jueves, 18 de julio de 2013

¿Estamos a un minuto del Apartheid? Por Carlos Braverman


Durante muchos años sostuve que comparar el Apartheid Sudafricano con Israel es insidioso. No hace mucho comencé a decir que estamos a un centímetro de este sistema y creo que cada vez ofrecemos más argumentos a la insidia. Pero aún no llegamos a ese infierno.
La caída brusca de nuestra democracia y el impacto en una sociedad deteriorada preocupa al respecto. 
El deslucido estado de los derechos civiles en los Territorios Ocupados y las medidas muchas veces racistas respecto a la minoría árabe en Israel, son temerarias. Una tendencia de prejuicio se extiende con los cánticos xenófobos en los encuentros de futbol, en las opiniones de ciertos rabinos ultra-ortodoxos hacia esta población y sus recomendaciones al respecto. También en los planes gubernamentales que hacen dudar del fin de la ocupación, por el contrario, le auguran larga vida.
Las declaraciones del ministro Bennet (nacional religioso) que expresa a los colonos, no tranquiliza, su objetivo es la anexión de hecho de la Zona C según los Tratados de Oslo, de Cisjordania.
Este posicionamiento terminaría con la hipótesis de dos estados y dudo que si existe uno todos sean iguales en él. Para los sionistas sería el fin de su sueño, un estado de los judíos, para los que no somos sionistas el fin de la democracia y ahora sí la entrada al Apartheid.
Para la Convención Internacional de 1973 sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid (ICSPCA), que precedió al Estatuto de Roma, el apartheid se define como: "actos inhumanos cometidos con el fin de instituir y mantener la dominación de un grupo racial de personas sobre cualquier otro grupo racial y de oprimirlo sistemáticamente".
El artículo 7 del Estatuto de Roma de 2002, define el crimen de apartheid como actos "cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial sobre uno o más grupos raciales con la intención de mantener ese régimen"
Lo fundamental es el objetivo y las acciones que deben ser institucionalizadas, éstas pueden ser legisladas o ad hoc, y sí, deben formar parte de un régimen motivado con engranajes para tal fin.
La Declaración de Independencia de Israel pidió el establecimiento de un estado con la igualdad de derechos sociales y políticos, independientemente de religión, raza o sexo. Los derechos de los ciudadanos están garantizados por un conjunto de leyes básicas (Israel no tiene Constitución). A pesar de este conjunto de leyes no incluye explícitamente el término "derecho a la igualdad", el Tribunal Supremo de Israel ha interpretado constantemente la "Ley fundamental: dignidad y libertad humanas" y la "Ley fundamental sobre la libertad de Ocupación (1994)", para garantizar la igualdad de derechos para todos los ciudadanos de Israel. De acuerdo a esta práctica en Israel y los Territorios Ocupados, la ley israelí prohíbe la discriminación por motivos de raza, y el gobierno hizo cumplir efectivamente estas prohibiciones vía dictámenes del Tribunal Superior de Justicia.
Todavía Israel tiene mecanismos de defensa, pero es inocultable una tendencia insalubre sobre la que me explayé al principio. Estamos a un centímetro del Apartheid y el tiempo que tardemos en recorrerlo es decisivo. Lo es tanto para sus partidarios, como para los que lo rechazamos por principios políticos y morales. 
Todavía no dimos una respuesta válida desde la izquierda, si no lo hacemos, debemos reconocer que somos incapaces. Yo no lo creo, somos tan capaces como los racistas la pura expresión de la soberbia de los inferiores. 
No tenemos mucho tiempo, pero aún disponemos de él, entonces a no desperdiciarlo.
*Carlos Braverman es Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles en Israel, militante por la coexistencia judeo-árabe en Israel y la paz con el pueblo palestino. Es miembro del Partido Socialista de Israel (Meretz), e integrante de Paz Ahora (Shalom Ajshav). Es Presidente del Instituto Campos Abiertos de Israel (Investigación y desarrollo en Ciencia Política). Su trabajo está centrado en la investigación, la academia, la docencia y la actividad política; así como en el periodismo y el trabajo por los derechos civiles.

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