domingo, 17 de febrero de 2013

“Sobre el suicidio”, de Karl Marx- Salvador López Arnal



“Es probable que la temática social del suicidio bajo el capitalismo pueda haber estado influenciada por las vivencias de Marx en su exilio”
Profesor, filósofo, trabajador incansable, activista, autor de un libro imprescindible –Nietzsche contra la democracia- y un número ilimitado de artículos deslumbrantes, Nicolás González Varela es el editor -traductor, anotador y presentador- del Cuaderno Spinoza de Marx (‘El Viejo Topo’, Barcelona, 2012) y uno de los marxistas de mayor erudición y proyección internacional. Su último trabajo es la edición de un texto del joven Marx.
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De nuevo tengo que felicitarte por la excelente edición de este nuevo texto, desconocido o casi desconocido, de Karl Marx “Sobre el suicidio”. Nunca se había traducido al castellano hasta ahora si no ando errado. ¿Por qué? Es algo extraño, ¿no?
Sí, efectivamente, no existía una edición en español hasta ahora. Como la mayoría de los escritos del Marx desconocido, permaneció en el olvido en su Nachlass, hasta que el sabio y malogrado editor David Riazanov lo rescató completo, aunque con escasas notas, en la que puede considerarse la primera edición crítica en laHistoria de Marx y Engels que se editó en la URSS en 1932. Hubo que esperar al fin de la Segunda Guerra Mundial para que este texto volviera de nuevo a la luz pública en el nuevo proyecto editorial de obras completas, la Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA) 2, el tomo correspondiente en el que tenía que aparecer no llegó a ser publicado al desaparecer la URSS y la RDA, naciones que financiaban la obra; está anunciada a publicarse con un aparato crítico en la renacida y renovada Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA) 2, un ambicioso proyecto multinacional. El texto tuvo ediciones menores en revistas de la izquierda europea, muchas ligadas al Bordiguismo, y en formato libro existen en inglés, francés y portugués. Nos hemos enterado de una edición en español, junto a otros textos de Marx de diferentes épocas, editada en Argentina casi simultáneamente a la nuestra, que no hemos podido consultar.
Creo que la temática del suicidio –incluso entre las clases dominantes pero en especial centrado en la figura de la mujer– nos muestra a un Marx un poco incómodo (comunista “filosófico” y en plena lucha interna con corrientes de la misma izquierda), por lo que se habría condenado el texto al olvido. Es un texto eminentemente de intervención política y que ya vislumbra el método de investigación que utilizará en losGrundrisse y en Das Kapital, de enorme actualidad en España, uno de los países más neoliberales de Europa, en el cual desde el inicio de la crisis capitalista en 2008 el suicidio es la principal causa de muerte externa de sus ciudadanos, tras haber desbancado a los accidentes de tráfico. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) cada año se quitan la vida 3.145 personas, es decir, casi nueve personas al día.
Sí, sí, el dato es abrumador y debería dar mucho qué pensar. Nos cuentas los materiales que componen la edición que has preparado: estaría tu presentación, el texto de Marx,…
Hemos intentado realizar una edición sincrónica, que incluye el texto sobre el suicidio pero que abarca los años fundamentales en el exilio en Bélgica, entre 1845 y 1847. Hemos completado la edición con un apéndice documental que incluye materiales originales de Peuchet, (una figura política extraordinaria por su palmarés, considerado un gran estadístico francés), una biografía de su editor en Francia que utiliza Marx, así como textos inéditos de Engels, del considerado primer comunista alemán Moritz Hess y de Marx de la misma época, en pleno trabajo de construcción de la Liga de los Comunistas, que no figuran en ninguna de las ediciones existentes en otros idiomas. El texto de Marx se publicó dentro de una revista política comunista, de intervención en la clase obrera y en la burguesía culta de Alemania, llamada “Espejo de la Sociedad”, Gesellschaftsspiegel, cuyas cabezas pensantes eran Engels y Hess.
¿Qué características tiene el texto marxiano? ¿Es un artículo propiamente fruto de alguna investigación realizada anteriormente? Nos explicas su estructura.
El texto de Marx sobre el suicidio es curioso por muchas razones. Es la primera y última vez que tratará el tema de la opresión de género y la tiranía del pater y mater en la familia burguesa. Se concentra sobre la opresión doble (económica y familiar) de la mujer en la Francia bourgeoise (de los cuatro casos de suicidio que considera, tres son protagonizados por mujeres) y una prueba concreta del influjo en la propia evolución de Marx de los “jóvenes hegelianos”, en especial del primer socialista alemán de la época, Moritz (Moses) Hess, apodado el “rabino rojo” (coeditor, junto con Engels, de la Gesellschaftsspiele). Tiene peculiaridades, se trata casi de un Memoranda, un montaje, en el cual Marx traduce y comenta a Peuchet desde “atrás” de la escritura.
