado a ningún término a excepción de los del poder, las peculiaridades de los sitios en los que tal organización emergió, y el contenido de las necesidades cuyo incumplimiento incitó a su formación, sólo podían integrarse al proyecto de oposición contra el Estado. De esta manera el nudo gordiano que obstruía la unidad de clase, que sólo podía desenmarañarse lenta y cuidadosamente identificando los elementos comunes a los frecuentes sectores divergentes en lucha, fue cortado en cambio con la lucha armada armada. En un ensayo de 1974 dedicado a la estrategia de clase en un contexto global, Negri aseguraba que la lucha armada

representaba el fundamental principio estratégico, la única posibilidad de alcanzar una recomposición del proletariado y una consolidación de las luchas, y destruyendo, a la larga, las armas de provocación del capital, de represión y contención designadas para aislar y nuevamente atomizar los diversos sectores de la clase.21
Y aún cuando Negri no acababa con las complejidades del conflicto social en una temática unidimensional del poder, a veces siguía líneas de preguntas que ponían el énfasis en los contenidos materiales de la lucha. En Partito operaio contro il lavoro, por ejemplo, argumentaba que la liberación de las necesidades individuales debía considerarse ahora parte integral de la lucha de clases:
Quizás por primera vez, fuera de la utopía o de esos momentos formidables de entusiasmo que son las insurrecciones, el objetivo que la clase se propone en su intensidad, en su totalidad, incluye las necesidades individuales. La liberación no puede esperar al comunismo... Las nuevas necesidades introducidas por las generaciones más recientes de la clase obrera son necesidades de liberación. Nada más enriquecedor que poder conectar las necesidades inmediatas de los individuos a las necesidades políticas de la clase.22
La posición de Negri aquí se aleja de sus opiniones de 1971, hoy, el único disfrute de la clase está en su relación con la organizacion de clase y en la confrontación con el aparato odioso del poder capitalista.23 En cambio, la nueva concepción de Negri se incorporó al anterior cuerpo teórico, ya que continuaba tratando y profundizando la temática completa de las necesidades en el paradigma del salario, planteando la estructura histórica del salario como la expresión privilegiada de el nivel objetivo de necesidades a través del cual la lucha debe darse dentro y fuera de la fábrica.24

Nosotros pagaremos lo que page Agnelli

Durante 1974 cuando la crisis energética exacerbó la inflación, la sociedad italiana explotó con nuevas luchas que desarrollaron aquellas tendencias socializadas ya presentes en el pensamiento central de Negri. El centro de las nuevas luchas era la práctica de la auto-reducción mediante la cual la gente trabajadora se organizaba para protegerse contra el incremento en las tarifas de los servicios desatado por el gobierno Rumour. Empezando en Turín, donde obreros de la planta de FIAT Rivalta se negaron a pagar la subida de los billetes de autobús, la auto-reducción de los precios se propagó pronto por las ciudades del Norte y de Roma, donde llegó a ser particularmente popular como forma de lucha contra las subidas de la electricidad y el teléfono.
Como tales actividades rápidamente asumieron las dimensiones de un movimiento de masas capaz de movilizar 180.000 familias solo en el Piamonte, el movimiento de trabajadores se encontró asimismo dividido sobre esta cuestión. Mientras muchos afiliados al sindicato del PCI se preguntaban por la eficacia y el interés de esta nueva forma de lucha, otros vieron su defensa crucial para continuar su legitimidad. En estos últimos meses, la credibilidad de los sindicatos había tocado fondo, argumentaba el secretario del Consejo del Trabajo de Turín. Lo que está en juego es nuestra relación con la gente; lo que está siendo cuestionado es nuestra capacidad para construir una alternativa. La práctica de la auto-reducción también fue terreno abonado para los colectivos autónomos. Con suficientes miembros en la Comisión de control de la electricidad del Estado ENEL para reponer la electricidad a quienes se les había cortado la luz al desafiar las nuevas tarifas, no les fue difícil a los romanos del Comité Operario Autónomo -conocido como el Volsci- convencer a la gente para pagar las tarifas al precio industrial (aproximadamente un cuarto del precio doméstico) en lugar de la reducción del 50% que normalmente proponían los sindicatos. Sin tal perspectiva, los grupos autónomos en el Veneto y en otras partes donde todavía la lucha no estaba desarrollada, eran necesariamente más cautos que sus compañeros romanos.25
Estas luchas no eran las únicas que tenían lugar fuera de la fábrica. A la amenaza de recortes en los gastos en la Educación, un nuevo movimiento entre los estudiantes de la escuela superior respondió con manifestaciones y ocupaciones. En Turin, los estudiantes organizaron una marcha a Mirafiori para asistir a la primera asamblea abierta de la planta. Una nueva ola de ocupaciones de viviendas empezó a primeros de año, comenzando en Roma y extendiéndose a Turín hacia octubre. Los ocupas romanos estaban dominados por miembros del grupo Lotta Continua, pero también se implicaban miembros de la Autonomia romana, uno de los cuales fue la primera víctima en los enfrentamientos con la policía en septiembre. En Turín, por otra parte, las ocupaciones llegaron a ser notables por la numerosa presencia de trabajadores involucrados en una actividad que en el pasado había comprometido principalmente a los marginados y excluidos.26 Finalmente, el 12 de octubre se vio uno de los primeros ejemplos organizados de political shopping, cuando manifestantes entraron a un supermercado en Milán forzando la venta a precios reducidos.27
Los Cambios se estaban produciendo también dentro de la Autonomía misma. A mediados de 1974, un debate acerca del salario garantizado reveló diferencias importantes de perspectiva. La principal desavenencia tenía lugar entre aquellos [obreros] privilegiados que anteponían la renuncia del trabajo como base de la estrategia revolucionaria, y la Asamblea Autónoma de Alfa Romeo para quienes el desarrollo de la conciencia de clase -y la potencialidad humana- era inseparable de la experiencia del trabajo:
Por salario garantizado entendemos el derecho a vivir con la garantía de un trabajo. Porque en una sociedad comunista, cada cual debe contribuir según sus capacidades y recibir de la sociedad según sus necesidades... Los camaradas de Marghera sostienen que cuando los hombres (sic) se liberen de la necesidad del trabajo, porque no tengan más necesidad de trabajar para cubrir sus necesidades o satisfacer sus deseos, entonces serán libres. Nosotros contestamos que no estamos contra el trabajo, sino contra la organización capitalista del trabajo cuyo fin no es progreso de la sociedad sino el beneficio... (en el Sur) las masas proletarias buscan resolver sus problemas trabajando.28
En su indagación, los miembros de Alfa dejaron la Autonomía unos meses más tarde. Sin embargo, las diferencias dentro del Area no prodigaron su partida. Mientras unos defendían la noción de comunismo como liberación del trabajo, otros se interesaban cada vez más con el peso político dentro del Area del obrerismo y sus aliados. Sobre todo los romanos, pues ni los ex-miembros de Potere Operaio ni el Gruppo Gramsci habían mostrado señales de establecer una nueva relación con el movimiento. En cambio, el Volsci si la reivindicó, siendo estos militantes particularmente sensibles a la tentación de reconstruir la Autonomía desde las viejas líneas antiguas burocráticas de los grupos formados fuera del movimiento estudiantil de finales de los sesenta.29
