martes, 21 de septiembre de 2010

Los ultraconservadores del Tea Party: "Soy cristiano, americano, heterosexual, pro-armas y conservador” Por Raúl Mendoza


El poder del tea party Surgió a principios del 2009 para oponerse con tenacidad a los impuestos creados por Barack Obama con el objetivo de reimpulsar la economía norteamericana. Es un movimiento ultraconservador que busca el retorno del espíritu puritano y de aquel nacionalismo excluyente y racista tan popular en el pasado y hoy resurrecto entre los blancos.

Todos los mítines del Tea Party se parecen: agitan banderas norteamericanas y frases alusivas a la grandeza de su país, entonan canciones patrióticas y rezan. Su lema es “más religión y menos Estado”. Son considerados “la nueva derecha estadounidense” y conforman cientos de colectivos que han logrado una organización propagada de boca en boca, en las redes sociales, los blogs y las emisoras locales de radio. Se oponen a la política de impuestos de Barack Obama, la reforma sanitaria y la presencia de inmigrantes. Solo en su primer año realizaron un centenar de manifestaciones y en varios estados se les considera una opción a los partidos republicano y demócrata.


Hace unos días reunieron casi un millón de personas en Washington para “restablecer el honor de Estados Unidos”, en lo que ha sido su demostración de fuerza mayor. En la concentración –realizada en el mismo lugar donde Martin Luther King dio su célebre discurso “Yo tengo un sueño” en 1963– hablaron sus voceros más reconocidos: Glenn Beck, un presentador de radio y televisión de ultraderecha, y Sarah Palin, ex candidata a vicepresidenta por el Partido Republicano, oradora en muchos de sus encuentros y quien podría ser su candidata presidencial. ¿Qué planteaban? Un retorno a los “valores norteamericanos”, algo así como Dios, Patria, Libertad.


La frase “Soy cristiano, americano, heterosexual, pro armas y conservador” sintetiza a quienes constituyen el Tea Party, según ellos mismos ponen en sus camisetas. Pero el tema es más complejo. “Los Tea Party son de mediana edad para arriba y a muchos la riqueza les es ajena. La mayoría no tiene título universitario y temen perder sus empleos. No podrían pagar el costo de la atención médica en EEUU sin ayuda del gobierno. Se beneficiarían de los programas financiados por el Estado que el Tea Party quiere abolir, y sin embargo acusan de socialista a la legislación de Obama. Están equivocados”, dice Ian Buruma, profesor de derechos humanos en el Bard College de Nueva York.


Obama comunista


En gran medida los Tea Party levantan una serie de mentiras. “Los izquierdistas nos controlan. El gobierno se adueña de todo. Y con Obama hemos tocado fondo”, decía una manifestante en un mitin de Indiana. “Obama es un comunista que está desmantelando el sector privado para regalárselo al Estado”, decía otro en una celebración en Maryland. Para este movimiento el actual presidente norteamericano es socialista, musulmán –solo por el nombre que lleva– y no ha probado haber nacido en Estados Unidos. Detrás de esta campaña que le niega a Obama su ciudadanía se esconde el rechazo a su legitimidad como presidente.


Además de oponerse a la reforma sanitaria y de impuestos de Obama, también se oponen a la reforma migratoria. “Los inmigrantes son racistas. Vienen aquí y se adueñan del Estado. Quieren que las escuelas sean en español. Se niegan a aprender inglés. Y cuando se lo recriminas, dicen que son una minoría y necesitan protección. Eso es racismo inverso”, señalaba uno de sus dirigentes en Arizona. Están tan a la derecha que para ellos el propio George Bush hijo es tan solo un “conservador compasivo”.


Ese empuje los ha puesto a competir con el Partido Republicano, al cual por lógica deberían adherir. No es así. En las elecciones primarias de hace dos semanas, aspirantes de esta corriente conservadora derrotaron a los republicanos en Alaska, Kentucky, Utah, Nevada y Colorado. También pueden ganar en Delaware en unos días. El Tea Party ha prometido 250 mil dólares para la campaña de su candidato. Pero no se trata solo de conseguir un lugar en el Congreso; han logrado algo más: todos los candidatos, incluso los demócratas, están radicalizando su discurso.


Por ejemplo, el ex candidato presidencial republicano John McCain defendía hace cinco años una reforma migratoria que regularizara a los millones de indocumentados que viven en ese país. Sin embargo, se vio obligado a asumir posiciones extremas en los recientes comicios y mostrar su anuencia con la Ley de Arizona, ante el peligro de perder la elección contra un adversario de esta corriente. “Los partidos no han encontrado una manera de evitar que la agenda del Tea Party se les cuele en la campaña para las próximas legislativas”, dijo John Voytek, analista de la Universidad de Colorado.


Los financistasSi bien las bases del Tea Party son personas comunes que creen en el individualismo y se inspiran en “el motín del Té”, una asonada ocurrida en 1773 en la que los colonos de Boston se opusieron a pagar impuestos a la corona inglesa en los albores de la independencia, muchos se preguntan hoy: ¿quiénes financian los mítines y las conferencias que organiza este movimiento? Ahí están los multimillonarios petroleros David y Charles Koch, opositores radicales a la política de impuestos de Obama y también a los subsidios planteados por él. “Están en guerra”, dice la revista The New Yorker.


A ellos se suma también Rupert Murdoch, a través de su cadena Fox. Y además se habla de una fundación de ultraderecha vinculada al Partido Republicano: Freedom Works. En torno a todos ellos hay otras ONG que se encargan de la “movilización” en todo el país. Para algunos observadores moderados “el movimiento Tea Party es solo una agenda económica para los ricos enmascarada como la salvación de los norteamericanos blancos que le temen a Dios”. Pero las bases del Tea Party –golpeadas por la recesión y convencidas de que Obama no ha estado tomando las mejores decisiones– creen que están cumpliendo su papel en defensa de “América para los americanos”.

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