No puede hablarse de un artículo de Marx, sino de una presentación y traducción selectiva y de un uso educativo-revolucionario del fragmento citacional. Por supuesto, no es una traducción literal, sino una transliteración editada, muy similar a la del famoso Hefte Spinoza de 1841, que hemos tenido el honor de editar por primera vez en español en la editorial Montesinos, donde se suprimen partes, se agregan pensamientos propios y se deducen conclusiones a las que Peuchet (o Spinoza) no llega o que están entre líneas; también puede asemejarse al trabajo marxiano sobre el texto de Bakunin sobre Anarquía y Estado, Staatlichkeit und Anarchie (1874-75) o de los extractos y comentarios sobre Morgan en los “Cuadernos Etnológicos”, Ethnologischen Exzerpthefte (1880-82).
Toma pie en Jacques Peuchet, dices. ¿Quién era Peuchet? ¿Por qué se aproximó Marx a las investigaciones del que fuera finalmente un archivero de la policía?
El artículo sobre el suicidio, según un marxólogo de la categoría de Michael Löwry, es una piece unique en la bibliografía de Marx, está fundamentalmente basado en las memorias de un tal Jacques Peuchet (1758-1830), un personaje político de segunda línea, que fue sucesivamente artista, abogado, economista, estadístico y archivero de la Policía ¡durante la Restauración! Participó de la Revolución Francesa, para luego ser parte del partido realista, luego simpatizante de Napoleón. Tuvo una vida dilatada à la Chateaubriand. Nació en 1758, su formación es eminentemente encyclopédiste, muy cercano al abbé André Morellet, escritor y traductor, el mismo al que Diderot le encargó escribir un artículo sobre Religión y Metafísica para la famosa y subversiva Encyclopédie.
La elección de Marx no deja de sorprendernos: no es ni un historiador, ni un economista, ni un político, sino el jefe del archivo de policía. Sin embargo era un notable de la política reformista, un burgués que podía atraer el interés de Marx: personalmente, había llegado a conocer las mejores cabezas de su siglo: Fauchet y Babeuf, Mirabeau y Saint-Simon, el abad Sieyès y Charles Fourier. Peuchet también perteneció a los economistas franceses neosmithianos y creía en la economía política como savoir administratif. Es probable que Marx le conociera indirectamente por sus estudios sobre economía política que empezó precisamente en París. Marx estaba preparando una historia de la Convención revolucionaria y conocía a la perfección los personajes de segunda y tercera línea como Peuchet. No sólo Marx se interesó por las jugosas memorias, infinidad de novelistas y periodistas contemporáneos las utilizaron en extensión, utilizando sus datos e historias para ambientar los bas fonds de cualquier novela dramática o negra, como por ejemplo Alejandro Dumas con su famosa historia del Conde de Montecristo.
Marx escribe su trabajo a los 28 años de edad, dos años antes de la publicación del Manifiesto. ¿Cómo caracterizarías sus posiciones filosóficas en esos momentos?
Es un momento clave, es la etapa de un Marx “joven-joven”, en transición entre un Comunismo filosófico (mezcla de Humanismo feuerbachiano, Hegel sazonado con el anarquismo de Proudhon, que podríamos calificar de radical liberalismo, con el Socialismo obrero francés) que se está enriqueciendo de la propia práctica política de Marx, y el propio proceso acumulativo teórico en torno a la crítica de la Economía Política burguesa. Es un Marx en ebullición, abierto, antidogmático. El Marx de esta época, recordemos que renuncia definitivamente a la Filosofía en cuanto especialidad, es esencialmente negativo en su momento reflexivo: emprende una lucha teórico-ideológica (utilizando todavía un hegelschen Jargon, la jerga joven hegeliana de moda en las vanguardias) y, a la vez, una pretensión de asentamiento y consolidación doctrinaria de la idea comunista. El trabajo de Engels y Marx (junto a Hess) en el proyecto Gesellschatsspiegel sería un “esfuerzo pedagógico” para orientar al deutschen Sozialismus hacia el Comunismo auténticamente científico; se proponían la meta posible y plausible de llegar al Kommunismus como un necesario desarrollo lógico de la propia doctrina de los jóvenes hegelianos. Creo que estamos en la época de la elaboración del trabajo colectivo de La Ideología Alemana, hay mucho de autoclarificación y crítica a posiciones político-filosóficas pasadas.
