martes, 18 de enero de 2011

Judíos y árabes no queremos ser enemigos, voces del campo democrático israelí por Carlos Braverman


“Judíos y árabes se niegan a ser enemigos" se leía en los carteles y se escuchaba en un grito fuerte y claro cuando la marcha del sábado último en Tel Aviv se abría paso hacia el escenario montado en el acto, donde se proclamaría la vocación democrática y antirracista de la ciudadanía israelí.
En la lista de oradores se presentó una amplia gama de voces judías y árabes, hombres y mujeres, moderados y radicales, comunistas y liberales, sionistas y no sionistas.
El Campo Democrático Israelí es una conjunción de partidos políticos progresistas y de izquierda junto con ONGs y entidades de la sociedad civil del país.
No conforma hoy una propuesta electoral, pero es posible que se consolide como una opción válida y si no es así, genere la máxima influencia en la futura conducta electoral de una población que observa azorada la decrepitud de sus instituciones.
Diría que más impactante aún para ella es el salvaje rumbo y la asfixiante atmósfera tóxica con que la coalición actual de gobierno impregna la vida cívica de la sociedad. Este sábado 20000 ciudadanos demostraron el poder del Campo Democrático en un acto que incluyó a representantes de diversos partidos y miembros de las organizaciones mencionadas. Fue una respuesta contundente a la propuesta de investigar las organizaciones de derechos humanos y otras medidas MacCarthystas e incluso racistas, que aprobó recientemente el parlamento por una amplia mayoría. Esta iniciativa parlamentaria ya es un hito importante en el proceso de dividir la opinión pública israelí en dos nuevos campos: los partidarios de la democracia contra los adversarios de ella. Estos campos se presentan a través de antiguas ideologías políticas opuestas y muy conocidas en nuestra escena política, pero nunca desde esta perspectiva, siempre fue halcones o palomas, nunca democracia o anti-democracia.
Hace más de una década todos los fenómenos anti-democráticos ya eran muy visibles. Detenciones políticas, la expropiación de tierras en territorios ocupados, diversas formas de marginación, pero siempre es posible pensar que la tiranía de la ilusoria mayoría no nos va a tocar. Ahora debemos retomar el camino hacia un estado que se defina como el estado de todos sus ciudadanos para hacer viable una democracia real. Esta demostración fue contra la ocupación, la opresión, la discriminación, la solidaridad, los derechos humanos y civiles de todos.
Las acciones de Lieberman y sus socios conspicuos no se dirigen sólo contra la izquierda o en contra de las organizaciones de derechos humanos, sino contra todos aquellos que creen en la democracia en Israel, contra los que creen que ésta es el lugar y espacio adecuado para dirimir la vida del ciudadano y sus conflictos societarios. Lieberman en realidad quiere que Israel quede fuera de la comunidad internacional civilizada de los países occidentales y se una a los países donde existe la persecución de los defensores de los derechos humanos y el silenciamiento de toda crítica a los actos gubernamentales y los poderes fácticos. Con esta y otras leyes se está tratando de crear una atmósfera de asalto a las organizaciones de la sociedad civil.
En toda nuestra existencia el debate público israelí se llevó a cabo utilizando los principios democráticos básicos. Israel se vio en este sentido siempre como un líder entre las democracias occidentales.
Pero se está imponiendo por parte de esta derecha cada vez más irracional, una peligrosa tendencia que nos enfrenta a un fracaso nacional, que compromete nuestra seguridad en todos los aspectos y que invita a mancomunarse a aquellos que ven en la crítica, aún en la más comprometedora, un derecho básico. Esto exige una actitud patriótica con una visión a largo plazo de las necesidades reales del país y se está demostrando que esto no es imposible por parte de las fuerzas democráticas. Este es un momento crítico en nuestra historia, en esta encrucijada histórica la colaboración de todo el arco democrático es necesaria para salvar el campo de la democracia israelí.
En Israel las organizaciones de la sociedad civil han acumulado un poder considerable, tratan temas como la pobreza, los derechos de los trabajadores y la violencia contra las mujeres y los niños. Fueron creadas con el fin de llenar el vacío dejado por el estado. Estas organizaciones no gubernamentales, organizaciones benéficas y organizaciones de voluntarios ya se encuentran entre las más grandes del mundo. Como tales tienen un poder inconmensurable hasta ahora no comprendido y no correspondido por los partidos políticos de izquierda. La fuente de su poder es el vacío que dejaron las políticas insensibles al ciudadano de los gobiernos de Israel en los últimos 40 años y el abandono por parte de la izquierda del liderazgo social y la lucha societaria. La fuente de su poder son los sucesivos gobiernos que se desentendieron de los derechos y la atención de los ciudadanos y de poner fin a la ocupación de los territorios ocupados, como la de un parlamento que los apoyó en vez de ponerles límites. El trabajo de estos grupos proviene de su compromiso con las necesidades materiales y existenciales de la ciudadanía, cada vez más reforzado en cuanto los gobiernos más se alejan de los ciudadanos.
Netanyahu, Lieberman y Barak no tienen otras intenciones que restringir la libertad personal y los derechos civiles en Israel, pero su programa lleva a un resultado opuesto, que es el fortalecimiento del campo democrático israelí. No debemos hablar de la restauración de las glorias de una vieja democracia, debemos apuntalar una democracia más profunda donde ningún sector de la sociedad israelí se sienta aislado y marginado, que nadie padezca ninguna agresión nacionalista, que no existan investigaciones a organizaciones de derechos humanos, que no sepamos del "Juramento de Lealtad “, de "Comités de Admisión a Barrios Privados" y varias otras iniciativas de notoria distorsión jurídica que han proliferado sin control en el actual parlamento.
Se debe dejar claro que la ley en Israel no se puede contaminar con elementos racistas o anti-democráticos y que debemos construir una fuerza contraria para cambiar la dirección de esta corriente oscura. En una palabra, decir campo democrático israelí, es decir que nos negamos a buscar enemigos dentro de nuestra sociedad para que ésta sea una sociedad solidaria contra el oscurantismo reaccionario.
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judeo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).
Derechos reservados Instituto Campos Abiertos Israel ISBN 965 387 008 9

No hay comentarios:

Publicar un comentario