jueves, 15 de julio de 2010

El sionismo de Hitler, sorpresas de un postsionista por Carlos Braverman


Soy un israelí postsionista, muchas veces lo comenté, hecho que no me convierte en antisionista.
Lo que comenzó como una revisión histórica del sionismo y las narraciones oficiales de la historiografía de Israel, hoy es un posicionamiento diferente en su arena política que busca la apertura de las narraciones nacionales, así como incentivar la inclusión y ensanchamiento de las identidades de la sociedad civil del país.
Fue en una mesa sobre el tema de la situación en Gaza en el exterior, donde escuché esta hipótesis sobre el sionismo de Hitler por vez primera, provino de alguien del público, de un destacado progresista altermundialista.
En mis más de treinta años de trabajo político vinculado a la izquierda israelí, no es la primera oportunidad ni será la última que reciba sorpresas como estas.
Lejos de escandalizarme busqué la fuente de esta desmedida audacia intelectual y encontré esta joya invalorable, no soy de los que escapan a la polémica, por eso la publico en mi propia página.
La pregunta es la de siempre ¿hasta dónde se puede llegar, cuál es el límite, como se pueden construir estos discursos y relatos llamados ideológicos y por qué causa cierto progresismo es un buen cliente para esta mercancía?
Mis posicionamientos son fruto de un revisionismo de izquierdas (por lo menos en Israel), creo que es bueno que un amplio espectro de las mismas en términos globales se dedique con empeño también a la revisión de ciertos items como por ejemplo el presente.
Creo que se podría así sumar y no avalar sumas que restan, por lo menos avanzar en ciertas desmitificaciones y abandonar simplificaciones de buenos y malos en la historia, como es el caso que presento.
No puedo explicarme que llevó al destacado izquierdista en la audiencia donde ofrecía mi ponencia a esmerarse con este enunciado, no creo que aportara mucho al tema y desde ya no consiguió ninguna simpatía en el momento que me dedicaba a estructurar un discurso amplio, crítico y renovado sobre el tema del sionismo y la sociedad de Israel, como de la cuestión del conflicto en Medio Oriente. Comencé entonces por definirme antes que judío como israelí y partidario de un Israel inclusivo, un Israel para todos los israelíes, de los ciudadanos judíos y no judíos en términos de justicia equitativa, mientras explicaba mi postsionismo y su papel en el Israel de hoy.
Llego a creer que estas tesituras son profesiones de fe, que como un credo se repiten ritualmente ante la sola presencia de alguien que sea un “posible” representante, de lo que con un barniz cómodo y funcional cierto progresismo identifica como parte de un “eje del mal”. Como todo ritual suele estar un poco vacío y como credo bastante fosilizado.
Tampoco sé por qué causa siempre alguien que no representa a las posturas de la conducción de Israel debe responder por ellas o lo que es peor, se le reclama sobre las mismas, es como si al destacado altermundialista del caso, que vive en un país del G- 20 le hubiera reclamado yo por los estragos que produce este foro en las masas desposeídas del mundo.
Tesis como la presente no sé a que apuntan o pretenden lograr, pero generan a dudarlo un determinado efecto que cada lector sabrá definir.
Los dejo con las preguntas y con el alucinante material, por favor enviar comentarios a mi casilla de facebook.Acá el texto y continuar leyendo en el enlace mencionado, pues por razones de espacio se debe editar así.


El sionismo de Hitler
David Comedi
Rebelión
13/04/09

Un texto del historiador Mark Weber

Cuando los antisemitas, o más propiamente, los enemigos de los judíos, notaron, después de lanzar contra ellos a lo largo de la historia diversas persecuciones, incluso las más sangrientas, que no habría forma de deshacerse de sus odiados, intentaron entonces una novedosa estrategia: el sionismo.

El nacionalismo había surgido en Europa como una forma de emancipación colectiva de los pueblos y ofreció un “interesante” método de segregación. Los judíos serían identificados como un pueblo distinto, “el pueblo judío”, y como tal quedaría discriminado. No formaría parte de las naciones que estaban naciendo.



Muchos judíos protestaron y denunciaron este plan. Querían integrarse a las naciones nacientes, se identificaban con las ideas libertadoras que soplaban en el viento de la época. Pero sus voces fueron siendo tragadas gradualmente porque la destructiva alianza del antisemitismo con el sionismo ya había sido sellada. Era el arma última que sería usada contra ellos; la más mortífera, porque funcionaría como una bomba de tiempo progresiva que iría atacándolos desde dentro.