Tales inquietudes se tornarían pronto proféticas. En 1975 los componentes organizados de la Autonomía, desarrollados a partir del grupo alrededor de Negri y los restos del ala minoritaria de Oreste Scalzone de Potop y varias organizaciones marxistas-leninistas y los romanos mismos, habían empezado ya su transformación en un conjunto de microgrupos políticos.30 Mientras su desprecio por la política institucional los llevó a trabajar en un terreno diferente al escogido por los grupos más importantes fuera del PCI (Lotta Continua, Avanguardia Operaia y PDUP), la política autónoma adquiría cada vez un similar dogmatismo que ayudaría a alejar de la extrema izquierda italiana a muchos potenciales simpatizantes desencantados con el big 3 (triplice).31
Mirando atrás, sería fácil ver este proceso como inevitable, dado las fallas inherentes a la cultura antirevisionista que los autónomos compartían con la mayoría de los marxistas a la izquierda del PCI, en particular la regularidad con que los nuevos conocimientos estaban siendo incorporados en el corpus marxista-leninista existente, en lugar de ser utilizados para preguntarse sobre su veracidad revolucionaria. Aunque sería erróneo ocultar que ya estaban, particularmente en su primer período, los elementos más distintivos con que la Autonomía contribuiría a la cultura de la extrema izquierda italiana. Al negarse a separar las esferas políticas y económicas de las luchas, y elegir en cambio invertir la dicotomía tradicional del partido y el sindicato que habían sido la organización de la izquierda desde los días de la Segunda Internacional, el Área iba a ir mucho más allá que cualquiera de las formaciones alternativas italianas al desafiar las prácticas de la política tradicional comunista. En su manifestación inicial como red en la fábrica, la Autonomía había representado un pequeño pero significativo experimento de políticas revolucionarias basadas en la autoorganización de los militantes en su lugar de trabajo surguidas de las luchas de los sesenta. El que la continuidad de tal proyecto se frustrara rápidamente dentro de la propia Área lo atestigua tanto el peso muerto de las ideologías pasadas como el cambio creciente de fuerzas sociales atraídas a las teorías de la Autonomía. Así, a pesar de las críticas de los preceptos leninistas convencionales expresadas por las diversas formaciones autónomas en sus primeros años, ninguna intentaría una crítica tan radical como la que entonces emergía desde dentro de círculos feministas.32 Más bien, en oposición a la cada vez más aburguesada política del triplice, la mayoría de las tendencias dentro de la Autonomía formulaban una opinión del leninismo que, si a menudo era duramente crítica con la táctica de los grupos armados, sin embargo consideraba la lucha armada como la culminación de la lucha de clases. Enfrentada con la determinación del Estado italiano de criminalizar la protesta social, que a mitad de 1975 se había cobrado la vida de seis manifestantes izquierdistas por parte de fascistas y policías, tal leninismo armado fue asumido como práctica principal por muchos de los jóvenes activistas de la escuela superior formados en las nuevas jornadas de auto-reducción y combates en las calles. Cuando la Autonomía empezó a perder muchas de sus bases en las grandes fábricas de Italia por la desafección política o los despidos, comenzó a implantarse entre una nueva generación impresionada por la preparación de los autonomistas en los choques con los carabinieri y los fascistas, y donde el Área intensificaría ahora su reclutamiento.33
A principios de 1976, Negri había identificado una de las contradicciones fundamentales del Area y las fuerzas sociales que buscaba organizar entre quienes privilegiaban el movimiento y los ortodoxos de una concepción leninista de la organizacion.34 Desafortunadamente, su optimismo acerca de que la Autonomía era capaz de superar este problema pronto se vino abajo. Eligiendo en cambio actuar como un partido en la tradición de Potere Operaio y Lotta Continua, las fuerzas dominantes dentro de la Autonomía se condenarían a repetir la trayectoria de esos grupos cuyos fracasos tan vehementememte habían criticado.35

Adiós al obrero-masa

“Gasparazzo is not eternal... ”36

Contra estos antecedentes estaba Proletari e Stato de Negri, aparecido a mediados de 1975. Un trabajo breve, el folleto afirmaba la hipótesis sobre la naturaleza cambiante de la lucha de clases. Finalmente, abandonando toda vacilación acerca de la nueva composición de clase, el tema dominante era la reanudación de la crisis, de una continuidad en la ruptura de la crítica de la economía política y el proceso de antagonismo social. Para Negri los esfuerzos del capital como resultado del Otoño Caliente para dividir la clase mediante una alteración de su composición técnica y [la adicional socialización de la relación del salario] no habían surtido efecto. Como un aprendiz de brujo moderno, los esfuerzos del capital por recobrar el mando sólo habían multiplicado sus dificultades, mientras habían detenido las ofensivas del obrero-masa, las nuevas capas proletarias -verdaderamente una nueva figura de clase- habían entrado al combate en su lugar. Si esta nueva figura de clase era la infancia de las precedentes rondas de luchas, su partera era la crisis del desarrollo capitalista. Como Partito operaio contro il lavoro, Proletari e Stato buscaba localizar su análisis de composición de clase dentro de la discusión de la caída tendencial de la tasa de ganancia. Siguiendo los argumentos desarrollados por el periódico obrerista Primo Maggio, Negri, reivindicaba ahora una modificación substancial de la teoría de la crisis. Ciertamente, la tendencia marxista se había hecho realidad, y los problemas asociados con la tasa de ganancia se exacerbaban por la lucha de la clase obrera. Precisamente por ello, las tradicionales contra-tendencias [recetas]del capital habían fracasado hasta ahora: a pesar de la mayor flexibilidad impuesta en el trabajo, a pesar de los intentos de desarticulación territorial de la producción (a todos los niveles: local, regional, nacional, multinacional), a pesar de la nueva movilidad en el mundo comercial, a pesar de los efectos desconcertantes del proceso inflacionista... a pesar de todo esto y muchos otros esfuerzos, la rigidez agregada a la proporción entre la plusvalía y el capital total—es decir, la tasa de ganancia- no ha desaparecido. El beneficio está estancado igual que la presencia de inflación y todos los otros funcionamientos antagónicos.37
En su lugar, el capital se vió forzado a depender cada vez más de las peculiares propiedades que la forma-dinero le ofrecía a la hora de restablecer una proporción correcta entre la masa y la tasa de ganancia. Como consecuencia, la crítica de la economía política tenía ahora que extenderse sobre la comprensión de la nueva función del dinero como mando. Al mismo tiempo, las dificultades del capital no habían impedido la reorganización de su composición orgánica y con ello la composición técnica de la clase obrera. Aún más, así como la reestructuración había desestructurado al obrero masa, había traído también consigo una mayor socialización del capital con una adicional masificación del trabajo abstracto, y por lo tanto de trabajo socialmente difuso predispuesto para la lucha. Mientras la categoría ‘clase obrera’ entraba en crisis, concluía Negri, continuaba produciendo todos sus propios efectos sobre el terreno social, como un proletariado.38