¿De dónde surge el interés de Marx por un tema como éste? ¿Se aproximó de nuevo a él en otros momentos?
Un doble estímulo, seguramente, una combinación indisoluble de acicate teórico desde el Socialismo francés, como lo destaca en el comienzo de su artículo, y el modo de vida que compartía con las clases trabajadoras alemanas emigrantes. Es muy posible que la temática social (y personal) del suicidio bajo el Capitalismo pueda haber estado influenciada por las vivencias del propio Marx en su exilio de París y Bruselas, lugares en los cuales como un emigrée pobre y desclasado, experimentó la desesperación, la miseria extrema, la exclusión e incluso la tentación del suicidio. El París que encontró Marx era en esa época la “La Mecca del socialismo”, la “Nueva Jerusalén” de las utopías revolucionarias. Se podía hallar los representantes más abigarrados del socialismo de la época: junto a economistas burgueses socializantes (Sismondi, Buret) había socialistas cristianos (Lamennais, Buchez), saintsimonianos (Bazard), fourieristas (Consideránt), socialistas reformistas hegelianos (Leroux, Pécqeur, Proudhon), socialdemócratas prácticos (Blanc, Ledru-Rollin, Flocon), socialismo feminista (Tristán), comunistas científicos (Cabet, Dézamy, Gay), babouvistas (Blanqui, Charavay), etc.
Marx nunca volverá a tratar en profundidad los temas de la opresión de género y familiar, salvo en casos aislados de su obra, una temática tangencial que evoca a este trabajo es el artículo de 1858 “Die Einkerkerung der Lady Bulwer-Lytton” (publicado en el ‘New York Tribune’ del 4 de agosto como: “Imprisonment of Lady Bulwer-Lytton”, el caso de un conservador tory que interna a su mujer en un manicomio), pero no encontraremos algo parecido en toda su obra. Marx descubre, como dirá Orwell, que todos los problemas son problemas políticos y que la política misma es una masa de mentiras, evasiones, locura, odio y esquizofrenia. Un anticipo sorprendente de la consigna “The Personal is Political” que se hizo de masas a fines de los 1960’s, para Marx lo político subsume todas las relaciones de poder (privadas y públicas), que no se reduce a la política profesional burguesa, ni a la competición electoral.
La revista en que se publicó el trabajo de Marx era, según tus propias palabras, una revista socialista minoritaria alemana, ‘Gesellschaftsspiegel’, “Espejo de la sociedad”. ¿Cómo surgió la publicación? ¿Cuáles eran sus objetivos?
El motto de la revista, un proyecto conjunto de Moritz Hess, el famoso Kommunistenrabbi, y el segundo violín de Marx, Friedrich Engels, era todo un programa político: “Órgano de las clases del Pueblo desposeídas y de esclarecimiento de la situación social del presente”. Será una publicación de aparición mensual. Engels le contaba el objetivo en una carta a Marx de la siguiente manera: “lo que a mí me preocupa de una manera especial es que la literatura comunista conquiste el derecho de ciudadanía en Alemania, lo que ahora es un fait accompli…” El programa de la revista (que se incluye por primera vez al lector español en nuestra edición) preanuncia, con tres años de anticipación, muchas líneas político-ideológicas que desembocarán en el Manifiesto Comunista. En este sentido, laGesellschaftsspiegel será uno de los hitos en el desarrollo de la idea comunista en Marx. El trabajo de Engels y Marx (junto a Hess) en el proyecto sería una suerte de “esfuerzo pedagógico” para orientar al deutschen Sozialismus hacia el Comunismo auténticamente científico; se proponían la meta posible y plausible de llegar al Kommunismus como un necesario desarrollo lógico de la propia doctrina de los jóvenes hegelianos. Engels entendía la revista como un Katalysator en el ambiente de Wuppertal, predominantemente industrial, del movimiento real de los comunistas en general (incluyendo a corrientes ideológicas afines como la delwahre Sozialismus).
Incluyes en la edición un texto –“A los lectores y suscriptores de Gesellschaftsspiegel”- firmado por Friedrich Engels y Moritz Hess. Del primero tenemos noticias; muchas menos del segundo. ¿Quién fue Moritz Hess?