Se cuenta que el sionismo político nació en el siglo XIX de una reflexión de Teodoro Hertzl (1860-1904) acerca del “caso Dreyfus”, un militar francés judío que fue injustamente inculpado de traición, aparentemente por motivaciones antisemitas. Hertzl razonó que los antisemitas tenían de alguna forma razón, y que los judíos eran un pueblo distinto que no pertenecía a la nación en la cual vivían. Aun si ya vivían en el seno de la misma desde muchas generaciones atrás, algún fenómeno especial marcaba al judío como diferente. No era la religión (Hertzl mismo no era para nada religioso), tampoco la cultura, pues muchos judíos perseguidos compartían y se identificaban con la misma cultura de las naciones donde vivían. En realidad, al proponer el sionismo político, Hertzl estaba aceptando la tesis de sus supuestos enemigos, los antisemitas. Estaba aceptando un prejuicio discriminatorio como una realidad. Adoptaba, por así decirlo, el viejo dicho de “si no puedes con tus enemigos, únete a ellos”.

Por eso mismo, no es una sorpresa constatar que el mismísimo Hitler, que desconfiaba profundamente de los judíos y fundó el nazismo, una ideología de supremacía racial segregacionista de fuerte sesgo antisemita, y que llevó a una de las peores masacres de judíos de la historia, haya apoyado decisivamente al sionismo y a la construcción del Estado de Israel en sus comienzos como gobernante de Alemania. Sí: Hitler, considerado tal vez el peor enemigo de los judíos por la mayoría de los historiadores, incluso negoció directamente con los sionistas, intercambió cartas y colaboró activamente con ellos, como lo demuestra el artículo del historiado Mark Weber, trascripto abajo. Y no hace falta recordar la mayor contribución de Hitler al sionismo a través de las masacres que él mismo y su régimen asestaron a los judíos de Europa. Se sabe que la decisión de la Organización de las Naciones de apoyar decisivamente la partición de Palestina en 1947 y la creación de un Estado judío estuvo directamente influenciada por los horrores del Holocausto nazi. Con esto, Hitler se convirtió en el mayor colaborador del sionismo de la historia, pues dejó enmudecidos a los mayores detractores del sionismo que había en la época, que no eran pocos, incluso dentro del judaísmo. El Holocausto nazi contribuyó a la conversión masiva al sionismo, tanto de judíos como de personas de otras ascendencias.

El sionismo, en mi opinión, es decididamente una forma de antisemitismo. La peor, porque destruye al judío desde adentro. Lo corrompe, lo aleja de su esencia humana, porque, como ideología, es un conjunto de falacias diseñadas para confundir y reemplazar al ser, a la condición del hombre natural, por una condición ficticia: la de miembro de una secta, la secta sionista. El sionista es aquel que sucumbe a la teoría antisemita, que no está basada en nada más que la ignorancia, y que se asume como un perseguido que justifica, como lo hacía Herzl, esa persecución porque se cree diferente.

Es por eso que hoy la lucha desde dentro del judaísmo para desenmascarar y desarticular al sionismo y a su criatura, el Estado de Israel, es una lucha esencial por la libertad del ser.

Los dejo con el artículo del historiador Mark Weber.

El Sionismo y el Tercer Reich

Mark Weber(*)

Traducido del original publicado en Inglés en The Journal of Historical Review, Julio-Agosto de 1993 (Vol. 13, No. 4), pp. 29–37

A principios de 1935, un navío de pasajeros con rumbo al puerto de Haifa, en Palestina, dejaba el puerto alemán de Bremerhaven. En su popa llevaba escrito su nombre en letras hebreas, “Tel Aviv”, mientras una bandera con la esvástica nazi flameaba en el mástil. Y aunque la nave era…
Siga leyendo acá: http://senalesdelostiempos.blogspot.com/2009/04/el-sionismo-de-hitler.html

1 comentario:

  1. queda en evidencia, una vez más, la dificultad que tienen quienes se sienten "de izquierda", ante los ataques de otros "izquierdistas" anti israelíes, debido -fundamentalmente- al hecho de que el concepto "izquierda" no significa nada, o significa demasiadas cosas, entre ellas un añejo totalitarismo y el desprecio por la democracia, que si no es plural, no es democracia. por eso, los democráticos del mundo, los judíos democráticos en general, y los judíos democráticos de israel en particular, deberían aprender a ejercer su derecho a criticar israel sólo inmediatamente después de tener bien en claro cuáles son los mayores peligros para la supervivencia de israel y su derecho a la existencia, que demasiado a menudo y sobre todo en occidente, provienen de estos otros "izquierdistas" que usan esa caracterización como coartada para canalizar su anti judaísmo.

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