El prestigioso obrerista Alquati Romano fue quien primero acuñó el término obrero social un año antes, definiendo así un nuevo sujeto político que rebasaba al obrero masa, y como tal se identificaba con la proletarización y masificación del trabajo intelectual.39 La definición de Negri, por contraste, comprendía este estrato pero lo extendía más allá. Según él, en 1978, la tesis fundamental subyacente a la teoría del obrerismo es precisamente una continua abstracción del trabajo paralela a su socializacion.40 Si el obrero masa era la primera concreción masificada de esto,41 su figura todavía estaba atada a determinados sectores de clase, en particular a aquellos que producían bienes permanentes. No eran la clase trabajadora, pero si su vanguardia: el obrero masa, igual que antes el obrero cualificado respecto a los artesanos, diría más tarde Alquati, nos ha enseñado que esa hegemonía no reside en la cantidad, sino en la calidad de la relación dentro de la acumulación.42 Como conclusión lógica de la línea de pensamiento que Negri había planteado primero con Crisi dello Stato-piano, su comprensión del obrero social representaba una ruptura radical con la genealogía de las figuras de clase clasificadas por el obrerismo italiano, siendo este el primero que no se había forjado dentro de una restructuración cualitativa del inmediato proceso de producción. Incluso el obrero social estaba menos sujeto a un sector industrial particular: más bien, era el proletariado entero sometido al trabajo abstracto, constituido a lo largo del proceso del valorizacion. Por primera vez, insistía Negri, había sido la continuidad y generalización de las luchas desarrolladas al unísono con la socialización de la relación capitalista, más que un accidente tecnológico, lo que había producido la composición de una nueva clase.43
Proletari e Stato trataba del sujeto de manera muy general. Después de proclamar su naturaleza profundamente social, el texto decía muy poco sobre los cambios en la fisonomía del obrero masa que habían llevado a la formación de una nueva figura de clase. Para Negri más bien, las preguntas más importantes giraban alrededor de lo que consideraba como el potencial revolucionario del obrero social, y el proceso abierto de recomposición extraordinario en amplitud e intensidad. El proyecto de reestructuración del capital no había destruido sino vigorizado la composición política del proletariado, uniendo los diversos estratos que había buscado dividir. Había ahora, según Negri en Proletari e Stato, una única ley de explotación presente sobre todo el proceso de planificación de la sociedad capitalista, haciéndose obligatorio entender en tal reestructuración la formación de una gran potencialidad unitaria de luchas en aumento.44
Las páginas de Rosso ayudan a desentrañar los elementos constitutivos de la nueva figura de clase algo mejor que Proletari e Stato. En 1975 un nuevo ciclo de conflictos se había abierto en la industria por la renovación de contratos; como en 1972-73, la Autonomia puso el énfasis en la necesidad para los trabajadores de tomar la ofensiva sobre el precio de trabajo. De esta manera, esperaban que la lucha de clases agravara el que para muchos hombres de negocios y líderes políticos continuaba siendo como el principal problema de la economía italiana: la [pendiente] ley del salario. En el terreno fundamental de la división entre trabajo necesario y excedente, la única contestación posible de la clase obrera era una campaña por una reducción más amplia de la jornada de trabajo sin pérdida salarial, una demanda que la organización de Negri procedió a propagar entre los conductores milaneses.45
Mientras las grandes fábricas habían permanecido en la cúspide de la pirámide industrial de Italia, la dispersión territorial generalizada de muchos procesos del trabajo, conjuntamente con la tradicional importancia de la producción de componentes en empresas menores, prestó más y más peso a los obreros en lugares de trabajo más pequeños. En consonancia con este cambio, Rosso empezó a centrar sus primeros esfuerzos en la autoorganización entre los jóvenes obreros en los pequeños talleres de Milán y Turín. Conocidos como círculos proletarios de la juventud, estas agrupaciones locales intentaban coordinar los conflictos en diferentes empresas, mientras también se comprometían en nuevas formas de apropiación tales como la ocupación de cines para conciertos y otras actividades culturales.46
Moviéndose fuera del lugar de trabajo, el periódico se mantuvo alerta de los desempleados organizados del movimiento napolitano. Combinando acción directa y negociadora en una ciudad sinónimo de escasa vitalidad y gobierno [apadrinado], el movimiento napolitano movilizó rápidamente a miles de obreros desempleados, convirtiéndose en el punto de referencia de la región para la actividad militante.47 Por otra parte, el creciente movimiento feminista empezó a moverse a partir del problema del divorcio, [concedido por el gobierno en 1974], para cuestionar todos los aspectos de la dominación social. Como los desempleados, las feministas eran vistas también por Rosso como un componente integral del nuevo sujeto social, y el periódico comenzó a hablar de la emergencia de un nuevo proletariado femenino.48 Finalmente, la práctica continuada de la apropiación, y en particular los ejemplos crecientes de saqueo organizado, era vista por la organización de Negri como uno de los hilos rojos que ataban estas capas en un proceso unificado de recomposición.49
Todas estas luchas, según Negri, buscaban satisfacer las necesidades de sus protagonistas fuera de la lógica de las relaciones sociales capitalistas. Puesto que las necesidades son históricamente determinadas [por la clase], las del obrero social sólo podía constituirse dentro del universo del capital. Naturalmente, su lectura tenía de nuevo la marca de Grundrisse. Solo el valor de uso podría romper posiblemente el círculo vicioso de la reproducción capitalista: el trabajo vivo. Este, [the former's very life-blood], podría subvertir la relación de clase cuando llegase a negar el trabajo, la creatividad dirigida hacia la reproducción del proletariado como sujeto antagónico. Lo que se requería urgentemente, por tanto, era la sustitución del sistema de necesidades existente con un sistema de luchas, condición para la existencia de la principal justificación de un partido revolucionario.50 De nuevo, como en Grundrisse, Negri insistía en formular esta discusión en términos dialécticos entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. En el mismo momento en que la vieja contradicción parecía haber desaparecido, el trabajo vivo era subsumido por el capital, la fuerza entera de insubordinación se condensa en ese frente final que es la permanencia antagónica y general del trabajo social. De aquí la fuerza productiva -la ‘única’ fuerza productiva es trabajo vivo social- se opone así misma como lucha a las ‘relaciones de producción’ y a las ‘ fuerzas productivas’ incorporadas después.