Se trataba de un joven renano, desclasado, autodidacta, renegado, que escribiría el primer libro socialista de la historia en Alemania y que convertiría al Comunismo, gracias a su personalidad y prédica, nada menos que a Engels y Bakunin. Será una influencia duradera en el mismo Marx. Debemos primero señalar que en esta época, 1845-1847, el tándem de agitación&propaganda de ideas comunistas para Alemania estaba liderado por Hess y Engels, estando en un segundo término Marx. Durante esta época del desarrollo político-filosófico de Engels y Marx, Hess, el más radical y productivo de los jóvenes hegelianos, actuaba como un auténtico catalizador. Como tantos otros, Hess permanece a la sombra de los titanes de la época, no tiene lugar salvo como intermezzo y etapa descartable, una antítesis molesta. Su destino le ha colocado en medio de Fichte, Hegel, Heine, Feuerbach, Marx, Lassalle, Bakunin y Weitling.
La propia historiografía marxista, ya sea la “segundointernacionalista” (Mehring, Mayer,) tanto como la “tercerointernacionalista” (Cornu, Lúkacs y la escuela stalinista), lo colocan en un limbo intermedio pero marginal. El Anarquismo no lo considera un retoño propio. Parte de culpa la tienen sus propios textos, inhallables en muchos idiomas (y muchos ilegibles a nuestros ojos), parte de culpa su propia interpretación de qué es una teoría para cambiar el mundo, parte la propia personalidad de Hess, quien nunca enalteció ni pretendió elaborar como marca registrada sus ideas más radicales y novedosas.
Por otro lado Hess quedó impresionado cuando conoció a Marx en 1841, como relata en una carta: “Te alegrarás de poder conocer aquí a un hombre que ahora también formará parte de nuestros amigos… Se trata de una personalidad que, a pesar de que me muevo en el mismo campo, ha producido en mí una enorme impresión. En resumidas cuentas: puedes prepararte a conocer al máximo, acaso el único auténtico filósofo actualmente en vida, que muy pronto, en cuanto se presente públicamente (en escritos y en cátedra) atraerá la mirada de Alemania… Siempre había deseado tener a un hombre así como profesor de filosofía. Ahora me doy cuenta de lo ignorante que soy en el campo de la filosofía pura… El Doctor Marx, así se llama mi ídolo, es un hombre todavía joven (tendrá a lo sumo veinticuatro años), que asestará el golpe mortal a la religión y a la política medievales. Combina la más profunda seriedad filosófica con el chiste más mordaz. Imagínate Rousseau, Voltaire, Holbach, Lessing, Heine y Hegel combinados en una sola persona; digo ‘combinados’, no amontonados. Y entonces tienes al Doctor Marx…”
Hess sólo se equivocaba en una cosa: Marx sólo tenía veintitrés años. Además Hess inauguraba en sus artículos periodísticos un instrumento que luego perfeccionaría tanto Engels como Marx: la co-investigación militante. Tanto a través de sus libros y artículos, había logrado forzar la atención hacia la cuestión social no sólo de sus lectores sino de parte del equipo de redacción y del grupo de filósofos jovenhegelianos de Berlín. Hess, el primer comunista de Alemania, sigue en la oscuridad injusta en que fue colocado hace dos siglos, esperemos que empiece a cambiar esta situación. Además debemos subrayar que Hess había sido cofundador, potencial director (desechado por los inversores por su radicalismo) y colaborador del diarioRheinische Zeitung, en el cual llegará a ser Chief Redakteur el propio Marx, ese extraño laboratorio donde convivían hasta su clausura por el gobierno prusiano liberales de izquierda y jóvenes hegelianos.
Vuelvo al escrito del joven Marx. Señalas en tu introducción, tomando pie en Michael Löwy, que el artículo es una pieza única en la bibliografía de Marx. ¿Por qué?
Aparte por su composición, uso revolucionario del fragmento citacional, muy poundiano, el texto de Marx sobre el suicidio es curioso por muchas razones. Es la primera y última vez que tratará el tema de la opresión de género y la tiranía del pater y mater en la familia burguesa; se observan importantes iluminaciones sobre el problema de género y la crítica a la alienación en el entonces “joven-joven” Marx. El texto se concentra sobre la opresión doble (económica y familiar) de la mujer en la Francia burguesa del Segundo Imperio (de los cuatro casos de suicidio que considera, tres son protagonizados por mujeres, no es casualidad que el otro caso sea el de un desempleado de edad madura). No encontraremos algo parecido en toda su obra esotérica y exotérica. Es de alguna manera un Marx inusual y poco familiar al que estamos acostumbrados.
¿Qué tesis relevante mantiene Marx sobre el tema? ¿El suicidio afecta a unas clases más que a otras en su opinión? ¿La miseria es causa determinante?