De esta manera, la fórmula tradicional de Marx se transformó en el antagonismo directo entre los proletarios y el Estado.51
Si aquí Proletari e Stato simplemente daba un giro característicamente negriano al esquema de Marx, en otras partes el ensayo subvertía una de las categorías centrales del viejo obrerismo: el salario. Momento privilegiado de la recomposición de clase por mucho tiempo, ahora Negri criticaba el movimiento oficial de los trabajadores por comprender las relaciones de clase sólo dentro de tales términos. Por un largo período, argumentaba, el salario había marchado en el proceso inmediato de producción y apropiación en la esfera social separadamente pero golpeando al mismo tiempo; hoy, sin embargo, [el anterior tendía a ser el posterior], al buscar la clase obrera la reapropiación directa por las fuerzas productivas de la riqueza social. De hecho, para Negri, la reapropiación directa no era un apéndice confuso al programa comunista sino su esencia. Una vez la lucha salarial había subordinado todas las otras a su lógica, ahora conservaba significado sólo como parte de un amplio ataque de la sociedad sobre el Estado. A la lucha sobre el trabajo necesario y el excedente se había añadido la lucha por reducir el trabajo necesario mismo, cuando el proletariado se esforzaba por acelerar la tendencia del capital y así precipitar la caída del reino tiránico de la economía.52
Según Proletari e Stato, la hipótesis del obrero social se había de comprobarse en la práctica. ¿Qué magnitud, entonces, alcanzaba realmente el proceso masivo de recomposición -un salto cualitativo en la unidad de la clase- en la experiencia italiana? En el folleto mismo, Negri ofrecía sólo unas muy breves discusiones del problema de la desarticulación marginal mediante las que trataba las características asociada las con nuevas capas marginadas socialmente. Igualmente, las necesidades de sujetos tales como mujeres y desempleados parecían poseer una importancia política de tal magnitud que no podían reducirse a la demanda del salario.53 Todavía, aunque no era difícil apuntar a la continuidad temporal de las luchas uniendo el obrero masa del Otoño Caliente a los nuevos sujetos sociales de mediados de los setenta, era mucho más difícil descubrir rastros de esa unificación concreta entre los sectores en que descansaba la totalidad del argumento de Negri. En su mayoría, en cambio, tal potencialidad estaba lamentablemente desactivada, con el frente de luchas industriales más intensas -el de las pequeñas fábricas del Norte- casi herméticamente cerrado [desde] otros sectores de la clase. Si más tarde, en 1977, un proceso podría jugarse en la universidad como un momento de agregación, en 1975-76 sólo la práctica de la apropiación -que avanzaba especialmente en los jóvenes círculos proletarios- podía establecer algunos enlaces entre las capas cada vez más abigarradas de la clase obrera italiana.54
Las divisiones más dramáticas y significativas del período sirvieron para diferenciar a los obreros de las grandes fábricas del Norte del resto de los sujetos agrupados dentro la figura de clase de Negri y forzar una fisura dentro del obrero masa mismo. Después de media década de luchas, los principales protagonistas del Otoño Caliente se encontraban en el mejor de los casos en el limbo de un tregua productiva dentro de la fábrica, en los peores comprometidos en disputas industriales tan defensivas como subordinadas a los intereses institucionales del movimiento oficial. Debido principalmente a su habilidad para garantizar la estabilidad de los trabajadores cada vez más centralizada en el terreno contractual, los sindicatos habían tenido éxito después de 1973 ganando el apoyo de la gran mayoría de los consejos de la fábrica, burocratizándolos en el proceso. En la práctica esto había significado dos cosas: primero, la reaparición, bajo una nueva apariencia, del tradicional discurso sindical de una paga por cualificación entre los obreros que se enfrentaba al espíritu igualitario de los años anteriores; segundo, un compromiso sindical explícito para adaptar las demandas de los trabajadores a los requerimientos de la acumulación.55 Con el centro-izquierda de los sesenta suplantado por gobiernos cada vez más autoritarios, y consciente de la experiencia chilena, ahora la dirección del PCI se comprometía así misma en el camino de un compromiso histórico con la Democracia Cristiana, un objetivo que tras los éxitos del partido en las elecciones regionales de 1975 parecía al alcance de la mano. Igual que utilizó a la confederación sindical de izquierda (CGIL) para reconstruir en el lugar de trabajo la presencia perdida en los años precedentes, ambiciones políticas que sólo fortalecieron la tradicional hostilidad [al/del] PCI que juzgaba corporativistas las luchas contra la necesaria reestructuración de la economía.56
En el mismo frente industrial, había señales de que muchos patrones, lejos de acobardarse por las luchas del obrero masa, habían intensificado sus intentos de dominar el factor trabajo. En la FIAT por ejemplo, la dirección había elaborado una estrategia maniobrera encaminada a socavar el poder sobre la producción que los trabajadores habían adquirido en las luchas del Otoño Caliente. [Haciendo uso del fondo nacional para el despido de la Cassa Integrazione] para reorganizar el ciclo entero de la producción, la dirección bajó el rendimiento de unos talleres, mientras lo aumentaba en otros mediante el uso extensivo de horas extraordinarias. A la vez, más y más componentes fueron asignados a plantas más pequeñas dentro del conglomerado, incluyendo aquellas recientemente establecidas fuera de Italia. Tal desarticulación del ciclo de la producción corroyó severamente esa capacidad para [la interrupción y la comunicación] que en años previos habían mantenido los talleres más militantes dentro de Mirafiori, mientras simultáneamente permitía a la dirección experimentar con el nuevo proceso de producción basado en la robótica. Así la edad y los despidos se combinaron para mermar la fuerza de trabajo total de la FIAT en un 13% en dos años hasta septiembre de 1975, viéndose forzados por la creciente inflación más y más empleados de la FIAT al pluriempleo, una práctica que bloqueó además la transmisión de militancia. Por si todo esto no fuese suficiente, en julio de 1975 la dirección de la FIAT firmaba un acuerdo sindical sobre su derecho para controlar la movilidad dentro de la empresa, una victoria que provocó un carrusel de traslados entre sus varias plantas, y además redujo la estabilidad de los trabajadores. Como Marco Revelli indicaría más tarde,
Este fue un período en el que la FIAT era usada por los patronos más como un medio para aumentar la reproducción de mediación política (y el consenso social) en lugar de como un medio de producción de mercancías, y estaba claro que el sindicato podía sobrevivir, como una sombra, una forma fetichista de hipostasía del 'poder de los trabajadores'. Pero estaba claro también que, como la composición de clase que había hecho la base material y social de ese modelo sindical se había disuelto, también se acercaba el momento en que los patronos se preparaban a pasar factura.57
[Cualquiera otros problemas encarados], el núcleo del obrero masa formado en la FIAT todavía permanecía en esos años suficientemente fuerte como para mantener sus empleos. Los obreros industriales, sin embargo, no tenían tanta seguridad. En Lombardía por ejemplo, cientos de empresas empezaron a descentralizar y racionalizar sus procesos de producción. El caso más emblemático -el paso de la planta Innocenti a la British Leyland- también ofrece algunas señales en las divisiones que entonces atravesaban el cuerpo de la clase obrera industrial. La primera ronda de problemas en Innocenti se inició en abril de 1975, [introduciendo la dirección en la Cassa Integrazione a algunos trabajadores], y forzando la producción del resto. La situación empeoró a finales de agosto, cuando 1/3 de los empleados se encontraron ante la perspectiva del desempleo y el aumento permanente del tiempo de trabajo y los ritmos de la producción anteriores. La oposición más intransigente a estos ataques vino de un pequeño número de militantes distanciados [desde/de] los grupos de extrema izquierda, habían formado una base con cierto seguimiento en talleres clave dentro de la planta. [Enfrentado] a una mayoría hostil en el consejo de fábrica dominado por el PCI, [veía] como la lucha cambiaba cada vez más desde los talleres al terreno de las negociaciones entre el sindicato y la compañía, el Coordinamento Operaio Innocenti pronto se encontró así mismo, en palabras de uno de sus anteriores miembros, en el ojo del huracán. Los problemas se enconaron a finales de octubre, cuando los delegados del PCI y CGIL se enfrentaron con los miembros del grupo y sus partidarios. Al día siguiente seis de sus miembros fueron despedidos, destruyendo efectivamente el Coordinamento como una fuerza dentro de la planta, y con ello la posibilidad de una lucha abierta [por el compromiso histórico de la izquierda para la dirección de las dificultades económicas de la nación].58
Saludado en ciertos círculos como el nuevo programa de la Autonomia, Proletari e Stato recibiría una recepción hostil en otros por su desinterés por los retrocesos del obrero masa. Si algunos de los antiguos adversarios de Negri abrazaban ahora muchos de sus principios como propios59, el folleto no gustó a aquellos de sus antiguos socios que habían permanecido fuera [del ala organizada] de la Autonomia. Particularmente defraudado estaba Sergio Bologna, un editor de Primo Maggio que continuaba colaborando con Negri en varios proyectos de investigación. Con Proletari e Stato, según Bologna, Negri había aprehendido algunos de los mecanismos objetivos de la composición política en la actual sociedad italiana, pero había descuidado completamente las no menos considerables tendencias que la recorrían:
¿Cuántos trabajadores, cuántas fábricas se han encontrado en los pasados dos años enfrentadas con el problema del cierre, y cuántas luchas se han malgastado en las alternativas entre la defensa del salario independiente [del cambio del trabajo] y las cooperativas de la producción? ¿Entre el salario garantizado y la auto-gestión, cierres de fábricas y aceptación de la reestructuración? En tales circunstancias la izquierda revolucionaria no ha sabido tampoco ofrecer otras alternativas o, en el mejor de los casos, se ha limitado a decir que se había propuesto mal el problema y como tal debía ser rechazado. Lo más coherente que la izquierda revolucionaria había dicho era que la destrucción del poder de los trabajadores venía bien por que podía ayudar al reclutamiento y selección de la vanguardia. Ha habido muchas pequeñas (o grandes) batallas, pero en su curso la composición política de la clase ha cambiado considerablemente en las fábricas, y ciertamente no en la dirección indicada por Negri. No sólo eso, sino contrariamente a esa unidad más mayor que decía había tenido lugar. Más bien, había ocurrido una división más profunda; no entre la fábrica y la sociedad, sino dentro de la fábrica misma, entre la propia clase trabajadora. En suma había habido una recuperación de la hegemonía reformista sobre las fábricas, brutal e implacable en su esfuerzos para desmembrar la clase que todavía quedaba y expulsarla de la fábrica.60
Negri, según Bologna, más que luchar con tal confusión, había preferido ejercer de teórico en posesión de la verdad. Desde luego, al escoger inventar una figura social diferente a la cual imputar el proceso de liberación de la explotación, Negri se había lavado simplemente las manos sobre las recientes dificultades del obrero masa, conjuntamente con el fracaso de su propia organización para hacer cualquier avance dentro del movimiento. Lejos de ser el principio de una nueva etapa, concluía Bolonia,
Nosotros no estamos en el año uno, no estamos ante la vuelta del renacimiento de la 'nueva izquierda' de los sesenta; no estamos tampoco ante la redefinicion de una figura social diferente al obrero masa. ¿Incluso si fuera verdad que la relación entre el obrero social y el partido fuera diferente,[que la sociedad civil no sea tan extensa], que la teoría de la conciencia de clase también haya cambiado, por qué continuar ejerciendo la práctica del teórico y la ideología? La forma del discurso político es obsoleta, el dogmatismo es simplemente ‘matonismo’, y esta forma de teoría debe ser negada como cualquier otra 'teoría general'... [lo que] nos permite concluir que el debate sobre este tema no es posible por más tiempo, está saturado. Mejor buscar uno nuevo.
Igualmente crítica era facción romana de la Autonomía. Después de un año participando en Rosso, el Comitati Autonomi Operai ya había tenido bastante después de 1976. Estaban de acuerdo con Bologna que el abandono de Negri de la esfera de la producción directa como terreno central de la lucha de clases solamente podía tener consecuencias desastrosas,61 pensando que tales diferencias ocultaban unas más profundas de método. Reprocharon que la contribución milanesa al análisis de la Autonomía de la composición de la clase estaba caracterizada cada vez más por afirmaciones tan enfáticas como inconvincentes, reconociendo que
Su interés por los 'estratos emergentes' (jovenes proletarios, feministas, homosexuales) y por nuevos, y reconceptualizados, sujetos políticos (el 'operaio sociale') siempre ha sido compartida, aún todavía, por nosotros. Pero precisamente la innegable importancia política de estos fenómenos exige un rigor analítico extremo, gran cuidado investigador, un enfoque fuertemente empírico (hechos, datos, observaciones y todavía más observaciones, datos, hechos).62
Ignorando tales advertencias, Negri dedicaría de aquí en adelante la mayor parte de sus esfuerzos al desarrollo de un nuevo modo de investigación adecuado al obrero social.