En este texto Marx condensa su trabajo y práctica parisina, en especial sus descubrimientos en losManuskripte de 1844, en ellos ya había definido cómo “la propiedad privada se desprende, pues, mediante el análisis del concepto del trabajo alienado, es decir, del hombre alienado, del trabajo enajenado, de la vida enajenada, del hombre enajenado”. Y el concepto del trabajo alienado (de la vida alienada tout court) “lo hemos obtenido en la economía política como resultado del movimiento de la propiedad privada”. Por primera vez conceptualiza la Entmfredung (El “extrañamiento”) de los trabajadores bajo el capital. El obrero no es ya hombre, sino una merchandise más, pero una mercancía “de las más desdichadas cualidades”, como podemos verlo hoy en día.
Para Marx la alienación y la enajenación, tal como lo planteaba Hegel en la famosa dialéctica del Amo y el Esclavo, afecta a ambos polos del conflicto social, en grados diferentes; a su vez dentro de cada polo de la oposición, se generan dominaciones (dominación de un sexo sobre otro, como la del pater familia o la opresión del marido sobre su esposa o de la sociedad sobre el cuerpo de una mujer) sancionadas jurídicamente por el Estado. Por sobre estos despotismos ancestrales y reconfigurados por la propia revolución burguesa, se le suma la miseria (no del pauperismo) como un complemento más de violencia sistémica y silenciosa. El suicido es un fenómeno multiclasista, socialmente transversal, que se intensifica en aquellos que sólo tienen para intercambiar en el mercado su fuerza de trabajo.
Nos habíamos quedado en este punto. Peuchet, y Marx con él, hablan del patriarcado, de la tiranía familiar, de la violencia de género en suma. ¿Es el caso o leo mal, muy mal, y anacrónicamente además?
No, no lees mal en absoluto, estás en lo correcto. En esta suerte de multidimensionalidad de la crítica materialista, como valencia científica, multidisciplinar y antidogmática, reside la originalidad de este Marx desconocido, a veces, como todo gran clásico, y reducido por la vulgata a un economista más o a un simple continuador de los utópicos fantásticos del Renacimiento. O peor: a un legitimador de determinados estados de partido único. Marx puede hablarnos de violencia de género, de racismo y xenofobia, de opresión de un sexo sobre otro, de patriarcado, de cuerpos dominados y, por supuesto, de la nueva explotación del hombre por el hombre que nace con el Capital.
¿Se puede afirmar también, con términos nuestros si quieres, que el texto de Marx es una aproximación crítica a la vida cotidiana del capitalismo de aquella época, que lo supuestamente privado también es público para él? ¿Hay también aportaciones en torno a la temática de la alienación?
Pensemos que en esa época recién se estaba conformando la idea de un espacio privado, lo económico, elbourgeois, separado de lo público (vagamente lo político burgués, el citoyen), y las consabidas superestructuras político-jurídicas, por lo que la afirmación de Marx que todo es político resultaba novedosa y con un fuerte pathos antiburgués. Aunque hay que decir que ya los socialistas utópicos y anarquistas habían empezado con una corrosiva crítica a la vida cotidiana del Bovarismo de las clases dominantes. El suicidio es el deux ex machina de la tragedia humana, una irrupción antinatural, pero en el que se pueden analizar los mecanismos ocultos o invisibles que lo hacen entrar en escena, tal la idea de Marx. Estos mecanismos no son accidentes naturales, sino constitutivos a la forma en que se organiza la sociedad en un momento dado. Al fenómeno general de la alienación bajo el Capital, que lo llamaremos más técnicamente como “enajenación” (Marx utiliza indistintamente Entäusserug, Entfremdung y Veräusserung, que significan un estado de enajenación o extrañamiento) cuya idea abstracta en lengua alemana es una situación en que un sujeto se enfrenta a una situación hostil, producto suyo, que destruye su propósito.
Ya en Die heilige Familie de 1844, inmediatamente anterior al texto sobre el suicidio, Marx señalaba en el capítulo dedicado a Proudhon que “la Clase Poseedora (besitzende Klasse) y la Clase del Proletariado (Klasse des Proletariats) representan la misma Autoenajenación humana (menschliche Selbstentfremdung). En estos textos se pueden reconocer cuatro aspectos principales: el hombre está enajenado de la Naturaleza (en tanto el trabajo es una interacción con lo inerte para transformarlo); el hombre está enajenado de sí mismo, de su praxis (de su propia actividad e intencionalidad); el hombre está enajenado de su “Ser Genérico” (de su ser en cuanto miembro del género humano); el hombre está enajenado del hombre (de los otros hombres y mujeres). La Entfremdung del Capital, que subsume antiguas y pasadas dominaciones, es totalitaria, abarca aspectos económicos, políticos, ontológicos, morales, éticos, e incluso estéticos. Estamos viendo, en un texto tan corto, un sistema in statu nascenti.
¿El comunismo que él propugnaba en aquellos momentos tenía que tener también un efecto emancipador en este ámbito?
Por supuesto, el Comunismo, parafraseo al Marx maduro, es igual al establecimiento del Reino de la Libertad, que sólo empieza allí donde termina el trabajo impuesto por la necesidad (de las relaciones de propiedad) y por la coacción de los fines externos. La Libertad con mayúsculas consiste en una Humanidad que regule racionalmente su intercambio con la Naturaleza, la ponga bajo un control común en vez de dejarse dominar por él como por un Poder ciego, el Mercado. La condición fundamental es precisamente superar el estado de necesidad, motor fundamental de las sociedades capitalistas.
De los cuatro casos de suicidio contemplados en el escrito, señalas en tu introducción, tres son protagonizados por mujeres. ¿Por qué? Uno de ellos, si no recuerdo mal, es un caso de aborto.
Sí, es una selección de Marx que enfatiza a la mujer como la figura desgraciada en tanto sujeto y objeto. Básicamente ha tomado un capítulo de las memorias, el LVIII, “Du suicide et de ses causes”. El suicido como tragedia de la vida íntima no es más que la medida y el síntoma de una lucha social, siempre flagrante, donde muchos combatientes se retiran cansados porque se saben siempre víctimas y porque se rebelan contra el sólo pensamiento de “prendre un grade au milieu des borreaux”, no estar ni un momento de lado de los verdugos. Marx toma cuatro casos detallados de los muchos relatados por Peuchet. Tres son jóvenes mujeres; el otro un hombre ex-guardia real.
Primer caso: es suscitado por la presión familiar, tanto materna como paterna, por perder la virginidad. Ella se suicida ahogándose en el Sena. El segundo caso implica abuso conyugal, tiranía marital y etnicidad, una joven originaria de La Martinica que sufre los celos sin límites que la llevan a arrojarse al Sena. Marx compara el maltrato de su marido con la esclavitud, protegida por el Code civil y los derechos de propiedad. El tercer caso trata de los derechos de aborto: una joven de dieciocho años queda preñada del tío de su marido y se presenta a un médico para que le quite el embarazo bajo el juramento que se matará. También se ahoga en el Sena. El caso masculino es un hombre de edad mediana, ex-soldado, que ha perdido su trabajo de funcionario, no consigue ninguno por su edad madura y su familia entra en la habitual espiral descendente de pobreza, exclusión y marginalidad. Un caso que vemos casi todos los días en Europa. No soporta la carga moral. Se ahorca y en su carta póstuma pide piedad para su familia desamparada.
¿Crees que en la evolución política y filosófica de Marx su contacto con la situación obrera, con el movimiento obrero de la época, con la emigración, fue importante en su evolución y en la irrupción de sus ideas?
El ser produce la conciencia, Marx y su crítica materialista es impensable sin su derrotero de emigrado político, sin sus lazos multinacionales, internacionalistas y cosmopolitas, y en esta época su paso por París. Marx vivía en el este de la ciudad, en el corazón obrero, y lo más importante es el contacto con los straubinger, los así llamados artesanos alemanes influenciados por ideas owenistas, fourieristas, charbonnieres, saintsimonianas y por la actividad del sastre Weitling, futuro líder de la “Liga de los Justos” y autor de la primera profesión de fe comunista. Precisamente Hess calculaba, en una carta de aquellos años, que vivían y trabajaban en París alrededor de 85.000 trabajadores alemanes, casi un 10% de la población, la mayoría sastres y ebanistas (trabajadores manuales en un 85%, el resto son periodistas, artistas, etc.). Algunos oficios eran típicamente alemanes, como el de zapatero: “allemand” en la jerga parisina llegó a ser sinónimo de cordonnier. Los alemanes, como todos los emigrantes pobres actuales y pasados, hacían bajar en su desesperación los salarios medios de los franceses, por lo que eran muy comunes conflictos y campañas xenófobas.