Negri más allá de Marx

Si a finales de los sesenta Negri, como otros obreristas, había corrido el riesgo de suboordinar la especificidad de los diferentes estratos de la clase obrera a los del obrero masa, su trabajo en la segunda mitad de los setenta presagiaba incluso disolver esta comprensión concreta de la clase dentro de un proletariado genérico. Cuando el debate alrededor del obrero social se extendió, la naturaleza indeterminada de la abstracción de Negri fue en aumento. Quizás el crítico más comprensivo fuera Alquati, para quien el obrero social constituía una sugestiva categoría, aunque advirtía, sin embargo, contra el peligro de construir una ideología alrededor de una figura de clase que todavía tenía que aparecer como un sujeto político maduro.63 Para Roberto Battagia, en las páginas de Primo Maggio, el nuevo sujeto de Negri era una categoría derivada por analogía del obrero masa, carente [de su aspecto más característico]: a saber, un fuerte vínculo entre las condiciones materiales de explotación y los comportamientos políticos. En realidad, por tanto, como una amalgama de sujetos diferentes con motivaciones completamente independientes, la noción de un obrero social tenía un valor heurístico limitado.64 Tal línea de razonamiento fue enfatizada por Vittorio Dini, quien consideraba la manera en que Negri había agotado el contenido de su aparato conceptual era particularmente perjudicial. Si Negri había descrito, sugestivamente, la naturaleza históricamente determinada de esta categoría, ahora al considerar todos los momentos del proceso de la circulación como productivos de valor, resolvía la antigua tensión del obrerismo alrededor de la relación fábrica-sociedad mediante un escamoteo teórico. Similarmente, la delineación de una nueva figura de clase, un proyecto que requería atención y tiempo considerables, [se había logrado simplemente al derrumbarse la tendencia en la realidad].65
Otro aspecto decepcionante del nuevo análisis de Negri sobre la composición de la clase era la parte que trataba del PCI. Mientras enfatizaba correctamente la naturaleza frecuentemente disciplinaria de los esfuerzos del PCI para ganar la batalla dentro del lugar de trabajo, Negri decidía no investigar lo que Lapo Berti llamaba el dilema creciente entre los comportamientos de la lucha y las ‘actitudes’ políticas de muchos obreros formados en el Otoño Caliente: entre la práctica crítica de la organización del trabajo evidente en muchas fábricas, y el apoyo de la clase obrera para la dirección de un partido que veía las relaciones existentes de producción como el orden natural de las cosas.66 Convencido, en cambio, que el proyecto reformista carecía de cualquier base material en tiempo de crisis capitalista, Negri indicaba la relación represiva entre los trabajadores y el PCI, además de aludir a la naturaleza parasitaria de la fuerza de trabajo en las grandes fábricas.67 Más certera estuvo una de las contribuciones de la edición especial de Rosso de junio de 1976 dedicada al PCI, elaborada sobre la representación que del partido tenía el intelectual comunista Badaloni como la personificación de una faceta de la existencia de la clase obrera: [la del sector organizado de los trabajadores] dispuesto a aceptar su papel subordinado en la sociedad. Igualmente, solamente las contribuciones del Comitati Autonomi Operai como habían aportado alguna discusión práctica sobre la política comunista y su implantación, particularmente en ese sector donde el PCI ya había actuado como fuerza de gobierno en la administración municipal de algunas de las más importantes ciudades italianas.68
Así, a pesar de la creciente complejidad de la clase política italiana a finales de los setenta, la simplificación del esquema de Negri [continuaba como si tal cosa]. Aunque seguía rechazando las tradicionales concepciones marxistas sobre la crisis, la propia estructura de Negri no era menos catastrófica. El equilibrio del poder ha sido revertido, escribia 1977: la clase obrera, su sabotaje, es el poder más fuerte -sobre todo, la única fuente de racionalidad y valor. De ahora en adelante es imposible, incluso en la teoría, olvidar esta paradoja producida por las luchas: cuanto más se perfecciona así misma la forma de dominación, más vacía es; cuanto más aumenta la insobordinación de la clase trabajadora, más llena está de racionalidad y valor. Estamos aquí; no estamos derrotados; y somos mayoría69
Como consecuencia de tal dogmatismo, los aspectos más creativos de la lectura subjetivista de Negri sobre Marx quedarían desdibujados. Desprovisto de las determinaciones contradictorias de la realidad italiana, la noción prometedora -de nuevo tomada prestado de Alquati -de una clase obrera autovalorizando sus propias necesidades dentro de y contra la relación del capital perdía toda consistencia. De manera similar, su denuncia del capitalismo de Estado hecha sobre los países del Este, su búsqueda de una nueva medida de producción más allá del valor, y su clara descripción del proceso revolucionario basado en el pluralismo de los órganos de masa proletarios autónomos, eran una y otra vez dilapidados por una estructura que describía la lucha de clases como el combate mortal de dos Titanes.70 Pese a la aceptación de Negri de la noción de variedad como un atributo positivo dentro de los movimientos de cambio social, la propia concepción de Negri del obrero social continuaba prescindiendo de todo lo específico y contradictorio que lo distinguía, quedando solamente su atributo común como encarnaciones del trabajo abstracto. [Puesto que lo anterior sólo tiene significado como una forma de mando], la comprensión de Negri del problema de la recomposición política vino sobredeterminado por una tensión sobre la violencia que, como la práctica de gran parte de la Autonomía mostraba ahora, no estaba menos agotada -si profundamente diferente en cultura y forma--que la de Brigate Rosse 71
Se puede suponer razonablemente que ante una perspectiva tan infundida de triunfalismo, la relativa facilidad con que la Autonomía fue doblegada por los arrestos masivos de 1979-80 supuso un inmenso golpe. En lugar de suponer un toque de atención al pensamiento de Negri, la derrota política del Área sólo serviría para desinflar su estructura conceptual. Al romper en 1981 con el grupo dominante dentro de la Autonomía del norteste de Italia, Negri acusaría a sus exponentes de sostener rápidamente un modelo bolchevique de organización fuera del tiempo y del espacio y un sujeto -el obrero masa- que era, si no anacrónico, muy parcial y corporativo. Actuando así, habían escogido ignorar a una nueva generación política que se sitúa así misma en las grandes luchas por la comunidad, por la paz, por una nueva manera de ser feliz. Una generación sin [memoria] y por lo tanto más revolucionaria.72
Desarrollando más esta línea argumental en las páginas del periódico Metropoli, Negri siguió insistiendo que la [memoria] solamente podía ser entendida como un momento integral en la lógica de la dominación del capitalista: la composición de clase del sujeto urbano contemporáneo no tiene memoria porque solamente el trabajo puede construir para el proletariado una relación con la historia pasada... la memoria proletaria es sólo la memoria de la explotación pasada... La memoria existente de 1968 y de la década siguiente es ahora la del sepulturero... los jóvenes de Zurich, los proletarios napolitanos y los obreros de Gdansk no tienen ninguna necesidad de memoria... la transición comunista es la ausencia de memoria.73

Vuestra memoria, acusaba Negri a sus anteriores camaradas, se ha convertido en vuestra prisión.74 En su propio caso, este abrazo de un presente eterno simplemente significaba la renuncia de responsabilidades pasadas. Examinando la derrota de la tendencia obrerista ese mismo año -una derrota que había acabado con Negri y miles de otros activistas en la cárcel acusados de terroristas- Sergio Bologna reconocería la naturaleza de este problema claramente: siento miedo y repugnancia cuando veo camaradas que odian su pasado o, peor todavía, quienes lo falsean. Yo no niego mi pasado, por ejemplo mi pasado obrerista; al contrario, lo reivindico. Si renegamos de todo, viviremos en una condición de permanente esquizofrenia.75
Seguir el trayecto de Negri hasta el declive más allá del operismo y el marxismo es una tarea deprimente. Detrás del evidente mérito intelectual que ha caracterizado gran parte de su trabajo, subsiste allí lo que él mismo mas tarde calificará como
esta pretensión perjudicial, que recorre todos nuestros escritos, es el idioma de la tradición marxista, pero lleva un residuo de simulación que crea una redundancia distorsionada.76
Tal desviación vino del peculiar modo de pensar que Negri había heredado del padre del obrerismo italiano, Mario Tronti, ahondado aún más, un modo de pensar que tomó su punto de partida desde procesos sociales reales para rápidamente volverse sobre sí mismo. Buscando evitar tal destino, Marx había abandonado las deslumbrantes alturas del vuelo conceptual desplegado en Grundrisse por los sombríos, pero históricamente específicos, pasajes de Das Kapital. [Negri lo podría haber hecho peor que considerar el consejo de Tronti así mismo, cuyo trabajo sobre la composición de la clase, no menos que su propio trabajo], ha permanecido como una prueba elocuente de la advertencia de Operai e capitale: Un discurso que crece sobre sí mismo lleva el peligro mortal de verificarse así mismo siempre y solamente mediante los sucesivos pasajes de su propia lógica formal.77

NOTAS

* Traducción de Negri’ s Class Analysis. Italian Autonomist Theory in the Seventies. Reconstruction 8 (Winter/Spring 1996)