Agentes secretos prusianos ya andaban tras la pista de sus pasos, te leo un párrafo de un informe secreto que es delicioso: “En París comienza a surgir una nueva clase de escritores, artistas y obreros alemanes, la cual está decidida a provocar el derrocamiento por el camino de las reformas sociales. Al frente de dicho partido se encuentran los representantes de la doctrina hegeliana: Ruge, Marx… Resulta verdaderamente lamentable ver de qué forma algunos intrigantes engañan a los pobres obreros alemanes. Pero no sólo intentan arrastrar al comunismo a los obreros, sino también a jóvenes comerciantes, dependientes… Los comunistas alemanes se reúnen cada domingo ante la ‘Barriere du Trône’, en la sala de un tabernero en la carretera… Se reúnen normalmente 30, muchas veces 100 0 200 comunistas. Tienen alquilada la sala. Allí pronuncian discursos en los cuales se predica abiertamente la muerte del rey, la abolición de todos los bienes, la eliminación de los ricos, etc. En resumen: la más horrenda e inaudita locura. Le escribo a toda prisa, con el fin de que esos Marx, Hess… no continúen arrojando a la gente joven a la desgracia”.
El espía prusiano no estaba alejado de la mutación que se estaba produciendo: el surgimiento de un nuevo tipo de escritor. Y es que el exilio político acarrea un doble corte: de un lado re-establece una libertad y una posibilidad de expresión imposible en Alemania; del otro una muerte simbólica de todo el pasado in toto. El exilio genera en sus condiciones materiales un tipo de intelectual que se aproxima al ideal weberiano de Wertfrei, libre de valores, como dirá Mannheim, el ideal de intelectual: quinta esencia de un pensamiento crítico y objetivo. París es la fase de ruptura, de renovación práctica de la teoría, donde la exterioridad del exilio se transforma en objetivación de la filosofía bajo la kritik al idealismo, preámbulo de la kritik a la ideología. El proceso genealógico que va de glosar a Epicuro a la idea comunista de 1845 no podía producirse sin el desgarramiento y la expatriación del emigrado político. La idea comunista no se hubiera generado sin esta epistemología del exilio.
Comentas también que el texto fue pensado para ser leído en público para un potencial auditorio obrero de la región natal de Engels en Wuppertal, Renania. ¿Se llegó a leer finalmente? ¿De dónde esa finalidad?
Pensemos que la revista intentaba aprovechar el creciente interés del público por los problemas sociales, para crear un medio mensual diríamos “criptocomunista” que, sin acusar una clara tendencia izquierdista, ya que ello podría echarla a pique desde el primer día por la estricta censura, informase regularmente acerca de la situación de la clase obrera en Alemania, hasta entonces totalmente ignorada, tanto por la ciencia como por el público. La idea de que la revista sea un colector, catalizador, un “andamio” que asegure niveles de organización necesarios, tanto para la construcción de una organización como para la generación de una acción política eficaz sobre la Klasse de los proletarios, tribuna y Forum a la vez. Aquí encaja a la perfección la colaboración de Marx sobre el suicidio en clases representativas de todo el cuerpo social burgués, o sea, denunciar die soziale Misère und das Bourgeois regime tal como se declaraba en su política editorial. Era muy normal en la época que se leyera en voz alta las columnas más interesantes en los cafés y tabernas más políticas.
Citas también en tu presentación a la gran Flora Tristán. Como recuerdas, no llegaron a conocerse ella y Marx. ¿Observas alguna similitud en sus posiciones?
En La Sagrada Familia, como dije antes el texto inmediatamente anterior al del suicidio, en el capítulo IV (escrito por Engels), “Die kritische Kritik” als die Ruhe des Erkennens oder die “kritische Kritik” als Herr Edgar”, se realiza una defensa a toda la línea de la feminista comunista Flore Celestine Therèse Henriette Tristán Moscoso Laisney (¡otra emigrée!) y su libro Union Ouvrière, impreso en la misma imprenta donde Marx y sus compañeros editaban sus periódicos. Flora era criticada por los jóvenes hegelianos, antiguos aliados, ahora llamados “Los libres”, como una “dogmática femenil”. Allí, la autora, sentenciaba que el mejoramiento de la situación de miseria e ignorancia de los trabajadores es fundamental, porque “todas las desgracias del Mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer”.
Ella rehusaba mantener la emancipación de los trabajadores separada de las de las mujeres: “el hombre más oprimido puede oprimir a otro ser, que es su mujer. La mujer es la proletaria del mismo proletario”. Tristán había muerto a los 41 años, víctima de tifus, y antes de que Marx (o Engels) pudieran conocerla. Mártir de la opresión de género, maltrato marital y violencia doméstica (su esposo intentó asesinarla a tiros: tuvo una bala sin extraer en su pecho hasta su muerte). Engels y Marx sumaron –la crítica materialista puede ser vista como un gran palimpsesto de todas las tradiciones anticapitalistas– lo más sustancial de la visión feminista-comunista de Tristán.