1 H. Partridge, 'Interview with Toni Negri. November 1980', Capital & Class 13, Spring 1981, p.136.
2 For a brief introduction to operaismo and notions such as 'immaterial labour', see S. Wright, 'Confronting the Crisis of Fordism: The Italian debates', Reconstruction 6, Summer 1995/96.
3A. Negri, 'Constituent Republic', Common Sense 16, December 1994, p.89.
4 See M. Melotti, 'Al tramonto del secolo', vis-a-vis 4, Winter 1996.
5 See G. Bocca, Il caso 7 aprile: Toni Negri e la grande inquisizione, Feltrinelli, Milan, 1979, Ch.5.
6 The attendance figures for the Bologna conference are given by the Roman organization as 'more than 400' [Comitati Autonomi Operai (eds), Autonomia Operaia, Savelli, Rome, 1976, p.33] and by Negri as 'three hundred people at the maximum' (in G. Soulier, 'AUTONOMIE-AUTONOMIES', Recherches 30, November 1977, p.88).
7'Dalla relazione introduttiva', Autonomia Operaia, pp.40, 43. An insight into both the first autonomist factory collectives and the early Italian women's movement can be found in E. Cantarow, 'Women's Liberation and Workers' Autonomy in Turin and Milan', Liberation, October 1972 and June 1973.
8 'Una proposta per un diverso modo di fare politica', Rosso 7, December 1973, now in L. Castellano (ed) Aut.Op. La storia e i documenti, Savelli, Milan, 1979, pp.96, 92.
9 A. Negri, 'Partito operaio contro il lavoro', in S. Bologna, P. Carpignano, A. Negri, Crisi e organizzazione operaia, Feltrinelli, Milan, 1974, p.126.
10 A. Negri, 'Marx on Cycle and Crisis', now in his Revolution Retrieved, Red Notes, London, 1988, p.65.
11 A. Negri, 'Marx on Cycle...', p.57.
12 A. Negri, 'Marx on Cycle...', p.54.
13 A. Negri, 'Partito operaio...', p.109.
14 A. Negri, 'Partito operaio...', pp.123-4.
15 Compare K. Marx, Capital Volume I, Penguin, Harmondsworth, 1976, p.770 with Capital Volume III, Penguin, Harmondsworth, 1981, p.486.
16 A. Negri, Marx Beyond Marx, Bergin & Harvey, South Hadley, 1984, pp.100-1.
17 A. Negri, 'Partito operaio...', pp.114-5.
18 A. Negri, 'Partito operaio...', pp.126, 127, 129.
19 A. Negri, 'Partito operaio...', pp.126, 128.
20 A. Negri, 'The Party of Mirafiori', now in Red Notes (eds), Working Class Autonomy and the Crisis: Italian Marxist Texts of the Theory and Practice of a Class Movement. 1964-1979, CSE Books, London 1979, p.64.
21 A. Negri, 'Theses on the Crisis', in Red Notes (eds), p.53.
22 A. Negri, 'Partito operaio...', p.159.
23 A. Negri, 'Crisis of the Planner-State', now in Revolution Retrieved, p.138.
24 A. Negri, 'Partito operaio...', p.143.
25.B. Ramirez, 'Self-reduction of prices in Italy', now in Midnight Notes (eds) Midnight Oil, Autonomedia, New York, 1992, p.190.
26 The occupations centred on private housing in San Basilio, one of the worst slum districts of Rome. Divisions in the far left were such that separate squats were organised by the various groups. Accounts can be found in Autonomia Operaia, pp.205-11, 214-9, and throughout the September issues of the newspaper Lotta Continua.
27 'Milano: la spesa politica', Controinformazione 5-6, 1974, pp.12-3.
28 A.A. Alfa Romeo, 'Rivoluzione e lavoro', Rosso 11, June 1974, p.15.
29 Comitato Politico ENEL & Collettivo Policlinico, 'Centralizzazione e responsabilita ' delle avanguardie', Rosso 11, p. ll , and 'Autonomia operaia organizzata: rapporto da Milano', Autonomia Operaia, pp.71-4.
30 0. Scalzone and G. Vignale, 'la congiuntura del movimento e i malanni della soggettività', Pre-print 1, December 1978.
31 An early instance of Autonomia's difficult relations with other activists alienated by the triplice was the participation by some of its Roman exponents in the efforts of male Lotta Continua militants to force their way into a national women-only demonstration of December 1975. Franco Berardi's account of the incident, which prompted his Bolognese group to severe formal ties with the 'organised' wing of Autonomia, can be found in 'AUTONOMIE-AUTONOMIES', p.93.
32 On the significance of the feminist critiques of leninism, see C. Bermani and B. Cartosio, 'Dieci anni di "Primo Maggio"', Primo Maggio 19-20, Winter 1983-84, p.5.
33 See M. Lombardo-Radice and M. Sinibaldi, '"C'e' un clima di guerra..." Intervista sul terrorismo diffuso', in L. Manconi (ed), La violenza e la politica, Savelli, Rome, 1979.
34 Documento Politico della Segretaria dei Collettivi politici di Milano', Rosso 7 (13.3.76), now in G. Martignoni and S. Morandilli (eds), Il diritto all'odio: dentro/fuori/ai bordi dell'area dell'autonomia, Bertani, Verona, 1977, p.229.
35 As had been predicted in 'Organismi autonomi e "area dell'autonomia"', Collegamenti 6, December 1974, now in Martignoni and Morandilli, p.262.
36 B. Longo, 'Meno salario, piu' reddito: la Cassa integrazione', Primo Maggio 5, Spring 1975, p.30. Gasparazzo was a comic strip character in the newspaper Lotta Continua who epitomised the male 'mass workers' formed during the Hot Autumn.
37 A. Negri, Proletari e Stato: Per una discussione su autonomia operaia e compromesso storico, Feltrinelli, Milan, Second Edition, 1976, pp.12-3.