Marx abre su escrito con unas palabras muy elogiosas a la “Crítica francesa de la Sociedad”. ¿A quienes, a qué tendencias se está refiriendo?
Exacto, es al mismo tiempo una crítica velada al atraso y dogmatismo de la doxa comunista en la propia Alemania. Tanto para Engels como para Marx, el Comunismo francés, a diferencia del alemán, había nacido directamente de la situación de la clase obrera, el cuerpo real y punto de partida efectivo de todos los movimientos sociales del presente, “porque constituye la saliente más encumbrada y desembozada de nuestra miseria social imperante.” El Comunismo alemán, eminentemente filosófico, tiene una génesis burguesa, puramente ilustrada, a partir de presupuestos teóricos. Por ello, la moderna crítica social francesa es superior, por su origen histórico y determinación por las relaciones de producción burguesas. Pensemos que cuando Marx llega a París el Socialismo francés vive su Edad de Oro. Dentro de la etiqueta “crítica social francesa” está pensando en una miríada de literatos, autores y sectas, muchas elogiadas en su correspondencia y en obras anteriores, como Saint-Simon, Fourier, Proudhon, Leroux, Sand, Laponneraye, Cabet, Dézamy, Blanqui, Buchez, Tristan, Pecqueur, Consideránt, Louis Blanc, Lamennais, J. J. Pillot, Vinçard, Gay, Charavay, Teste, etc. pensemos que existían en ese momento en Francia, por ejemplo, ¡más de cuatrocientas publicaciones que se reclamaban fourieristas! Muchas de las publicaciones francesas serán tomadas como modelo, no sólo en lo teórico sino en el aspecto formal, por Engels y Marx.
En la edición, en la página 107, incluyes un curioso texto, un Plan editorial, “Biblioteca con los mejores escritores socialistas extranjeros”. Es un escrito de Marx de 1845. ¿Para quién ese plan editorial? ¿Qué autores destacarías entre los seleccionados?
Tiene relación con tu pregunta anterior. La revista venía acompañada de una “Biblioteca…” en la que se trataba de difundir a bajo costo esta novísima crítica social, traducida al alemán. Muchos de los autores que Engels y Marx admiraban, estudiaban e intentaban conocer, pasan ahora a una colección de las fuentes para la historia del Comunismo y el Socialismo o, al menos, la historia en las fuentes y a través de las fuentes. Complemento esencial al trabajo más táctico y coyuntural de la revista, ya que serían textos cuyo contenido efectivo serían hoy en gran parte plenamente utilizable para la militancia y la construcción organizativa. No conocemos los autores propuestos por Engels en su totalidad (nombra a clásicos como Fourier, Morelly, Owen y los saintsimonianos), pero Marx dejó un plan editorial detallado que incluye obras completas y compilación de artículos.
En él pueden verse autores individuales, sectas y publicaciones: por ejemplo tenemos a Jules Gay y Theodore Dézamy, que eran calificados en La Sagrada familia como “los comunistas franceses más científicos”; cita publicaciones como La Fraternité del abogado Richard de Lahautière, inspirada en Babeuf, mencionada positivamente en La Ideología alemana, autor del cual Marx poseerá su libro de 1841 De la loi sociale; sectas como el Cercle Social, organización creada por intelectuales parisinos en los primeros años de la revolución francesa, ligados a los enragés (su figura destacada era Claude Fauchet) o un autor que aparecerá citado en El Capital, Alexandre Louis Joseph, marqués de Laborde, y su libro De l’esprit d’association dans tous les intérêts de la communauté de 1818. Un proyecto ambicioso que por falta de un editor confiable nunca llegó a realizarse. Se cumple aquello que para los clásicos, sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria…
No te canso más. Abres con una cita de Elias Canetti: “Un filósofo sería aquel para quien los hombres fueran siempre tan importantes como los pensamientos”. ¿Fue Marx un filósofo en el sentido que apunta Canetti en este aforismo?
Totalmente. Sabemos que el motto preferido de Marx era la máxima romana que había escrito el poeta Terenciao: Homo sum, humani nihil a me alienum puto, “Hombre soy; nada humano me es ajeno”. Glosaría al gran Canetti diciendo que para Marx los hombres y mujeres fueron tan importantes como los pensamientos cuando abandonó definitivamente la filosofía profesoral.
El Viejo Topo


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