38 A. Negri, Proletari e Stato, pp.14, 15. Beyond his own works such as Crisi dello Stato-piano, an anticipation of Negri' s thesis can be found in the reflections of another former member of Potop, Franco 'Bifo' Berardi. For this Bolognese militant, writing in April 1973, the FIAT occupation of that year signalled the crisis both of leninism and the mass worker, now being overtaken by a new class composition within which 'intellectual and technical labour, productive intelligence (wissenschaft-tecknische-intelligenz) tends to become determinate - Mirafiori e' rossa', now in F. Berardi, Scrittura e Movimento, Marsilio, Venice 1974, p.8.
39 Alquati's version of the operaio sociale hypothesis and its relationship to the other class figures of operaismo is presented in R. Alquati, N. Negri and A. Sormano, Universita' di ceto medio e proletariato intellettuale, Stampatori, Turin n.d ., pp.90-3 .
40 A. Negri, Dall'operaio massa all'operaio sociale: Intervista sull'operaismo, Multhipla, Milan 1979, p.11.
41 A. Negri, Proletari e Stato, p.15.
42 R. Alquati, 'Universita', formazione della forza lavoro intellettuale, terziarizzazione', in R. Tomassini (ed ), Studenti e composizione di classe, Edizioni aut aut, Milan, 1977, pp.75-6 .
43 A. Negri, Proletari e Stato, p.36.
44 A. Negri, Proletari e Stato, pp.36-7, 37.
45 'Alfa Romeo 35 X 40' and 'La proposta operaia', Rosso III/l, 9 October 1975.
46 For an insight into these experiences, see Nanni Balestrini's novel The Unseen, Verso, London, 1989.
47 Autonomia Operaia, pp.156-8.
48 'Un diverso 8 marzo' and 'Note del sesto anno', Rosso III/8, 24 April 1976.
49 Autonomia Operaia, pp.246-8, 364-5.
50.A. Negri, Proletari e Stato, pp.45, 46.
51 A. Negri, Proletari e Stato, pp.45, 37, 32, 31, 6.
52 A. Negri, Proletari e Stato, pp.51, 47-8.
53 A. Negri, Proletari e Stato, pp.9, 64.
54 The struggles in small factories during 1975 are well documented in the pages of Lotta Continua. According to one report at that organisation's July 1975 Workers' Conference, in Milan alone 116 factories had been hit by layoffs, with 3-5000 workers on Cassa Integrazione, and another 7,000 (including 1,500 at Innocenti) due to join them in September. Between fifty and sixty of these workplaces had been occupied by their employees - 'La lotta politica delle piccole fabbriche', Lotta Continua, 24 July 1975, p.3.
55 See P. Lange, G. Ross and M. Vannicelli, Unions, Change and Crisis: French and Italian Union Strategy and the Political Economy, 1945-1980, George Allen & Unwin, London, 1982, p.155; A. Graziosi, La ristrutturazione nelle grande fabbriche 1973-1976, Feltrinelli, Milan, 1979, Chapter 1; M. Regini, 'Labour Unions, Industrial Action and Politics', in P. Lange and S . Tarrow (eds), Italy in Transition: Conflict and Consensus, Frank Cass, London, 1980; G. De Masi et. al., Consigli operai e consigli di fabbrica: L'esperienza consiliare dalle origini a oggi, Savelli, Rome, Second Edition ,1978.
56 See S. Hellman, 'Il Pci e l'ambigua eredita' dell'autunno caldo', il Mulino 268, March-April 1980; Redazione romana di Rosso (eds), Compromesso senza operai, Librirossi, Milan, 1976.
57 M. Revelli, 'Defeat at Fiat', Capital & Class 16, Spring 1982, p.99.
58 'Lotta all'Innocenti', Primo Maggio 7, n.d.
59 'Nelle lotte vive gia' una cooperazione antagonistica al processo di valorizzazione: occore trasformarla in cooperazione comunista', Chiamiamo comunismo O, March 1977.
60 S. Bologna, '"Proletari e Stato" di Antonio Negri: una recesione', Primo Maggio 7, p.27. A translation of parts of this and the following quotation can be found in B. Lumley, 'Review Article: Working Class Autonomy and the Crisis: Italian Texts of the Theory and Practice of a Class Movement. 1964-79', Capital & Class 12, Winter 1980/81, pp.132, 133.
61 As two Roman autonomists then put it in a letter to the editors of Primo Maggio, 'Each time in the history of the workers' movement that the factory has been abandoned, the most disastrous defeats have followed...' - quoted in Bermani and Cartosio, , p.11.
62 'Letter aperta alla redazione milanese di "Rosso"', Rivolta di classe 1, October 1976, now in Castellano, pp.135, 136.
63 R. Alquati, Universita' di ceto medio, pp.90-1.
64 R. Battaggia, 'Operaio massa e operaio sociale: alcune considerazioni sulla "nuova composizione di classe"', Primo Maggio 14, Winter 1980-81, pp.75, 74.
65 L. Berti, 'Tra crisi e compromesso storico', Primo Maggio 7, p.8.
66 A. Negri, 'Working Class Sabotage and Capitalist Domination', now in Red Notes (eds), pp.110, 117.
67 'Il partito della merce organizzata per una nuova etica del lavoro' and 'Inchiesta sul P.C.I.', Rosso III/10-11; 'Lettera aperta...', p.137.
68 A. Negri, 'Working Class Sabotage...', pp.137, 118. The pamphlet's sales are noted in C. Mariolti, 'Caso Negri, Scalzone, Piperno', L'Espresso 22 April 1979, p.11.
69 A. Negri, 'Working Class Sabotage...'. The depiction of Negri's understanding of class struggle as a battle between 'two Titans' is that of A. Lipietz, 'Crise et inflation: Pourquoi?', Communisme 2 (n.d.), quoted in G. Boismenu's review of A. Negri, La classe ouvriere contre l'Etat, Galilee Paris 1978), in Canadian Journal of Political Science 13/1, March 1980, p.192.
70 To pick one passage from many in 'Working Class Sabotage...' (p.134): 'We cannot imagine anything more completely determinate and laden with content than working class violence'.
71 A. Negri, 'Cari compagni di Autonomia', Autonomia 26, November 1981, p.8.
72 A. Negri, 'Elogia dell'assenza di memoria', Metropoli 5, 1981.
73 A. Negri, 'Cari compagni di Autonomia'.
74 S. Bologna, 'Per una "societa'" degli storici militanti', in S. Bologna et al., Dieci interventi sulla storia sociale, Rosenberg & Sellier, Turin, 1981, p.17.
75 Quoted in A. Portelli, 'Oral Testimony, the Law and the Making of History: the "April 7" Murder Trial', History Workshop Journal 20, Autumn 1985, p.12.
76 M. Tronti, Operai e capitale, Einaudi, Turin, Second Edition, 1971, p.16.
Negri's Class Analysis: Italian Autonomist Theory in the Seventies
Reconstruction 8 (Winter/Spring 1996) STEVE WRIGHT

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